DISCLAIMER: One Piece no me pertenece, pero esta aventura alocada sí.
Dolor... es amar a una persona y no poder estar con ella.
Orange Town, siete y media de la tarde.
Las calles estaban mudas y desiertas. Las pequeñas casas que adornaban el pueblo estaban destruidas y llenas de escombros a causa de unos cañonazos que recibieron la tarde anterior.
El sol logró ponerse, formando una preciosa puesta entre las olas tranquilas, que rompían en toda su amplitud sobre la fresca orilla.
Una pequeña chica caminaba por esta con los ojos cerrados, sin miedo a caerse, sintiendo los pequeños granos de arena y la escasa agua colarse por los bonitos huecos de sus dedos.
Se paró al escuchar un estruendo y a algo derrumbarse. Otro cañonazo, pensó. De su bolso sacó un libro artesanal, totalmente destrozado y, encima, estaba mal hecho. Buscó entre sus páginas raídas y rotas. Paró bruscamente en la que estaba interesada. Sonrió escuetamente.
— Buggy el payaso — dijo— ya te tengo.
En aquel folio se veía al nombrado pirata, con su gigantesca nariz roja en lo amplio de la portada.
La pequeña acarició el papel con delicadeza y devoción. Le dedicó una pequeña sonrisa de sus labios mientras cerraba y guardaba el libro en su lugar.
Luego de hacerlo, corrió con todas sus fuerzas a la ciudad. Por fin le había encontrado.
Una maraña de piratas reía al ver como su capitán encendía la mecha del cañón y disparaba al pueblo, totalmente indefenso. Seguramente, ese sería el mejor día de sus vidas. Se habían quedado con el pueblo, había comida y bebida de sobra y podían coger lo que quisieran de las casas que aún quedaban en pie. En fin, así era la vida del pirata.
Con la moña de la cerveza, empezaron a cantar el himno del pirata. Bueno, en realidad lo cantaban en cada celebración. Un grumete cantaba, y los demás le hacían el coro:
¡Velas, arriad, elevad el ancla ¡Remen sin parar, divisar un barco
Vamos a zarpar!
Vamos a abordar!
Buggy no podía parar de reír. Estaba más rojo que su nariz, lamigreaba y no dejaba de batir palmas. Sus dos oficiales más importantes, Mohji y Cabaji, estaban a su lado sosteniendo unas botellas de ron y balbuceando tonterías mientras que se abrazaban por la espalda, tambaleándose.
Travesía, himno a la alegría de Piratas del mar Cuando el Sol ilumina el mar Cantos van...Siguen al barco Miren a estribor, que ondee la calavera,
Travesía, himno a la alegría de Piratas del mar
Y las olas rompen por la libertad
Cuando el Sol ilumina el mar
Las sirenas cantan en la eternidad
Desde el cielo llegará la bendición
Valares dan la salvación
¡preparad cañón!
Hacia el bergantín, catalejo en mano,
nuestro es el botín…
Se lo estaban pasando en GRANDE. Nada podía estropear esa fiesta. Hasta que Buggy vio que se abría la puerta de la azotea que habían invadido.
Todos dejaron de cantar, de beber, de pelearse, de dormir y de comer. Cundió la alarma cuando vieron a una muchacha entrar con todo el descaro.
— ¡Intrusa, intrusa! — Gritó un grumete, haciendo de sus manos un megáfono. Ella se limitó a ignorarlo. Solo quería ver al capitán.
Buggy se levantó de su asiento alertado. ¿Qué tal si era alguien que quería su cabeza? Que va, él la tenía muy bien puesta donde estaba. ¿Era algún curioso? De ser así, le pediría su autógrafo.
El capitán rió a carcajadas al ver que era una pequeña niña algo desaliñada.
— ¿Quéf quiereg? — Le preguntó, completamente borracho y sin ser capaz de coordinar sus palabras— estúpifa, esgtás ante el pirgata másh granfe, ¡del mundo!
La chiquilla no pudo evitar mirar hacia el suelo y reír disimuladamente. Estaba muy borracho. Demasiado.
— Desearía unirme a la tripulación— espetó, mirando los ojos de Buggy. Tenía la mirada algo perdida a causa del alcohol. La chica se mordió el labio inferior para no reír a carcajadas.
Aunque el que rió a carcajadas fue el narizón, seguido de sus compañeros. La pequeña se encogió un poco, se sentía intimidada ante tantos hombres que la señalaban con el dedo.
Buggy se sentó de nuevo en el asiento que le habían traído, apoyando su mano en su mejilla hecha puño, con una sonrisa lasciva.
