[Two-Shot]


Problemas del Atardecer

—Albafica & Agasha—

Él no estaba acostumbrado a tener momentos de efímera paz, sin embargo en esta ocasión Albafica se proponía a ser egoísta ya que lo único que quería era disfrutar del atardecer junto a su querida Agasha y ya. ¡¿Por qué eso (para las masas estúpidas que tenía como compañeros) era tan difícil de entender?!

Disclaimer:

Saint Seiya © Masami Kurumada

"The Lost Canvas" © Shiori Teshirogi

Los Problemas del Atardecer © Adilay Fanficker

Advertencias: Lenguaje vulgar. | Parejas Crack. | Irrespeto "TOTAL" por la secuencia de la trama original.

Mención de parejas: Albafica x Agasha. | Manigoldo x Gioca. | Kardia x Calvera. | Shion x Yuzuriha. | Seraphina x Dégel.

Notas y ACLARACIONES:

Algo relax para calmar la tormenta de mi otro fic "Besa la Traición". Espero les guste.

Tengo que decir que por el largo del escrito, dividí el fic en dos.

Ya está terminado, lo subiré completo pronto. ¡Saludos!

De una vez me voy a entrenar con las parejas de Manigoldo con Gioca, y Kardia con Calvera. Estuve tentada a no poner a Seraphina, y usar a Fluorite (como algunos me lo estuvieron pidiendo) pero después me dije: "mmm, no me convence. Además, no estoy siguiendo la línea exacta del manga/anime" así que al diablo con Poseidón, ella sigue viva y no existió todo ese desmadre. Lo poco que sé de Seraphina es gracias a la wiki (sí, ya sé que murió la pobre) y lo voy a tomar en cuenta por lo que pido consideración si notan algunos fallos o cambios que no concuerdan.

Otra pequeña aclaración: aquí NO HAY sangre envenenada que mate a Agasha ni a nadie que Albafica no quiera matar; algo así como Afrodita con respecto al tema, ¿de acuerdo? Se puede acercar a los demás y al hades los Lazos de Sangre. ¡He dicho!

Este fic es para echarnos unas risas y darles a los Santos un poco de paz después de tanto desastre, después de todo ese es el trabajo de los Fanfics, ¿no? 7w7 Sea como sea. Espero les guste.

Y ya que han sido avisados de todo lo que se van a encontrar aquí pueden continuar.

¡Saluditos!


NO PLAGIEN, NO RESUBAN Y TAMPOCO TRADUZCAN SI YO NO LO HE AUTORIZADO. —Gracias.



UNO


.


Hace mucho tiempo que quería hacer esto y por fin podía cumplir ese sueño.

Respirar tranquilo, mirar el horizonte mientras el sol se ocultaba con esa lentitud suya que hipnotizaba, sujetar el pequeño cuerpo de Agasha contra el suyo (fuerte pero suave a la vez) y permanecer juntos hasta que la noche cubriese por completo el Santua…

—¡Ya te dije que no sé dónde carajos están! —oyó que Manigoldo le gritaba a Kardia.

La burbuja de paz de Albafica acababa de explotar, sin embargo él no se movió de su lugar. Prestarles atención a sus compañeros sería como invitarlos a quedarse y joder su pacífico momento. Él sólo quería estar al lado de su adorable chica, quien se rio con delicadeza encontrando algo gracioso en ese par de idiotas que bajaban desde el Santuario y empezaban a traspasar su casa.

Esos dos estaban gritándose el uno al otro de una forma que nadie se imaginaba que lo hacían siendo que se llevaban muy bien.

—¡Vamos, Manigoldo! ¡Algo debes saber!

—¡Ah! ¡Ya déjame en paz, maldita sea! ¡Gioca me prometió una deliciosa cena para hoy y no pienso dejar que se enfríe porque tú no sabes cuidar las cosas de tu mujer cuando las tienes en las manos!

—¡Al diablo con eso! ¡Claro que tú sabes dónde están! ¡Te las mostré ayer antes de irnos a la taberna! ¡Lo recuerdo bien! ¡Las tenía en mi bolsillo y esta mañana ya no estaban! —exclamó Kardia más que enojado, temeroso—. ¡¿No entiendes que mi integridad física depende de que las encuentre?!

