Hola! Las notas estan al final, escribí esto porque o si no se veía muy vacío . Espero que les guste, llevo mucho tiempo con este proyecto en mente 8D, ok no sigo aburriendo, ¡acción!
My Desire.
Era de noche en la casa de los Jones, en la sala, Oliver Kirkland contemplaba unas fotos, silenciosamente.
Su corazón dio un brinco de al ver la figura de la joven madre, luego la del del padre, y finalmente la de los mellizos. Una débil sonrisa se formo en sus labios al ver su sueño hecho realidad, el de una familia feliz.
Dejo la revista en la mesita de centro, secándose la lágrima que recorría su mejilla, ¿que haría si tuviera una familia? ¿llevaría los niños al parque? ¿les enseñaría a hacer cupcakes? Rio, sería divertido.
Lentamente fue subiendo los escalones, y a la mitad de la escalera un fuerte brazo rodeo su cintura. Se apoyó en su terso pecho, cerrando los ojos.
- Hi honey.
- Hola Oliver, te extrañé.
Los carnosos labios del pelinegro acariciaron su frágil cuello. Oliver apretó los labios en una línea ahogando sus gemidos.
- N-no quiero.
- ¿Olvidaste quien manda? - ronroneó mordiéndo el lóbulo del oído.
- A-ah. Adam, est-toy cansado...
- Dijiste lo mismo ayer - volvió a jugar con su cuello.
- A-ahora es enserio - articulo apretando los ojos.
Adam lo soltó, preocupando al ingles. Su cupcake no se rendía tan facilmente, ¿hizo algo mal? Volteó hacia él jugando con sus manos, pidió en silencio que no se enfadara.
- Has estado extraño estos días y mas te vale decirme que es.
Oliver tragó saliva, tensándose. No le tenía miedo a Adam, pero molesto lo ponía nervioso.
- ¿Disculpa, sweety? N-no sé de que estas hablando.
- No cocinas, no juegas, me ignoras - dijo sin rodeos. No lo admitiría, pero extrañaba los mimos de Oliver. En secreto tenía miedo de perderlo, si sucedía otra vez...
- Lo siento - se disculpo bajando la cabeza, por pensar en otras cosas hizo sentir mal a su cupcake - No quería hacerte...
- ¿Es por mis padres?
Oliver se sonrojo.
- Te juro que voy a deshacerme de ellos...
- ¡No! - gritó exaltado, sus suegros no eran dulces con él, ni lo querían, pero no deseaba ver a su Adam tras las rejas.
- Entonces dime que quieres, y lo haré - afirmó sus manos, no resistitía un día más sin el brillo de alegría en los ojos celestes.
- Honey es serio y... me gustaría explicártelo en un lugar más privado.
- Subamos a la pieza.
- Bi-bien, no es la pri-mera vez que hablamos de esto - entre nervioso y temeroso se sentó en la cama, Adam tenía reacciones inesperadas - Lo pe-dí en nuestro último aniversario, es mi deseo desde que soplo las velitas de cumpleaños y l-lo quiero desde que... soy niño.
Se hizo un silencio en el que Oliver jugó con sus manos.
- Cu-ando estoy en la plaza m-me gusta sentarme en las bancas y-y comprar caramelos, para... dárselo a los niños.
Adam tosió, interrumpiéndolo. Ya sabía adonde iba la conversación.
- Es demasiado rápido.
- ¿... No estas tratando de evadirme?
- No, tonto - dijo visiblemente incomodo.
- Honey...
- Si un hijo es lo que quieres... Perdon, no fingiré que estoy de acuerdo contigo.
- E-es nuestra oportunidad de hacer a un niño feliz.
- No - dijo yendo hacia la puerta.
- ¡Adam! Podemos hacer muchas cosas juntos, jugar, llevarlo al parque, enseñarle baseball - hablaba mientras lo bajaba los escalones.
- Oliver, no es no - masculló en la sala principal.
- ¿Por qué no? - insistió, consciente de estar siendo insoportable, pero no quería perder la oportunidad de tener un hijo.
- Hay que comprarle ropa, hacerle la comida... hablarle.
- ¡No puedes ser tan gruñón! Es de un niño inocente que puede tener una familia, y honey, yo quiero una familia.
- ¡Tienes una familia! ¡La mía!
- ¡Tus padres me odian!
- Por algo debe ser - dijo llegando a la puerta principal.
- ¿T-te estas poniendo de su lado?
- Solo digo que tienen sus razones para odiarte.
- ¡Men-mentiroso! ¡Ellos me odiaron de la nada y lo sabes!
- ¿Disculpa? Ser un odioso pobreton que no vale nada si es algo.
- A-adam eres un... - sus ojos celestes se llenaron de lágrimas mientras sus labios temblaban.
El pelinegro apretó la mandíbula, quizá se le había pasado la lengua, pero su orgullo era superior.
- Me voy de aquí - dijo tomando su chaqueta.
- ¿A-a donde?
- ¿Qué te importa basura? - terminó sintiéndose un idiota, y cerró fuertemente la puerta.
Oliver cerró los puños, apoyándose en la puerta.
- ¡Adam eres un... un...! - dejó el insultó al aire, no podía insultar al amor de su vida. Se resbaló hasta el suelo y ocultó su cara entre sus brazos, silenciando su llanto.
Era de noche en un bosque a las afueras de New Yorks, los fuertes jadeos de un niño de cuatro años acompañaban el crujir de las hojas. Sus ojos se nublaban y sus piernas temblaban. Pero debía correr, o coco lo encontraría. Tropezó y cayó sobre una piedra, rompiéndose la nariz. Se llevo la mano sollozando por el punzante dolor, aun así se paro, y siguió corriendo.
