Sinopsis: Fate-mama tiene lo que toda madre hubiese podido desear: Un buen trabajo, una excelente paga, departamento propio, amigos fieles a ella y una preciosa hija. Sólo hay un pequeño detalle: Fate-mama jamás dijo que quería o podía ser Fate-mama. NanoFate.
Fate-mama
Por: Kida Luna
A petición de Liitha
Capítulo Primero: Takamachi Nanoha
"El tiempo pareció hacerse lento al igual que los movimientos de todos. Las lenguas abrasadoras de fuego saltaron a través de las puertas metálicas que inundaban aquel estrecho pasillo, con la pequeña rendija entre el piso y la entrada de metal brillando en feroces tonos amarillos y naranjas.
Crujidos del techo desmoronándose a pedazos al igual que gritos, tanto de la gente como del equipo de investigación que le acompañaba, inundaron sus oídos.
Tenían que salir de inmediato. O el edificio los sepultaría consigo.
-¡Más rápido! ¡MÁS RÁPIDO!
-¡Está bloqueada! –le respondieron con angustia-. ¡La salida está bloqueada! ¡Hay que dar la vuelta!
Maldijo por lo bajo. No podían abrir una escapatoria por sí mismos, porque la infraestructura se vendría abajo; así que apretando los dientes, ordenó a todos moverse aprisa.
El calor empezó a sofocarlo todo. Después de interminables minutos, una luz apareció al fin; en ese momento, la niña que seguía sus pasos tropezó.
Totalmente alarmada se lanzó a sujetar su mano y a jalarla de golpe contra sí. Y en cuanto ambas miradas se cruzaron…
¡¡¡BOOOOOOOOOOOOOOOOM!!!
Una explosión de fuego inundó todo y partió el rascacielos en dos, arrojando fuertemente a ambas y a la mitad de las personas fuera del lugar.
Mientras la otra mitad, era sepultada viva entre las llamas…
¡VIIIIVVVVVIIIIIOOOOOOOO!"
-"Bien, niños, la clase ha terminado. Que tengan un buen día."
-"¡Sí! ¡Hasta mañana, Nanoha-san!"
La nombrada sonrió, acomodándose las gafas y metiendo las cosas en el escritorio dentro de su portafolio marrón. Espero a que todos sus pequeños alumnos abandonasen el aula, uno que otro diciéndole adiós en su camino hacia la puerta.
Apenas el lugar quedó vacío, sacó las llaves de su chaleco y metió seguro al salón. Lanzó un corto bostezo que cubrió con una de sus manos y se dirigió a la cafetería, para tomar un almuerzo antes de volver a casa.
Nanoha Takamachi tenía 24 años y era profesora en una modesta escuela primaria de Midchilda, conocida como la Academia mágica St. Hilde; donde enseñaba las materias base a su joven alumnado.
Era querida por todos, así que realmente no tenía ningún problema allí. De hecho, adoraba su trabajo; tanto, que una vez que se disponía marchar a casa y se encontró a una de sus estudiantes sentada en las escaleras de afuera, no dudó en hacerle compañía.
La niña volteó a verla apenas, no poniéndole atención alguna. La cara apoyada en ambas manos mientras cierto toque de tristeza empañaba sus ojos peculiarmente bicolores.
Uno rojo y otro verde.
-"¿Vivio? –llamó, tomando asiento a un lado suyo y dejando a un lado su maleta-. ¿Hoy tampoco han venido a recogerte temprano?"
-"Um –negó simplemente, con la vista fija en el horizonte, donde la mitad del sol ya se había ocultado-. No se preocupe, Nanoha-san, puede irse si gusta. No deben tardar en venir."
Las facciones de la adulta se contrajeron en preocupación, contemplando con sus pupilas azules el rostro compungido de la jovencita. Ésa no era la primera vez que sucedía aquello, ni tampoco la primera en que ella se quedaba a esperar a su lado.
Nanoha frunció el ceño, anotando mentalmente que quienquiera que fuese el tutor de la pequeña, tenía que hablar seriamente con ella. Por lo general, siempre era alguien más quien venía a buscarla.
