Escribí esto hace mucho tiempo, pero hace poco decidí terminarlo. Este es mi primer fic, y solo tendrá al rededor de tres (enormes) capítulos.
Advertencias: Sexo o menciones de sexo, abuso de alcohol, infidelidad. Menciones de Klaine, menciones (tontas) de Seblaine. Al principio Blaine no es exactamente un rayo de sol (No blaine-friendly), pero eso cambiará. Hay partes algo oscuras (no es mucho realmente), así que puede resultar algo difícil de leer para algunas personas. Tengan cuidado.
14 de junio de 2012
—Quiero que terminemos.
Sus palabras resonaban en la habitación de motel que compartían esa noche. El nombre "Eros", en la entrada del motel brillaba en luces rojas. Brillaba y brillaba, día y noche. Era tanto su –molesto- resplandor que podías verlo a varios kilómetros de distancia. Usualmente él no llevaría a aquel chico a un motel para una fecha especial, pero esta no sería una fecha especial. Se suponía que celebrarían sus tres meses saliendo aunque, para él, el tiempo junto a Kurt parecía eterno y pasaba demasiado rápido a la vez, se sentía como un siglo y un segundo al mismo tiempo.
— ¿Q-qué?—Dijo intentando no alterarse por las repentinas palabras de Sebastian, algunas lágrimas amenazando con salir de sus ojos, haciéndolo ver más jodidamente hermoso.
—Me oíste, quiero que terminemos— Dijo intentando no dejar que su voz se rompiera—.No quiero verte más.
Sebastian Smythe había insultado a muchas personas, había destruido por completo a personas que apenas conocía y hasta había maldecido a su padre y madre en repetidas ocasiones, pero nada se comparaba con esto. Incluso para él, estas palabras eran demasiado frías, demasiado crueles.
Pero necesarias.
Necesarias, de los contrario el otro chico no se iría, no dejaría a Sebastian atrás y no seguiría con su vida.
—No— Dijo firmemente.
Demonios Kurt ¿Por qué eres tan testarudo? ¿En serio quieres oírme decirlo? ¿Quieres que te lastime?, Pensó Sebastian en medio del drama de aquella escena.
—Kurt vete ¿Qué parte no entiendes? Vuelve a casa y olvídate de mí, busca a Blaine y dile que deben intentarlo de nuevo. Dile que... que...— Dudó. No podía decirlo sin sentir todo el peso del universo en su corazón —...que lo amas.
—Pero… pero no entiendo ¿acaso….acaso no me amas?— Ya era demasiado tarde, algunas lágrimas comenzaban a bajar por su rostro. Bajaban por sus mejillas, cruzando la hermosa piel rosa y luego pasando por sus labios, algunas seguían su camino hasta caer por el borde de su barbilla. Todo su rostro lucia tan hermoso. Kurt manejaba a la perfección el lucir ridículamente precioso al llorar.
Incluso ahí, llorando, Kurt podía hacer que el corazón de Sebastian latiera a mil por hora. Y entonces lo supo, si no terminaba con esto lo más pronto posible, caería de nuevo y correría a Kurt; abrazándolo, besándolo y nunca dejándolo ir.
— ¿En serio creíste que te amaba?— Una sonrisa falsa se extendía por sus labios.
—Mientes, sé que mientes Sebastian.
Diablos Kurt, ya ríndete. Por favor, no quiero herirte. No quiero herirnos.
—No miento, Hummel— Odiaba llamarlo por su apellido—. Sólo fue por sexo, pero no eres lo que esperaba, no creo que quiera hacerlo contigo… —lo siento Kurt —¿Creías que eras especial?
—Tú lo dijiste.
—Por favor… sólo mentía. ¿No es lo que hago siempre?
—No te creo, no…no creo lo que dices Sebastian…detente no, no te creo… por favor detente— Por lo que Sebastian podía ver, Kurt estaba a punto de romper en llanto y sollozos. Más llanto y más sollozos.
—Eres simplemente otro más. Solías caminar por ahí alardeando de cuán moral eres, que eras el reto perfecto. Por eso fingí, por eso dije toda esa basura de «te amo» y «sal conmigo». Yo no entro en relaciones ¿Recuerdas?— Terminó con el tono más frío y más cortante que pudo fingir.
De repente Kurt empezó a mirar alrededor sin saber qué hacer, parecía asustado y perdido, como un pequeño niño que se encuentra en un lugar público y no ve a sus padres.
—Bas, por favor…por favor dime que bromeas— La sonrisa de esperanza que sostenía contrastaba con sus lágrimas cayendo. Lucía tan frágil y tan derrotado que Sebastian juró que no sería capaz de continuar. Pero tuvo que: —. Dime que me amas, dilo— Su voz era suave y estaba llena de dolor.
Sebastian se odiaba por poner lágrimas en esos hermosos ojos, esos ojos que le habían robado el azul al cielo, que le habían mostrado que las estrellas no brillaban más.
