Los personajes de CCS pertenecen a CLAMP, pero los otros personajillos que aparecen son creados por mí al igual que la historia.
Summary: Su mejor amiga insistía en que se estaba trasformando en una amargada, pero Sakura Kinomoto, una apasionada psicóloga, afirmaba que todo marchaba bien, sobre todo cuando el hermano de uno de sus pacientes hace acto de presencia en su tan "perfecta" vida.
Uno más uno
I
El mostaza no era su color preferido, eso lo tenía más que claro, sobre todo si frecuentas a diario una habitación que posee ese color en sus 4 paredes, aún no podía entender que existiendo una inmensa paleta de colores la mujer que estaba frente a él había escogido ese horroroso color para su consulta. Aunque pensándolo bien era entendible, la mujer tenía cero sentido para la moda, era cosa de ver sus enormes gafas, su pelo largo tomado en una coleta baja, su falda que llegaba casi a los pies y el enorme chaleco en colores, para variar, mostaza.
Claramente tenía una obsesión por ese color.
—No piensas decirme nada —le escuchó decir.
Centró su vista en ella.
—Entiendo, pero sabes que esto continuará a no ser que pongas algo de tu parte.
—Ni en sueños.
La mujer sonrío ampliamente.
—Hablaste, ya estaba empezándome a preocupar por tu prolongado silencio.
Rodó los ojos y comenzó a rebuscar entre los bolsillos de su polerón hasta que dio con su mp3.
—No, estamos en una sesión y hoy no vas a escuchar música.
—¿Qué harás para impedírmelo?
La mujer se puso de pie y en un movimiento rápido su mp3 fue arrebatado de sus manos.
—¡Hey! ¿Eso es ético?
—Llevas 4 meses en terapia y me estoy hartando.
—Debería ser paciente, ¿acaso no es psicóloga?
—Mi nivel de paciencia tiene sus límites, esto ha sido todo por hoy.
Alcanzó su mochila y no sin antes recuperar su mp3, salió de la habitación dando un portazo y con una sonrisa bailando en sus labios.
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—¡Por todos los dioses! Mujer, con esa ropa no lograrás atraer a ningún hombre, ¡los espantas!
Dejó su bolso en uno de los asientos de la mesa y tomó asiento frente a su mejor amiga.
—Tomoyo, no está dentro de mis planes atraer a algún hombre.
—Deberías, lo necesitas con suma urgencia o al paso que vas te convertirás en esas típicas solteronas que viven con un montón de gatos… ¡Oh, espera! Ya vives con uno.
Acomodó sus gafas que tenían la costumbre de deslizarse por su nariz y le dio una mirada de fastidio a su amiga quien con gracia llevaba su largo cabello oscuro hacia un lado de su cabeza.
—¿Cómo has estado? —preguntó con una mueca de sonrisa.
Tomoyo bufó a modo de respuesta.
—Sakura, no me cambies el tema, esto se está poniendo grave.
—Ay, no exageres…
—¿Qué no exagere? Tienes 26 años, y ya te estás volviendo una amargada.
—No es así —replicó frunciendo su ceño.
—Oh, claro que lo es, y ¿sabes? Ya sé el por qué.
Sakura negó con la cabeza, ¿con qué locura saldría ahora su amiga?
—A ver, ¿cuál es el por qué?
—Necesitas sexo, con un polvo de seguro te animas.
—¡Tomoyo! —jadeó sintiendo como sus mejillas ardían.
—¿Qué? ¿Cuándo fue la última vez, Sakura? —preguntó Tomoyo—. ¿Un año? ¿2? ¡3!
—Publícalo para la otra —todo el mundo las estaba mirando—. Y si crees que mi mal humor, que dices que tengo, es por falta de sexo estás muy equivocada, solo estoy algo estresada, eso es todo.
—Con un revolcón se te va el estrés —sugirió Tomoyo revoloteando las manos.
—¡Hey! ¿Podríamos cambiar de tema? No nos vemos hace 2 semanas y en vez de preguntarme un simple "¿Cómo estás?" Tu saludo es recriminando mi forma de vestir y mi mal carácter que según tú es a causa de mi carente actividad sexual.
—Tú lo has dicho muy bien, yo solo intento que veas tus problemas, solucionas los dilemas de los demás y, sin embargo, los tuyos los dejas a un lado.
Estaba de mal humor, eso debía reconocerlo, pero su vida iba bien o eso intentaba creer. Llamó al camarero quien con rapidez se acercó y le dedicó una mirada un tanto lasciva a su amiga.
—¿Qué va a ordenar, señorita? —le preguntó a Tomoyo y eso que fue ella quien lo llamó.
—Aún estoy pensándolo, pero, Sakura, ordena tú primero —asintió.
—Quiero la tortilla de verduras y un zumo de naranja, por favor.
El chico anotó el pedido y regresó su vista hacia su amiga quien tenía su boca fruncida y leía con concentración el menú.
—Lasagna… Sí, lasagna y ensaladas surtidas.
—¿Algo para beber? —le preguntó el garzón con una sonrisa ladina.
—Vino de la mejor sepa, y tráiganos una botella, y olvide el jugo de mi amiga, ella beberá vino.
—¿Qué vino?
—Hmm… Lo dejo a su criterio —comentó Tomoyo curvando sus labios.