Alegando que la "padre, madre o lo que sea que fuese" estaba muy ocupada y le había pedido el favor a último momento.
Pero esa vez no, se dijo, aquello tenía que acabar. La actitud irresponsable de la persona encargada de Vivio T. Harlaown tenía que entender que estaba afectando no sólo emocionalmente a ésta, sino también académicamente.
La chiquilla de los ojos diferentes y los cabellos dorados era una niña muy perspicaz e inteligente, ella lo sabía de primera mano. Sin embargo, últimamente sus notas así como sus ánimos habían decaído.
Y esta vez, no parecían querer volver a levantarse.
-"¡Vivio!"
El sonido de la puerta de un carro cerrarse así como la voz cansada que había gritado, atrajeron la atención de ambas.
Nanoha se puso de pie, estudiando a la mujer que se acercaba hacia ellas, alentando el paso en cuanto las hubo alcanzado. Un largo suspiro abandonó sus labios pintados de rojo mientras una de sus manos acomodaba el flequillo rubio sobre su cara.
-"Vivio… -jadeó, todavía sin haber recuperado el aliento-… lo lamento, tengo un montón de trabajo y… bueno, ya conoces el resto. Andando, sube al auto."
La maestra frunció el ceño ante el cambio de actitud tan fresco e imperturbable, cual si dejar a una niña de 5 años esperando en la entrada de su escuela fuese lo más normal del mundo para ella.
-"Disculpe –intervino, deteniendo a su alumna por el hombro-, exactamente, ¿quién es usted?"
La rubia parpadeó unos segundos, procesando la información de que quien estaba al frente suyo debía ser alguien del cuerpo escolar. No obstante, la pregunta tan sólo hizo que ella doblase el entrecejo también, mosqueada por la idea de tener que darle explicaciones a una extraña que probablemente en su vida volvería a ver.
Sobre todo si apenas veía a su hija…
-"Fate Testarossa Harlaown –dijo secamente, jalando a Vivio de la mano para alejarla de ella-, soy su tutora oficial. Ahora, ¿podría decirme con qué autoridad viene a interrogarme…?"
-"Takamachi, Takamachi Nanoha –respondió igual de severa-. Y soy la profesora de su niña, cosa que sabría si acaso usted se molestase en venir a recogerla de vez en cuando. Temprano, de preferencia" –puntualizó.
-"Tengo bastante trabajo que hacer y con eso me basta, así que métase en sus asuntos, señorita… -hizo una mueca de disgusto-… Takamachi" –y se dio la media vuelta.
-"¡Hasta mañana, Nanoha-san!"
-"¡Cuídate mucho, Vivio!"
La castaña le vio despedirle con la manita al aire, frustrada de sólo poder observar a su alumna ser jalada hasta el auto negro. Apenas la rubia hubo cerrado la puerta del copiloto para dirigirse a la otra, se detuvo.
Una mirada de advertencia fue lanzada por sus ojos borgoñas. Luego, haló la manija y entró al carro; sacándolo luego del estacionamiento de la escuela para dirigirse a casa.
-"Cielos, tengo que hablar seriamente con ella."
Los ojos azules siguieron el trayecto del vehículo hasta perderse en una esquina. Entonces, las cejas tensas cayeron un poco, demostrando la tristeza y pena que sentía en el fondo, detrás de toda aquella ira espontánea.
Recogió su portafolio y se dirigió a la acera para parar un taxi.
Al menos esperaba que en la reunión de padres, que se llevaría a cabo mañana, no hubiera un asiento vacío.
Otra vez…
Los tímidos ojos bicolores estudiaron todos los rincones, con los zapatitos de charol moviéndose uno tras otro mientras balanceaba sus piernas; las manos quietas en su regazo, sentada cual criatura a la espera de algo.
O alguien.
-"¡¿Qué?!"
-"Ya me escuchaste –sonaba una voz ronca-. Mira que reprobar matemáticas, te acabas de ganar una semana sin televisión ni dulces."
-"¡Papá!"
-"¿Vivio?"
