El látigo chasqueó con violencia por todo el Buffett.

- Estúpido, estúpido que solo hace estupideces…-La voz de Franziska Von Karma sonaba lejana.

Hundido en el sofá, con la cabeza enterrada entre las manos, no quería, no podía escuchar nada ni a nadie. Lo único en lo que podía pensar era en ella, pero hacerlo provocaba que se sumiera en la oscuridad.

-¡No puedes quedarte sentado para siempre!-volvió a sonar la voz de Von Karma desde la las tinieblas. La escuchó proferir algunos insultos más pero no les prestó atención.

No podía enfrentarse a la verdad…simplemente era demasiado cruel para poder aceptarla. Pero si cerraba los ojos solo era capaz de verla a ella, su sonrisa, su cara, esos ojos oscuros llenos de alegría… ¿Por qué?-se preguntó-¿por qué ahora? La noticia le había pillado por sorpresa.

Maya se iba del país, debido a una oferta que le habían echo a causa de su nueva posición de Maestra Kurain… Durante tres maravillosos años habían trabajado y convivido juntos sin que él llegara siquiera a imaginar que sus sentimientos por ella eran mucho más que simple amistad. Se había convencido a sí mismo de que lo que sentía por ella era lo que se sentiría por una hermana pequeña. Pero con la noticia de su marcha, sus verdaderos sentimientos habían salido a la luz y la magnitud de estos cayó sobre él como una pesada losa.

La habitación se sumió en un profundo silencio. Sentía la atenta mirada de Von Karma aunque no podía verla.

-Phoenix-llamó ella con voz suave. Sorprendido levantó la vista hacía ella y, extrañado, se preguntó por que parecía preocupada. Su mente agradeció esa momentánea distracción de su infierno particular.

-Tú…la quieres, ¿verdad?-dijo ella en un susurró

Bajó la vista al suelo con un nudo en la garganta. ¿Qué sentido tenía ocultarlo? Sin ella nada lo tenía.

-¿Acaso…importa?-contestó con voz trémula. -¿qué sentido tiene eso?-dijo más para sí mismo que para ella- He sido un…-trató de buscar la palabra adecuada-estúpido. Durante estos tres años que hemos estado juntos no he sido capaz de darme cuenta lo mucho que me importaba. Ahora que se va…me lo merezco. Si hubiera sido capaz de hablar con ella antes…He estado tres años ciego. Yo no…

Decirlo en voz alta fue demasiado. El dolor regresó con una intensidad sorprendente.

Volvió a enterrar la cabeza entre sus manos mientras luchaba, sin mucho éxito para reprimir las convulsiones que ahora lo recorrían

El ruido de los aviones al despegar retumbaba por todo el aeropuerto. Para ella era ago increíble, algo que nunca había visto. Pero después de unas horas de espera había dejado de asombrarse cada vez que un de ellos se perdía en el horizonte. Algo que su prima seguía encontrando sorprendente y lo había bautizado como el "despeje de los pájaros de acero".

Maya sonrió al recordar los ojos como platos que había puesto cuando entraron en el aeropuerto. Su prima se había empeñado en acompañarla costase lo que costase.

Aunque en preciso instante no era su prima la persona que estaba frente a ella.

¿Estás segura de lo que vas a hacer?-preguntó su hermana mientras la miraba con una mezcla de curiosidad y preocupación en sus preciosos ojos castaños.

Maya suspiró y recorrió con la vista a su hermana de arriba abajo. Parecía extrañamente cómoda en las pequeñas ropas de Pearl. Sus brazos estaban cruzados sobre su pecho y su cabeza estaba ligeramente ladeada, provocando que unos mechones de su pelo castaño le taparan graciosamente el ojo derecho.

-Ya hemos hablado de eso-masculló Maya desviando la mirada- He tomado la decisión correcta.

Mia asintió lentamente sin dejar de escrutar la cara de su hermana. Ya veo-murmuró para sí. Una chispa de comprensión brilló en sus ojos

-Escucha, Maya… necesito preguntarte algo. Esta decisión…¿tiene algo que ver con Phoenix?-se quedó quieta, esperando una respuesta.

