Este es el fic aniversario digimon, se tratan de cinco escenas ambientadas en las diferentes sagas de adventure y que iré publicando semanalmente en este mes fantástico de digimon.
Veréis enseguida que es completamente sorato, pero es que tenía esta idea y me dije, ¡un momento! si este año es el décimo aniversario del sorato, así que no está de más que el aniversario digi también sea un homenaje a mi pareja fetiche.
Dicho esto, lean si aún lo desean y ¡Muy feliz decimotercer aniversario digimon!
¿Estáis listos chicos?, sí capitán, ¡más fuerte!, sí capitán, uhhhh…. Viven en una Isla en el Mundo Digital, ¡DI-GI-MON!, de cuerpos diversos pueden digievolucionar, ¡DI-GI-MON!, los mejores amigos que puedas desear, ¡DI-GI-MON!, si estás en peligro ellos lucharán, ¡DI-GI-MON!, ahora, ¡DIGIMON!, ¡DIGIMON!, ¡DIGIMON!, ¡DIGIMON… NO ME PERTENECE!
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DIÁLOGOS DE HOGUERA
~ Bajo la sombra del Monte Infinito ~
Las llamas se reflejan en sus ojos.
Mira un instante de reojo al niño que descansa a su lado y vuelve a hechizarse con el fuego.
Bosteza. Mira a su otro lado donde a su compañero ya se le está cayendo la cabeza.
Sonríe y le acaricia invitándole a tumbarse y descansar.
Él agita la cabeza, quiere estar despierto con su compañero, quiere protegerlo, demostrarle que a su lado jamás volverá a pasar un peligro.
A pesar de que todavía no ha convivido mucho con él se siente orgulloso de su camarada y también siente algo que hacía mucho tiempo que no sentía: protección, sentirse importante para alguien.
Alza la vista inmerso en sus reflexiones y deja que sean las estrellas ahora las que brillen en sus orbes celestes.
El fuego chispea y capta su atención. Lo apacigua, tocando en el punto exacto con una rama.
Mira de nuevo a su compañero, observando que por mucho que ha intentado resistirse el sueño le ha vencido esa noche.
Bosteza más enérgicamente. Le saltan las lágrimas. Sus ojos están cansados, se los frota intentando despejarlos.
Pasan minutos y visualiza lo que la iluminación de la hoguera le permite. Hasta cinco bultos humanos y cinco digimons.
En la primera pasada ni se da cuenta de ese detalle, lo hace cuando le llega la información al cerebro.
Se sobresalta recontando esos bultos, dándose cuenta ahora sí de que falta uno de cada. No le da tiempo a ver de quienes se tratan porque una chica se sienta a su lado.
-Cambio de guardia.- anuncia, entre estiramientos y un largo bostezo.
Yamato queda observándola detenidamente, quizá porque está cansado y tiene una necesidad absurda de cerciorarse de que se trata de uno de los suyos.
Solo cuando sus ojos rubís chocan con los suyos y le dedica esa sonrisa tan característica en ella la reconoce como compañera.
-¿Ya es el cambio?.- pregunta, moviendo los maderos del fuego con un palo, tratando de aparentar que no había estado contando los segundos que quedaban para su cambio.
Estaba deseando que se levantase su relevo pero viendo que se trataba de una de las chicas, su lado caballeroso, y como no, chulo sale a relucir.
No quiere parecer un endeble que se agota por nada.
La chica, que ahora se repeina un poco antes de volver a tapar sus cabellos pelirrojos con su extraño casco azul, asiente.
-Mira el dispositivo, es la hora acordada, así que vete a dormir porque seguro que mañana nos espera otra caminata.- termina de decir entre otro bostezo, que llama la atención al rubio.
-Si todavía tienes sueño échate un rato, yo aún puedo aguantar.- dice con arrogancia, aunque a ella le parece profundamente amable.
Tal vez, lo intentó decir de forma arrogante pero inconscientemente le había salido un tono amable.
No sabe por qué, pero de repente se sonroja por esa reflexión y tiene la necesidad de mirar el fuego, cualquier cosa que no sea esa chica.
Sin embargo, Takenouchi está tan somnolienta que ni repara en las reacciones de su amigo.
-¿Y Piyomon?.- pregunta de repente, tratando por todos los medios de buscar un tema que no le produzca sonrojos inexplicables.
