En primer lugar decir que ningún personaje de Harry Potter obviamente me pertenece (ojala, pero todavía no soy millonaria).
En segundo lugar este fanfic es de aventura y drama principalmente, pero contendrá romance como trama secundaria.
En tercer lugar si ven algún error me gustaría que me escribierais en una review cuál es, me gusta Harry Potter y me he leído los libros menos el séptimo, pero no soy una gran fan y el universo es tan grande que me cuesta escribirlo con sentido. He estado días investigando la saga para saber qué elementos poder usar eso sí.
Giratiempo
Objetos mágicos peligrosos
"El giratiempo" pag.25
El giratiempo es uno de los objetos más peligrosos del mundo mágico, hay muy pocos y todos controlados para que lleguen a manos responsables. Viajar más de cinco horas atrás es un grave error, pues puede cambiar de manera catastrófica el futuro. El caso más conocido y dañino fue el de Eloise Mintumble, una mujer que quedó atrapada cinco días en el año 1402 y que provocó grandes catástrofes en la vida de las personas que conoció, por lo menos veinticinco de sus parientes se desvanecieron por no haber nacido. Por su parte, Eloise Mintumble, llegó con su cuerpo muy dañado y tuvo que ser ingresada urgentemente en San Mungo por las consecuencias de la perturbación del tiempo.
–No sé para qué necesitarías uno, pero es demasiado tarde.
–¿Por qué dices eso Blaise? –le pregunté preocupado, no quería tachar a otra posible ayuda de la lista.
–El año pasado todos los giratiempos fueron destruidos–me informó.
–Eso son rumores, alguno tiene que quedar, nadie sería tan estúpido como para destruir algo tan importante sin quedarse uno–razonó Pansy.
–Puede ser, pero no se sabe si lo destruyeron los mortífagos o el ministerio de magia, es imposible encontrar uno si es que quedan.
Tras escuchar las palabras de Blaise cerré el libro de "objetos mágicos peligrosos" con brusquedad y lo lancé a un lado de mala manera. No encontraría nada útil, tenía que reconocerlo, era una pérdida de tiempo y solo podía rezar para que el armario evanescente estuviera arreglado antes de fin de curso.
–¿Por qué te interesa Draco? ¿Buscas algo? –me preguntó Pansy.
–¡TIEMPO! Solo eso ¿Tan difícil es? –exclamé con rabia–. Es increíble que haya tantos conjuros en el mundo y ninguno me pueda ayudar.
Golpeé con rabia la pared del vagón y casualmente se paró como si hubiera reaccionado a mi golpe, pero en verdad ya habíamos llegado a la estación. Nos encontrábamos en pleno invierno y gran parte de los alumnos habíamos salido de Hogwarts para pasar las fiestas con los familiares, bueno, en verdad yo no me lo podía permitir, solo me había ido para investigar el armario de Borgin y Burkes.
Bajé con rapidez del expreso de Hogwarts y me despedí de mis amigos fugazmente sin esperar respuesta, no quería más preguntas y no estaba de humor para hablar con nadie, quería perderlos de vista pronto y así hice. Me crucé con la mirada de asco de Potter durante mi trayecto a la salida de ese asqueroso nido de muggles, pero le ignoré, ni siquiera meterme con Potter era un consuelo en mi situación.
P.O.V Harry Potter
–¡Por fin tranquilidad! –exclamó Ron al ver que Lavender ya se había alejado.
–Esperaba que te entristeciera más la separación con tu novia–le dije.
Estaba claro que esa relación no iba a durar mucho y me alegraba. Desde que esos dos eran pareja Ron y yo compartíamos menos tiempo juntos. Lo peor de todo era la situación con Hermione, siempre estaba mal de ánimos y no me era de mucha ayuda para mis problemas amorosos con Ginny. Lo peor de todo es que me sentía mal por pasar las vacaciones de invierno con Ron ahora que él y Hermione no se hablaban.
