Hola, decidí dividir el primer capítulo de esta historia en más de uno así podría darle una continuidad. Me encantan estos dos y me sentía muy mal por dejar de lado esta historia. Corregí varios errores que tenía (horrores más bien) para que sea más amena la lectura
Gracias por las reviews y las lecturas! Me hacen muy feliz
Disclaimer: Todos los personajes de este fanfiction pertenecen a Yana Toboso de su manga Kuroshitsuji
Hacia un año que era conocida como la Condesa Phantomhive y la esposa del Perro Guardián de la Reina. Como lo deseé toda mi vida, por fin estaría al lado de Ciel, para amarlo y protegerlo. Sin embargo, no contaba con el peso que eso de verdad. Fui preparada para muchas cosas, pero me encontré con sorpresas que nunca hubiese imaginado. No tardé mucho en enterarme de la verdadera naturaleza de Sebastián y de lo que verdad le había ocurrido a Ciel en el tiempo en que estuvo desaparecido. No cabe duda que me espanté al descubrirlo, compredí porque había cambiado tanto después del infierno que tuvo que vivir. Llegué a pensar que el demonio había hechizado a mi esposo, pero Ciel me demostró lo contrario. Su voluntad era cumplir el contrato con Sebastián hasta que descubriesen quienes habían asesinado a sus padres. Pareciese que sólo quiso contarme la mitad de ese contrato con el demonio. No obstante, ahora debía concentrarme en ser una buena esposa para el conde. A pesar de que él me ocultó por tanto tiempo la realidad de las cosas, me juró que haría lo posible para que no me viese envuelta en el mundo en el cual estaba profundamente involucrado. "Podría protegerte, lo sabes", le había dicho luego de haber sido suya por primera vez. Mirándome a los ojos él me dijo que no soportaría que me hiciesen algo, más ahora que soy su esposa. Me alegré, Ciel me quería y eso de por sí me llenaba de felicidad.
Me convertí en su esposa a fines de diciembre, semanas después de que Ciel cumpliese veinte años. Me demostró desde un primer instante ser un esposo cariñoso y paciente en nuestra intimidad, me acostumbraba a verlo pelear con Sebastián cuando nos interrumpía por las mañanas en nuestra habitación, ya no éramos esos niños que jugaban en el patio de la mansión o en el salón. Lo mejor era que cuando estábamos solos, después de mucho tiempo pude verlo sonreír sinceramente, y eso era algo que necesitaba.
A fines de mayo empecé a sentirme mal, no podía desayunar sin vomitar todo y hacer un desastre en el lavabo. Ciel se encontraba ausente y al volverse rutinario, Tanaka llamó a un médico para que me tratasen. Náuseas y mareos, sumado a una ausencia en mi período de dos meses aproximadamente, fueron los indicios suficientes para constatar que estaba encinta. La sorpresa no fue lo primero que pasó por mi mente. Por supuesto que no, desde un primer instante nosotros decidimos formar una familia y de mi parte llenar de alegría el hogar Phantomhive. Me sobrevino una inmensa felicidad, ya que en mis entrañas tenía al hijo de mi amado Ciel Phantomhive. No podía esperar para decirle, entonces me quedé el resto del día esperando su llegada. Fue en vano, ya que él volvió varios días más tarde, agotado totalmente. No quise molestarlo, así que esa noche dormimos separados. A la mañana siguiente en el desayuno, me dijo que lo más seguro era que la semana que entraba debería viajar por unos negocios en los Países Bajos y si esta vez, podríamos ir juntos. Iba a aceptar pero luego recordé mi condición, era mi oportunidad de decírselo.
—Querido, no creo que sea oportuno—.
-—¿Por qué no? Siempre dices que te gustaría viajar al extranjero, esta es nuestra oportunidad. No pudimos ir de Luna de Miel porque su Majestad me impidió salir del país por cuestiones de trabajo, pero ahora no existen predicamentos para que hagamos un viaje rápido— respondió recordándome ese momento en el cuál no pudimos ir a España, yo que estaba tan emocionada. Aún así tenía que contárselo. Él es mi esposo.
—No es que no quiera que viajemos, Ciel… necesito decirte algo—. Iba haciendo el camino, a ver si podía comprender a dónde quería llegar.
—Dime, pero espera... Sebastián más té por favor—. "Hay cosas que no cambian", pensé.
—Aquí tiene Boo-chan—. No pude contener la risa. Cuando nuestro mayordomo lo llamaba así cuando éramos niños no provocaba que me riese, pero ahora que somos adultos chocaba mucho con la imagen del Conde Phantomhive. Ciel pareció molesto al ver que me reía, entonces tuve que parar. Noté que una venita le iba a estallar en la frente, su rostro volteó a ver a Sebastian y con un tono severo le dijo: —No tengo más 13 años Sebastian no me llames de ese modo—. No podía negar que Ciel dando órdenes en ese tono, me resultaba muy atractivo. Nuestro mayordomo comprendió su pedido, retirándose del salón con el carrito de pastelitos. "Quería uno más", pensé mientras Ciel me miraba con un aura oscura detrás de él. —Sí ya no vas a volver a reírte, por favor continúa con lo que decías Lizzie—. "Lo hice enojar, que torpe soy", fue lo primero que se me vino a la mente, pero no iba a dejar pasar esta oportunidad.
