Renuncia: Todo a Atsushi Okubo.
Parejas: Soul/Maka.
Waltz
Algunas veces Soul (que es un eco musical en la oscuridad) se arrepiente de no haber saboreado el mar salado que habitaba en la boca de Maka.
(porque se acuerda tristemente de sus ojos de caos bello y su cabello revoltoso por el viento.
Ella no era silencio nocturno,
era, más bien, ruido melódico que se escurría entre sus costillas).
A veces Soul se acuerda de los escasos momentos donde en medio del silencio tieso le tomaba de las manos callosas y agotadas, acariciándolas como a una tecla mal tocada; espantosamente nervioso. Pero no importaba mucho eso, porque Maka se reía amablemente y feliz, irremediablemente feliz, y le besaba los labios temblorosos. (Los labios de Maka son secos y salados, y le gusta su boca de agua dulce, como una ola inmensa que le abraza los nervios).
Es que él no entiende cómo nunca, si acaso siempre ella lo tuvo entre sus manos, logró susurrarle las palabras de amor mal pronunciadas que se enredaban en su boca. Su cariño infinito, no era el mar caótico que veía en su piel pálida, sino más bien un jazz tocado con manos temblorosas y alegre, alegre, alegre. (Ella nunca supo que sus blues de locura roja eran más baladas de amor).
A veces Soul (que es una sombra negra entre la blancura) añora enredar sus dedos nerviosos en sus palmas secas. Es que la quiere, la adora, la ama y quiere pasar su mano inexperta por su espalda de cicatrices dolidas y tatuarle rastros de su armonía.
(pero no importa,
si nunca llegó a tocarla mucho,
porque su alma está con ella
y él ha de llevarse su todo).
Entonces Soul Evans es una orquesta completa, con las escalas al borde de la demencia y el piano que es una risa maniática, y disfruta de tenerla a ella como un jazz amable y nostálgico. Por eso le murmura, sonriente, la última vez que la ve: «Ah, pero sabes, esta música la hemos hecho juntos».
Entonces ella se sonroja, oh tan bonita, y Soul (fingiendo que está acostumbrado a quererla) recuerda cuando se mojaba en su
mar salado
mar dulce
y le acariciaba las manos como si acaso se las sanara.
.
.
.
De todas formas
(en realidad ella siempre lo amó, también, y siempre oyó como demente sus jazz de intento romántico)
él se va y
ella se seca.
