Capítulo 1

Cuando se dio cuenta de que no había posibilidad de salir de aquel lugar; que su brazo de metal no podía liberarse del artefacto en el que se encontraba atorado y de que no había manera de levantar aquel peso, mucho menos, desprenderse de su extremidad artificial, Bucky comenzó a considerar la posibilidad de que, probablemente, nunca saldría de ahí. Y lo encontrarían y probablemente perdería todo rastro de memoria que había tardado tanto en recuperar desde que vio, por primera vez, al hombre debajo del puente.

Meses después, llenos de una vida como fugitivo (sus días consistían en huir constantemente de enemigos, el pasado y el presente, así como de sí mismo), descubrió que aquel hombre del puente no era uno cualquiera y aunque había sido asignado como su misión para destruirlo no podría hacerlo, porque aquel hombre era Steve Rogers. Y Steve Rogers era el mejor amigo de James Buchanan Barnes, mejor conocido como Bucky, el hombre con el que él comenzaba a asociarse. Porque recuperar e identificarse con alguien perdido en los lugares de su cerebro que habían sido manipulados había sido un proceso doloroso y difícil.

Aún cuando comenzaba a identificarse a sí mismo como Bucky y sus recuerdos comenzaban a retornar como imágenes y escenas borrosas, todavía no estaba completamente preparado para aceptar eso. Sobre todo al saber que, mientras se había olvidado de sí mismo y de todo lo que amaba, había cometido los más terribles crímenes y había asesinado a docenas de personas. Incluso había querido matar a Steve en más de una ocasión y aunque una parte de él deseaba volver a ver a su amigo, sabía que aquello sería un error. Aunque comenzara a recordar él se había convertido en un peligro para cualquiera que estuviera cerca de él. Y no podía permitir que eso afectara a Steve. Porque, empezaba a recordarlo, aunque sabía que faltaban piezas en sus recuerdos, porque apenas tenía algunos momentos de su infancia y adolescencia; también pudo recordar otros rostros, pero ninguno estaba tan presente en su memoria como Steve.

Por supuesto, ahora todo aquello no importaba porque no podría salir de ahí y ellos iban a regresar e iban a convertirlo en una máquina asesina de nuevo o tal vez, tal vez sería mejor poner toda su resistencia para que no hubiese otra opción más que matarlo.

Escucho ruidos fuera de la habitación donde se encontraba e instintivamente sintió que sus músculos se tensaban, pero era inútil no podría moverse mucho... Sin embargo, escuchó, poco después, sonidos de golpes y disparos... después, silencio.

Sus ojos se mantuvieron fijos en la entrada, a la expectativa del intruso que se dirigía hacia él, sin embargo, cuando la figura entró por completo y su cuerpo fue iluminado por la luz de una de las ventanas rotas, Bucky reconoció ese rostro, porque lo había visto muchas veces en sus recuerdos.

Steve. Y, aunque se alegraba de verlo, sabía que aquello era una mala idea, porque él era un peligro, pero, lamentablemente necesitaba primero, salir de ahí, después podría escaparse de él.

-Ayúdame -dijo. Su voz salió rasposa ya que no la había usado en muchos días y, su garganta dolió un poco, ya que no había tomado agua en horas y comenzaba a sentir que sus labios ardían.

El hombre rubio tardó en responder a su súplica, ya que sus ojos no parecían acostumbrarse a lo que veía, parecía que aquella mirada azul lo inspeccionaba atentamente, mostrando muchas emociones al mismo tiempo. Entonces se dio cuenta de la situación en la que se encontraba al observar su brazo y, sin dudarlo, avanzó hacia el. Pero, en ese momento, entró otro hombre de cabello oscuro y corto y piel morena, quien parecía haberlo seguido corriendo, ya que estaba agitado y le puso una mano en el pecho para detenerlo. No estaban tan cerca de él y el otro hombre comenzó a hablar en murmullos, por lo que Bucky no estaba seguro de qué era lo que le estaba diciendo a Steve, pero, seguramente le estaba advirtiendo en contra de él, todavía podía hacerle daño, después de todo, había intentado matarlo. Entonces, se dio cuenta de que aquel hombre tenía más que eso para acusarlo, ya que, cuando giró su cabeza para dirigirle una mirada rápida, se dio cuenta de que sí lo conocía, bueno, el Soldado de Invierno lo conocía, ya que también había tratado de matarlo.

