Bueno, inspiración legada de Kurosaki Hitsugaya Sofia y las locas preguntas de su perfil.
Bleach no me pertenece.
Y allí estaba él.
Siempre caminaba sin fijarse en los escaparates de las tiendas, ni siquiera en las personas que le esquibaban por la calle mientras caminaba sin expresión alguna en su rostro. Él siempre era así: inexpresivo y serio, con los ojos perdidos en un mundo a parte y las piernas moviéndose automáticamente.
Se dirigía a casa después de haber pasado una amarga tarde en el trabajo, y con el frío que hacía no tenía ganas de pararse en ningún lugar, hasta que se percató de su presencia. No era demasiado. Ni siquiera supo por qué había desviado la mirada hacia esa farola.
Ulquiorra se detuvo y observó a ese oso que juraría, juraría, habia estado siguiéndole todo el trayecto. Ahora se encontraba tumbado en el helado suelo, pero estaba seguro de que al pasar por allí no lo habia visto. Se habría fijado.
Lo cogió con una sola mano y observó la cara del peluche, mientras notaba que algo iba mal. Pero estaría más que dispuesto a averiguarlo todo de aquel oso más tarde.
-¡Mi nombre es Kon!- Le gritaría al llegar a casa. El pelinegro tan sólo le dedicaría una mirada vacía, e ignoraría las peticiones del oso para que lo sacara de esa jaula para pájaros en que estaba encerrado.
Pero, por ahora, allí estaba él: caminando entre el gentío y el frío con sus ropas negras, sus ojos verdes y un oso de peluche en su mano izquierda.