—¡Como si me importara lo que le pase a tu estúpida vida! ¡Y si tan buena memoria tienes! ¡¿Por qué no sabes dónde las dejaste?! —se exaltó Manigoldo.

Tratando de mantener la calma, como Asmita le enseñó, Albafica respiró profundo aunque entrecerró sus ojos tratando de centrarse más en la luz del atardecer que en sus estúpidos amigos. Porque sí, ese par de bestias eran amigos suyos. Eran como… un agradable pero repulsivo y molesto grano en la espalda que jamás se podría quitar.

Ya había aprendido a vivir con ellos y soportarles sus pataletas; por separado y juntos. Ahora que lo pensaba, alguien debería darle un premio por lograr tal hazaña.

—¡Manigoldo, por Athena! ¡Dime qué recuerdas!

—¡¿Acaso ya lo olvidaste?! —diablos, se detuvieron en medio de la Casa de Piscis—. ¡Tú apostaste las arracadas de Calvera en la taberna ayer! ¡Es tú problema si ella las está buscando ahora!

—¡¿Las aposté?! ¡¿Y las perdí?! —se exaltó; incluso se quedó pálido—. ¡Por todos los dioses! ¡¿Y por qué no me detuviste?!

—¡Lo intenté, pedazo de mierda! —pasaron por de lado de ellos, bajando de Piscis sin detenerse—. ¡Pero me dijiste: "cállate ya, cangrejito, yo sé lo que hago"! —remedó dando énfasis a lo estúpido que sonó esa frase, entonces continuaron gritándose mientras los ignoraban y se iban—. ¡Y perdiste! ¡Estabas tan ebrio que por poco me apostaste a mí también, bastardo infeliz…!

Blá, blá, blá… lo bueno era que los dos sabían tratar con el otro sin llegar a agredirse mutuamente. Claro, a menos que los dos estén ebrios y hayan querido demostrar su poder frente a las chicas de la taberna causando por error una Guerra de los Mil Días de la forma más estúpida posible. Ocasionando también que el Patriarca lamentase profundamente no poder matarlos a los dos.

Sin embargo los tiempos eran otros y ninguno podía hacer eso o perderían más que sus vidas: la posibilidad de estar completos y felices.

Pero lo único que salvó a ese par, de recibir Rosas Sangrientas en sus vacías cabezas fue que Agasha se estaba riendo de ellos. Sí, mejor que la divirtiesen a ella porque Albafica estaba perdiendo los últimos gramos de paciencia que le quedaban.

—La señora Calvera va a matarlo —predijo ella llevándose una mano a la boca—. Creo que no lo veremos sonriendo hasta que ella lo haya hecho limpiar toda la Casa de Escorpio de arriba abajo con un cepillo diminuto.

Y Albafica iba a disfrutar de cada segundo viendo eso.

Kardia incluso limpiaría el techo de su casa con la lengua, de eso muchos podrían estar seguros. Albafica no sabía que eran esas cosas llamadas "arracadas" pero debían ser objetos sumamente valiosos para que Kardia se pusiese así de histérico por encontrarlos.

Lamentablemente si era cierto que el idiota había apostado esos objetos tan importantes y los había perdido… ni la mismísima Athena podría encontrarlos ahora.

Por otro lado, Albafica jamás habría creído que pudiese existir una persona que se las ingeniase estupendamente para sostener la correa de Kardia de un modo tan firme que ese potro salvaje ya hasta se sentaba con una simple orden.

Esa flamante belleza de Nueva España llegó como un soplo de viento fresco al Santuario, de las lejanas tierras, como una reina para apoderarse de Escorpio (con la bendición de Athena, por supuesto) y obligando a Kardia a comportarse mejor. Mucho mejor.

¿El premio para él si se portaba como un niño bueno?

Visitar la taberna una vez a la semana.

Después de que Calvera le enseñase que cuando ella decía "no irás" es porque él "no iba a ir a ninguna (maldita) parte". A Kardia ya no le quedaba duda de que sufriría si no obedecía. Cabe decir que a él no le gustaba hablar mucho de eso y no precisamente porque le diese vergüenza.

