Se lleva las manos a su boca por la profunda impresión que le causa ver en directo y primera fila como Chat Noir se convertía en Adrien. Decir que se convertía era descabellado.
Pero para Marinette que estaba más ciega que un murciélago, era como si lo hubiera hecho. Fue como si una oruga se convirtiera en una bella mariposa.
Un evento maravilloso, pero no irreal.
Sus pupilas temblaban, sin poder moverse y que quede claro sin poder reaccionar. Hasta que lo hace y se gira con tanta rapidez y a una velocidad impresionante, que algunos solo notaban algo rosa cruzar por las calles.
Era como si todo lo que hubiera anhelado, soñado, hubiera estado pasando enfrente de sus ojos sin que lo supiera.
...
Y siguió corriendo mientras miles pensamientos viajaban por su mente.
...
Al día siguiente, no sabía cómo mirarlo, estaba roja y tan avergonzada como si no llevara nada puesto. No estaba desnudo, pero para Marinette; Chat Noir sin su disfraz, era como si lo estuviera.
Y Marinette ya lo empezaba a creer que era así, cuando desviaba la mirada sin motivo aparente. Como en ese momento, cerca de los casilleros, metiendo cosas y Adrien a su lado, preguntándole si le pasaba algo por actuar -hace dias- como una completa lunática en su cercanía.
Ella negaba con la cabeza frenéticamente mientras sus piernas se doblaban como si fuera de goma.
— ¿Marinette?
La susodicha seguía negándolo mientras mantenía sus ojos cerrados, pero eso no evitaba que su cara este roja, sentía su voz tan cerca.
— N-nada, no sucede nada Chadrien —De manera balbuceante, se dio media vuelta, sin abrir en ningún momento sus ojos; razón que chocara su frente con la puerta de un casillero.
— ¿Estas bien? —Pregunta preocupado Adrien, ella evita tocar su nariz, esa que le dolía.
— Perfectamente, gatito.
Un silencio se forma por dos segundos.
— ¿Cómo me llamaste? —Rompiéndolo. Y haciendo añicos el cerebro de Marinette por lo que dijo.
Marinette tenía que correr ¡Ahora! Y lo hace pero sus torpes pies, ocasionaron que se resbalara y cayera estrepitosamente por el suelo.
— ¿Estas bien? —Pregunta de inmediato Adrien. Ella solo quería que la tierra la tragara, cierra los ojos sin notar como Adrien le ofrecía la mano en ayuda para que se levante— ¿Te duele mucho? —Cuestiona al notar como Marinette parecía no tener señales de vida. Ella al menos se sentía un poco aliviada de que él no preguntara por haberlo llamado con ese apodo.
— E-estoy bien... no te preocupes —Responde sin abrir los ojos y sin levantarse.
— ¿No vas a levantarte? —Interroga luego de un minuto en el que Marinette parecía querer dormir en el suelo. La misma joven que tenía las dos manos puestas en su cara, sintiendo que moría de la vergüenza, razón que le impedía poder levantarse del piso.
Adrien malentendiendo la situación, sin previo aviso, levanta a Marinette y la lleva en brazos como si fuera una princesa.
— ¿Q-que haces? —Refuta mientras sus palmas cubren parte de su cara roja y caliente. Sin poner resistencia al sentir como sus extremidades se habían vuelto gelatina.
— Voy a llevarte a la enfermería.
— ¿Eh? —Articula— ¿Por qué? ¡Estoy bien!
— ¿No tienes el tobillo herido?
— ¿Qué? ¡No!
— ¿Entonces por qué no te levantabas? —Marinette evita mirarlo.
— Porque estoy avergonzada.
— ¿Por caerte? Marinette, nadie se va a reír de ti —Asegura— Yo no me reí.
— No es por eso —Replica. Adrien la mira de forma interrogante— E-es... q-que... —Se detiene al segundo y con mas vergüenza, le pregunta si la baja, el susodicho lo hace y ella retrocede pasos, al sentirse intimidada por demasiada cercanía.
Él se acerca con intención de oír lo que va a decir. Ella retrocede otro paso, y otro al notar como Adrien sigue acercándose, no percatándose de lo que sucede. Ella aprieta lo puños y grita su nombre.
— ¡Estoy avergonzada de tu cercanía! —Confiesa en un grito. Él se sorprende sin avanzar un paso más.
— ¿Por qué? —Pregunta— No debes sentirte así—Argumenta— No es como si estuviera desnudo.
— ¡Si lo estás!
— ¿Eh? —Su cara se sonroja por ese comentario.
— ¡Es como si lo estuvieras! —Dice arreglando lo dicho anteriormente—¡No puedo verte de la misma forma ahora que lo sé!
— ¿Saber qué? — Traga saliva temiendo que se refiera a su indentidad como Chat Noir.
No obstante, cuando Marinette estaba a punto de decirlo como mostraba su boca se abría y cerraba múltiples de veces. Se interrumpe ella misma.
— Si te lo digo... —Se muerde los labios, dudosa— También debería decirte lo mío.
— ¿Que es Marinette? —Pregunta de nuevo, sumamente curioso. Ella realmente no quiere decirlo, pero...
— ¡Quisiera que alguien me haga olvidar lo que vi! ¡Quisiera olvidar lo que vi! —Espeta de la nada con fervor y sus dos manos puestas en su cabeza —Pero saberlo me está volviendo loca, saber y fingir que no lo sé, simplemente, no puedo, m-mi cara se vuelve roja y comienzo a tartamudear en su cercanía ¡Hasta mis piernas se vuelven gelatina! Y-yo pensé que eso se volvía únicamente en tu cercanía —Adrien la mira con estupor al sonar como si fuera una confesión de amor hacia él— Pero ahora es también... con él.
Adrien estaba confuso sin entender mucho lo que estaba diciendo, su corazón acelerándose porque, al parecer lo que estaba oyendo era una declaración de amor hacia su persona, pero cuando pronunció lo último, le hizo sentir una extraña molestia en su pecho.
— ¿Que es Marinette? —Pregunta su voz saliendo un poco molesta.
—Tampoco puedo dormir bien, al pensar en él... —Sigue hablando, provocando celos en el oyente—¡Es demasiado para mi salud mental! Creí que podía llevarme el secreto a la tumba, pero es imposible hacer que no lo se. No cuando ahora se que...
Adrien no aguantaba la curiosidad. Pero no decidió preguntar mas para no presionarla. Ella levanta la mirada sus ojos azules haciendo contacto visual con los verdes de él.
— ...Él, también eres tú —Adrien no sabe que decir—Que eres Chat Noir —Finaliza, paralizando al modelo, sus ojos dilatándose por la impresión. Al verse descubierto.
Cuando iba a pronunciar su nombre, mas por la sorpresa que el hecho de saber que decir, Marinette vuelve a hablar.
— Y yo soy Ladybug.
Esa revelación ocasiona que la mire estupefacto y en solos segundos de atar cabo sueltos, se lleva una mano cubriendo su cara -que se puso colorada- sin que pudiera mirarla, como si ahora ella es la que -en sentido figurado- se encuentra desnuda.