Aún así no estaba seguro de lo que decía, pero, lo que sea que estaba diciendo en esos momentos estaba haciendo enojar un poco a Steve. Lo vio fruncir el ceño hacia aquel hombre antes de mirarlo a él con una expresión desolada en el rostro. Sí, el Steve que él recordaba siempre había sido de un corazón demasiado noble y bueno para su propio bien.

-Nos necesita -soltó, como si aquello fuera suficiente para hacer callar al otro, entonces, se desesperó aún más.- ¡Me necesita! Y si piensas que lo voy a dejar ahí entonces estás...

El hombre de cabello oscuro parpadeó unos instantes al ver a Steve reaccionar de esa manera, parecía sorprendido, pero su confusión se esfumó pronto y volvió a insistir.

Así no iban a llegar a ninguna solución pronto y Bucky necesitaba salir de ahí. Trató de pensar en algo más que pudiera volver su atención hacia sí,

-Steve...

Fue al parecer, suficiente para terminar la discusión, el rubio, al escuchar su nombre de sus labios, hizo a un lado al otro y no escuchó las muchas protestas que hizo. Se acercó a Bucky y se arrodilló ante él. En su rostro se dibujó una sonrisa que no alcanzó sus ojos, parecía que una emoción que no podía controlar del todo se había apoderado de él.

-Aquí estoy, Bucky -le dijo, como si fuera una promesa-, no me voy a ir.

-Ayúdame -insistió entonces él, quien ya estaba desesperado y comenzaba a sentirse mal por su amigo, a quien iba a dejar de nuevo en cuanto pudiera liberarse. Pero era por su propio bien, para que no sufriera con él. No quería hacerle daño de nuevo.

-Sam va a ir por un amigo, él nos va a ayudar a sacarte -respondió Steve-, yo me quedaré junto a ti mientras regresan.

Le pareció que el otro, al que Steve había llamado Sam, quería protestar ante eso, pero Steve le lanzó una mirada fulminante, por lo que no tuvo más remedio que poner los ojos en blanco y salir de ahí.

-Todo va a estar bien -le aseguró Steve y Bucky notó que se acercaba un poco más.

-Sabes que soy peligroso -trató de advertirle, porque Steve se estaba comportando como cuando eran adolescentes, sin medir las consecuencias de sus acciones.

-No vas a hacerme daño -dijo él, con tanta seguridad que a Bucky le dieron ganas de poner los ojos en blanco.

-Casi te mato -le recordó y en ese momento se sintió terrible, sobre todo al saber que aún así Steve estaba dispuesto a ayudarlo. Sí, habían sido amigos por muchos años, pero aquello debía ser suficiente como para que lo odiara.

-Me sacaste del río -insistió el rubio con vehemencia-, salvaste mi vida. Además, me recuerdas... ¿no es cierto?

-Sí -Bucky se permitió esbozar una débil sonrisa en ese momento-, siempre te metías en problemas y hacías que me preocupara constantemente. También recuerdo que a veces llegabas a mi casa y te quedabas a dormir en mi habitación y, en ocasiones yo iba a la tuya, porque descubría que estabas enfermo y me quedaba a cuidarte. Siempre estabas enfermo y eras tan pequeño que yo tenía mucho miedo, no quería perderte... pero ¿cómo es que cambiaste tanto?