N-Nick-susurró Maya. Respiró hondo pero eso no evitó que una súbita debilidad se apoderara de ella. Se derrumbó sobre una silla de plástico que había cerca mientras algo parecido a una descarga eléctrica la recorría por dentro. Llevaba demasiado tiempo tratando de convencerse a sí misma que su decisión no tenía nada que ver con él…pero sin éxito. Se preguntó por enésima vez si había aceptado la oferta para alejarse de él y llegó a la misma conclusión de siempre: que sí.

-Debí haberme dado cuenta de antes-suspiró Mia.

Maya levantó la mirada dispuesta a enfrentarse a su hermana.

-No sabía la… intensidad de tus sentimientos-admitió. Luego una media sonrisa apareció en su cara- parece que Pearl se fue la única que se dio cuenta y eso que es solo una niña.

Aún a su pesar, un atisbo de sonrisa apareció en la cara de Maya. Pearly. Ella se había dado cuenta desde el principio. La voz de su hermana la trajo de vuelta a la realidad.

-No tienes que hacer esto solo por él-suplicó-todavía puedes…

-No-la interrumpió Maya de forma seca-El no… bueno yo ya no puedo estar más junto a él. Es muy difícil estar con la persona a la que amas sabiendo que él no siente lo mismo por ti. Le irá mejor sin mí.

Su hermana abrió la boca para replicar pero la cortó antes de que pudiera pronunciar una sola palabra.

-No. No insistas. Ya es demasiado tarde-se obligó a sí misma a pronunciar la última palabra.

¿Cuándo?-se preguntó- ¿Cuándo se había empezado a verlo como algo más que un amigo? Al principio trató de luchar contra aquel sentimiento. Había demasiados obstáculos entre ambos, su entrenamiento, la edad…Pero después del frenético año en la que él la había vuelto a salvar de ser declarada culpable y la había rescatado de su secuestro con De Killer, no había podido negar más lo que sentía por él. Sin embargo, estaba claro que él no sentía lo mismo por ella.

-Estoy bien-dijo al notar la mano de su hemana posarse sobre su hombro, antes de que Mia pudiera abrir la boca. Se incorporó para pode mirarla a los ojos, desafiante.

-No tienes que mantener esa fachada con migo-susurró su ella, mientras abrazaba a su hermana pequeña.

Maya cerró os ojos mientra devolvía el abrazo a su hermana con un nudo en la garganta.

-Todo va a salir bien-dijo mientras la acariciaba el pelo. Y esta vez Maya no tuvo fuerzas para responder.

Para Phoenix, el sonido del reloj era una tortura inexorable. Cada segundo que pasaba, era un segundo menos que le quedaba a ella en el país. Un segundo menos para perderla…para siempre.

­-¡Ya es suficiente!-gritó Franziska Von Karma-Ella…

-…no quiere estar con migo-cortó él con violencia. Recordaba con dolorosa claridad la nota de despedida que le había dejado. "Me voy del país. Mi avión sale a las 21:00 pero no voy a pasar por la oficina antes de irme. Entiéndelo Nick…me tengo que ir. Te las apañarás bien sin mí. Es lo mejor para los dos. Gracias por todo…y adiós."

Aquella nota lo había sumido en la desesperación de la que ahora se hallaba presa.

-¡¡ESTUPIDOOOOOOOOO!!-aulló Von Karma con tal ira que consiguió sobresaltarlo. ¿Por qué estaba tan enfadada?-Escucha Phoenix Wright, si de verdad te importara ella…

- ¿¡Importar!?-gritó él a su vez-¡Claro que me importa!-la miró con ira aunque ella no parecía haberse amedrentado por su violenta reacción-¿Cómo no va a hacerlo?...Pero ya no hay nada que pueda hacer-dijo sin aliento tratando de contener las lágrimas que se estaban acumulando en sus ojos-Ya es demasiado tarde-concluyó con tembloroso susurro.