Y justo ahora, los ojos de Kurt brillaban. Y brillaban más que las estrellas, más que Paris, más que el estúpido letrero del jodido motel. El azul de sus ojos se perdía en las lágrimas y Sebastian maldecía, maldecía porque estaba seguro de que jamás vería esos ojos llenos de amor y devoción como los había visto antes, maldecía porque de seguro esos ojos estarían de nuevo llenos de amor algún día, pero no sería para él.
—Escucha, vete. Ódiame, ódiame hoy, mañana y siempre. Ódiame de todas las maneras posibles hasta que puedas dejarme atrás y continuar— Realmente quería que Kurt lo odiara.
Sebastian Smythe no era nada, nunca lo fue. Nunca fue todo lo que proclamaba ser, no era fuerte, no era genial, no era nada… ni siquiera era un hombre. No, Sebastian solo era un niño jugando a ser hombre. Todo eran juegos y más juegos, nunca tomó nada en serio hasta ese 10 de octubre en The Lima Bean.
"Sebastian, este es Kurt…mi novio"
Entonces Sebastian sólo quería acostarse con Blaine, follarlo y nada más. Pero Kurt cambió todo. Eventualmente Sebastian terminó enamorándose de Kurt, de sus hermosos ojos, la hermosa sonrisa y la brillante promesa de algo mejor que se escondía tras el "creo que me gustas, también" de Kurt. Y Kurt, por su parte, se enamoró de Sebastian después de descubrir que el chico tenía un lado amable y tierno (Aunque nunca admitía que amaba cuando Sebastian se comportaba como un niño de cinco años)
—¡SEBASTIAN!— Gritó al borde de romperse al notar que Sebastian no le prestaba atención—. No me apartes de ti, por favor Bas, por favor— Su voz suplicante hacía que las rodillas de Sebastian fallaran.
Lo siento Kurt.
—¿Por qué no lo entiendes? Te usé. ¡TE USÉ!— Gritó—, porque eras tan jodidamente ingenuo que pensé que follarte sería demasiado fácil, pero no lo fue. Creí que tener a un virgen sería más gratificante, pero no fue así. No te amo y nunca te amé ¿Contento?- Su sonrisa era fría, pero su voz lo era aún más. Era igual o incluso más fría que como lo era antes de conocer a Kurt.
Finalmente Kurt rompió en sollozos y, sin intentar esconderlos, caminó hacia Sebastian y levantó su mano para abofetearlo, pero se detuvo—Te amo, Sebastian— Era apenas un susurro.
Con esto el chico se fue, azotando la puerta tras de sí.
—También te amo… Kurt— Otro susurro.
Se sentó en la cama, miró por la ventana y rio. Rio porque las estrellas no eran hermosas ni brillantes nunca más, porque de seguro su madre aún lo odiaba desde el otro mundo y porque acababa de dejar ir a Kurt, Su Kurt.
No lloró, porque sabía que esto era lo mejor para Kurt, porque él debía olvidar a Sebastian y encontrar alguien que le diera felicidad.
Y Sebastian rio una última vez porque, irónicamente, le había entregado el amor de su vida el chico que había follado tantas veces en ese mismo cuarto de motel.
Blaine.
10 de octubre de 2011
Había sido un día particularmente aburrido. Lo único bueno había sido Blaine Anderson, o eso era lo que creía en ese momento.
—¿Quién es genial?— Dijo una nueva voz. El chico se acercaba a su mesa, tomando el brazo de Blaine y entrando sin permiso en la conversación. Sebastian movió su cabeza para poder ver quién era y se encontró con los más hermosos ojos azules (¿verdes? ¿Grises?) que jamás hubiera visto.
—Tú… Yo estaba hablando de ti… Sebastian, este es Kurt… mi novio.
—Entiendo— Fue todo lo que Sebastian pudo decir.
Tal vez fue el licor que había en su organismo esa mañana, o tal vez el insípido café de aquel lugar (al que solía volver siempre, por alguna razón), o tal vez fue él, pero de repente Sebastian se sintió ebrio.
—Un placer— Dijo Kurt, extendiendo su mano. Había chispas en los ojos del chico y Sebastian juró que nunca antes había visto fuego como el de la mirada de Kurt.
Luego de ese día, todo fue cayendo en su lugar. Sebastian tardó varios días en aceptar que Kurt era diferente y que ese diferente le gustaba. Mucho. Amaba el fuego que tenía Kurt, el que emergía de él cada vez que Sebastian estaba cerca.
Pero obviamente, Kurt estaba ciego de amor por Anderson.
Mala suerte.
16 de octubre de 2011
—¿Qué haces aquí? Pensé que tenías novio.
—Lo tengo.
—¿Entonces?
—Oh por favor Sebastian ¿Ahora me dirás que te importa eso? Quiero decir, la última vez que hablamos no te importaba si tenía novio o no— Deslizó suavemente su mano hasta el borde de la cama de Sebastian, invitándolo a unirse. Blaine se veía…diferente. Desesperado era la palabra correcta. Su cabello estaba desarreglado y tenía ojeras.