No tenía planeado decir todo aquello, pero, en su momento pareció algo natural, algo que tenía que sacar y compartir para que no se quedara en su mente, como un sueño. Aunque se dio cuenta, muy pronto, que tal vez había sido un error decirlo, ya que una risa alegre brotó de los labios de Steve y su rostro se iluminó con felicidad, era casi como si Bucky estuviese viendo al sol... era una sonrisa cálida que hacía sentir mejor a cualquiera, una sonrisa que había pensando no volvería a ver.

-Sí, siempre fui de constitución débil y en verdad lo odiaba, pero tú siempre me hacías sentir mejor -confesó-, incluso cuando sentía que no tenía nada, te tenía a ti -lo observó atentamente, como si no pudiese contener su alegría, pero intentara hacerlo y, poco después, un adorable rubor cubrió sus mejillas. Se aclaró la garganta-. Supongo que ahora no lo recuerdas, pero me enlisté y fue durante mi periodo en la milicia que accedí a participar en un experimento que me cambió. Pero podemos hablar de eso después, ahora tenemos que enfocarnos en sacarte de aquí y llevarte hasta la base...

Bucky no correspondió a su sonrisa, ni dijo nada. Sus planes eran muy diferentes a los que Steve tenía para él. Sin embargo, el rubio parecía conocerlo bastante bien porque se inclinó y su mirada se llenó de preocupación. Extendió una de sus manos para acariciar su rostro, pero giró la cabeza en otra dirección para esquivarlo. Los ojos azules de Steve se cubrieron con dolor y bajó el brazo, derrotado.

-Lo siento, no quise... yo sé que es muy pronto para ti volver a confiar en las personas, incluso en mí -comentó y lo dijo de tal manera y su mirada reflejaba tal sufrimiento que Bucky no pudo evitar sentirse terrible. ¿Cómo es que alguien podía no sentirse culpable con una mirada como esa?

Pero Steve estaba equivocado, no era que no confiara en él, sino que no confiaba en sí mismo, lo que habían hecho con su cerebro había sido terrible y todavía tenía miedo de que se volviera a activar de que su otro yo tomara el control y le hiciera daño. Pero, conociéndolo, seguramente no le servirían de nada esas explicaciones, Steve se negaría a creer que Bucky podía lastimarlo, así que era mejor dejarlo creer lo que quisiera.

Bucky no se había dado cuenta del tiempo que había transcurrido, hasta que escuchó a alguien aclararse la garganta. Tanto él como Steve giraron sus cabezas y se dieron cuenta de que Sam había regresado, sin embargo, ahora estaba acompañado de otro hombre, quien parecía cubierto con un traje rojo con negro, aunque parecía más bien algo deportivo, ya que se amoldaba a su cuerpo, y un casco que le cubría gran parte del rostro. Los dos parecían perplejos y a Bucky le pareció que habían llegado mucho tiempo antes y que habían escuchado algo de la conversación que había tenido con Steve.

De pronto, el hombre con aquella extraña vestimenta, pareció recobrarse de su asombro y dio un paso adelante, se veía bastante entusiasmado.

-Es un honor conocerlo por fin, Capitán América -soltó, sonriendo. Y Bucky le pareció que se dirigía a Steve, entonces, algo en su memoria apareció abruptamente. Un momento en el que él hablaba con su amigo, pero éste estaba cubierto de un casco y vestimenta azules, con una estrella, si recordaba algo sobre una estrella y un escudo, Por supuesto, Steve Rogers era el Capitán América.

-¿Puedes sacarlo? -preguntó Steve, sin hacer mucho caso al entusiasmo del otro hombre. Quien parpadeó y pareció darse cuenta de que Bucky seguía ahí.

-Sí, por supuesto.