La aludida volteó a ver a la compañerita que le jalaba la manga del uniforme, queriendo llamar su atención; enseguida, vio a los padres de esta última dirigirse a la puerta, después de acariciar afectuosamente la cabeza de su hija.
-"Nos vemos el lunes" –le sonrió, dándole un fugaz abrazo.
Vivio le devolvió el gesto, con su carita iluminándose por unos escasos momentos. Luego le vio retirarse al lado de su madre y padre, que le felicitaban y prometían regalos por sus buenas calificaciones.
La mirada ausente de la niña, por donde su compañerita se había ido, preocupó a Nanoha. Por lo que despidiendo a algunos padres de familia, bordeó su escritorio para caminar hasta ella.
Pero antes de que siquiera pudiera decir su nombre, la puerta se abrió de golpe.
-"¡VIVIO!"
-"¿Disculpe…?"
Hubo un pequeño silencio, en el que el resto de personas abandonaban ya el salón. La mujer que había aparecido rió nerviosamente mientras pasaba una mano tras la cabeza, claramente avergonzada por la intromisión y tratando de recuperar su aliento a la vez.
-"¡Tía Hayate!"
-"¡Ugh!" –se quejó, sintiendo la poca respiración que le quedaba, írsele en cuanto un menudo bólido le dio en la cintura.
-"Um…" –Takamachi carraspeó.
-"Perdón –se excusó, acariciando distraídamente la cabeza de la niña-. Yo… La verdad es que me acabo de enterar de la reunión, traté de llegar lo más rápido que pude pero el tráfico era…"
Cada palabra salió más baja que la anterior, hasta que finalmente la frase quedó interrumpida; las pupilas cobalto fijas en aquellas bicolores, con cierta pizca de remordimiento.
¡Wraf!
El ladrido hizo que todas volteasen hacia la puerta, donde un hocico azul se asomó con curiosidad, olfateando el lugar.
-"¡Zafira!"
El perro volvió a chillar, agitando la cola y aceptando de buena gana el efusivo abrazo con que fue recibido.
-"¿Es pariente de Vivio, cierto?"
-"Mi nombre es Hayate Yagami –se presentó, estrechando la mano de la otra-. Oficialmente, no somos familia. Trabajo con su madre, tenemos una buena amistad, así que de vez en cuando la ayudo a cuidar de ella."
-"¿Y en dónde está la susodicha?" –preguntó, el tono ligeramente irritado en tanto las cejas se fruncían.
-"Trabajando –rió nerviosamente-. Lo lamento bastante, sé que no es su intención, es sólo que está demasiado ocupada."
-"Siempre está ocupada –remarcó, ajustándose los lentes-. Apuesto a que ni siquiera sabe en qué grado va Vivio."
Hayate se mantuvo callada, esbozando una sonrisa ladeada ante el comentario. Era verdad, muy probablemente Fate no sabría el curso que estaba llevando la niña, y sería todo un milagro si conociese el número y letra correspondiente a su salón.
Pasó una mano por sus alborotados cabellos marrones, que se habían despeinado un poco por la carrera que se había echado hasta la academia.
-"Normalmente algunas compañeras y yo solemos turnarnos para cuidar de Vivio –explicó con algo de vergüenza, aceptando la boleta de calificaciones que le era ofrecida-. Oh, disculpe… ¿Está esto bien?"
Nanoha se acercó para observar los números apenas por encima de la media que la otra le señalaba. Con un asentimiento y una mirada preocupada, la profesora asintió.
-"Sus notas han bajado en estos últimos parciales –comentó en voz baja, echando una miradilla a la niña que jugueteaba con el perro azul-. Yagami-san, ¿cree que podría arreglarme una cita con su madre?"
-"Eso va a ser muy difícil…"
-"Estamos hablando de su hija. Vivio es una mis mejores alumnas y sé que tiene mucho potencial, no quiero perderla sólo porque la testaruda de su madre se niega a convivir con ella como debe."
La mano de Nanoha se posó encima de la que pertenecía a la compañera de Testarossa, enviándole una significativa mirada. Hayate suspiró derrotada, sabía que ella tenía razón.
Lo último que deseaba era ver a la pequeña sufrir un bajón así a tan temprana edad.