La señora Weasley nos vino a buscar a la estación para llevarnos a la madriguera. En esos tiempos de tensión donde me sentía perseguido por todos, el hogar de mi amigo Ron era lo más cercano al paraíso para mí, me sentía incluso más seguro que en Hogwarts. Aunque sinceramente la presencia de Ginny volvería algo dificultosa esa estancia estando mi mejor amigo vigilándome.
Ya en la madriguera lo primero que vi al entrar fue a Bill con un tono de piel rosa fuerte, a la señora Weasley no le hizo falta preguntar para saber los culpables y fue a buscar a los gemelos preparada para gritarles. Aunque se hubieran independizado Molly los seguía viendo como esos niños traviesos a los que siempre tenía que echar bronca.
Estaba toda la familia Weasley menos Percy y Charlie, también Remus y Tonks. Tonks se encontraba untando un ungüento por el rostro de Remus que estaba lleno de granos, cuando me vio aparecer por el umbral de la puerta sonrío ampliamente.
–Esto es lo que pasa cuando apuestas a Fred y George que no podrán hacerte ninguna broma–me dijo señalándose los granos de la cara antes de que yo pudiera preguntar.
–Apuesta estúpida que no se puede ganar–señaló Tonks. Tras terminar de ponerle el ungüento todas las marcas de la cara de Remus desaparecieron en cuestión de segundos.
Me reí y comenzamos a hablar. En un principio de cosas sin importancia pero poco a poco nuestra conversación se fue volviendo más seria. Toqué el tema de mis sospechas sobre Snape y Malfoy, pero Remus se enfadó y rápidamente me dijo que esas sospechas solo eran producto de mi rencor.
–¿Y vosotros tenéis algo nuevo que contarme? –pregunté.
–Nada en absoluto, nos hemos dedicado todo este tiempo en intentar controlar al ministerio, pero no es nada fácil. De Voldemort pocas noticias, está demasiado tranquilo todo –me explicó Remus–. Por cierto, creía que Hermione vendría.
–Ha tenido ciertos problemas con Ron ¿Querías hablar con ella?
–La verdad es que tengo algo que le puede interesar, en una de nuestras internadas en el ministerio conseguimos…
Remus tuvo que detener la conversa por culpa de un chillido que en un principio no pude reconocer y que por lo tanto me asustó, por un momento pensé que habían llegado los mortífagos. Pero en poco comenzaron a escucharse insultos en francés y recordé a Fleur, seguramente los gemelos le habían hecho alguna broma. Remus río y aprovechando esa interrupción ordenó a Tonks que enseñara "ese objeto".
Nymphadora de su bolsillo sacó un pequeño colgante con un reloj de arena en el centro de unos aros, lo reconocí inmediatamente.
–¡Un giratiempo! Creía que todos habían sido destruidos–exclamé.
–Con este artilugio todo será más fácil–gritó Ron acercándose a nosotros, nos había escuchado. Tonks suspiró, al parecer no le gusto la aparición de mi amigo.
–No es todo tan fácil. En primer lugar este es uno de los objetos más peligrosos del mundo, solo me fio si lo tiene en sus manos Hermione que utilizó uno en su tercer curso–nos comenzó a decir Remus–. En segundo lugar, esta abollado el aro central, solo puede significar dos cosas: o se ha caído o el ministerio ha intentado modificarlo. En cualquiera de los dos casos puede ser peligroso y no funcionar con normalidad.
–Entonces ¿Qué se supone que hemos de hacer? –preguntó Ron.
–Mi idea era que lo enseñarais antes de hacer nada a Mcgonagall o a Dumbledore para que lo examinen antes de utilizarlo.
–¿Estas loco? –Balbuceó Ron–¿Y si deciden que no tendríamos que tenerlo y se lo quedan?
–Si esa es la decisión de magos tan sabios será la acertada. El giratiempo podría fallar de manera catastrófica o…
Fred apareció repentinamente y arrebató de las manos de Tonks el giratiempo.
–O caer en malas manos, como ahora mismo puedes comprobar.
–¿Qué quieres decir con eso de "en malas manos"? –refunfuñó Fred en broma.
–¿Qué se supone que es esto? –preguntó George sacando la cabeza por encima del hombro de su hermano gemelo.