Si no hubiera sido porque su brazo estaba completamente atorado, Bucky habría saltado de la sorpresa al darse cuenta de que el hombre había desaparecido ante sus ojos. Aunque más tarde se dio cuenta, que en realidad, no se había esfumado, sino que se había reducido tanto que parecía del tamaño de una hormiga. Y se había percatado de su presencia ya que trepó por su brazo y logró meterse en aquella máquina que lo tenía aprisionado. Muy pronto, se escuchó un click y Bucky pudo mover su brazo un centímetro, pero necesitaba de alguien que levantara la máquina. Steve pareció darse cuenta de ello, porque se levantó y colocó sus manos en la hendidura que había hecho aquel hombre pequeño y levantó el artefacto lo suficiente como para que Bucky pudiera sacar su brazo. Libre, finalmente, él acercó su brazo y observó que todavía funcionaba bien, aunque resultado un poco dañado. Movió sus brazos y le levantó rápidamente, aunque la falta de agua y comida hicieron la tarea un poco más difícil.

Steve soltó el artefacto y se acercó a él, mientras detrás de él, emergía la figura del otro hombre, como si hubiese aparecido de la nada.

-¿Estás bien, cómo te sientes? -preguntó el rubio, mientras sus ojos volvían examinar cada centímetro de su cuerpo. Bucky por otro lado, miró hacia la entrada, esperando el momento para irse-. No te preocupes, cuando lleguemos a la base que construyó Tony para nosotros te sentirás mejor, tenemos equipo médico para que revise tus heridas, además hay cuartos para que puedas...

-Lo siento, Steve -lo interrumpió él-, pero tengo que irme. No es que no agradezca lo que hiciste por mí, pero no puedo quedarme con... ustedes. No es seguro, yo todavía... puedo hacerles daño.

-Eso no es cierto -replicó Steve, cuya expresión comenzaba a tornarse desesperada. Cualquier persona que no supiera lo que estaba ocurriendo pensaría que lo estaban torturando-. Yo puedo cuidar de ti, Bucky, déjame hacerlo, por favor...

Pero él negó con la cabeza. Los ojos de Steve perdieron su brillo. Bucky detestó verlo así. Pero decidió que era lo mejor, así que se dirigió a la entrada, pero el rubio se puso en su camino. Después, su mirada se dirigió a la ventana rota, tratando de pensar en alguna otra manera de salir sin tener que luchar contra Steve.

-Espero que me perdones -dijo Steve, haciendo que Bucky centrara su atención en él, nuevamente.

-¿Por qué?

-Porque no puedo dejarte ir -soltó, como si fuera una súplica y lo rodeó con sus brazos, por un momento, Bucky pensó que lo estaba abrazando, pero muy pronto se dio cuenta de que, en realidad lo estaba deteniendo.

Sintió un piquete en el cuello. Y vio a Steve observar algo sobre su hombro y asentir.

-Gracias, Sam.

Bucky se percató de que, mientras Steve hablaba con él, el hombre había aprovechado la oportunidad para colocarse detrás de él e inyectarle alguna sustancia en el cuello.

-Perdóname -volvió a disculparse Steve y parecía que aquello también le afectaba a él, a pesar de que Bucky era el único cuya visión comenzaba a tornarse borrosa. Cuando todo se volvió oscuro y sintió que su cuerpo perdía las fuerzas, pensó que llegaría a sentir el duro impacto contra el suelo, sin embargo, jamás lo sintió. Dos brazos se cerraron a su alrededor antes de que él pudiera caer.

Esa medicina tenía que ser poderosa, porque pasaron horas antes de que pudiera despertar por completo, sin embargo, hubo momentos en los que su consciencia trataba de despertar, pero jamás pudo abrir los ojos, simplemente escuchar lo que pasaba a su alrededor y sólo algunas cosas.

Una de esas veces creyó sentir que alguien acariciaba su mejilla y cabello, pero no podía estar del todo seguro si aquello era real o producto de sueños creados por el mismo sedante.

-Steve, esto es muy conmovedor y aunque odio interrumpir tu momento, necesito que te quites para poder ponerle el suero. Está deshidratado, además casi puedo apostar que no ha comido en días -dijo una voz que era nueva para él.