-"Vale –respondió al fin-. No prometo nada pero voy a intentarlo."
-"Gracias –sonrió la maestra-. El resto puede dejarlo en mis manos, Yagami-san."
-"Hayate, sólo Hayate –le estrechó la mano en gesto de despedida-. Por si llegase a conseguirlo, sería conveniente si tuviese tu número, Nanoha."
-"Uhm."
No molestándose por la toma de confianza, escribió su teléfono en un pedazo de papel y se lo entregó a la castaña. Después, se despidió de ella y de su menuda estudiante, que salía del salón sin abandonar sus manitas entusiastas de las orejas de aquel perro enorme.
Con un suspiro, la ojiazul se recargó en su escritorio.
Tenía una tarea difícil por delante.
"Je, y pensar que por ser maestra creí que jamás tendría deberes. Fate Testarossa… Semejante madre para una niña tan adorable."
-"¿Qué es esto? –la voz calma y a punto de bullir hizo que la asistente pasase saliva-. Teana, ¡esto está mal! ¡MAL, con mayúscula! ¡No puedes venir y entregarme tal…!"
Hubo una pausa. Las manos viajaron hasta la sien para masajearla mientras un suspiro profundo era liberado.
Tanto trabajo, tanto estrés, tantos papeles… ¡¿acaso alguien no podía hacer los estúpidos teléfonos callarse?! Se estaba volviendo loca…
-"Lo siento –se disculpó, lanzando otro suspiro-. Lo siento, Tía. Sólo, por favor corrige eso. Si entrego el reporte así no quiero ni pensar en el lío que me meteré con el jefe."
-"Está bien, fue mi error. No te alteres, Fate, en verdad que cada día se te sube más. ¿Segura que no quieres tomarte un descanso?"
-"Estoy bien."
-"Puedo cubrirte."
La aludida lanzó su tercer suspiro, con un brazo apoyado en su escritorio mientras su mano tomaba su frente, cubriendo parcialmente sus ojos cerrados. Para cuando los hubo abierto, la amable mirada azul y la gentil sonrisa de su compañera la hicieron sentirse ligeramente mejor.
-"Ya vas –sonrió un poco-. Te debo ésta, Tía."
-"No –rió mientras tomaba asiento en el escritorio al lado-, me debes varias."
Fate negó, todavía con el gesto en su boca. Se levantó y se dirigió hasta la puerta, abriéndola y cerrándola en silencio.
El ruido del teclado ser apretado continuamente inundó la oficina, mientras las gafas de la pelinaranja que trabajaba en la computadora, reflejaban pantallas brillantes llenas de números y datos.
Teana Lanster sacudió la cabeza entonces y se reclinó hacia atrás en su silla, estirando los brazos; justo cuando la puerta se abrió de golpe.
¡SLAM!
-"¡No es lo que parece, le juro que estoy trabajando!"
-"¡¿Recogí a Vivio de la escuela?!"
Durante los próximos cinco segundos, el silencio se apoderó del despacho.
-"Ok, tenemos que dejar de hacer esto –suspiró en alivio-. En serio, Fate, un día de éstos me va a dar el paro."
-"¡Respóndeme! ¡¿Qué hora es?! ¡Por qué nadie me avisa de estas cosas!"
Tía se lamentó al ver a su amiga ir a su escritorio y comenzar a revolverlo todo. La rubia agarró de golpe el saco negro en el respaldo de su silla, y estuvo a punto de ponérselo encima, hasta que una mano en su hombro la detuvo.
-"Es sábado. No hay clases. El día de hoy Vivio está con Subaru, ¿o ya lo olvidaste?"
-"¿Sábado?"
-"Sí, sábado, Fate."
-"Vaya… -soltó su saco-. Soy un desastre, ¿no?"
En aras de evitar responder aquello, Teana hizo lo que mejor podía hacer: Sonreír con pena.
-"No me malinterpretes, es fantástico comer contigo, pero, ¿a qué se debe el milagro? Pensé que tenías toneladas de trabajo."