-Esta ahí, lavándose un poco los ojos para despejarse.- contesta, indicando hacia el riachuelo junto al que han acampado.
-Me quedaré entonces hasta que venga.
-No es necesario.- dice ella, otorgándole una sonrisa de agradecimiento.
Ishida la mira y tiene la tentación de devolvérsela, cosa que tampoco entiende porque no es un chico que suela dedicar muchas sonrisas. Finalmente logra controlar sus instintos dejándose hechizar de nuevo con el fuego.
-No es ningún problema.- da por concluida la conversación sin moverse del sitio y por supuesto sin delegar la rama con la que remover el fuego a la nueva guardiana de este.
La pelirroja entiende que no tiene nada que hacer con ese chico tan terco y por eso mira a la dirección en donde debe estar Piyomon, esperando ver su silueta de un momento a otro.
Estira las piernas, suspira, flexiona las rodillas y se abraza las piernas, apoyando la barbilla entre sus rodillas, observando ese fuego que tan cautivado mantiene a Ishida.
-Cuando Piyomon digievolucionó se convirtió en un pájaro de fuego.- musita.
Aunque parece que está indiferente, Yamato la escucha, de hecho, a ella siempre la escucha.
-Estaba muy chulo.- añade el rubio para hacerse presente, para que ella vea que le hace caso.
-Lo hizo para salvarme.- reflexiona en voz alta.
-Creo que esa es su misión.- intenta aportar algo Ishida, a pesar de que está más confundido con todo esto que ella.
-Ella me quiere mucho.- susurra y el rubio la mira porque ha captado demasiada tristeza en esas palabras.- cuando me vaya sufrirá y eso me da mucha pena.
Yamato va a añadir algo, lo que sea para evitar esa mirada triste y vacía con la que su amiga contempla el fuego, pero no le sale nada, se da cuenta de que no tiene absolutamente nada que decir que la pueda aliviar.
Decepcionado consigo mismo, remueve el fuego.
Vuelve a escuchar un suspiro y cuando se quiere dar cuenta ella lo está mirando.
Por un momento sus ojos chocan y Sora sonríe apartando la vista y Yamato no puede reprimirse y le devuelve la sonrisa también desviando su mirada.
Se ha visto preciosa con la iluminación de la hoguera, parecían dos joyas de verdad, dos rubíes de fuego.
De repente la nota un poco tensa, hasta escucha algún que otro balbuceo, la mira extrañado y sonríe por segunda vez por ver las muecas que pone, está hablando consigo misma.
En realidad no es eso exactamente, parece más que quiere hablar con él, pero que no sabe como iniciar o enfocar el tema.
A Ishida no le gusta mucho hablar de sí mismo, pero ella le da confianza y por eso la ayuda.
-¿Quieres decirme algo?
La chica se sobresalta regresando a la realidad. Lo mira sorprendida, ¿acaso ha leído su mente?
Se muerde el labio inferior, estira las piernas y mete las manos por debajo de sus rodillas.
-Yo… bueno, en realidad… había algo que quería comentarte.
-¿Sí?.- la invita a hablar y pese a que se trata de Yamato, ese chico tímido y cerrado con el que apenas había cruzado dos palabras en la escuela, a Sora le reconforta su ayuda, le da esas fuerzas que necesita para hacerle la pregunta.
-Verás es… por Takeru.- suelta y hace una pausa, estudiando la reacción de Yamato. Ha hecho un suspiro de entendimiento y un gesto con la cabeza. Es decir, se ha mostrado receptivo.- yo no sabía que tenías un hermano y Taichi me ha dicho que le has contado que tus padres están divorciados y que tú no vives con tu hermano, ¿es cierto?
Su tono es una compleja mezcla de curiosidad, compasión, tristeza y ternura, algo que a Yamato le aturde, pero no hace que la rechace. Tal y como está la cosa es probable que compartan varios días en este mundo, por lo que quizá no sea tan malo abrirse con sus compañeros.
Aunque esta herida todavía sangre.
-Sí, mis padres se divorciaron hace cuatro años y desde entonces yo vivo con mi padre y Takeru con mi madre. No nos vemos mucho y por eso es tan importante para mí cuidarlo bien.
Takenouchi emite un gemido de conformidad. Él la mira pero es incapaz de adivinar que puede estar pensando en ese momento, pero seguramente sienta lástima de su situación.
