Título: Riquezas

Universo/Fandom: Percy Jackson - Heroes of Olympus

Advertencias: Consigan pañuelos (?)

Disclairmer: Soy dueña de la historia y el hijo de Ares, la hija de Deméter y la hija de Hebe mencionadas en la historia, me pertenecen. El resto es de tío Rick.

Nota del autor: ¡Disfruten!


I

Mackenzie Howard siempre supo que su destino era morir.

Recordaba aquella época cuando era un chiquillo de trece años que apenas llevaba un año en el Campamento Mestizo y su padre le había asignado una misión.

Él, dentro de todos los hijos del dios de la guerra, fue el elegido.

Aún faltaba para que el sol hiciera su aparición en los cielos pero Mack necesitaba respuestas, necesitaba saber su destino en la misión. Y como todo hijo de Ares, se armó de valor junto a su lanza para escabullirse de su cabaña hacia el desván, sintiendo con cada paso su corazón golpearle con fuerza su pecho a causa de las Arpías que rondaban por el lugar.

Pero él no tuvo miedo, no, era un hijo del dios de la guerra, él no podía sentir miedo.

El desván era el lugar más mugriento y asqueroso que el joven de cabellos negros hubiera visitado jamás. Algunas cajas se encontraban apiladas en el fondo, telarañas cubriendo el piso de madera y el techo, pero justo en medio se encontraba la razón por la cual él se había escabullido a altas horas de la noche: el Oráculo.

Mack infló su pecho y recitó las palabras que marcarían su vida para siempre: «¿Cuál es mi destino?»

Y fue así como la momia cobró vida, envolviéndolo en una neblina verdosa.

Mack hubiera cumplido la misión siguiendo únicamente las instrucciones que su padre le había dado, con la voz gruñona y resonante dentro de su cabeza que le prometía grandeza y poder si lograba cumplirla, pero él no la acepto.

Él no podía aceptarla, no cuando su profecía le decía que él iba a morir.

No era por temor a la muerte, no, él seguía siendo un hijo de Ares, él no le temía.

Pero tenía dos razones para seguir viviendo, y una de esas razones poseía cabellos mieles y ojos verdes y la otra poseía cabellos castaños y ojos grisáceos estrellados, hija de Hebe e hija de Deméter, respectivamente.

Él no podía abandonarlas, ellas eran su familia.

Y la familia era ante todo.

Su negación hacia la misión desató la ira de su padre, quién había dejado de presentársele en sueños, o cada vez que lo hacía, era para recordarle que era un cobarde, una vergüenza, un don nadie que desgraciadamente él había engendrado. Pero él simplemente lo ignoraba, las palabras de su progenitor divino no le importaban, después de todo, se había permitido un par de años más de vida para pasarlos junto a su verdadera familia.

Las cosas se pusieron difíciles cuando la guerra se desató.

Mack debía ser fuerte, porque ya no era un niño.

Mack debía ser fuerte, aunque hubiera perdido su hogar.

Mack debía ser fuerte, aunque hubiera perdido a su madre.

Mack debía ser fuerte, porque no tenía opción.

Perdió amigos durante la Batalla del Laberinto, peor él sabía que eso no era nada comparado a lo que sucedería ese 18 de agosto de 2009.

El semidiós se había librado de un par de perros del infierno, y estaba a punto de empalar a otro sino hubiera sido porque la vio. Thea McMuffin, hija de Hebe, su segunda mejor amiga y actual novia, estaba luchando contra un par de aves del Estínfalo mientras que una lanza volaba hacia su dirección.

Mack no lo pensó.

Corrió hacia la zona dónde se encontraba la de cabellos mieles, empujándola con todas sus fuerzas hacia la acera.

Y entonces sucedió.

La lanza le atravesó, mientras que Thea gritaba.

Mack agonizaba en una camilla improvisada que unos hijos de Apolo habían creado para heridos o casi muertos –cómo él–, podía sentir la humedad que las lágrimas de Thea creaban en su hombro y la suave mano de Odette Hawkings, su primera mejor amiga, hija de Deméter y futura madre, acariciar su frente mientras sollozaba.

El hijo de Ares no iba a maldecir, no iba a echarle la culpa a los dioses o al semidiós enemigo que había lanzado la lanza para empalar a su novia, no, Mack no lo haría, después de todo, morir siempre había sido su destino. Él simplemente se había regalado a sí mismo unos cuántos años más.

Se despidió de sus dos mejores amigas, de su familia. Y fue cómo si la niebla que separaba al mundo mortal con el de los semidioses actuara sobre ellas, por un momento, creyó ver a esas dos pequeñas niñas de doce años que acababa de conocer en su primer año en el Campamento Mestizo y no a las dos jóvenes mujeres que estaban con lágrimas en sus ojos, una de ellas embarazada de seis meses.

Las amaba, joder, ¡hasta un ciego lo vería!

Aunque sonara alocado incluso para un semidiós, podía escuchar los latidos del pequeño corazón del hijo de su mejor amiga. Y eso, eso era como música para sus oídos. Como su canción de despedida.

Y sonrío, y se permitió a sí mismo soltar las lágrimas que había retenido desde la muerte de su madre.

Llenó por última vez sus pulmones de aire, para decir las que serían las últimas palabras de Mackenzie Howard, hijo de Ares y uno de los caídos durante la segunda Titanomaquia: «Ahora lo entiendo.»

Y el Oráculo había tenido la razón desde el principio, el joven semidiós de veinte años había obtenido riquezas, muchas, pero él no había podido verlas, al menos, no personalmente.

Pero no las riquezas de las cuales su padre le habló, no del oro, de la inmortalidad, de las doncellas y de las mansiones, no, él obtuvo unas mejores.

Obtuvo la riqueza de ser recordado por siempre, obtuvo la riqueza de ser considerado uno de los hijos más valientes que Ares pudo tener, obtuvo la riqueza de ser considerado una leyenda entre sus hermanos, obtuvo la riqueza de ser llamado héroe y obtuvo la riqueza de ser llamado tío por el hijo de su mejor amiga y que éste portara su nombre.

Sí, Mackenzie Howard no obtuvo la riqueza que su padre le prometió, obtuvo mejores.


¡Babies! Ojalá esta historia haya sido de su agrado, siempre, dentro de mí, desde que leí los libros, supe o sentía que debía haber un hijo de Ares bueno, por decirlo así, en fin, sólo decirles que ésta no será la última vez que leerán de este precioso personaje y de sus encantadoras mejores amigas, espero sus comentarios y sin más que decir, luces fuera.