Las pupilas rojas miraron atentamente a la castaña que llevaba un nuevo tajo de comida a su boca, mordisqueando el tenedor durante unos instantes más. Cogió comida y volvió a hacer lo mismo de nuevo; Fate no pudo evitar sonreír y negar con la cabeza.
-"Hayate deja de hacer eso, te estás batiendo la cara. ¡Hayate, come bien!"
-"¡Hey, tengo hambre!"
-"¡Suelta el tenedor!"
Fate se dedicó a tomar un trago de agua, ignorando los gritos de su amiga. Para cuando volvió a posar la vista en ella, se encontró a Signum tomando una servilleta para limpiar a la ojiazul, como si fuese una niña de cuatro años.
-"Gracias, bebé" –Hayate sonrió anchamente.
-"¡Deja de llamarme así!" –regañó en susurros.
-"Wow, recuérdame culparte si algún día Vivio hace un desorden en la mesa" –Fate agregó con la ceja alzada, aburrida.
-"Hablando de Vivio…"
-"No te preocupes, ella está bien, Hayate. Es sábado, no hay clases y está con Subaru."
-"¿Gracias? –la pelirrosa en la mesa, denominada Signum, titubeó-. Pero eso ya lo sabemos, Testarossa."
-"Aparentemente yo no…"
Hayate Yagami volteó a ver a Signum entonces, preguntándole con la mirada algo que le pasó desapercibido a la tercera en el comedor, a lo cual la otra ojiazul tan sólo alzó los hombros.
-"Hace unos días me topé con la maestra de Vivio."
-"¿Sí? ¿Y qué con eso?"
Fate paró de comer, decidiendo que ya no tenía suficiente apetito para avanzarse la otra mitad de su comida; a pesar de la mirada reprobatoria de Signum, hizo su plato a un lado y se dedicó a ponerle atención a su otra compañera.
-"¿Cómo decirlo? –Hayate rió nerviosa, rascándose el cuello en el proceso-. Bueno, tal parece que las notas de la pequeña han bajado un poco."
-"Sólo debe esforzarse más en clases –la ojirubí respondió natural-. Le diré que estudie más."
-"No, no, Fate-chan. No creo que ése sea el problema. Tal vez si pasases un poco más de…"
-"No de nuevo –suspiró cansada, apoyando las manos en la orilla de la mesa y empujando su silla hacia atrás-. Sabes que tengo bastante trabajo encima, ¿cómo en la vida quieres que pueda mantenernos si no consigo dinero? Sabes perfectamente que hago lo que puedo, ¡cómo si a mí me gustase pasar horas encerrada y aguantarme al amargado de mi jefe!"
-"No estás siendo justa, Testarossa. Hayate tiene un punto, estás descuidando a tu hija. Y no me des esa mirada, porque es tu hija, te guste o…"
-"Ya, Signum. Sí, es mi hija y en ningún momento voy a negarlo. La quiero."
-"Pues no haces un buen trabajo demostrándolo –la pelirrosa se inclinó adelante, cruzó sus manos y apoyó su mentón sobre ellas-. Anda, Testarossa, dime, ¿siquiera puedes responderme una sencilla pregunta?"
-"Tírala."
-"¿Cuándo es su cumpleaños?"
Los labios de la rubia se separaron de súbito, sólo para volver a cerrarse de nuevo. Pasados unos momentos, Fate sacó aire y descansó los codos en la mesa, sujetando su cabeza entre sus manos.
Maldijo por lo bajo, preguntándose cómo rayos es que su vida se había volcado en una montaña rusa sin final.
-"Ella quiere hablar contigo."
-"¿Ella? ¿Ella quién?"
Así como estaba, la madre alzó la mirada para ver a una Hayate tomando un sorbo de su malteada; como siempre, lo más tranquila del mundo.
-"Pues quién más, la maestra de Vivio –dejó el popote a un lado-. Mira, sé que no acostumbras liarte en esos asuntos escolares y rollo; pero creo que deberías verla. Realmente se nota preocupada por Vivio."
-"Es sólo una maestra –Fate respondió irónica-, ¿qué puede saber?"
-"Bueno –Signum interrumpió, sonriendo con alevosía-, ciertamente ella se sabe el día de su cumpleaños."