El chico volvió a sonreírle y se marchó a paso lento no sin antes dedicarle otra mirada un tanto lujuriosa a su amiga.
—Te faltó pedirle el número —ironizó Sakura.
—Era una demostración, así debes ser.
—¿Ofrecerme con una sonrisa?
—No, Sakura, coquetear, ¿quién sabe si encuentras al indicado? Si te quedas ahí esperando a que llegue sin hacer nada nunca lo hallarás.
—A ver, creo que deberíamos dejar de hablar de mí, no sé cuál es tu manía de hablar de mi vida, de aconsejarme, de decirme cada vez que nos vemos que necesito de sexo, me estoy hartando.
—Sakura, lo hago porque me preocupas y quiero tu bienestar. Realmente creo que te estás volviendo una amargada y solitaria mujer que solo vive por los demás, no me cansaré de decírtelo.
—Gracias por la preocupación, Tomoyo, pero estás viendo cosas donde no las hay, estoy excelente, salvo cuando pierdo la paciencia a causa de mi paciente adolescente, ¡Dios! No sé qué hacer con él.
—Quizás deberías seguir su ejemplo —sugirió Tomoyo provocando que su amiga pusiera los ojos en blanco.
—¿Qué sea una rebelde? —cuestionó con humor.
—Sí, que quiebres las reglas que has puesto en tu vida, goza, disfruta, o qué se yo, haz algo, o te arrepentirás cuando realmente seas una anciana.
La conversación quedó ahí, y mientras almorzaban Tomoyo optó por hablar de otras cosas y dejar a su testaruda amiga tranquila, ya lograría su cometido, Sakura era una hermosa mujer que necesitaba con suma urgencia un hombre para hacerla vivir, y ella le conseguiría uno a como dé lugar.
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Un portazo que lo hizo saltar del susto le anunció que su adorable hermanito había llegado, los resultados de esa acción los vio reflejados en la pantalla de su laptop, el plano que estaba tan concentrado armando con un nuevo programa que había comprado se había estropeado ya que sin querer pasó a apretar una aplicación y ahora no sabía qué hacer. Para peor otro portazo se escuchó y a los segundos una música a máximo volumen comenzó a retumbar en todo su hogar.
"Cuenta hasta diez… uno… dos…"
—¡YUUGAAAA!
Salió de su despacho dando grandes zancadas, llegó frente a la puerta de la habitación para huéspedes que ahora era ocupada por su hermano menor e intentó abrirla, pero esta se encontraba con llave.
Definitivamente le sacaría esa chapa con seguro y pondría otra, o mejor, sacaría la puerta para que Yuga dejara su manía de dar portazos.
Comenzó a dar golpes a la puerta, pero no había caso, con el volumen que tenía la música que para él era solo ruido molesto era imposible que su hermano escuchara su llamado.
Agarrándose sus cabellos y soltando un gruñido partió a su despacho, en algún lugar había guardado esas llaves que permitían abrir la puerta desde afuera.
Tras un buen rato buscando por fin dio con ellas.
Abrió la puerta de golpe, su hermano estaba recostado en su cama, con los ojos cerrados y tarareando la canción que escuchaba con un aire de completa paz, paz que fue interrumpida cuando la música se fue de golpe.
"¿Qué…?"
—¡¿Cuál es el gusto de andar dando portazos y escuchar música tan alto?!
Vio a su hermano en el centro de la habitación, estaba enojado, corrección, furioso. No pudo evitar sonreír.
—¿De qué te ríes? —le gruñó.
—De lo amargado que te ves —respondió Yuga con aire ausente.
—Me tienes harto, Yuga, tus berrinches de adolescente incomprendido me están superando.
Frunció su ceño al igual que su hermano.
—¿Si? Bueno, si estás tan aburrido, ¿por qué no dejas que me vaya de una puta vez?
—¡Hey! No digas esas palabras.
—Como si tú nunca las dijeras —se puso de pie para quedar frente a su hermano mayor, los dos eran casi de la misma estatura—. Deja de joder, Shaoran, y búscate una mujer a ver si con sexo te animas.
Sin poder controlarse se acercó a su hermano y lo tomó del cuello.
—El gran Shaoran Li sacó su verdadero yo, no te hagas el buenito conmigo, hermano, y no sé para qué te quejas tanto si tú fuiste igual o incluso peor que yo a mi edad.
Soltó a su hermano al darse cuenta de lo que estuvo a punto de hacer, con sus puños apretados salió de la habitación y regresó a su despacho. Definitivamente tendría que hablar con la psicóloga de Yuga, su comportamiento se estaba extralimitando y al paso que iban las cosas ni él podría controlarlo.
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Notas de Caris:
Un arrebato.
"¿Quieren que siga? ¿O quieren que pare?" (8) xDDD
Solo les puedo decir que ni sé cómo irá a parar esto jajjaja nah, las ideas están, sin embargo, estas suelen mutar y mucho.
Espero leer algún comentario, como siempre digo, animan a mi tan ingrata musa, y bueno, también me permiten saber si les gustó y si quieren que la continúe.
Me despido.
¡Saludos!
Pd: Él título es igual al nombre de un yogurt que viene con cereal jajaja pero claramente esta historia no tiene nada que ver eso :D
