Disclaimer.- Pandora Hearts, así como sus personajes no me pertenecen si no a su respectivo dueño Mochizuki Jun.
Advertencias.- Es el primer drabble de una tabla de 50 que he adquirido en la comunidad de Fanfic100_es Lj, así que conforme la vaya llenando iré publicando los drabbles, todo son de Raven/Gilbert/Oz.
AÑORANZAS
Navegaba en el recuerdo de su sonrisa y el entusiasmo de sus palabras olvidadas le tranquilizaba a lo largo de la travesía, incluso más que el tabaco. Nadando en agridulces memorias buscaba la manera de traerlas de vuelta para que pudiese recrearlas una tras otra.
- Maldición – con ello se atrevió a romper la placentera travesía que vivía. Su frente se arrugó, se mordió el labio inferior para castigar tal osadía. Lo último que deseaba era volver a la realidad.
Recostado sobre el diván pasaba el tiempo tratando de embarcarse una vez más en el pasado. Quería verlo. ¿Cómo olvidarle?, el hermoso cabello que acariciaba sus mejillas resplandecía como los mismísimos rayos del dorado astro; y si se le permitía ser osado, podría jurar que el sol parecía una baratija al lado de 'él'. El verde esmeralda de aquella pícara mirada le abstraía por completo; se habría vuelto el más vil de los ladrones si con ello conseguía poseerlos. El recuerdo de su tersa piel, la cual era de un tono blanquecino como la suave espuma que dormía a las orillas del mar mecidas por las célicas olas, le hacía delirar. El amatista que bañaba los dulces labios y el carmín que danzaba en sus mofletes despertaban en Raven una febril sensación.
Era enfermizo querer olvidarlo.
- Oz – llamó con avidez sin siquiera percibirlo. El humo del cigarro llegaba hasta el olfato de Raven, arremetía fuerte para después propagarse sutilmente. Pero lo ignoró por completo.
Continuaba armando la imagen de aquel chiquillo, causante de todas sus desgracias de pequeño como de todas sus alegrías. Seguía hasta que… lo escuchó.
- Tic tac tic tac – el llamado de lo que parecía ser un reloj.
El sonido de la avejentada maquinaria trajo a su mente la espantosa escena en la que se hallaba actuada la razón que ahora le obligaba a refugiarse en recuerdos confusos e incompletos y lo hacía lucir como un aciano que añora desesperado la extraviada juventud.
La silueta del reloj suizo se reflejó en el ámbar de sus ojos, los cuales habían sido marcados por los años con una imborrable melancolía, las ondulaciones de sus cabellos negros caían perezosas sobre su boca. Maldijo el ser tan débil en 'ese' momento, blasfemó a quien quebrara la inocencia del dueño de sus memorias.
Si la noche fuese generosa y hubiese permanecido un poco más, abría llegado a revivir su nombre en labios de aquel rubio angelical. El alba entró con dificultad hasta el diván, pues las largas y oscuras cortinas parecían no querer invitarle a pasar. Extendió la mano hasta la colilla del cigarrillo que aún se consumía en el fuego, lo tomó –sosteniéndolo entre los dedos- para hundirle en el fondo del cenicero. Cerró los ojos un momento, suspiro holgazán y se levantó perezosamente, sentándose al borde del sofá. Miró el suelo encontrándose con una botella.
- ¡Tsk! – chasqueó a disgusto al verla vacía.
Levantó la mirada para ver la frágil silueta de la luz que se filtraba en la habitación, era de día. Llegaba el momento en el que tenía que ingeniárselas para apresurar el paso del tiempo y así evitar añorar con fervor a que cayera la noche y hundirse en el recuerdo.