Las decisiones de Calvera eran inamovibles y hasta extremistas pero si se hablaba de obstinación, Kardia fue un gran combatiente que cayó como los grandes.

Al menos logró llegar a algunos acuerdos con la mujer sin gritar.

Para empezar, Calvera no iba a aceptar tener a borrachos cerca de ella ni mucho menos lavar vómito del piso o el baño cada fin de semana, y al parecer debió haber sido muy radical como clara en ese punto ya que su modo de darse a entender hacía que incluso Kardia se lo pensase dos veces antes de ir en contra de sus órdenes como las primeras veces.

Después de haberla desobedecido la primera ocasión cuando recién empezaron a vivir juntos, él ya no había vuelto a ser el mismo.

»He visto cosas, amigo —le musitó a Albafica en una ocasión en la que éste vio a Kardia sumamente perturbado ascender hasta el Santuario después de ser llamado por Sasha—. Cosas terribles. La-las mujeres… deben ser obra del cosmos para atormentar al indefenso hombre. Esto no puede ser natural.

Lo gracioso era que eso no era lo mismo que Kardia decía cuando se iba a beber y a disfrutar de la vida entre mujeres y otros tipos de libertinaje.

Todo pareció ir de mal en peor para Kardia y Manigoldo (quien hasta entonces se había estado burlando de su compañero) cuando llegó una nueva amenaza.

La señora Calvera sin duda se sintió en confianza de compartir sus métodos de "disciplina" con nada más ni nada menos que con Gioca, la chica que se había disfrazado de chico y Manigoldo y Albafica conocieron hace algún tiempo.

Porque sí, sin que nadie lo viese venir, ella poco después de la llegada de Calvera, cumplió con su promesa de visitar a Manigoldo al Santuario cuando la guerra contra Hades se terminó. Incluso dijo orgullosa que pagó el viaje con su propio dinero, el cual ganó haciendo…

»¡¿Te desnudas para los hombres?!

Por lo que Agasha le contó a Albafica, pues ella había estado hablando con la chica antes de la llegada del Santo (a quien Gioca buscaba), la cara de Manigoldo se tornó entre pálida y rojiza de las mejillas cuando Gioca le dijo orgullosa cómo se había estado ganando la vida en estos últimos años.

Gioca había sobrevivido gracias a su capacidad de adaptarse a las situaciones difíciles, sin embargo, como predijo el mismo Manigoldo, los años le sentaron bien. Tanto que consiguió trabajo temporal en una taberna donde ofrecía bebidas a los clientes… y a veces bailaba para ellos en privado por un bono extra.

»¡¿Y te desnudas para ellos?! —gritó otra vez, muy exaltado.

»Cállate ya —le espetó ella algo abochornada—, desnudarme no es lo mismo que acostarme con ellos. Entiende, no es tan fácil ganar dinero. ¡Ah! Pero como eres un Santo Dorado —reprochó— y tienes un enorme espacio para dormir y jamás te falta comida en la mesa, ¡¿qué vas a saber tú de carencias?!

»¡Me importa un cuerno! ¡No vas a volver ahí! ¡¿Me oíste?!

»¡¿Pero quién te has creído?! ¡¿Acaso me ves pidiéndote permiso?!

Agasha dijo que se había ido por su seguridad al momento en el que las cosas se salieron de control, sin embargo por la propia Gioca quien les contó todo a ella y la señora Calvera todo lo sucedido, sabía que luego de la riña, ambos se sentaron en las escaleras de Cáncer como personas normales; compartiendo historias entre cervezas que Manigoldo tenía reservadas para él mismo.

Ella le reprendía por no ser precisamente un hombre "honorable", por dejarse seducir por las mujeres de la taberna donde Kardia y él frecuentaban. Se defendió diciéndole que por eso mismo él no tenía ni el más mínimo derecho de juzgarla por trabajar de algo que para ella, significaba muy buenas ganancias económicas.