El látigo de Von Karma volvió a dispararse, pero esta vez con verdadera furia. Unas brillantes gotas escarlatas resplandecieron en la punta del látigo antes de caer al suelo.

Phoenix parpadeó confundido. Su mente no parecía acabar de entender lo que acababa de suceder. Confuso, se llevó la mano a su mejilla izquierda y solo entonces cayó en la cuenta de que estaba sangrando. La sangre goteaba por su mejilla hasta caer al suelo. Desorientado, miró a Von Karma que lo miraba con tal ira que sus manos temblaban.

-Franziska-farfulló-¿Qué…?

-Escucha-habló ella con su característica voz autoritaria. Sus ojos brillaban, pero Phoenix no fue capaz de identificar las emociones que estos reflejaban ¿Ira? ¿Miedo? ¿Odio? ¿Determinación? ¿O una mezcla de todo?

-Desde que nos conocimos siempre he pensado que eras un estúpido abogado con suerte, pero entonces no conseguía entender por qué no era capaz de aplastarte en los juicios con mi lógica perfecta.-vaciló-Pensé…que quizás se debiera a que eras diferente de los demás abogados. No importaba lo fuerte que te golpeara, tu siempre acababas levantándote, nuca te he visto rendirte, ni siquiera cunado estaba a punto de ganar el caso… Nunca tiras la toalla; Phoenix Wright. Pero ahora…-se detuvo-…

¿¡Cómo eres capaz!?-volvió a gritar-¿¡Cómo eres capaz de rendirte ahora!? ¿Cómo puede ser que este sea el único momento en el que te resignes a perder? ¿Como puedes quedarte quieto sin hacer nada mientras que ella se va? Escucha, estúpido, si de verdad te importa algo ¡Lucha por ella! No te rindas ahora. Si no lo haces, la perderás.

… … "Si no luchas por ella, la perderás"-resonaba la voz de ella en su cabeza. Poco a poco, su mente comenzó a razonar:¿era eso lo que quería? ¿La perdería para siempre?"Si no luchas…"Apretó con fuerza los puños. La voz de Von Karma se repetía una y otra vez en su cabeza… "Lucha por ella".

La verdad lo golpeó en la cara como si de un mazo se tratara. ¿Cómo había podía estar tan ciego? May se iba ¿¡y él no iba a hacer nada!? Una descarga eléctrica lo recorrió por dentro y se incorporó de un salto.

¡No iba a permitirlo! ¡No podía permitirlo!

Von Karma observó con interés el cambio que sus palabras habían obrado en él.

-¿Y bien, Phoenix Wright?-preguntó-¿te quedarás aquí sentado o irás a buscarla al aeropuerto?

-Vamos-asintió él con determinación antes echar a correr como una flecha hacía la puerta del Buffett. Sin embargo una sombra de duda apareció en sus ojos cuando consultó el reloj. Apenas quedaban 30 minutos para que su avión despegara.

-No te preocupes-sonrió Franziska exhibiendo su característica sonrisa de triunfo-nunca es demasiado tarde.

-No sé si un taxi nos llevará a tiempo-dijo él en voz alta mientras bajaban por las escaleras a toda velocidad.

-Oh, vamos-suspiró Von Karma-Soy una Von Karma, ¿recuerdas?

-Ya y eso significa…-trató de razonar él. Los rayos de sol lo cegaron momentáneamente, señal de que ya habían llegado a la calle, provocando que entrecerrara los ojos. Cuando los abrió se quedó paralizado.

Miles Edgeworth estaba cómodamente sentado en el asiento del conductor de su brillante BMV de color escarlata, con una mano reposando tranquilamente en el volante de cuero.

-Bueno, Wright,-sonrió este sacudiendo la cabeza-no te quedes parado como un idiota.

Phoenix abrió la boca para contestar, pero la cerró inmediatamente al darse cuenta que se había quedado sin palabras. Volvió a mirar a su mejor amigo, bastante confuso.