-"¡Joder, Signum! ¡Para de tirarla conmigo!"
La aludida no se inmutó ni aún cuando la otra empujó la mesa enfurecida. Conociendo de antemano a la joven, supo que era cuestión de minutos para que se calmase y aceptase que tenía la razón.
Y así fue.
-"Tienes que verla" –Hayate retomó la conversación.
-"Bien –se dio por vencida-. ¿Cuándo? ¿Dónde? Y más te vale que no sea una de tus bromas, Yagami."
-"Tsk, ¿por qué nadie me tiene fe? –chasqueó la lengua unas dos veces mientras buscaba en su bolsa-. Aquí. Sólo tengo su número pero puedo arreglarlo todo por ti, si gustas. Eh, vamos, no me pongas esa cara."
-"¿Cuál es su nombre?" –preguntó desganada.
-"Mmm… Nanoha. Takamachi Nanoha."
-"¿Taka… machi…? Alto. ¿Dónde he…?"
Tanto Signum como Hayate se quedaron calladas al ver a la rubia cerrar los ojos y tomarse la cabeza, en un intento por recordar quién sabe qué cosa absolutamente desconocida para ellas.
De pronto, Fate separó los párpados y sonrió al haber hallado su respuesta.
-"Oh, sí. La mujer testaruda del otro día."
Signum tan sólo alzó una ceja, eligiendo guardarse sus propios comentarios.
-"¿La conoces?"
-"Sí… bueno, no. Es sólo que… -Fate se detuvo, cayendo en la cuenta de algo-. ¿Pelirroja? ¿Ojos azules? ¿Bajita? ¿Traje blanco?"
-"Sí, ésa misma" –contestó Hayate.
-"Sí… NO. Ahórratelo, no hablaré con esa loca."
-"¡Fate! ¡Ya, dijiste que lo harías!"
-"Sí, bueno, tú no estuviste ese día. Ni siquiera me conoce, ¿y trata de venir a decirme cómo educar a mi hija? –enseguida, alzó una palma hacia la pelirrosa-. Guárdalo, Signum, ya sé lo que me dirás."
-"¡Mou! ¡No le hables así a Signum! Sólo quiere ayudarte –Hayate hizo un puchero-. A su muy rara manera… Como sea, me importa mucho, vas a verla."
-"¿Qué?"
-"Fate, estamos hablando sobre Vivio –esta vez, la mirada de la castaña por fin se volvió seria-. Si realmente la quieres, querrás lo mejor para ella. Ahora, cierto que necesitas trabajar; pero no creas que no sé que te sumes en el trabajo más de lo necesario. Te encierras, cuando hay alguien allá afuera que te necesita."
-"Nosotras estamos aquí, Testarossa. Sin embargo, ahora tú eres su única y verdadera familia."
-"Aceptaste la responsabilidad. Pero no la estás cumpliendo como deberías."
Fate miró a Hayate, perdida y desconsolada. Se olvidó de ponerse a la defensiva y simplemente ocultó el rostro entre sus manos; pronto, sintió la mano de Signum en su hombro, en un gesto de apoyo.
-"¿Irás a verla?" –Yagami murmuró.
-"Vale, tú ganas" –su voz salió amortiguada por las palmas en su cara.
-"Eso es, Fate-chan. Oye, mira el lado bueno."
-"¿Cuál?"
-"Nanoha está que arde."
-"¡HAYATE!"
-"Mujer, si yo hubiera tenido una profesora así, me cae que le aprendía todo."
-"Signum, por favor…"
Muy probablemente, después de publicar esto, no me verán aquí durante una buena temporada (debido a ciertas cuestiones). Así que por eso decidí apurarme y acabar esta historia.
Al igual que mi anterior fic, aún habiendo siendo escrito con el propósito de un solo capítulo, lo he dividido para una mejor y más cómoda lectura. En total serán cuatro partes, las cuales ya están hechas.
Subiré una cada día, así que no tengo excusa para dejar esto incompleto =)
Saludos a quienes se hayan molestado en pasar por aquí; como siempre, gracias por leer.
Kida Luna.