—Largo de aquí, Anderson. No tengo tiempo para ti— Dijo Sebastian mientras depositaba su mochila sobre la silla de su escritorio.
—Antes dijiste tenerlo— La terquedad de Blaine le indicó a Sebastian que el chico no planeaba rendirse pronto. Sin embargo, no tenía en mente acostarse con Blaine. Habían muchas cosas pasando por su cabeza: Kurt, la escuela, Kurt, los Warblers y por qué no podía sacarse a Kurt de la cabeza desde la semana anterior.
—Pues mentí.
—Oh vamos, yo sólo quiero que me des lo que prometiste antes y nada más ¿sí?
—¿Y Kurt?
—¿Celoso?— Sebastian rodó los ojos. De hecho, había celos, pero no de los que Blaine creía—… Kurt y yo estamos pasando un mal momento. Ya ni siquiera sé qué siento por él.
—¿Por qué hacerle algo como esto?— Preguntó curioso Sebastian. Tal vez esta sería su oportunidad. Jamás había admitido que Kurt le gustara o algo parecido, pero luego de que Blaine nombrara la posibilidad de que rompieran, el corazón de Sebastian dio un salto y ahora todo parecía estar claro. Si quería a Kurt (algo que en si lo asustaba bastante), debía hacer que rompiera con Blaine. Después de todo, Blaine era un bastardo, le estaría haciendo un favor a Kurt.
—Kurt romperá conmigo de todas maneras. Estoy harto de esperar a que lo haga— Mentalmente, Sebastian gritó un triunfante «Sí».
Después de esto, no pasó gran cosa. Sebastian y Blaine tuvieron sexo en la cama por varias horas. Blaine no decía nada, solo gritaba incoherencias al aire. Pero por otro lado, Sebastian gritaba el único nombre en el que podía pensar: el de Kurt.
—Veo que te interesa mi novio…— Comentó Blaine mientras se vestía para irse. Sebastian estaba recostado en la cama, dándole a Blaine la espalda.
—…Debes terminar con él. Promételo— Fue todo lo que Sebastian dijo.
—¿Desde cuándo te importan las promesas? ¿Siquiera las tomas en serio?
— ¡Hazlo!
—Está bien, terminaré con él.
28 de octubre de 2011
—¿Qué haces? Creí que terminarías con él— Sebastian lo jalaba del brazo fuertemente, llevándolo consigo al baño de The Lima Bean.
—Arreglamos las cosas, así que no vi la necesidad de hacerlo— Dijo Blaine en un tono molesto, tratando de soltar su brazo.
—Le fuiste infiel. Conmigo— No sabía si se veía vulnerable en ese mismo momento y tampoco le importaba, la rabia que sentía lo distraía lo suficiente.
—Sebastian escucha, Kurt y yo nos amamos ¿Sí? Él y yo nos casaremos algún día y… lo que pasó ese día solo fue un error que no cometeré nunca más.
—¿Él lo sabe?
—No, y no lo hará ¿Entendido?— El tono de Blaine sonaba como una amenaza y Sebastian no estaba dispuesto a dejar que se saliera con la suya. No cuando ya había definido lo que sentía por Kurt.
—¿Estás amenazándome acaso?
—No, pero piensa ¿En realidad te gustaría que Kurt supiera con quién me acosté? Él me perdonará, pero dudo que lo haga contigo también. Hasta donde él sabe, eres el chico que trató de robarse a su novio… Tu decisión— Y con esto, Blaine se fue, dejando a un muy derrotado Sebastian en el baño de hombres de aquel condenado café.
20 de noviembre de 2011
—Llegas tarde— Dijo una voz oculta en las sombras de su habitación. Sin embargo, Sebastian la reconoció de inmediato. Encendió las luces y depositó la mochila en el piso. Se giró para encontrarse con Blaine, quien estaba sentado en su cama como aquella vez.
—¿Qué diablos estás haciendo aquí, Anderson?
—Hey tranquilo, solo vine por un poco de…diversión— Blaine tenía un sonrisa sínica en los labios y una mirada de lujuria.
—Jódete Blaine, no cometeré ese error dos veces— Y tampoco le haría eso a Kurt dos veces. Sin embargo, Blaine tenía una forma especial de hacer que Sebastian concediera sus deseos.
—Kurt me ama a mí.
—Nunca podrás tener a mi novio.
—Kurt es muy bueno para ti.
—¿Crees que Kurt se enamoraría de alguien como tú?
—Kurt es mío.
Blaine y sus odiosas palabras hacían que Sebastian se sintiera inferior a Blaine. El saber que fueran ciertas y que probablemente él no era merecedor de Kurt lo hacía enojar, lo hacía querer demostrarle a Blaine que él sería mejor para Kurt. Así que, siempre terminaba follándolo. Una y otra vez. Lo hicieron en contadas ocasiones, cada vez que Blaine lo buscaba y lo provocaba.