»¿Acaso crees que todas las chicas de esa taberna horrible a la que vas, trabajan ahí por gusto? —bufó irritada—, deja ya de juzgarme por un maldito segundo y alégrate que haya venido de tan lejos para verte.

»No es que no me alegre de verte. Y tampoco es que te juzgue —aceptó en un ligero estado de ebriedad—, e-es solo que… tú eres… ¡arg! Tú no necesitas hacer eso… con lo lista que eres…

»Así que crees que soy lista —picoteó bastante sobria ya que ella se encargaba de llenar a su compañero de bebida fingiendo beber con él cuando realmente no lo hacía.

Aparentemente sin darse cuenta de nada, Manigoldo asintió.

»¿Y…? ¿Crees que también soy guapa? —quiso saber riendo.

»Bastante… como para dejar que me embriagues —le respondió con una sonrisa burlona.

Eso, según la propia Gioca, fue algo que no se esperaba oír puesto que pensó que él no iba a dejarse engañar con los trucos coquetos de las chicas de taberna y si lo hacía sería porque en efecto, era más lista que él. Sin embargo Manigoldo debió haberla embrujado con algo pues en vez de huir, como sería lo más sensato, Gioca nunca se fue de la Casa de Cáncer.

Lo milagroso del asunto fue que a diferencia de Kardia, Manigoldo no necesitó que Gioca le prohibiese ir a emborracharse. También se dice que desde entonces no ha aceptado ninguna invitación de ninguna mujer para pasar la noche.

Sus visitas se convirtieron meramente para beber unos tragos con Kardia y vigilarlo para que no cometiese estupideces… como por ejemplo, apostar unos costosísimos aretes de oro (las famosas arracadas) en una apuesta que iba a costarle al Santo de Escorpio ser la servidumbre de la señora Calvera hasta que a ésta se le pasase el enojo… o hasta que Kardia se quedase sin piel luego tanto lavar y lavar ropa en el río.

¿Había que mencionar que esa mujer, Calvera, era de armas tomar?

Daba miedo.

La mujer nativa de la Nueva España es un alma tan salvaje que ni siquiera Kardia es capaz de hacerle frente sin arrepentirse un par de minutos después. Y es que ella a diferencia de Gioca, Agasha, entre algunas otras mujeres que llegaron al Santuario para quedarse no sólo con los Santos Dorados sino también con sus corazones y espacios, Calvera no le pidió permiso a Kardia para vivir con él.

Simplemente un día llegó con una maleta en la mano y dijo:

»¿Dónde está el inútil de Escorpio? ¡Exijo verlo!

Algunos guardias intentaron sacarla de los alrededores del Santuario por sus alaridos incesantes sin embargo… la señora Calvera tenía un secreto que a todos sorprendió.

Uno de los guardias incluso se meó encima cuando se dio cuenta que ella no era una mujer cualquiera. No sólo era una mujer dura y con fuertes creencias feministas que iban completamente en contra de muchas costumbres griegas, sino que además era la encarnación del dios Quetzalcóatl. Una entidad de la primaria fuente divina, lo que la hacía una valiosa aliada… o una muy temible enemiga.

»¡Exijo que salga el inútil! ¡Ahora!

Cuando la bella Sasha y su Ilustrísima bajaron para enfrentar al "enemigo", el cosmos de Calvera descendió hasta dejar al descubierto su piel humana y abrazó a la joven diosa Athena, diciéndole lo alegre que se sentía por volver a verla.

Shion les recibió en Aries y cuando Kardia volvía de Escocia esa misma tarde, se llevó una gran y grata sorpresa.

»¡¿Vivir conmigo?! ¡¿Acaso has perdido la cabeza, mujer?!

Sí, una grata sorpresa.

Otra cosa a tomar en cuenta en esta historia, es que desde que Kardia tenía una vida sexual más activa que la del resto de sus compañeros, se decía que él tenía uno que otro hijo bastardo vagando por ahí, sin embargo nunca se comprobó nada ya que la sangre de Kardia es sin duda muy especial y él no era tan descuidado como para ir por el mundo regando su semilla libremente. Estaba loco más no era un completo estúpido.