–No se lo entregues a Potter, esto no es buena idea Remus–dijo Tonks.
Tras escucharla me dirigí rápidamente hacía Fred y le quite de las manos el giratiempo de la misma forma que él hizo con Tonks.
–Se lo enseñaré a Dumbledore–le dije a Remus.
P.O.V Draco Malfoy
Había pasado seis horas en Borgin y Burkes y no había podido hacer mucho con el armario evanescente, mierda, había sido un grave error dejar Hogwarts, solo había conseguido perder más días de trabajo. Creía que viendo a su hermano gemelo conseguiría saber porque aún no funcionaba, pero me equivocaba.
Salí a toda prisa del Callejón Knocturn, si había algo que temía en ese momento era encontrarme con mis nuevos aliados y ese era el lugar principal donde podían estar. Llegué al callejón Diagon pero el espectáculo que me encontré me produjo nauseas, todo estaba decorado con adornos navideños y miles de brujos hacían las compras de Navidad con la familia. No parecía que el señor tenebroso hubiera regresado. En un principio todo me daba asco, cada estúpida risa y cada estúpido regalo me recordaban que a pesar de los tiempos otra gente podía ser feliz. Lo peor era ver a familias unidas, jamás lo admitiría en voz alta pero me creaban un fuerte nudo en el estómago ¿Había algo peor que ver en los demás la felicidad que querías encontrar?
Hacía mucho frío y a pesar de mi abrigo y mi bufanda de lana, mi cuerpo se estaba entumeciendo. Sobretodo mis manos que estaban desprotegidas sin guantes, con las prisas había cometido la estupidez de olvidármelos. Me recosté en un escaparte de una heladería obviamente cerrada y me quedé en blanco.
Así me quedé un minuto hasta que mis ojos comenzaron a llorar débilmente sin pedirme permiso.
–¡Harry!
Al escuchar ese nombre e imaginándome quien vendría a molestar en el peor momento posible, me limpie los ojos. Lamentablemente no me equivoqué y delante de mí apareció el estúpido de Potter acompañado de una lamentable pandilla de pelirrojos. Poco a poco se acercó hacía ellos una chica rubia dando saltos, supongo que ella fue quien le llamó. La reconocí como una alumna de Ravenclaw a la que solían molestar, pero no recordaba su nombre ya que no le prestaba atención. Yo era todo un Slytherin y mi deber era molestar a los Gryffindor, los secundarios de Hufflepuff y Ravenclaw no me interesaban.
–Hola Luna ¿Qué tal? –preguntó el estúpido.
–Muy bien, he venido con mi padre a comprar raíces de mandrágora–Potter como es totalmente normal la miro sin comprender–. Alejan a los espíritus malvados para que no ataquen a los duendes en Navidad.
Visto el retraso se notaba que era amiga íntima de Potter.
–¿Dónde está tu padre?
–Se fue un momento a ver a su amigo Ollivanders, ahora iba a Flourish y Blotts, le tengo que esperar ahí–dijo la chica rara–¿Qué es esto que llevas colgado en el cuello?
La chica antes de que Potter reaccionara metió la mano bajo el cuello de Potter y sacó algo sujeto con una cadena dorada. Mis ojos se abrieron de par en par al ver un giratiempo, tenía que serlo porque la imagen era clavada a la del libro. Potter rápidamente se lo volvió a meter bajo la ropa y lo que dijo ya no lo escuché, estaba demasiado pendiente del objeto. Simplemente dejé de pensar con claridad, solo razonaba de forma básica. Mi familia dependía de que ese armario evanescente estuviera arreglado antes de la finalización del curso escolar, no tenía muchas esperanzas de terminarlo en ese tiempo, pero ese artilugio podía alargarme en años la fecha de entrega.
Ya solo podía mirar al giratiempo como un lobo hambriento observando a su presa. Potter y sus compañeros no habían notado mi presencia por suerte, seguramente nadie se esperaría ver a un Malfoy solo y apoyado en una pared con aspecto lamentable en vez de caminar en medio de la calle llamando la atención.