—Ciel, como sabes hace semanas que no me encuentro bastante descompuesta—dije. Estaba a punto de beber su té cuando le recordé eso.
—Lo sé, la última vez que te vi antes de salir de viaje estabas en el lavabo— dijo él—. No pude despedirlo esa vez por ese infortunio. Volví a hablar.
—En estos últimos días se volvió más habitual— dije juntando mis manos, poniéndome un poco nerviosa.
—De ser así debemos llamar a un doctor para que te atienda— dijo él agarrando el periódico que estaba en la mesa, parecía que iba a ojearlo cuando estábamos hablan… ¿qué?
—Cariño… esto… ¿que haces? — le pregunté acercando mi mano a la suya. Su respuesta dependería si la conservaría o no.
—Disculpa Lizzie es la costumbre, no quería ofenderte. Aún así le pediré a Sebastian que se contacté con un médico en cuanto antes para tratarte—. Se salvó. Años de conocerme valieron la pena. Beso tiernamente mi mano y yo la sostuve. Él parecía sorprendido.
—Días atrás, llegó un doctor que Tanaka llamó— empecé a sonreír y lleve su mano a mi vientre—Y me dio el resultado—. La cara de Ciel empezó a transformarse.
—Lizzie podría ser que tú... —. Su voz tenía un grado de sorpresa.
—Querido mío, en unos meses seremos padres- exclamé con una sonrisa gigante en mi rostro.
Lentamente su mano se retiró de mi vientre. Se levantó de su silla, pensé que iba a abrazarme ya que se acercó a mí pero sólo se marchó del salón. No quería llorar, no tenía que llorar pero aún así que mi propio esposo no se haya inmutado por decirle que en mis entrañas llevaba a su hijo me fue suficiente para quedarme un largo rato sola ahí, hasta que mis ojos se sintieron cansados. No creía que fuese posible que las lágrimas fuesen tan saladas y amargas.
Esa misma noche, Ciel vino a dormir conmigo. Llegó después de que me había acostado claro, pero su presencia era de sentirse. Traté de hacerme la dormida, como si tuviese otra vez 14 años pero no resultó ya que él rápidamente me llamó: —Lizzie—. No iba a responderle, estaba muy dolida todavía.
—Se que estas despierta—. ¿Cómo se dio cuenta?¿Acaso soy mala disimulando?
—Dime— le dije con un tono áspero en mi voz. Estaba volteada al otro lado de la cama, sólo lo escucharía. Sí, sólo eso.
—Perdón por lo de hoy, la noticia me tomó por desprevenido—. ¿Desprevenido? Lo creería si no fuese que formar una familia había sido una decisión de dos, de los Condes Phantomhive.
—Disculpa aceptada—. Mentira, tenía ganas de agarrar mis espadas y jugar con Ciel por toda la casa.
—No tienes que aceptarlas si no quieres, es que me cuesta creerlo, es todo—. Eso dolió más todavía, me voltée. Él también miraba para el lado opuesto de la cama. Sus palabras me ablandaron, no podía enojarme con él. Me era imposible.
—Es tuyo, nuestro bebé— le dije acurrucándome de su lado tratando de abrazarlo por detrás. Su cuerpo estaba muy frío.
—Lo sé, de eso no tengo dudas. Aún así... — se volteó para verme. Sentía como una de sus manos recorría mi espalda, tratando de ponerme más cerca.
—Tendremos nuestra propia familia, aunque no pueda demostrarte lo feliz que me hace que serás la madre no tengo en mi cabeza poder decirte sí este niño o niña se encontrará orgulloso de que yo sea su padre- agregó apoyando su frente con la mía
—Ciel, ¿por qué dices algo así? Sé perfectamente que tienes un mundo aparte. El cuál no conozco solo pequeña porción, pero te amo y el bebé te amará de la misma forma o más de lo que podré hacerlo. No te mortifiques por tu pasado, siente aquí— le digo tomando una de sus manos en mi vientre. —Aquí, hay una vida que tiene una parte tuya y una parte mía. No importa que pase, este será nuestro futuro—. Su semblante cambia cuando le digo eso. Ahí está otra vez. Esa sonrisa que me hace mover la Tierra.
—Lizzie, me haces tan feliz—. Al darme cuenta posó sus labios contra los míos y como era de esperarse de los dos, esa noche no pudimos dormir bien y a la mañana Ciel volvió a pelearse con nuestro mayordomo por entrar sin avisar. De esa forma los meses pasaron, tranquilamente sin ningún disturbio hasta ese día.
