Disclaimer: Los personajes de esta Obra pertenecen enteramente a J.K Rowling, yo solo me limito a tomarlos prestados para escribir esta pequeña historia :)!

Este fic participa en el Reto Especial "Estudiantes de Hogwarts" del foro "Hogwarts a través de los tiempos"


Demasiado Efimera

Cedric Diggory aun podía recordar el día de su muerte como si fuese ayer. El día en el que la luz de su vida se apagó de forma irremediable y no pudo volver a brillar nunca más. Se había despertado inquieto, con los típicos nervios que solo un participante del Torneo de los Tres Magos podía llegar a sentir, pero sobretodo, Cedric Diggory estaba más que orgulloso de haber llegado tan lejos.

La copa del torneo, la victoria, la indudable gloria del ganador lo tentaban tanto que ya no podía pensar en otra cosa que no fuese ganar, ¿Cuánto tiempo hacía que su humilde casa no había tenido ningún tipo de reconocimiento? Eran amables, trabajadores y sobretodo humildes, pero eso no significaba que estuvieran en Hufflepuff por el simple hecho de que no destacasen en nada.

Cedric era un magnífico buscador, un estudiante brillante y muy amigo de sus amigos, y aunque la avaricia amenazaba con apoderarse de él desde que salió elegido campeón, ¿Tenía la culpa acaso de querer lo mejor para los suyos? Si así era, Cedric se consideraba totalmente culpable.

Había superado las dos primeras pruebas exitosamente, tanto era así, que había conseguido quedar en el primer puesto junto a Harry Potter, el otro campeón de Hogwarts, y debía confesar que en un principio la extraña elección de Potter le resultaba cuanto menos sospechosa, creía firmemente que el niño que sobrevivió sólo pretendía ganar más fama, pero todo cambió cuando le ayudó con los dragones, desde aquel día Cedric Diggory confió en Harry Potter, y eso le llevó a la irremediable muerte.

Pero aunque le hubiesen dado una segunda oportunidad de volver a aquel momento y cambiar lo sucedido, él sabía mejor que nadie que no lo habría hecho. Habría vuelto a tocar aquel translador disfrazado de copa, y habría aparecido una vez más en aquel cementerio, porque Cedric sabía muy bien que en la vida hay cosas peores que la misma muerte.

No le había dado tiempo de hacer ni decir nada, se hallaba perdido, cegado por el sentimiento de reciente victoria, la cual todavía saboreaba cuando aquel rayo de luz verde le atravesó el pecho. Entonces todo se quedó oscuro, y ya no tenía la posibilidad de volver a sentir, pero no lo lamentó.

Lo único que lamentaba era el dolor causado a sus padres, a su novia y a todos sus familiares, el sentimiento de culpabilidad de Harry y la pena de todos y cada uno de sus amigos. Cedric solo quería ser recordado como lo que era, un joven de séptimo curso, alegre y confiado, que acabó en el lugar equivocado, y que por siempre sería recordado.