-Lo siento, Bruce. Sí, lo entiendo -las palabras de Steve casi salieron como un balbuceo. Bucky sintió que aquella mano dejaba de tocarlo, además escuchó unos pasos que se alejaban.

-Tranquilo, Cap. Después podrás acariciarlo todo lo que quieras...

-¡Cállate, Sam!

Se escucharon varias risas al fondo. Bucky ni siquiera estaba seguro en donde se encontraba.

-No tenía idea de que tu rostro podía adquirir ese tono de rojo, esto es algo nuevo e interesante...

-Creo que deberías concentrarte en pilotar esta nave, Romanoff y dejar de hacer comentarios que no vienen al caso -gruñó Steve.

-¡Qué genio! Pero te perdono porque esto es demasiado divertido -comentó nuevamente la voz de mujer. Se escucharon más risas.

Aquello había sido tan ridículo que Bucky decidió que había sido parte de un sueño, justo antes de dejarse vencer por el cansancio nuevamente.

Cuando pudo abrir los ojos por completo, se dio cuenta de que estaba en la cama, envuelto en sábanas; la habitación en la que se encontraba estaba completamente a oscuras y, por supuesto, no podía reconocerla. También se percató de que, cerca de él, había una figura cuya cabeza estaba apoyada a la orilla de la cama y que el resto del cuerpo estaba sentado en una silla, muy cerca. Parecía que el hombre había estado ahí un buen rato y se había quedado dormido.

-¿Steve?

El aludido no tardó en levantarse cuando sintió la mano de Bucky sobre su hombro. Aún en la oscuridad se dio cuenta de que esbozaba una sonrisa.

-¿Te sientes mejor? -le preguntó el rubio.

Bucky asintió, a pesar de que sintió un ligero dolor en el brazo, se dio cuenta de que tenía unas vendas en la muñeca. Sin embargo, cuando intentó quitárselas, Steve atrapó su mano con gentileza.

-Tuvimos que ponerte suero. Pero nada más, lo prometo -le informó.

Tal vez aquel sueño raro no había sido del todo un sueño. Poco a poco fue recobrando su estado de alerta y se acordó que no era bueno estar ahí, donde fuera que se encontraba.

-¿Qué es este lugar?

-La base central de los Avengers, este es un lugar muy seguro y tranquilo. Estarás bien aquí -respondió Steve, mordiéndose un labio.

Bucky negó con la cabeza y se levantó de la cama. Sus pies descalzos tocaron el suelo frío y se dirigió decidido hacia la puerta. Pero Steve se puso en su camino por segunda ocasión.

-Hay más personas en este lugar que tienen mis órdenes de detenerte si intentas salir de aquí -soltó Steve, casi como en un suspiro, como si aquello fuese algo muy difícil de decir-. Además el lugar está asegurado...

Bucky lo observó atentamente y arqueó las cejas hacia él. Steve se ruborizó y bajó la mirada.

-En verdad lo siento -continuó, sin atreverse a mirarlo-, pero no puedo dejarte ir, no ahora que te recuperé... Trata de entender...

-No, tú eres quien no entiende -Bucky lo interrumpió cruzándose de brazos-, yo necesito irme de aquí, Steve.

El rubio lo observó durante unos minutos sin decir una palabra, sus hermosos ojos azules parecían buscar algo en su rostro con desesperación. Abrió los labios, seguramente para protestar, pero después los volvió a cerrar.

-De acuerdo, si quieres irte, puedes hacerlo -comenzó, lo cual dejó a Bucky con la boca abierta ya que no esperaba que él cediera con tanta facilidad. Así que asintió y trató de dar un paso, pero Steve seguía bloqueándole la entrada-, pero yo voy contigo.

-¿Qué?

-Me escuchaste bien, si quieres salir entonces me dejas ir contigo, si no, no vas a ningún lugar -respondió el Capitán y en esta ocasión si se escuchaba como tal, ya que sus palabras eran firmes. No parecía que nada pudiese hacerlo cambiar de opinión.