Mi desesperación y mi emergente locura debido a la ansiedad, lamentablemente, bloquearon cualquier tipo de acción inteligente y en vez de usar magia o algún truco, me acerqué lentamente hacía Potter con la esperanza de que no me descubriera. Pero fue inútil, a pesar de que el estúpido era demasiado distraído, sus acompañantes no lo eran tanto y justo al notar el tacto de la cadena la mano de la chica pelirroja me detuvo.
–¿Se puede saber que haces? –me gritó la chica Weasley con furia, cuando fijó sus ojos en mí me descubrió enseguida–¡Es Malfoy!
Antes de que Potter se girara para increparme aparté a la chica Weasley con tal brusquedad que la tiré al suelo, aproveché ese momento y agarré con firmeza la cadena pero al mismo tiempo Potter también lo hizo. Quizás no había sido tan malo dejarme los guantes porque eso permitió que mi agarré fuera más fuerte y eficaz que el de Potter que tenía las manos cubiertas de unos guantes gruesos. Ron el inservible se dirigió a "ayudar" a su mejor amigo, pero hizo honor a su título de imbécil y me empujó de tal manera que la cadena del tirón se salió del cuello de Potter quedándose en mi mano. Mi cuerpo cayó encima de la chica rubia que me miraba con expresión neutral pero en poco llegó uno de los gemelos a tirarme de la cadena dorada para intentar arrebatármelo. Forcejeamos por unos segundos hasta que el otro gemelo llegó a ayudar, sabía que contra dos no tenía ninguna posibilidad pero no me rendí y agarré sin querer llegado un momento al giratiempo por la base.
Pero algo fue mal, repentinamente el giratiempo comenzó a emitir una extraña luz que se intensificó hasta que me cegó. Me tapé los ojos por instinto sin poder evitarlo con una mano mientras la otra seguía agarrando, pero sin mucha fuerza, tampoco hacía falta porque notaba que los gemelos lo habían soltado. Tardé varios segundos en poder mirar al giratiempo que sujetaba nuevamente y cuando lo hice pude ver como todo mi alrededor se había vuelto gris y que no había rastro de nieve. El giratiempo se encontraba girando solo, a una velocidad vertiginosa. Y vértigo fue lo que sentí a continuación, acompañado con un a terrible sensación de náuseas.
Cuando noté que había parado de dar vueltas, ya era demasiado tarde para mi estómago, se sentía totalmente revuelto. Cuando abrí los ojos solo pude ver dos cosas: un cielo de atardecer y a magos y brujas mirándome con curiosidad.
–¿Una mala aparición? –me preguntó una bruja riéndose.
–Y desde la otra punta del mundo a juzgar por sus ropas–comentó un mago.
Cuando logré reaccionar entendí el comentario, hacía mucho calor y yo tenía puestas unas ropas invernales. Me quité la bufanda y la chaqueta muerto de la vergüenza mientras los brujos de alrededor se reían. Pero lo que descubrí fue sorprendente. Potter, su amigo la comadreja, la chica Weasley y otros pelirrojos habían desaparecido, solo quedaban tres personas a mí alrededor que tenían que estar: la chica rubia y los gemelos. Uno de ellos se dirigió a mí.
–¿Qué has hecho? –me preguntó furioso el retrasado número uno.
–Yo no he hecho nada–bramé–. Esta cosa ha empezado a dar vueltas sin razón aparente.
–Estaría embrujada–dijo la rubia tranquila como si no le afectara.
–Visto el tiempo, está claro que nos hemos movido más de cinco horas atrás, mucho más de lo permitido–comentó el retrasado número dos.
Pero esa afirmación era muy obvia y a la vez preocupante, la preocupación se intensificó cuando miramos alrededor. Era el Callejón Diagon pero muy diferente al que conocía, la mayoría de los establecimientos habían cambiado y los que estaban y conocía como el banco Gringotts que se podía ver al fondo, eran de estilo muy diferente.
–Fred–dijo un gemelo con la voz entrecortada– ¿En qué año crees que estamos?