Dormir con Blaine era lo peor que había hecho. De toda la lista de cosas horribles que había cometido, dormir con Anderson era la peor. No porque el chico tuviera el fetiche más patético que hubiera visto, sino porque cada vez que terminaba sentía todo el peso del mundo en su pecho. Kurt. Hacerle eso al chico del que ya había admitido estar enamorado era horrible. Sentía los mismos arrepentimientos justo después de follar a Blaine y aun así permitía que el chico lo llevara hasta el límite una y otra vez.
La historia se repitió hasta aquel día en el que Kurt lo descubrió.
14 de febrero de 2012
*Hey, slow it downWhataya want from me?Whataya want from-*
Sebastian tomó su teléfono de la mesa y frunciendo el ceño, contestó.
—¿Hola?
« ¿Cómo pudiste?»
—¿Kurt? ¿Qué?
«Ni siquiera intentes negarlo ahora. Sé que te acostaste con Blaine. Después de todo lo conseguiste, lo follaste y te burlaste de mí como querías ¿estás feliz ahora? Sólo eres una puta, eso es lo que eres. Una sucia y asquerosa puta, y siento lástima por ti… Eres una horrible persona y…y…»
Kurt tomó una pausa y, por los sonidos de sus sollozos, Sebastian supo inmediatamente que el otro chico estaba llorando.
—Kurt yo… yo…— No sabía qué decirle, no sabía cómo explicarse ¿Y qué había para explicar? Todo era como Kurt lo decía, él había dormido con Blaine varias veces. Merecía todos los insultos y todo lo que Kurt tuviera para decirle.
«Eres un-Blaine, dame el teléfono ¡BLAINE!...»
« ¿Hola? ¿Sebastian?»
Era la voz de Blaine, el imbécil.
—¿Qué le dijiste a Kurt? ¿Qué está pasando?— No podía evitar estar molesto, aunque no tenía ningún derecho.
«Yo le dije que- Kurt…No, déjame, Kurt espera…»
«Es mi teléfono, Blaine. Tú suéltalo…»
«No es lo que crees Kurt, no fue con Sebastian fue…con alguien más…»
Hubo silencio al otro lado de la línea y luego cortaron la llamada.
¿Por qué Blaine le había mentido a Kurt? ¿El imbécil de Blaine durmió con alguien más? De todos los días en el año tuvo que decirle a Kurt en el día de San Valentín. Colocó su teléfono una vez más sobre la mesa y siguió leyendo su libro sin éxito. No podía evitar pensar que, si tan solo él no hubiera dormido con Blaine, tal vez esta sería su oportunidad con Kurt.
Kurt jamás lo perdonaría por dormir con su novio y Sebastian no soportaría la culpa, nunca funcionaría algo con Kurt.
20 de febrero de 2012
—Hola— Dijo el chico incómodamente, sentándose al otro lado de la mesa.
—¿Hola? ¿Qué haces aquí?— Preguntó incrédulo. Era inusual que Kurt le hablara y más si era en un lugar público.
—Yo mmm… quería disculparme contigo— Kurt lucía cansado, tenía bolsas negras debajo de sus ojos y estaba más pálido de lo normal— Lamento haber creído que…él durmió contigo, no debí adelantarme a los hechos e insultarte sin motivo. Lamento esa llamada, en serio. Y sobre todo, lamento haberte dicho esas horribles cosas. Lo siento tanto Sebastian…yo…
—Hey shh, te creo. Entiendo por qué creíste que fui yo… La reputación— Demonios, este es el momento en el que debería decirle la verdad a Kurt. Mentirle solo lo haría peor.
—No, no fue por eso. Es que… estabas detrás de Blaine al principio y, honestamente, no puede pensar en alguien más— Kurt miró hacia la mesa y frotó sus manos nerviosamente. Sebastian podía decir que esto era bastante esfuerzo para Kurt y lo menos que el chico merecía era la verdad.
—Yo…creo que…— ¿Por qué las palabras no salían? ¿Tenía miedo de que Kurt pudiera odiarlo aún más? ¿Tenía miedo de que Kurt explotara justo en frente suyo y que le gritara insultos en medio de The Lima Bean? Sus manos de repente empezaron a sudar y su corazón latía más rápido. No pudo con la presión— … ¿Quieres un café?— preguntó en cambio, tal vez si era amable con él y le mostraba cordialidad lo perdonaría cuando le dijera. Kurt merecía la verdad. Podría decirle hoy, o dentro de una semana cuando estuviera mejor.
Ese día nunca llegó.
14 de marzo de 2012
A medida que pasaron los días, Kurt y Sebastian se encontraron más unidos. Solían encontrarse en The Lima Bean para tomar café y hablar de todo y nada, eso no era importante. Algunas veces, Sebastian invitaba a Kurt a ver las presentaciones de The Warblers, ya que no eran competencia. Un día en particular, los chicos de Dalton habían animado a Sebastian y a Kurt a cantar juntos. We found love, Love Is Strange, Summerboy y muchas otras canciones terminaron siendo cantadas por ellos en la sala común de Dalton.