-No me gusta perder el tiempo-puntualizó Edgeworth.-así que sube de una vez. Hoy seré tu chofer particular.

Phoenix se volvió desorientado hacía Von Karma que lo miraba con las manos en su cintura.

-¿Acaso lo has olvidado?-Inquirió ella con una sonrisa de suficiencia- Los Von Karma lo hacemos todo perfecto.

El motor de coche rugía con un estruendo ensordecedor mientras volaba sobre el asfalto, zigzagueando para evitar chocar con los otros vehículos que se hallaban en la carretera.

Aquello habría asustado a Phoenix en cualquier otro instante, pero en aquel momento no parecía importarle la excesiva velocidad con la que su mejor amigo iba conduciendo.

A su lado. Franziska Von Karma estaba sentada con los brazos cruzados con su cara de Todo-va-a-salir-perfecto.

-¿Por qué lo haces?-gritó Phoenix para hacerse oír por encima del ruido del motor-¿Por qué me estás ayudando?

-Te esto claro, no lo hago por tí-contestó si mirarlo.- ¿De verdad crees que yo iba a ayudarte a ti, Phoenix Wright?

-Pero lo estás haciendo-señaló el un poco confuso. Ella bufó como si aquello fuera un chiste.

-Mira, creo que de verdad te mereces torturarte y sufrir-aclaró ella-Pero…¡¡CUIDADOOOOOOOOOO!!-chilló con los ojos como platos al ver que estaban a punto de colisionar contra un enorme camión de mercancías.

Edgeworth soltó una maldición y, con un rápido movimiento de manos, dio un volantazo provocando que el coche derrapara por fuera de la carretera antes de dar una vuelta sobre sí mismo y volver a la carretera.

Phoenix fue consciente de que se le había olvidado respirar y que tenía las manos crispadas sobre los asientos. En cuanto consiguió recuperar el aliento se volvió para mirar ambos fiscales pero ninguno parecía a punto de desmayarse que era como se sentía él. Se giró de nuevo hacía Von Karma, frunciendo el ceño. ¿Que era lo que había estado a punto de decir?

-Pareces a punto de vomitar, Phoenix Wright-observó ella divertida-Tu cara tiene un extraño color verde.

-Si, bueno…-la cortó él-Todavía no me has contestado

-¡Per es que tengo que explicártelo todo!-dijo poniendo los ojos en blanco como si la solución fuese obvia- Lo hago…porque creo que ella no tiene que sufrir más por tu culpa

Phoenix parpadeó, sacudiendo la cabeza. Tenía que haber oído mal, se dijo. Von karma solo se preocupaba de ella misma… ¿era posible que tuviera sentimientos, al fin y al cabo? Recordó una frase que había dicho Maya tiempo atrás acerca de Franziska. "¿Sabes, Nick? Creo que ella y yo podríamos ser amigas". Y los más importante de todo ¿Qué habría querido decir con su última frase? ¿Y si Maya…

-Oh, no…-oyó decir a Edgeworth, que había padilecido. Phoenix miró por el rabillo del ojo a tiempo de ver que estaban peligrosamente cerca de unos coches antes de que el súbito frenazo de Edgeworth le hiciera estrellarse contra el asiento delantero.

-¡Aaaaah! ¡Sólo faltan diez minutos!-gritó Phoenix horrorizado ante la visión que tenían delante

Un enorme atasco se extendía por la sinuosa carretera y continuaba más allá de donde alcanzaba a ver. Con un rugido de rabia golpeó el asiento trasero del coche.

-¡¿Querrías estarte quieto, Wright?!- gruñó Edgeworth volviendo violentamente la cabeza para mirarlo con una nota de preocupación en su voz, pero Phoenix no supo distinguir si era por el atasco o por el peligro que corrían sus asientos de cuero.

-¡No nos queda tiempo!- soltó Phoenix llevándose las manos a la cabeza- ¡Tardaríamos horas en cruzar la autopista!- Apretó los puños con fuerza hasta que las uñas se le clavaron en la palma. Maya se iba a marchar… y todo era por su culpa.