–¿En el año de nuestro nacimiento? –contestó el otro con gemelo con temor.
–Según este periódico–nos enseñó la chica con una voz extremadamente calmada para la situación–, cincuenta años antes de nuestra época.
Me quedé pálido al escucharlo, más pálido me quedé al ver la portada del Profeta.
"El mago tenebroso Grindelwald sigue reclutando hombres para su ejército. Pánico en el mundo mágico"
Las brujas y magos de nuestro alrededor por suerte ya se habían esfumado. Me quedé estupefacto mirando al giratiempo que todavía reposaba en mi mano.
–¿Qué has hecho? –murmuré al pequeño objeto dorado.
Uno de los gemelos me agarró y me arrastró hacía un callejón con la chica y el hermano y me ordenó que hiciera girar el giratiempo para volver a nuestra época. Lo hice después de recalcarle que lo hacía porque yo quería y no porque le obedeciera, pero no sirvió de nada. Era inútil, el objeto no reaccionaba y parecía un objeto normal.
–Roto–dije secamente.
–George, creo que tenemos un problema.
–El problema lo tendrá el resto de la humanidad como cambiemos el futuro por nuestras acciones.
–Tendríamos que arreglarlo–dijo la rubia.
–La única opción que se me ocurre es ir a Hogwarts para ver a Dumbledore, él sabrá que hacer–dijo un gemelo.
–Oh claro, solo nos hemos de colar en una escuela con lo mejorcito en seguridad y hablar con su director, es un plan genial–ironicé.
–Aún no es director–espetó Luna.
–¡Me da igual!
Enserio, como había llegado a ese lugar rodeado de una pandilla de idiotas.
–¿Estás pensando lo mismo que yo George?
–Creo que sí Fred.
–Hay esa manera de entrar en Hogwarts–dijeron los dos al unísono.
Me cansaba tanto su manera de ser que ni siquiera tenía ganas de preguntar cuál era esa manera. Necesitaba despertarme de esa horrible pesadilla, y también necesitaba que esos dos retrasados se quedaran mudos enseguida para no volverme loco. Por lo menos a la chica se la soportaba con la más profunda indiferencia.
Se escuchó un grito de mujer ensordecedor en el callejón, al parecer estaba en peligro pero sabía perfectamente que no podía ir y cambiar el futuro. Pero al parecer mis acompañantes no parecían compartir mi obvia lógica. Los gemelos salieron disparados hacía el fondo del callejón y yo no tuve más remedio que seguirlos. No tardamos en llegar a la chica que había gritado. Estaba llorosa y sujetada con magia por una figura de no más de un metro cincuenta de altura. Les murmuré a los gemelos que no hicieran nada que podían cambiar el futuro y evitar el nacimiento de medio mundo mágico, al parecer los gemelos en un principio me hicieron caso, al parecer. La figura encapuchada sacó de debajo de su larga túnica negra una sierra afilada y la dirigió hacía la chica, me quedé paralizado del miedo, eso no me lo esperaba, cuando la sierra llegó a tocar la piel de la chica y comenzaron a salir las primeras gotas de sangre, no pude culpar las acciones de mis acompañantes. Uno de los gemelos lanzó un hechizo que impactó en el brazo de la figura e hizo caer la sierra al suelo. Esa silueta se giró rápidamente hacía nosotros para mirarnos un segundo donde pude reconocer el rostro de una señora mayor con los ojos rojos y la nariz afilada. Tras examinarnos con la mirada rápidamente fijó su vista al suelo, cogió la sierra y salió huyendo.
La bruja no nos agradeció que la salváramos, y no la culpaba, estaba demasiado asustada y se encontraba en el suelo llorando desconsoladamente y temblando. Nosotros nos manteníamos quietos, la chica rubia que nos acompañaba también que había llegado a tiempo para ver a la figura intentando cortar a la bruja.
Nos quedamos sin palabras por dos motivos: habíamos visto algo horrible y habíamos salvado la vida a una persona. El futuro con ese acto había sido modificado.
Primer desorden temporal realizado
