POV Severus

¿Cuánto más van a tardar? Porque tengo cosas que hacer.

Llevamos casi una hora en el despacho de Dumbledore, se supone que vendrán unos tipos que nos llevarán con unas brujas sumamente poderosas, las "hechiceras", no entiendo cómo un par de brujas más hará la diferencia en la guerra contra El Señor Tenebroso pero debo seguirle el juego al viejo si no lo quiero incordiándome por el resto del mes.

Tranquilo Severus, sé cuánto odias la impuntualidad pero ya no deben tardar, si se han demorado seguramente es por un buen motivo.-

Como sea, me pediste que te acompañara y accedí, pero si no están aquí en los próximos 5 minutos, me largo.

Antes de que pudiera objetar nada, en medio del despacho comenzaron a brillar una serie de lucecitas azules, eran muy brillantes y tintineaban de un modo peculiar, cada vez había más y más de esas minúsculas cosas, pasados unos segundos, tomaron la forma de dos siluetas y siguieron agrupándose hasta que develaron a dos hombres que nunca había visto en mi vida, no eran azules ni tampoco brillantes, eran de carne y hueso, jamás había visto algo así, qué manera tan extraña de aparecerse.

Dumbledore se acercó sonriente hasta uno de los hombres, el de cabello castaño oscuro y barba de candado, ojos azules y tez blanca, físicamente aparentaba unos treinta y pocos años pero su forma de vestir, túnica negra encima de un conjunto de ropa que sólo usaría un muggle pasado de los 40 y la dureza de sus facciones lo hacían ver mucho mayor.

Gideon, me alegra que llegaras, alguien aquí estaba más que impaciente por conocerte. –

Las miradas se volvieron hacia mí, siguiendo el ejemplo de Dumbledore, de esa manera pude girar mi atención al que estaba junto al tal Gideon, era un chico rubio, de ojos verdes y mirada benévola, nada especial salvo que, al igual que el otro, tampoco proyectaba los años que obviamente tenía, no le calculaba más de 25, tal vez muchos menos. Lo que más sorpresa me causaba de estos extraños era su modo de aparición en el colegio.

¿Cómo lograron aparecerse si el colegio está protegido contra eso?

El castaño fue quien respondió.

Pues eso es muy fácil, Hogwarts está completamente protegida contra las apariciones pero no contra las órbitas, que es como llegamos hasta aquí. ¿Qué no le has explicado nada Albus?.

Me temo que no he tenido tiempo pero, ya que estás aquí podríamos aprovechar y tú mismo haces las presentaciones.-

¿Qué no tuvo tiempo? Si estuvimos discutiendo una hora hasta que accedí a formar parte de esta tontería y otra hora más encerrados en este lugar, esperando a estos tipos y hablando sobre las indiscutibles ventajas de dormir con calcetines, bueno él hablaba mientras yo sólo rogaba a Merlín que Quien no debe ser nombrado atacara el castillo y me matara de una maldita vez, todo por hacer que parara la sarta de ridiculeces que me veía obligado seguir oyendo. La mirada que le dirigió el ojiazul fue de entendimiento y complicidad, genial como si no tuviera bastante con un viejo chiflado. Con una expresión serena y afable se dirigió directamente a mí.

Buenas noches, usted debe ser el profesor Severus Snape, es un honor conocerle, Albus me ha contado maravillas respecto a su persona. Mi nombre es Gideon y soy un "anciano", además del director de La Escuela de Magia.

¿Un anciano? ¿Era una clase de broma? ¿A cuál Escuela de Magia se refería? yo conocía todas y a sus respectivos directivos y jamás lo había visto ni oído hablar de él. Gideon continuó con su ambigua presentación y señaló al chico a su lado.

Él es Leo Wyatt, un ángel blanco y esposo de una de las Hechiceras.-

¿Ángel blanco? Definitivamente, todos en este cuarto estaban completamente dementes, ¿cómo Albus se había dejado envolver por estos especímenes recién fugados de San Mungo? El recién presentado, Leo, se acercó a mí con una gran sonrisa y me tendió la mano en señal de saludo. Quería gritarles que estaban deschavetados y salir de ahí con mi lucidez intacta pero mirar a ese par era como ver a mi padre o a mi abuelo, bueno no a los míos precisamente sino al padre o abuelo de alguien más, uno gentil, bondadoso y respetable así que no me quedó de otra que corresponder el gesto y saludarlo.

Mucho gusto Severus.-

Ehhh, sí un gusto.-

Mi voz sonó tal vez un poco más sarcástica de lo que pretendía pero no podía evitarlo era mi forma de ser y por más buenas personas que me resultaran no iba a tratarlos diferente.

Perfecto, ya que os habéis conocido, considero que es hora de marcharnos.-

Sí Albus, mejor apresurarnos, Leo ya habló con ellas y nos estarán esperando.-

Gideon miró a su compañero como para incitarlo a complementar lo que había dicho y la respuesta no se hizo esperar.

Así es, todas están emocionadas y expectantes, hasta esta mañana no tenían idea de este mundo al que ustedes pertenecen y les aseguro que estarán receptivas a lo que tengan que decirles sin embargo…-

El rostro sereno de Leo se contrajo en señal de duda por un momento antes de tomar un largo suspiro y seguir hablando.

Bueno, sólo quiero pedirles que sean total y completamente honestos con sus intenciones o las cosas podrían tornarse un tanto… complicadas.-

La confusión dentro de mí crecía a cada segundo, que advertencia tan rara. Me giré para ver qué reacción tendría Dumbledore pero, la sorpresa que me llevé cuando sólo asintió y se encaminó hasta donde estaba Gideon, lo tomó por el hombro y sin decir más desaparecieron, dejando de nuevo aquellas cositas azules y titilantes que ascendieron hasta el techo hasta atravesarlo y esfumarse por completo. No salí de mi asombro hasta que Leo se acercó, demasiado para mi gusto, cuánto odiaba que la gente invadiera mi espacio personal y, Merlín, entendí demasiado tarde lo que iba a suceder, al igual que Dumbledore hizo con Gideon, Leo me tomó por el hombro y lo único que pude registrar fue como mi estómago se encogió de pronto, no era igual a aparecerse, realmente no tenía nada que ver pero sabía a ciencia cierta que ya no estaba en Hogwarts.