Poco a poco, Kurt fue olvidando lo que Blaine le había hecho. Aún no conseguía poder perdonarlo pero lo intentaba, después de todo era Blaine, su amigo.
Sebastian, por su lado, fue olvidando lo que él le había hecho a Kurt. La culpa se fue lentamente disipando y los sentimientos que tenía por Kurt crecían. Desde que había admitido a sí mismo que le gustaba, Sebastian había dejado de ir a clubes y acostarse con cualquiera. Al principio, era frustrante tratar de tener sexo con un chico y que de repente notara que no había fuego. Cada vez que trataba de estar con alguien, sentía que faltaba algo. De repente, salir y beber se volvió aburrido. Nadie era Kurt Hummel. Nadie podría compararse con él, con su fuego.
Era martes en la noche, la música era suficientemente fuerte como para mantener despiertas a todas las personas en varias cuadras a la redonda. Chicos y chicas bailaban y bebían alegremente en la sala, Finn y Rachel se besaban descaradamente en medio de la sala pero a nadie parecía importarle.
Toda la fiesta era un éxito.
Ajustó su chaqueta de cuero y miró alrededor, buscando a la única persona a la que le importaba ver. Lo vio dirigirse a él entre la multitud, sonreía abiertamente y había un modesto color rosado en sus mejillas.
—Hey— Dijo tratando de recuperar su aliento. Kurt lucía simplemente espectacular.
—Hola— Dijo Kurt, al parecer igualmente tratando de suprimir sus nervios—No… No tenías que hacer esto ¿sabes? Pero gracias.
—Por supuesto que tenía que hacerlo. Kurt, arrasaste en tu audición para NYADA, eso es algo que hay que celebrar— Le ofreció su sonrisa más sincera al chico y este la devolvió— Estuviste genial y…te veías hermoso, igual que ahora.
Todo lo que sucedió en el anterior mes había llevado a este momento. Kurt y Sebastian se miraban fijamente, sonriendo y casi saltando de felicidad. Ambos lo sabían. Aunque ninguno de los dos había hecho una declaración formal, los dos chicos sabían que las chispas que había entre ellos no eran una ilusión. Sabían que querían más que ser amigos. Y ahí, en medio de la música y todas las personas bailando, mientras se miraban sin parpadear, lo entendieron finalmente. Era tiempo para avanzar. Para Kurt, era tiempo de olvidar y perdonar a Blaine, para seguir adelante y encontrar felicidad en alguien más. Por otro lado, para Sebastian era momento de dejar de sentirse culpable, de dejar de odiarse y de empezar a vivir su vida de la manera correcta.
Los labios se encontraron. No supieron quién lo inició, pero pasó. Era el beso más tímido y torpe de la historia, pero era la más clara prueba del amor que sentían por el otro. Sebastian puso sus manos a ambos lados del rostro de Kurt, y éste posó las suyas en la chaqueta de cuero, atrayendo más a Sebastian. De pronto, el tímido beso dejo de serlo, se convirtió en uno más apasionado, aunque igual de torpe. Las lenguas chocaron y los corazones de ambos chicos latieron con más fuerza aún. Sentían que nunca más podrían volver a respirar normalmente y juraban que nunca habían probado labios tan dulces.
Eventualmente tuvieron que separarse, respirando fuertemente, sintiendo que les faltaba el aire de años de vida y tratando de recuperarlo. Se miraron una vez más, los rostros a sólo centímetros de distancia, sintiendo el aliento del otro rozar su piel. Tenían sonrisas bobas y sus ojos brillaban más que nunca. La gente los miraba, Kurt podía ver a Mercedes saltar de emoción a la esquina de su visión. Nada importaba más que ellos dos.
—Me gustas— Confesó Sebastian. Durante meses, las palabras se sintieron como bloques de acero sobre su pecho cada vez que veía a Kurt, y decirlas finalmente era como respirar aire fresco por primera vez—Lo hago desde que te conocí en The Lima Bean, pero… no sabía qué era, así que intenté dejarlo a un lado. No funcionó— Rio tontamente y posó su frente en la del otro chico.
—Creo que me gustas, también— Dijo Kurt tímidamente— Desde lo que pasó con Blaine…— Kurt sentía culpa al tener que nombrar a su ex novio en medio del hermoso momento, pero era necesario—… No ha habido nadie que me haga sonreír como tú y…descubrí que no eres un mal chico después de todo. Tus bromas pueden ser rudas, pero me gusta así. Me acostumbré al ambiente que hay entre nosotros y… a ti. Cuando no estás no me siento igual ¿Tiene sentido?— Kurt rio y Sebastian lo abrazó por la cintura, poniéndolo aún más cerca de sí.
—Sí, lo tiene— Sebastian cerró el espacio entre ellos, y le dio a Kurt un pequeño beso en los labios y otro en la nariz— No sé exactamente qué estamos haciendo, pero ¿te gustaría intentarlo?
—Sí, me gustaría— Ambos chicos rieron y se besaron otra vez, lentamente hasta embriagarse en el otro.
