Los personajes de Ice Age no me pertenecen.

Admítelo.

De alguna forma había algo que le molestaba a Diego, intentaba con todas sus fuerzas no intentar saltar al agua y buscarla, intentaba clavar con todas sus fuerzas sus uñas en el hielo y no moverse, pero no podía, sus patas corrían de un lado a otro buscando consuelo y no sabía la razón.

Dio otra vuelta y Sid le miro de reojo mientras sus labios parecían estirarse en una sonrisa burlona, pero Diego lo descarto porque Sid no podía dar esa sonrisa, era demasiado estúpido siquiera para pensar que había otra sonrisa aparte de la suya, sin embargo Manny no era estúpido y menos aún tan corto de entendederas como Sid.

—¿Qué pasa tío? —pregunto el mamut mientras le seguía con la mirada.

—No lo entiendo. —confeso entre dientes Diego mientras le miraba. —No tengo hambre, no estoy herido, pero no puedo…—soltó un gruñido.

—¿No puedes dejar de preocuparte por esa dientes de sable, no?

Diego le mira con confusión, casi rayando a burla hasta que al final suelta un resoplido.

—Estás enamorado amigo. —dice Manny, inflándose ante semejante evidencia. Diego ríe.

Dios, porque le parece realmente gracioso.

¿Enamorado de esa maldita gatita que le ponía los pelos de punta?

Nah.

—No seas tonto. —responde poniendo los ojos en blanco.

Sus uñas se clavan con más fuerzas en el hielo y luego gira, deslizándose en la soledad.

¿Enamorado?

Vamos a ver, Diego no era un romanticón empedernido, es más, Diego no recuerda haber tenido siquiera una relación con una hembra, nunca llamó su atención ciertamente, hasta que conoció a esa gatita. No es que ella fuera realmente bella—vamos, admítelo Diego—pero tenía cierto encanto. Era fuerte, era fiera, no se dejaba doblegar ante nadie, y Dios, tenía una mirada.

Diego resoplo con un gruñido. Esa maldita gatita. Como se atreviera a morir…

El Diente de sable se dejo caer en el hielo y gruño irritado, cómo odiaba no saber que tenía. Pero algo era seguro, todo era por Shira.