Disclaimer: Esta es una Adaptación de la novela "El caballero oscuro" de Kinley Macgregor con los personajes que son propiedad de la gran Naoko Takeuchi

Con esto iniciamos una nueva adaptacion esta se llama "El caballero oscuro" de Kinley Macgregor, tal vez si han leido otras adaptaciones de Kinley Macgregor relacionaran algunos nombres, pero en esta solo hablaremos de la vida de uno, espero les guste y Reviwes ;)


PRÓLOGO

SENTAOS A MI LADO UN RATO, AMIGOS Y PEREGRINOS, porque voy a contaros una historia que muchos de vosotros no conocéis. Se trata de un relato de honor y amistad, de coraje y nobleza, de fortaleza y lealtad. De muchachos que se hicieron hombres, no por haber en vejecido, sino por haber atravesado las mismísimas lla mas del averno, codo con codo, espalda contra espalda, desafiantes y audaces, compartiendo un solo código de honor:

Todos sobrevivimos.

Todos regresamos a casa.

Todos somos hermanos hasta el final.

Dicen que en el fuego de Satanás se forja el acero más resistente. Yo lo he visto con mis propios ojos, porque en su día fui uno de esos muchachos. Preso en una tierra que muchos llamaban Ultramar o Tierra Santa y rehén de mis enemigos, conocí allí a esos extraordinarios hombres. Ha bía cincuenta en mi celda, apretados unos contra otros, con frío, agotados, abatidos y extenuados, pero no vencidos. No: era imposible vencer a esos hombres.

Nada de este mundo podía vencerlos.

Aunque sabía que eran jóvenes y, en algunos casos, apenas niños, estaban tan demacrados que parecían viejos pordioseros. Tenían la cara surcada de arrugas por el horror y el hambre, las ropas hechas jirones y el cuerpo lleno de cicatrices y sangre debido a heridas antiguas y recientes. Aun así, seguían luchando con una fortaleza de espíritu que nunca ha dejado de sorprenderme.

De los cincuenta surgieron cinco líderes: el Espec tro, que se movía furtiva y sigilosamente mientras en tretenía a los guardias; el Escocés, que se sacrificaba por otros para que no los castigaran; el Aniquilador, que cui daba de nosotros y planificaba nuestra huida; el Hechi cero, que era capaz de distraer a cualquiera para robar lo que nos hiciera falta, y el Abad, cuyos modales erudi tos e inquebrantable fe nos recordaban que seguíamos siendo humanos aunque viviéramos como animales en una jaula inmunda.

Les apodamos Quinfortis, vocablo latino que signi fica `la fortaleza de los cinco'. Mantenían nuestro espíritu y nuestra esperanza viva todos los días mientras nuestros captores procuraban desmoralizarnos. Sin ellos, ninguno de nosotros habría vuelto a casa. Ahora estaríamos todos muertos. Sin excepción.

Este cantar está escrito en su honor. El Aniquilador.

Conocí al hombre a quien la Hermandad apodaba el Aniquilador el día en que me apresaron. Le habían de formado tanto la cara a golpes que ene recordaba a un ho rrible monstruo. Sin embargo, sus ojos eran fulminantes: inteligentes y agudos, me calaron enseguida. Me tendió la mano, tal como había hecho con los demás que habían lle gado allí contra su voluntad, y me dijo que, mientras él respirara, yo estaría protegido. Lo decía en serio.

La noche en que huimos del averno, se quedaron sie te hombres para borrar nuestras huellas. Los Quinfortis, el Fantasma y el Pagano. Mientras nosotros subíamos al bote que nos llevaría de regreso a casa, los siete se enfren taron con coraje a nuestros perseguidores, sin más protec ción que las manos vacías. Incluso hoy, años después, les recuerdo claramente a todos, peleando como poseídos bajo la luz de la luna mientras nosotros corríamos a ins tancia de ellos.

El Espectro, el Escocés, el Aniquilador, el Hechi cero, el Abad, el Fantasma y el Pagano: hombres que se negaron a usar su verdadero nombre mientras permanecían en prisión por haber sido reducidos a animales, obligados a pelear para conseguir su escaso alimento, hombres que se debían unos a otros por sus cicatrices y juramentos y por la marca que les habían dejado sus enemigos en la mano de recha para que nunca olvidaran esa época en que fueron bestias.

Sin embargo, la noche de nuestra huida no fueron animales. No fueron hombres ni muchachos. Fueron hé roes legendarios, héroes cuyo coraje y desinterés no deben olvidarse jamás.

Ya os he hablado del Espectro en Midsummer's Knights, que trata sobre la buenaventura que recayó en Si mon de Ravenswood desde entonces. Es hora de que es criba sobre otro: el Aniquilador, más conocido como lord Seiya, conde de Blackmoor, hombre de muchos secretos y fortalezas. Un hombre que ha luchado toda su vida y que aún no se ha dado cuenta de la belleza que hay lejos del campo de batalla.

Y para aquellos curiosos, mi nombre, al igual que el de los otros, permaneció oculto durante mi cautiverio. La Hermandad me puso mi propio apodo especial. Aho ra uso mi verdadero nombre de pila, pero, para mi tarea de presentar al mundo los héroes que he conocido, po déis llamarme el Trovador. Soy un bardo itinerante, que busca siempre su propia paz con el pasado y, al mismo tiempo, se cerciora de que todos conozcan los sacrifi cios individuales de los hombres que integraban nuestra cofradía.

Así comienzan los relatos oficiales de la Hermandad de la Espada.