El resto de la noche consistió en eso. Besos y más besos. No pasó nada más, Sebastian quería que lo suyo con Kurt fuera perfecto, y sexo en lo que asumían que era la primera cita, no sonaba bien.
Sebastian olvidó lo que había hecho. Olvidó la culpa que sentía por haberse acostado con el ex novio de Kurt y por haberle mentido. Lo olvidó por el tiempo suficiente, poniéndolo en la parte de atrás de su memoria, hasta que un día volvió.
5 de junio de 2012
Posó sus manos en los muslos de Kurt y lo atrajo hacia él. Sintió la erección del otro chico y gimió. Sintió a Kurt saltar hasta poner sus piernas a ambos lados de su cintura y entrelazarlos ahí. Movió sus labios al cuello de Kurt y empezó a devorar la piel blanca expuesta, podía oír los dulces quejidos de su novio y juró que era el sonido más hermoso en el mundo.
Caminó, llevando a su novio hacia la cama. No era la primera vez que Kurt y Sebastian se encontraban en la misma situación: besándose apasionadamente, en el cuarto de Sebastian y sin nadie más en el lugar. Sin embargo, nunca llegaron lejos porque siempre pasaba algo: Sebastian diciendo que no quería ir muy rápido, Thad entrando al dormitorio sin previo aviso, reunión de emergencia de los Warblers, entre muchas otras cosas.
Pero esta vez, Sebastian sentía que era el momento, por fin cruzarían esa línea.
—Bas, te amo mmm ah, te amo tanto— Dijo Kurt entre besos. Sebastian había depositado a Kurt sobre la cama y se había posicionado encima de él, besándolo.
Tomó la molesta camisa de Kurt y se la quitó, repitiendo el procedimiento con la suya. Besó la suave piel que tenía a su disposición y sonrió al escuchar los suspiros de Kurt. Se detuvo y lo miró a los ojos, todo ese hermoso color azul verdoso estaba nublado por la lujuria, Kurt lo miró también y sonrió, esa hermosa sonrisa que hacía que todo su rostro se iluminara en segundos. Amar a Kurt hacía que su corazón amenazara con explotar cada cinco minutos.
—Te quiero— Dijo Kurt—Y confió en ti.
—También te quiero, Kurt—Dijo mientras bajaba lentamente y capturaba los labios de Kurt en los suyos una vez más.
Sintió a Kurt bajar sus manos hasta ponerlas sobre el bulto en su pantalón, apretó la erección de Sebastian y éste no pudo evitar gemir entre besos. Kurt desabrochó su pantalón y lo bajó lentamente, Sebastian hizo lo mismo con el de Kurt.
Deslizó su boca hasta la mandíbula de Kurt, dejando pequeños besos en ella, y empezó a besar su pecho. Tomó uno de los pezones de Kurt entre sus labios y éste apretó su agarre en el cabello de Sebastian.
Pronto, ambos chicos estaban sin ropa interior y besándose sin parar. Sebastian bajó sus caderas lentamente y la fricción lo hizo estremecer, mientras que Kurt se quejó de placer.
—Seb- Sebastian, por favor— gimió Kurt y Sebastian supo que era tiempo.
—Está bien— Sebastian extendió su brazo y tomó la pequeña botella de su mesa de noche, junto con una pequeña bolsa de plástico. Abrió la bolsa y justo antes de posicionarla en su pulsante erección, Kurt lo detuvo poniendo una mano sobre la suya.
—Yo… yo quiero hacerlo— Dijo sonrojándose fuertemente. Sebastian abrió sus ojos con sorpresa pero no protestó en absoluto, al contrario, le pasó a Kurt el condón y este lo tomó ligeramente avergonzado.
Las temblorosas manos de Kurt se acercaron a su miembro y, sentándose derecho sobre la cama, pusieron el protector en el lugar indicado. El contacto hacia estremecer a Sebastian involuntariamente. Kurt sonrió para indicarle que podía continuar y tomó una vez más su lugar en la cama.
Untó el líquido grasoso en sus dedos y miró una vez más a Kurt, pidiendo en silencio la aprobación que ya tenía. Cuando asintió, Sebastian ubicó los dedos en la entrada de Kurt, besándolo en los labios suavemente.
Introdujo el primer dedo en el cuerpo de Kurt y éste chilló. Sebastian abrió los ojos buscando una expresión de dolor en el otro chico y no la encontró, en su lugar, había una de placer. Kurt tenía la cabeza hacia atrás en la cama y apretaba sus ojos cerrados fuertemente, mordiéndose el labio. Su expresión era tan hermosa que Sebastian se preguntó si alguna vez alguien lució así de perfecto durante el sexo, con las facciones modificadas por el deseo y el placer, luciendo así de precioso como su Kurt.
Y de repente, como lluvia en un día de picnic, una imagen apareció en su mente: La cara de placer de Blaine. Su expresión no era ni la mitad de hermosa que era la de su novio, pero perforó su corazón. No porque extrañara a Blaine, sino por el hecho de que en varias ocasiones, dos de hecho, en esa misma cama y en otros lugares más, había tenido sexo con Blaine. El ex novio de Kurt. Cuando Blaine aún era su novio.