Bucky se estaba comenzando a desesperar, parecía que Steve seguía siendo el mismo adolescente testarudo de siempre, era como si nunca hubiese pasado el tiempo.

-¡Lo que quiero es alejarme de ti! -exclamó, sin pensar en lo que estaba diciendo e inmediatamente se arrepintió de sus palabras, porque el rostro de Steve adoptó una expresión tan adolorida que tal vez hubiese sido mucho más considerado darle un golpe en la cara en lugar de decirle aquello.

-Ya veo -soltó él y su voz sonó un poco inestable. Agachó la mirada.

-No quise decir... -pero se interrumpió-. No quiero hacerle daño a nadie. Si me quedo, alguien va a resultar herido. Por favor, trata de comprender.

Steve volvió a levantar la mirada, en sus ojos todavía había rastros de las heridas que se habían abierto por aquellas palabras, pero parecía más tranquilo.

-¿Te quieres ir porque no quieres hacerme daño?

Bucky asintió, esperando que, por fin, Steve cediera a sus peticiones.

-Eso no va a suceder -dijo el testarudo Capitán, con firmeza.

-No puedes estar seguro de eso.

-Lo estoy porque sé quién eres y tú nunca me harías daño. A nadie -aseguró Steve, sin titubear.

-Hace un año no sabía quién era, hace un año era una máquina asesina sin voluntad ni recuerdos -le recordó Bucky, tratando de que su voz no temblara, conteniendo las lágrimas que querían escaparse de sus ojos.

Pero Steve debió ver su sufrimiento porque dio un paso adelantes y extendió su mano, pero Bucky retrocedió lo más que pudo para evitarlo. El rubio hizo otra mueca de dolor.

-Lamento tener que hacer esto, en verdad pero no me dejas otra alternativa -comenzó Steve-. Tienes dos opciones: puedes irte, pero tienes que permitirme acompañarte; si intentas escapar, cualquiera de mis compañeros te detendrá y si aún así lograr hacerlo, debes estar consciente de que yo te buscaré y te seguiré a donde vayas y sabes que lo digo en serio, Bucky.

-¿Por qué haces esto?

Los ojos de Steve volvieron a suavizarse, se veían vulnerables. Por un momento, le pareció que él respondería a su pregunta, pero después negó con la cabeza.

-Pero, si te quedas aquí sin intentar escapar por un mes, un mes, es todo lo que te pido -siguió, como si Bucky nunca hubiese preguntado nada-, y aún así, después de ese mes, te quieres ir. Entonces te dejaré ir y no te buscaré, lo prometo.

-No es como que me quede otra opción.

-Por favor, Bucky...

-De acuerdo -suspiró. Tratando de ocultar el terrible miedo que sentía al pensar que el Soldado de Invierno se apoderara de él por completo y comenzara a destruir todo a su alrededor.

-Gracias -era increíble como esa simple promesa que había hecho podía hacer que el rostro de Steve volviera a adquirir un poco de la esperanza que había perdido.

Bucky observó a su alrededor se dio cuenta que era de noche y aunque había despertado hacía poco tiempo, todavía estaba cansado.

-Quiero volver a domir -le informó-. Y quiero estar a solas, necesito pensar un poco.

Steve asintió y se dirigió a la puerta sin decir nada más, para asombro de Bucky, aquella puerta sin perilla se deslizó automáticamente y dejó salir al Capitán. Sólo cuando volvió a cerrar, Bucky regresó a la cama, esperando que sus sueños fuera tan pacíficos como cuando todavía tenía el sedante en su sangre.


Nota: Este será un fanfic corto, todavía no sé cuando capítulos escribiré pero yo calculo tres, máximo cinco. Espero que lo disfruten. Lo cierto es que siempre quise escribir un fanfic stucky. Amo esa pareja.