Un buen sake.
A/N: Reeditado a causa de unas fallas ortográficas y de distribución. Ea.
Disclaimer: Tsubasa no me pertenece. Es del grupo de manga-kas CLAMP. He dicho.
—Un buen sake, unas fantásticas vistas y una gran compañía. —Fye se rasca la nuca perezosamente, mientras observa a su compañero, Kurogane, tomar un sorbo del fragante líquido—. ¿Qué más podría pedir?
El mago se queda expectante, esperando una respuesta, pero todo lo que recibe a cambio es el sonido del viento agitando las ramas del cerezo en que están apoyados. Unos cuantos pétalos desfallecen sobre sus cabezas, otros sobre los vasos de cristal; Fye no duda un segundo en unirse en la búsqueda del olvido a través del alcohol, aunque sea totalmente diferente de las otras veces.
No hay nada que olvidar, no hay nada de lo que se arrepientan en este momento. Entonces… ¿Por qué beben?
Lo que parece un mundo tan próspero y vasto como Japón se reduce a unos cuantos metros cuadrados, ocupados por dos hombres que beben sin razón y un árbol que, irónicamente, nace con la sangre de una persona caída. Los minutos pasan como pétalos caen. Hace rato que los dos han perdido la noción del tiempo y del espacio; pronto —dentro de lo que cabe— lo único que ven es una alfombra rosa, que se levanta y reposa a disposición de la brisa que ahora se ha vuelto más fuerte. Sus vasos se vacían. Pero al rato uno de los dos volverá a rellenarlos; ahora, en cambio, han decidido que es tiempo de observar los jardines que los rodean.
Fye quiere hablar, pero el nudo que se ha formado en su garganta se lo impide; y el hecho de que Kurogane sabe lo que va a decir tampoco ayuda. Alza la mano que estaba apoyada en su nuca para atrapar uno de los pétalos, que caen, desaparecen. Es diferente a los demás, de un color rojizo dulce y que cautiva.
—… ¿Kurogane?
El guerrero le mira y asiente, en modo de respuesta. Es la primera vez en toda la noche que los dos pares de ojos se encuentran, melancólicos.
—Me recuerda tanto a ella… —Las palabras de Fye se van tan rápido como vienen. Kurogane aprieta los labios hasta formar una delgada línea y cierra los ojos. —Me pregunto cómo estará en este momento.
El guerrero frunce el ceño e intenta imaginarse que es lo que estará haciendo la princesa en este momento, tampoco es difícil: seguro que estará con su muchacho, rodeada de sus paisanos, su hermano y el sacerdote, con la sonrisa que la caracteriza y se merece. Merece ser feliz. Sin embargo, Kurogane no dice nada y simplemente vuelve a llenar el vaso con sake, aunque a ninguno de los dos les apetezca beber nada.
—Bueno, sea como sea —continúa Fye—, seguro que debe de estar bien. Con Xiaolang por fin a su lado no puede ser de otra forma.
¿Cuántos mundos recorrieron con el objetivo de recuperar las plumas de Sakura? Nunca se lo han preguntado, por que lo único que importa es que lo consiguieron, después de superar todos los obstáculos que supone tener el destino escrito. Algo que dolió mucho de ver fue la pregunta que formuló la chica al recuperar el primer recuerdo.
"¿Quién eres tú?"
Por un segundo el mundo de Xiaolang pareció desvanecerse, derrumbarse; pero eso sólo puso el principio a una determinación indestructible.
—Kurogane.
El nombrado sólo susurra un leve "¿sí?"
—Un buen sake, unas fantásticas vistas y una gran compañía. ¿Qué más podría pedir?
De repente el mago nota una de las desgastadas manos de Kurogane en la mejilla. Cuando la aparta, tiene un pétalo entre los dedos.
—Podría haberse metido en el ojo —explica secamente mientras traza un amago de sonrisa.
Fye está sorprendido. Es la primera sonrisa que ve de Kurogane que no conlleve a una pelea; él decide sonreír de verdad también.
—Oh, muchas gracias.
Muchas gracias por leer. Espero que hayan disfrutado.