Tal vez lo peor de todo no era nada de eso, tal vez era el hecho de que Sebastian nunca le contó a Kurt, y para él, eso era mentir.
No se había percatado, pero Kurt había abierto sus ojos y lo miraba expectante, casi frustrado.
—¿Por qué no lo haces? ¿Qué pasa?— Preguntó Kurt con un tono suave, pero tan lleno de necesidad y deseo que Sebastian sintió un cuchillo atravesarle el corazón.
No sabía qué decir, no sabía qué hacer. Sabía que no sería capaz de seguir sin romperse a llorar en medio del sexo, sabía que si se detenía ahora Kurt sospecharía y querría explicaciones. De ambas maneras se vería en la obligación de contarle.
Así que volvió a ser un cobarde y mintió de nuevo.
—No me siento muy bien— Dijo, sentándose recto en la cama y no atreviéndose a ver a Kurt a los ojos.
—¿Cómo que no te sientes bien? ¿Estás enfermo y no me lo dijiste?— La voz de Kurt sonaba sorprendida, pero suave y preocupada. Sabía que aún seguía caliente, excitado, a pesar de lo que Sebastian le había dicho. Su hermoso miembro aún estaba dolorosamente erguido.
Por un segundo, Sebastian pensó en decir que ya estaba mejor y volver a lo que estaban haciendo. Deseaba a Kurt con cada fibra de su ser y ver su cuerpo desnudo sobre su cama, tan excitado, tan hermoso, tan…suyo, lo volvía loco. Sentía su propia erección pulsar de placer y nublar su mente. Pero una vez más su conciencia apareció, acusándolo, apuntándolo, recordándole que era una mierda de persona.
—Algo así. No lo sé, es que no me siento bien…
—Oh amor, lo lamento. Debiste haberme dicho que no te sentías bien, podríamos haberlo dejado para luego…No hay problema, en serio— La voz de Kurt decía una cosa, pero su miembro ligeramente erguido trataba de decir otra. No obstante, Sebastian sabía que Kurt tenía el suficiente control como para no forzarlo o chantajearlo. Él si era una buena persona.
—Lo siento mucho— No sabía por qué se disculpaba; por detener lo que hacían, por haberse acostado con Blaine mientras Kurt salía con él, por nunca tener el coraje para decirle o por mentir una vez más.
—No, no, no. No te preocupes, yo entiendo en serio. Siempre podemos tratar otro día.
Y eso era lo que aterraba a Sebastian; sabía que no podría olvidarse de lo que había hecho ahora, pero también sabía que no era lo suficientemente valiente para decírselo él mismo.
14 de junio de 2012
Desde el fiasco en su cuarto de Dalton con Kurt, Sebastian no había sido capaz de mirar al chico a los ojos sin apartar la vista instantáneamente o perder la voz. No podía verlo sin pensar en las cosas que había hecho, en cuántas veces tuvo para decirle esto a Kurt, y en cuánto el chico lo odiaría.
Había tratado de salir a comer y al cine en esos días, pero cada vez que Kurt se acercaba lo suficiente para besarlo, Sebastian huía de él, y Kurt se sentía lastimado. Sebastian sabía que Kurt se estaba sintiendo rechazado y que probamente creía que era su culpa, que tal vez relacionaba esto con el día en que no tuvieron sexo o con alguno de sus problemas de autoestima.
Cada día le hacía más daño a Kurt. Y sabía que debía parar. Así que pulsó el botón en su teléfono y esperó.
«¿Sebastian?»
La voz de Kurt sonaba aliviada y algo triste a la vez.
—Hola Kurt.
« ¿Cómo estás? Mmm ¿Pasa algo?»
—No, es sólo que… Yo quería decirte algo.
« ¿Ah sí?»
—Es que yo…
No se sentía bien hacerlo por teléfono, eso era totalmente patético y rudo. Era grosero y humillante para Kurt no tener el valor de decirle las cosas de frente.
—¿Estás libre ahora? ¿Quieres salir?
« ¿Es una cita?» Su emoción era evidente y rompía el corazón de Sebastian aún más.
—Así es.
« ¿Por nuestro aniversario?»
Maldita sea. Sebastian no recordaba que era su aniversario de tres meses. Se sentía como una mierda, como escoria por hacerle esto a Kurt en este preciso día. Pero si no era hoy, no sería nunca.
—Algo así—No soportaba mentirle, no más—¿Entonces sí?
«Por supuesto. Estoy en casa ¿Pasas a recogerme o quieres que llegue a algún lugar?»
—Yo paso por ti en 5 minutos.
«Está bien, te amo. Adiós»
Y Kurt colgó.
Y Sebastian deseó morirse allí en ese mismo lugar.
Pero su corazón dolía, y ese dolor fue el que lo llevó hasta el garaje de su casa, lo hizo subir al auto y conducir hasta la casa de Kurt.
