Esa sería su forma de ayudarlos, esa sería la manera en que quizás, y aunque fuera solo en Hogwarts, olvidaran sus miedos y traumas que causo la guerra, porque él había dejado de ser Draco Malfoy para convertirse simplemente en el "amigo".
Disclaimer: Nada es mío todo es de nuestra reina
Otro año iniciaba, un año que prometía ser un gran cambio para los del mundo mágico, un año en el que con toda seguridad podrían decir que finalmente todo el mal había sido extraído. Iniciaba un nuevo año en Hogwarts, después de difíciles meses de reconstrucción, de difíciles decisiones, donde la profesora McGonagall iniciaría como directora. Un año donde se pretendía comenzar a olvidar, donde se comenzarían a sanar las viejas heridas de la guerra, donde se tratarían de olvidar las pesadillas que aun conservaban los estudiantes de Hogwarts, un año donde él buscaría iniciar una nueva etapa, una etapa donde se volvería el "amigo" de todo aquel que lo deseara, un "amigo" que solo escuchara y aconsejara sin esperar nada a cambio.
Él ya no quería escuchar a nadie, ya se había cansado de las palabras de sus padres, las cosas que todo el mundo le decía, lo que tenía o no que hacer, la manera en la que tenía o no que actuar, el simplemente estaba cansado de todas esas palabras falsas. Por eso se atrevía a hacer eso, porque él quería ayudar, decir palabras sinceras, tratar de cambiar las cosas un poco. Estaba seguro que si su plan funcionaba aconsejaría a personas que él mismo había torturado, y él deseaba en el fondo que si por lo menos a alguien lograba ayudar podría volver a dormir sin escuchar los gritos y suplicas, quizás así se perdonaría a si mismo por todo el daño. Y por eso sostenía aquella carta con una pequeña sonrisa en los labios
Señor Malfoy:
Mentiría si le dijera que no me sorprendió su carta, pues dadas las circunstancias con sus padres, pensé que estaría en la misma situación que ellos. Sin embargo, sus ganas por terminar sus estudios e intentar ayudar a los demás me dio una inmensa alegría. Ya mande los papeles necesarios para que no se meta en problemas con nadie, sin embargo, las únicas condiciones para que pueda ser completamente aceptado es que tendrá que tomar un traslador que será enviado y que no podrá regresar a casa en vacaciones, espero que entienda esto, pero son medidas que se tuvieron que tomar.
Y por supuesto que su idea me parece buena y deseo que esto se lo tome muy en serio, pues usted comprenderá que algunas cosas que le digan van a ser realmente privadas y posiblemente no compartidas ni con los amigos más cercanos. Le doy mi palabra que nadie va a saber quién es el "amigo", a menos que usted lo desee. Cuenta con todo mi apoyo si requiere de hechizos para lograr su objetivo. Lo espero una noche antes para que tenga todo preparado.
Su traslador se activara el 31 de agosto a las 8 de la noche.
Atte.:
Minerva McGonagall
Faltaban un par de días para el 31 y sabía que todo lo tendría listo para el 31. Se alegraba por no tener que regresar a aquel lugar que se había vuelto la cárcel privada de los Malfoy, ese sitio que había dejado de ser su hogar desde que Voldemort lo convirtió en el cuartel general de sus seguidores. Mientras terminaba de guardar algunas cosas y de idear la mejor manera para dar su anuncio y convertirse en la persona que todos necesitan.
Para aquella chica de cabellos alborotados regresar al castillo fue una decisión un poco dolorosa, y no porque no quisiera concluir sus estudios junto al resto de sus amigos, era solo que aquel lugar le recordaba a Voldemort, a los mortífagos, la guerra, las decisiones tomadas, sus padres… aquellas personas que la cuidaron y que ya no tenía a su lado. Era difícil regresar a esa caja de recuerdos, era difícil regresar y pretender que no le ocurría nada, era difícil, todo era demasiado difícil pero la vida tenía que seguir, ahora tenía a Ron a su lado y él la hacía feliz, él le hacía olvidar sus problemas a pesar de que no supiera nada, él había sido todo lo que soñó durante dos años y por ahora quizás él su verdadero amor le ayudaría a superar todo.
—Chicos, ¿no tienen la carta? —dijo una agitada rubia que sostenía un sobre y lo agitaba alegremente.
—Luna, siéntate y respira. —respondió Neville mientras hacía un espacio entre él y Ginny. —Y no, todavía no tenemos esa carta.