Tal como Albafica; para Kardia, crear descendientes no era algo que pudiese hacer con facilidad.

Sin embargo curiosamente un par de meses después de la llegada de la señora Calvera, entre medio de diversas discusiones entre ellos, ella ya estaba mostrando una panza abultada. Durante todo ese tiempo nadie sabía muy bien si el bebé en cuestión era de Kardia o no (él nunca decía nada) y sin embargo se le trató con respeto; se le dio la bienvenida y cualquiera que dijese una palabra en su contra era severamente castigado.

Sin embargo toda duda adentro del Santuario se despejó cuando nació la criaturita.

Los ojos, la piel, incluso esa cabecita adornada con pequeños cabellos azules. Desde ahí se empezó a ver que el niño sería una copia idéntica del Santo de Escorpio; su padre legítimo.

Cuando el pequeño Milo nació, movió su boquita y con su pequeña mano sujetó el dedo índice de su papá, Kardia lo abrazó con una delicadeza nunca antes vista en él. Incluso temblaba por todas las emociones que lo recorrían.

»Es tan pequeño… ¿estás segura que no lo romperé? —dijo con miedo a Calvera quien descansaba luego de tan agotador y doloroso parto.

»Cuídalo y cállate. Debo dormir.

Desde entonces se dice también que Dégel de Acuario se había vuelto menos huraño, más sociable; incluso ya era común que se riese más. Su rol como tío estaba haciendo un agradable efecto en él puesto que cuidaba del bebé cuando los padres salían al pueblo a abastecerse de víveres; claro, todo con el dinero de Kardia y el mando de Calvera.

»Yo también quiero un bebé pronto, ¿oíste? —le espetó Gioca a Manigoldo en la pequeña celebración que se hizo en Escorpio en honor al primer año cumplido de Milo.

El Santo de Cáncer se ahogó con su propia saliva; por poco se desmayó cuando oyó a su joven prometida tan segura de querer ser madre. Kardia no le ayudó en nada; sólo se burló palmeándole el hombro como si tomase venganza en contra de su colega por sus anteriores burlas.

»Vamos, anímate compañero. No es tan malo tener hijos una vez que te acostumbras a no dormir tres horas consecutivas —sólo dejó de reír para quedarse frío cuando vio a Calvera que estaba parada no muy lejos de él, con el bebé en manos, mirándolo con seriedad.

Para el infortunio de Albafica, Agasha ya le había sacado a colación el tema también, pero él no se sentía listo aún para siquiera pensar en eso. Es decir, Milo había nacido perfectamente sano y para su edad, a veces expulsaba un cosmos bastante poderoso, sin embargo eso (según Sasha y Calvera) se debía a sus genes de mitad-dios.

Milo era un semi-dios confirmado por los genes de Calvera, o Quetzalcóatl, como sea que se llamase. Estos genes eran demasiado fuertes como para que un mal que afectaba a un humano, le pudiese hacer daño a él; de hecho no había mal (ni siquiera un resfriado) que pudiese contraer, lo que sin duda era un gran alivio y un martirio a futuro bastante pronunciado ya que si en algún momento Milo enfermaba de algo eso querría decir que la cura no iba ser sencilla de obtener.

Había que mencionar también que Dégel se sentía muy aliviado de que Calvera, con su colaboración, pudiese crear y otorgarle a Kardia un antídoto para su corazón. Lo que liberaba a ambos amigos de tener infartos colosales cada cinco minutos. Sin embargo, a pesar de recuperar su salud, Kardia afirmó que no dejaría de vivir su vida intensamente, menos ahora que tenía alguien a quien ponerle un buen ejemplo de lo que era la vida de un caballero.

Albafica nunca lo diría, pero también se alegraba de que Kardia se encontrase bien y tuviese una familia; una por la cual ser mejor persona; una familia por la cual sangrar y sentir que valía la pena hacerlo. Una familia que le diese el amor que todos ellos no habían saboreado desde sus respectivos nacimientos.

Pero en serio, nunca se lo diría tampoco a Agasha, mucho menos a Kardia.