Eso le molesta, no le gusta que nadie le tenga lástima.
-¿Y cómo lo afrontas?.- pregunta tan rápidamente que el enfado de Yamato se diluye antes de aparecer.- quiero decir, estar lejos de tus seres queridos.
El rubio no quiere pensar en esto, por eso su respuesta es encogerse de hombros.
-Al final te acostumbras.- miente y de alguna manera, Sora sabe que miente.
Simplemente porque a ella le resulta imposible acostumbrarse a que un ser querido esté siempre fuera.
-¿Y con tu madre como te llevas?.- cuestiona la pelirroja, verdaderamente interesada en esta situación.
Ahora es Yamato quien mira hacia el riachuelo esperando que la lenta de Piyomon aparezca de una vez y le libre de esta comprometida pregunta, en realidad de todo el interrogatorio de su amiga.
Todavía no se le ve y Sora mantiene su mirada fija en él, esperando su respuesta.
Vuelve a encoger los hombros fingiendo desinterés.
-Normal, supongo. Tampoco la veo mucho.- contesta desviando la mirada y Sora entiende que le está incomodando, más aún, que le está doliendo.
-No quería molestarte.- dice arrepentida.
Ishida apresura a enfocarla entre sorprendido y conmovido.
Es una chica verdaderamente empática.
-No te preocupes, no me molestas.
Un silencio donde el chispear del fuego y los siempre perturbadores sonidos de la noche, aunque sean del Digimundo, son lo único que escuchan.
-Por eso eres así, ¿verdad?- concluye con la más absoluta inocencia.
Ishida arquea las cejas sin salir de su asombro.
-¿A qué te refieres?
-Ya sabes…- ríe la pelirroja con nerviosismo. Por nada del mundo quiere que se lo tome mal.- así… un poco distante, reservado y solitario.
El chico deja de mirarla para no intimidarla más de la cuenta, al fin y al cabo lo ha descrito a la perfección.
-Creo que sí.- confiesa en un largo suspiro esta vez dejándose cautivar por las estrellas.- es como dijiste antes con Piyomon, cuanto más cariño te tome más sufrirá cuando te vayas, por eso mismo yo intento no tomar cariño a la gente, para evitar el sufrimiento de su abandono.
Sora capta la amargura y melancolía de sus palabras y se contagia de ella.
-Es una manera de vivir un poco triste.
-Es la única que me puedo permitir de momento.
La pelirroja lo escucha y pese a la triste declaración un sentimiento de paz la embriaga y sobre todo de esperanza, esa sonrisa y esa mirada no refleja lo que dice, porque es cálida y cariñosa.
Yamato posee mucho cariño y algo en su interior le dice que algún día podrá darlo y recibirlo y no hará falta que se esconda más bajo esa coraza.
Mira el cielo con aflicción, no viendo para ella ninguna esperanza, creyendo firmemente que el amor jamás estará en su vida.
Lo que no sabe es que al igual que la ha visto ella en él, él la ha visto en ella, una mirada tan repleta de amor que es imposible que esa chica carezca de ese sentimiento.
Sin embargo Yamato es incapaz de entender la expresión de Sora buscando algo en las estrellas, por qué la chica más cariñosa y amable que conoce se ha puesto tan triste de repente.
Algún día lo sabrá, pero no esa noche porque Piyomon por fin aparece, dibujando en Sora su eterna sonrisa, que por primera vez, Ishida se pregunta si no será también una máscara que oculta un tremendo pesar.
-Piyomon ya está aquí, así que ya es hora de dormir Yamato Ishida.
Se lo pide de una forma tan dulce que él es incapaz de negarse por más tiempo, además que el sueño ya se ha adueñado de todo su ser y aunque quiera aparentar que no, necesita descansar porque seguro que el día de mañana será tan duro como el de hoy.
Se levanta, mientras le hace un gesto con la cabeza en señal de despedida. Va a avisar a Gabumon, pero está tan dormido que le apena despertarlo, por eso va solo a acurrucarse junto a su hermano.
Antes de cerrar los ojos mira una última vez a la guardiana del fuego y sonríe con sinceridad, con la esperanza de que estos diálogos de hoguera no hayan hecho más que empezar, de que puedan estar perdidos mucho tiempo para poder seguir encontrándose en las frías noches del Digimundo.
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Publicado: 1/08/2012