Tenía miedo. Sus hermanos le hacían daño, y cuando se opuso a coco el se convirtió en una fiera. Tenía moretones en todo su cuerpo por las varas con las que lo golpeaban, aun así logro defenderse con el jarro donde tenía su pecera. Se sentía mal por matar a Escamas, Gales le había dicho que los peces no podían respirar fuera del agua, pero no quería que coco le hiciera más daño. Tiró la pecera, y corrió.
Sus pies descalzos llegaron afuera de la arboleda, agonizante. Sus ojos pesaron: cayó en medio de la carretera.
Adam pateó la lata. Los gritos que le dio a Oliver revoloteaban en su cabeza. Su conciencia insistía en que lo que hizo estuvo mal, y para colmo el karma le pagaba con haber dejado las llaves en la casa. Ahora merodeaba sin auto y sin billetera por la ciudad. Pensó en llamar a sus padres pero sería patético. Si no quería dormir en la calle tendría que volver.
Sabía que Oliver lo esperaba en living, tapado con una manta. Pero no sabía con que cara verlo, le lanzo una sarta de insultos ácidos que deducía habían herido su frágil corazón. Se despeinó desesperadamente el cabello, necesitaba a Ivan para cachetearlo para terminar con su idiotez. Ivan.
Saco su celular para llamarlo, pero justo cuando iba a marcar si número recibió una llamada.
- Oliver - murmuró al viento.
No se atrevía a contestar, por lo que esperó a que finalizara la llamada y así escuchar su mensaje.
- Hola, honey, soy Oliver. Son las cuatro de la madrugada... por favor vuelve a casa. Me equivoqué, no puedo obligarte a adoptar un niño... si no quieres tener hijos yo - su voz se quebró, entendiendo su dolor, sus mechones azabache cubrieron sus ojos carmesí - No me importa... por favor, vuelve a casa. I love you.
Adam guardó su celular, no quería hacer más daño a su Oliver.
Pero ese día no volvería a casa.
Oliver bostezó girando en su cama imaginaria, y se golpeó contra el suelo. Pestañeó un par de veces, sobando su rubios cabellos. Estaba en el living. Adam no había llegado. Sonrió debilmente, por alguna razón siempre lo hacía. Lo hacía, después de que...
Sacudió su cabeza, no debía estar pensando en esos problemas a tales horas de la mañana. Se puso de pie, haría un delicioso desayuno para Adam, porque vendría por él, estaba seguro.
El timbre sonó.
- ¡Adam! - exclamó riendo con felicidad, corrió y abrió la puerta - Sweety! - gritó dándole un fuerte abrazo. No lo aceptaría, pero muy en el fondo temía que no volviera.
- Aja, quítate chicle.
- Me alegra que volvieras...
- Si sigues hablando vas a hacer que me arrepienta.
- ¿... De volver?
- De algo más que eso.
El bichito de la curiosidad picó a Oliver, que alzo los labios.
- ¿Qué es? - preguntó como un niño pequeño.
- Ya verás, sube al auto.
- A-ah, ah... - las palabras no salían de su boca.
Adam sonrió satisfecho, apoyándose en la puerta del vehículo.
- ¿Y bien...?
Frente a ellos yacía una casa maltratada, y sobre la gran puerta se contemplaba un cartel: Horfanato Rullen.
Sus ojos carmesí se abrieron sorprendidos al recibir el mudo abrazo de Adam.
- Gracias.
Adam se sonrojó, acariciando su cabeza.
- Lo siento por ayer... fui un idiota - no recibió respuesta, Oliver le pedía tímidamente que continuara, necesitaba saber que los insultos que le dijo no era lo que pensaba de él - T-te quiero, sabes que el dinero me importa un cuerno, y... aunque aveces puedes ser un estorbo, amo que estés conmigo, que me molestes y ha-gas esfuerzos por hacerme reír... ¡m-mas te vale que lo recuerdes por-que no voy a repetirlo!
Oliver rió secándose las lágrimas de felicidad.
- Eres muy lindo Adam - reconoció sonrojado.
- ¡No soy lindo idiota!
Escucharon a una risa cerca de ellos, y al voltear vieron a una mujer castaña con sangre cayendo de su nariz.
- Lady, esta sangrando - Oliver saco un pañuelo de su bolsillo y la ayuda a detener el derrame.
- Oh, lo siento, han ido a buscar al niño... ¡disculpen pero se ven preciosos juntos! ¿puedo sacarles una foto?
- ¡Claro! - respondió el mayor sin importarle las quejas de su esposo.
Finalmente y a regañadientes, Adam aceptó sacarse una foto.
- Gracias.
- Cuando quieras cariño.
- Estupideces - masculló Adam amargado.
- ¡Dejenme!
Los tres se sorprendieron por el desgarrador grito que desde adentro.
- ¡Alfred es mio! ¡¿Oyeron?! ¡Mío!
Hola! Admito que tuve que re-editarlo varias veces porque me quedaba muy cursi xD, ¡pero son tan kawaiis! Me gustaría tenerlos de osito de peluche y abrazarlos todo el día *-*. Aunque no soy fan del gore, amo a los 2p (Dios me entiende) y me moría por sacarles su lado paternal en un fic, se ven tan lendos juntos! Como se puede deducir, nadie va a matar a nadie... ¿o si? (jujuju), al menos, Oliver no envenenará cupcakes por envenenar y Adam no llenará su bate de clavos. Y eeesa serían todas mis aclaraciones, de ante mano gracias por leer, me esforzare porque el proximo capi sea mejor ;), sayo!