—¿Sabes? Desde que llegué al Santuario, siento que todo ha sido… distinto —susurró Agasha sin dejar de ver la luz anaranjada, acentuarse en su punto máximo—, ¿o es mi imaginación?

Él sonrió levemente.

—No lo creo.

Contra todo pronóstico, Albafica de Piscis había sido el primer Santo de su generación en admitir que estaba enamorado de una joven doncella y que lucharía contra cualquiera si era necesario con tal de no ser separado de ella.

Sin miedo ni vergüenza, un día simplemente aceptó sus sentimientos frente a sus colegas cuando Manigoldo le preguntaba a dónde iba cada vez que "desaparecía".

No muchos en el pueblo sabían que los Santos, como cualquier otra persona, necesitaban de algo de tranquilidad y/o diversión para aferrarse a sus corduras. Para Manigoldo y Kardia, el desahogo más sencillo y económico de encontrar era fastidiar a Albafica, Dégel, Asmita, Hasgard, Sisyphus, el Cid y Shion. Lo malo era que si Dohko estaba cerca, él no hacía nada para detener nada; sólo se limitaba a pararse lejos y reírse, sobre todo si a quien molestaban era a Shion, lo que por supuesto ocasionaba que el Santo de Aries perdiese la paciencia y le soltase un puñetazo a su mejor amigo.

Dohko se lo permitía porque sabía que era la mejor forma que tenía Shion para destensarse. Además de que el daño no era tanto.

Sin embargo, cuando Manigoldo junto al joven Regulus, quien ya estaba aprendiendo a ser un rompe-nervios amateur, vieron a Albafica ascender por Cáncer, donde ambos estaban hablando, sonrieron como idiotas para iniciar con su interrogatorio. Para ello le impidieron a Albafica siquiera ir más allá de la mitad de la cuarta casa.

»¿Acaso alguien finalmente pudo tolerarte? —se rio con descaro.

»Vamos, señor Albafica. Confiese —codeó Regulus.

El niño se salvaba de ser pateado lejos como a quien patea una pelota ya que en ese momento pareció más emocionado que burlón, lo que sin duda le hizo merecedor sólo de una mirada irritada de su parte.

»Anda, todos sabemos que te escabulles apenas terminas tus deberes para ver a alguien —lo tomó del hombro y lo encaminó más adentro de Cáncer—. ¿Y qué? ¿Es guapa? ¿Al menos es lista? ¿Sabe leer? ¿No trabaja en la taberna, verdad?

Rechinando los dientes y viendo enfadado la cara soñadora de Regulus mientras Manigoldo preguntaba y preguntaba, Albafica decidió arriesgarse y ser honesto.

»Por los dioses —susurró agobiado y molesto. Se quitó con brusquedad el brazo de Manigoldo y se paró frente a esos dos chismosos—. Sí, es guapa. También es lista. Sí, ella sabe leer. Y no, idiota; ella no trabaja en esa estúpida taberna. ¿Algo más que tu insoportable curiosidad quiera saber o ya puedo irme en paz?

Pensó que había cometido un grave error al decirles aquello a sus bocones compañeros sin embargo no fue así. Después de que Agasha se fuese del Santuario, pues había llevado flores para el Patriarca; con una discreción aceptable pasó por su casa siendo sumamente respetuosa, pues en esos momentos Albafica estaba tolerando a Kardia quien le insistía en acompañarlo a la taberna pues "muchas nenas" esperaban conocerlo al fin.

»Ah, ya veo —musitó pensativo siguiendo a Agasha con la mirada.

»¿De qué diablos hablas ahora?

»Manigoldo y Regulus no mentían —lo ignoró—, entonces ya tienes correa.

A pesar de saber que se arrepentiría por preguntar, Albafica presionó a Kardia para que le contase lo que sabía. Y en su momento no le gustó mucho lo que oyó: para empezar, desde que Albafica se confesó, Manigoldo y Regulus entre los entrenamientos en el coliseo hicieron una pequeña investigación. Los sitios en los que más era común verlo caminando; concordaron en que la única chica cercana a esos sitios era Agasha y desde entonces buscaron más y más señales de que no estaban equivocándose de muchacha.