—Bueno, tarde o temprano les van a llegar, pues el prefecto de Hufflepuff dijo que más de la mitad del tren ya tiene un sobre como este, y que la única diferencia es el nombre a quien va dirigida. La idea es que existe un tal "amigo" y es todo lo que sé, porque todavía no leo la mía y…
En eso 5 cartas llegaron a los regazos de los habitantes del vagón, cada una personalizada únicamente por el nombre. Todos estaban callados contemplando la carta que les había llegado, el remitente efectivamente era "amigo", tal cual entre paréntesis, y sin romper el silencio los seis abrieron el sobre y comenzaron a leer…
Hola Hermione, espero que no te sorprenda mi manera tan igualada de hablar contigo, me tomo la libertad porque a partir de este momento me volví tu "amigo", desde este momento y solo si tú lo deseas, quiero volverme la persona que te escuche y aconseje.
No te preocupes no tendrás que saber de mí, ni tendrás que escucharme porque yo lo hago para ayudarte a olvidar algún temor que te dejo la guerra, sanar heridas que quizás los demás crean que sanaron y en realidad no, repito no estás obligada a aceptarme como "amigo" en realidad nadie lo hace, lo único que quiero hacer es volverme tu confidente y puedes estar segura que no diré nada pues no es necesario que uses tu nombre, un seudónimo sería lo ideal para los dos, ya que nunca sabrás quien soy.
Si aceptas ser mi amiga lo único que tienes que hacer es anotarte en la lista que se encontrara en tu sala común tan pronto llegues al castillo, anota tu seudónimo y con eso sabré a donde mandar la respuesta a tus problemas, después de todo las lechuzas son muy inteligentes.
Espero que me aceptes como amigo…
Con cariño "Tu amigo"
—Patético. —murmuró Ron mientras arrugaba la carta. —Seguro es una estúpida idea del ministerio de magia, seguramente en otro de sus estúpidos intentos por ayudarnos.
—No lo creo Ron —comenzó Luna— dice que quizás ayude a quitarme las pesadillas que no me dejan tranquila.
—Yo no caeré en esa broma, supongo que Hermione tampoco, ¿verdad pequeña?
—Claro que no, seguro es una idea tonta para que nos estén analizando. — pero una parte de ella deseaba que no fuera una broma, ella tenía problemas, ella tenía secretos, ella necesitaba sanar.
Las cartas habían funcionado, tan pronto como todos había abandonado el gran comedor, varios seudónimos comenzaron a aparecer en las listas que tenía sobre una pizarra, cada lista indicando a que casa pertenecía, muchos resultaban tontos e insultantes y otros le daban curiosidad, pero él no criticaría, no era nadie para decir que era lo que estaba bien y que mal. Los pergaminos de agradecimiento ya se encontraban preparados en su mesa, solo tenía que enviarlos, agradecía a la directora McGonagall por el pequeño préstamo de las lechuzas, sin ella probablemente hubiera tomado mucho tiempo entregar aquellos pergaminos encantados que se conectaban de alguna manera, con otros que él tenía, solo esperaba que todo aquello funcionara.
Triste soñadora, me alegro que hayas aceptado mi amistad, ahora lo único que tienes que hacer es escribir en este pergamino, es mágico y cada cosa que escribas yo la podre leer y contestar, si solo quieres que te lea solo dímelo al inicio de la nota, muchas veces solo necesitamos ser escuchado.
Me gustaría que me pidieras consejos, me gustaría ser tu amigo, lo único que puedan saber de mi es que soy estudiante de Hogwarts y que como muchos de ustedes esta guerra me dejo muchas heridas que todavía no sanan, que entiendo que es difícil por lo que pasas y que me gustaría aligerar tus problemas y probablemente ayudar a que sanen.
Esta será mi última carta masiva la otra será personal, espero leerte pronto Triste soñadora.
En verdad quería su amistad, le quería decir algo que a nadie se había atrevido, quería contarle lo mucho que sufrió al ser torturada, que desde ese momento había perdido algo que nadie se atrevía a notar, pero que pronto lo harían.
Era sorprendente la manera en que su plan había funcionado y más sorprendente las respuestas que ya tenía en solo 2 horas de haber sido enviadas todas las notas, por la ortografía podía jurar que eran niños pequeños los que escribían, había muchos otros, agradecía tener las listas encantadas con colores así podía saber a quién leer y responder, la primera era de un Gryffindor apodado Odio tener pesadillas; el nombre sonaba algo triste pero ya no podía echarse para atrás era muy tarde y esta vez no arruinaría las cosas, suspirando comenzó a leer el pergamino.
Capitulo editado. No olviden comentar, pues en verdad eso me ayuda mucho como escritora.