— Bueno. Enzéñame quéf sabges hacef…
Ella asintió en silencio. Los demás la miraban expectantes por saber cuáles eran sus habilidades. Si la aceptaba, sería la primera chica que ingresaría en la tripulación.
Dio dos palmadas en el aire, y, como por arte de magia, pequeños ratoncitos de color canela salieron de su ropa. Todos aullaron impresionados menos el capitán, que alzó una ceja en respuesta. La chica sacó de su bolso una flauta dulce que empezó a tocar. Estaba claramente desafinada, pero, el sonido chirriante parecía influir en los ratones.
Los ratones comenzaron a hacer figuras, y con cada una que hacían los demás aplaudían con fuerza. Buggy rió por lo bajo. Como todo artista de circo, pensó.
Después de diez minutos más, los ratones se dispersaron sorprendiendo a todos, trajeron comida y bebida de la fiesta a su dueña. Así, desaparecieron debajo de la ropa de la chiquilla, e hizo una reverencia haciendo que sus espectadores aplaudieran. Mohji la miraba con ojos de corazón y Cabaji con una sonrisa tierna.
— También soy muy ágil, porque soy muy delgada, y tengo buenos reflejos— aclaró.
La pequeña rezaba en sus adentros para que Buggy la acogiera en su tripulación. Desde aquél incidente, había estado enamorada de él en secreto… Su corazón palpitaba cual motor en marcha y su mente no pensaba con demasiada claridad a causa de la opinión que podría tener de ella.
Se limpió sus manos sudorosas en el traje que llevaba. Tenía que escuchar la respuesta ya.
Los ojos empezaban a empaparse como dos gotas de agua. Si la rechazaba, su pequeño corazón no aguantaría más y explotaría como las bombas que él lanzaba sin ton ni son a Orange Town. Había sufrido muchos años por encontrarle. Sólo quería estar a su lado, no importa que no le correspondiera, todo el esfuerzo que había invertido valía por una simple caricia de manos.
Buggy la miraba expectante. Se rascó la peluda barbilla. La conocía de algo, pero, ¿de qué?
Le pareció maja. Y más sus ratones. Sus tripulantes la adoraban. ¿Por qué no?
— ¡Chicgos…— Habló por fin— demoz la bienvenida… a nuezgtra nueva nakama!
Todos estallaron en risas y en aplausos. La pequeña no se lo podía creer. Alzó la vista a todos sus nuevos nakamas, que fueron saludándola de uno en uno, hasta que llegó el turno de Mohji, que le envió una sonrisa seductora que la niña no supo interpretar.
— Tomag— dijo, tendiéndole una rosa que había sacado de su espalda. — Bienvenida a la tripulagción, guapash.
— Oh— musitó, tomando la rosa entre sus manos. — Gracias. Es… la primera vez que me regalan algo.
— Meg alegra zer el prigmero…— Dijo, con cara de pervertido. Pero llegó Cabaji cortándole todo el rollo para pegarle un coscorrón en la nuca.
— Perdónale, se cayó de la cuna al nacer— se disculpó, haciendo una reverencia. — Soy Cabaji. Espero que te sientas a gusto, al ser la primera muchacha.
— Gracias— ambos estrecharon las manos como efecto de amistad— ahora me gustaría comer algo y ver al capitán. ¿Os importa?
— ¡No, claro que no! — Musitaron todos. La pequeña se acercó al sitio del capitán y se sentó en una silla que había al lado. Buggy le sonrió, tendiéndole un vaso con cerveza.
— ¿Le preguntaron su nombre? — Dijo un grumete, comiendo hasta atragantarse. Los demás se encogieron los hombros, viendo como la niña se sentaba al lado de su capitán.
— Ya lo sabremos después.
Ella torció la boca mientras miraba de reojo de, ahora, su capitán. Era extraño. Tanto tiempo sin estar cerca de él y ahora no sabía cómo reaccionar. Sus manos sudaron de nuevo, haciendo que la copa que tenía entre sus manos resbalase un poco.
Buggy también le tendió un gran plato de comida, haciendo que se le resbalase del todo en la falda de la niña, pero como estaba borracho le importó poco.
— Oh, niñgag…— Le dijo, sonriente. Ella nunca había visto una muestra de alegría tan pura— ¿Pog qué no me cuegntas máz de ti?
Oh, sí. Era la hora. La hora de las preguntas…
Bueno, os podéis preguntar de qué va esto. Vale, es mi primer fic de One Piece, pero prometo que no será una chapuza. Os agradezco de antemano a los que entráis a leer y a los que dejen comentario. Un beso y sigan leyendo. Sayonara.