»Maravilloso. ¿No han pensado en trabajar como casamenteras en vez de ser Santos? —se irritó Albafica por la invasión a su vida privada.

Sólo por eso, Albafica le había dicho todo lo que sabía de Manigoldo a Gioca por medio de cartas.

Porque sí, él se enteró de su pronta visita mucho antes que todos; sólo que Gioca le había pedido ser discreto para que su manifestación fuese una "sorpresa", cosa que a él no le costó nada cumplir; después de todo en esa temporada había hecho oficial su relación con Agasha y no tenía demasiado tiempo para preocuparse por otras cosas que no el concernían.

Gracias a que la diosa Athena y el Patriarca conocían a Agasha y tenían buenas referencias de ella; había sido invitada a vivir con él en el Santuario (con el asombro y aprobación de Albafica) y con todo los que había que hacer para acoplarse a un nuevo paso en la relación de ambos, la mente de Albafica se mantuvo ocupada.

Pero eso sí, Albafica fue quien le suministró armas a Gioca para que ella pudiese defender su profesión frente a Manigoldo; desde sus recurrentes citas con chicas del pueblo hasta su indebido gusto por pasar sus ratos libres, rodeado de mujeres y licor; aunque de rara vez se le viese realmente ebrio.

Agregando algo a esto, Albafica concordaba con Manigoldo en una cosa: ese empleo no era digno para Gioca así que por mucho dinero que ganase debía dejarlo.

Gracias a los dioses, el padre de Agasha necesitaba de más ayuda y dado a que su pequeña hija ya estaba comprometida con un Santo por lo que el dinero no sería problema para ella, Agasha misma recomendó a Gioca para que pudiese elaborar tareas que el hombre por su edad ya no podía y ella por la distancia de Piscis hasta la florería tampoco podía hacerlo.

Por otro lado, Gioca se negaba a dejar de trabajar por lo que introducirse en el negocio de las flores le vino bien.

A veces Gioca hacia el recorrido con flores para su Ilustrísima y Sasha. Agasha a veces ayudaba cuando Gioca se ocupaba de tratar las heridas que Manigoldo se hacía en sus misiones o entrenamientos. Aun así el negocio del florista pronto creció con el exhaustivo trabajo de las jóvenes aprendices que diariamente se esforzaban en su trabajo.

Poco a poco las cosas se normalizaron con la llegada de las mujeres. Kardia ya no rehuía tanto de sus deberes. Manigoldo había dejado de llamar "viejo" a su maestro. Y Albafica ya daba los "buenos días" a sus compañeros.

Se debía agregar que desde que la señora Calvera, con el pequeño Milo en brazos, ascendía desde Escorpio hasta Piscis donde se sentaba con Agasha para platicar juntas mientras los Santos entrenaban en el coliseo, Albafica se sentía seguro de que al regresar ella estaría sonriéndole de vuelta pues no estaba sola como en sus primeros meses donde parecía no encontrar mucho en qué gastar su tiempo cuando no estaban juntos.

Aunque en un principio era difícil acostumbrarse a recibir a más personas en el Santuario, por no decir "mujeres locas", Albafica ya estaba más que confiado en que de cualquier forma la familia seguiría creciendo y la soledad que siempre se respiraba en el Santuario iba a desaparecer para abrir paso a una nueva época más brillantes para los Santos que hasta estos momentos, debían vivir en enormes templos, completamente solos del resto de la humanidad.

—¿A qué quieres viajar a Siberia?

La burbuja de paz que Albafica había logrado crearse desde que se fueron Manigoldo y Kardia, acababa de explotar otra vez. ¿Ahora por qué discutían esos otros dos?

—¿Acaso no puedo hacerlo?

—Eh. No. ¡Albafica!

Maldición.

—CONTINUARÁ—


Espero que les haya sacado al menos una sonrisa ja. Creo que continuaré escribiendo para este fandom un poco más, me encanta averiguar qué tanto se puede relatar sobre estos hermosos hombres (jajaja, Albafica, no me mates, sabes que es la verdad jajaja).

¡Muy pronto la siguiente parte! :D

¡Gracias y hasta la próxima!


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