Cuando llegó vio a Kurt en la entrada luciendo tan espectacular que ese día oscuro se veía más brillante, como si el sol hubiera salido de entre las nubes negras.
—Hola— Dijo Kurt sin aliento, sonriendo mientras entraba en el asiento del pasajero del auto de Sebastian.
—Hola, Kurt— Trató de no sonar tan roto y desesperado como se sentía, no quería que él chico sospechara aún.
Kurt se inclinó para besarlo lentamente, dubitativo, y eso hizo que Sebastian quisiera romperse a llorar ahí mismo. Kurt estaba esperando a ser rechazado de nuevo, a que su novio se alejara, y aun sabiéndolo se había arriesgado a ser herido.
Sebastian no se quitó, no cerró los ojos tampoco, sólo se dejó a sí mismo probar los labios de Kurt así fuera por última vez. Kurt sonrió en contra de sus labios y al separase de él, suspiró alegremente.
Condujo lentamente, saboreando el pensamiento de que Kurt aún no lo odiaba, de que aún podría mirarlo a los ojos y ver amor en ellos, amor para él.
Había considerado llevarlo a otro lugar para esto, pero luego pensó que en ese lugar había sido una mierda de persona, en ese motel, en Eros, Sebastian había sido tan repugnante que llegó a creer que debía volver allí para sentir todo el peso de sus acciones matarlo lentamente. Tal vez Kurt no lo merecía, pero haría que lo odiara más todavía, y eso estaba bien.
Kurt lucía sorprendido y algo nervioso cuando se dio cuenta de a dónde habían llegado. Pero no dijo nada. Caminaron hasta la habitación alquilada y entraron cerrando la puerta. Las manos de Sebastian temblaban de miedo, y el corazón de Kurt estaba loco en su pecho pensando que finalmente llegaría el momento.
Luego de eso, todo había sido historia.
Sebastian había empezado a pasearse por la habitación y Kurt lo seguí con los ojos, curioso.
—¿Bas? ¿Está todo bien?— Kurt ya empezaba a preocuparse, por lo visto.
—No, no lo está.
Odiaba hacer esto, pero era lo necesario. Planeaba decirlo en ese momento y sin rodeos, simple y rápido para que Kurt no sufriera tanto, o para que él mismo no sufriera tanto. Era un egoísta de mierda.
Pero una vez más su boca y su mente se burlaron de él. No podía decirlo, no podía decir "Kurt, me acosté varias veces con Blaine mientras ustedes salían, y nunca te dije. Lo siento" O algo parecido. No podía, no podía hacerlo. Era tan estúpido y egoísta. Sebastian se daba asco de sí mismo.
Sin embargo, aunque no podía decirlo por vergüenza de sus acciones, Sebastian sabía a la perfección que debía terminar con Kurt ahí y ahora. Así que lo hizo. Sin nombrar sus culpas. Sin pedir perdón. Con otra jodida mentira, una mentira más vil que las demás, que haría sentir a Kurt aún peor consigo mismo. Pero que lo haría efectivamente odiarlo. El fin no justifica los medios, lo sabía pero…
—Quiero que terminemos.
—¿Q-qué?
—Me oíste, quiero que terminemos. No quiero verte más.
—No.
—Kurt vete ¿Qué parte no entiendes? Vuelve a casa y olvídate de mí, busca a Blaine y dile que deben intentarlo de nuevo. Dile que... que... lo amas.
—Pero… pero no entiendo ¿acaso….acaso no me amas?
—¿En serio creíste que te amaba?
—Mientes, sé que mientes Sebastián.
—No miento, Hummel. Sólo fue por sexo, pero no eres lo que esperaba, no creo que quiera hacerlo contigo… ¿Creías que eras especial?
—Tú lo dijiste.
—Por favor, sólo mentía. ¿No es lo que hago siempre?
—No te creo, no…no creo lo que dices Sebastián…detente no, no te…no te creo… por favor detente.
—Eres simplemente otro más. Solías caminar por ahí alardeando de cuan moral eres, que eras el reto perfecto. Por eso fingí, por eso dije toda esa basura de «te amo» y «sal conmigo». Yo no entro en relaciones ¿Recuerdas?
—Bas, por favor…por favor dime que bromeas. Dime que me amas, dilo.
—Escucha, vete. Ódiame, ódiame hoy, mañana y siempre. Ódiame de todas las maneras posibles hasta que puedas dejarme atrás y continuar.
—¡SEBASTIAN! …No me apartes de ti, por favor Bas, por favor.
—¿Por qué no lo entiendes? Te usé. TE USÉ, porque eras tan jodidamente ingenuo que pensé que follarte sería demasiado fácil, pero no lo fue. Creí que tener a un virgen sería más gratificante, pero no fue así. No te amo y nunca te amé ¿Contento?
—Te amo, Sebastián.
(También te amo… Kurt)
Después de ese día todo fue peor. Mucho peor.
Déjenme saber qué opinan :)
