Disclaimer: Haikyu no me pertenece, ojala, es de Haruichi Furudate. La imagen tampoco es mía.

Muy buenas, aquí yo haciendo acto de presencia. Todavía no termino mis exámenes finales, de hecho esta debe ser mi semana más estresante pero como prendí el computador no he perdido la oportunidad y me han ganado las ganas de subir esto que venía dando vueltas en mi cabeza desde hace dos semanas. ¡Muchas gracias a las personillas que me desearon suerte en mis trabajos! Un abrazo de dino.

Se les quiere. Son adorables.

Nota: Esto es una serie de viñetas relacionadas con la pareja de Kenma/Hinata y en un mundo paralelo muy lejano en que esos dos fueran novios. Es mi obsesión ;sorrynotsorry;. Y fue el cumpleaños de Shoyo y yo no he podido hacer nada, ¡esta pendiente! Ah y también, son viñetas con las palabras del abecedario, por ende, serán veintisiete (mi reto personal hacer algo así).


La suerte de los bajos a los altos no les interesa.

I: A de ´Amor´.


Para Kenma era mejor que mirar la pantalla de su celular y perder el tiempo.

Para Shoyo competía con la sensación de adrenalina al estar de pie en la cancha jugando volley.

A Kenma le hacía ser una persona diferente; más habladora, más expresiva e interesada en algo, mejor dicho en alguien.

A Hinata lo hacía un chico más alegre de lo normal, con un simple gesto (una sonrisa, una risa, una mirada intensa, un roce de manos o brazo, un tirón flojo a su playera para que se quede un poco más de tiempo o cuando pregunta por él cuando cree que no lo esta escuchando) un mal día podía convertirse en el mejor del mundo.

A Kenma solo le bastaba (al igual que Shoyo) una mirada o un roce de manos. Solo mirarlo hacía que su mundo se pusiera de cabeza, su corazón se acelerara y un calor invadiera su cuerpo. Le daban ganas de abrazarlo y no soltarlo jamás. Y aunque siempre había estado preocupado por lo que los demás dijeran de él, en esos momentos parecía ser la nada misma. No había ningún problema, la única persona que tenía toda su atención era él.

A Hinata un beso suyo, ese torpe roce de labios tímido que luego el profundizaba de alguna manera, le hacía dar más saltos que normalmente. Cuando lo encontraba mirando no podía evitar el revoltijo de nervios por hacer las cosas bien e impresionarlo. Quería que lo mirara y un día se encontró pensando con demasiada pasión: «Mírame, mírame».

Para el pequeño gato era una obsesión, ese deseo de siempre estar junto a él y besarle cada segundo del día porque era adorable.

Para el cuervo eran las ganas de estar siempre a su lado, todos los días, poder compartir sus alegrías y hacer que diera esas hermosas sonrisas que solamente él podía sacarle. Eran las ganas de estar abrazado a él acostado, solamente en silencio.

Si les preguntaban, eso sería el amor para ellos y no estaba para nada mal.


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By: Nitta Rawr.