¡Hola! Aquí estoy de nuevo con otra de mis historias. Como las demás, ya lleva tiempo escrita y ya han sido publicadas, en el foro español de Castle. Me costó bastante trabajo entender el funcionamiento de este foro, y aunque llevo tiempo leyéndolo, he tardado en ser capaz de publicar aquí mis fics.

Este en concreto se desarrolla en el año 2012, durante la 4ª temporada. Todavía no se sabe que fue el senador Bracken, el culpable de la muerte de Johanna Becket, por lo que los malos son producto de mi imaginación.

Son capítulos cortos, intentaré ponerlos lo más seguido que pueda. Espero que os guste y disfrutéis leyéndola, tanto como yo al escribirla.

Capítulo 1:

DOMINGO 15 DE ENERO

Era por la tarde, Alexis estaba estudiando en el salón de su casa. Llevaba un rato observando a su padre, que escribía en su portátil. Estaba preocupada por él desde hacía meses. Más o menos desde que volvió a trabajar con Becket después de que ella se recuperara del disparo. Ella no estaba en absoluto de acuerdo en que él siguiera ayudando a la policía, pero aunque se mostró molesta y quiso disuadirlo, su padre ya era mayorcito para tomar sus propias decisiones y ni ella, ni su abuela pudieron impedirlo.

Él seguía absorto en su trabajo y ella, hacía ver que estudiaba, pero realmente andaba perdida en sus pensamientos. Sabía que su padre, una vez que regresaba a casa después de ayudar a la inspectora en sus casos, emprendía otra investigación en solitario. Una investigación que tenía que ver con ella, con la mujer de la que estaba enamorado, pero de la que esa mujer no era consciente.

Alexis sabía que su padre seguía investigando por su cuenta, el homicidio de Johanna Becket, había escuchado la conversación que su abuela tuvo con él, después de recibir la llamada de un desconocido que se presentó como amigo del capitán Montgomery y que le recomendó que si quería a Kate Becket a salvo, tenía que mantenerla lejos de la investigación.

Sabía que su padre había vuelto a hablar con ese hombre varias veces y sentía un miedo atroz, solo de pensar que a él también pudieran dispararle. Sabía con certeza que su padre estaba irremediablemente enamorado de la inspectora, que todo lo que hacía era por amor a ella, pero también estaba casi segura de que ella no le correspondía de igual modo, y era por eso por lo que se sentía molesta, por el peligro que corría su padre, esforzándose por ayudar a una mujer que lo trataba muchas veces con indiferencia. Ella había estado presente algunas veces cuando estaban juntos, en la casa. Veía como su padre miraba a Becket con adoración, pero no era capaz de distinguir el mismo tipo de mirada en ella, y no le parecía justo, que él, día a día arriesgara su vida de aquella manera.

Castle levantó la vista del ordenador y vio a su hija mirándolo fijamente.

-¡Hey!, ¿Ocurre algo? – le preguntó curioso – ¿Por qué me miras de ese modo?, me estás poniendo nervioso.

Pero ella estaba tan absorta que no le escuchó. Su padre volvió a preguntarle.

-Alexis, ¿te encuentras bien?

-Si, si, perdona, es que estaba memorizando datos – dijo disimulando y mirando su libro de texto – y no me he dado cuenta que me hablabas.

-¡Ah, vale! – contestó su padre no muy conforme, pero sin poder sospechar en que pensaba su hija.

En ese momento, sonó el teléfono de la casa. Fue Alexis quien contestó, y supo enseguida quien era, el hombre que preguntaba por su padre. Le pasó el teléfono.

-Es para ti – dijo secamente.

-Gracias – contestó su padre cogiendo el teléfono, y poniéndoselo al oído – Richard Castle, ¿Quién es?

Al escuchar la respuesta, se levantó y se dirigió al despacho donde se encerró. Alexis sabía que lo que iba a hacer no estaba bien, pero no pudo evitarlo. Se levantó y lo más deprisa que pudo, se dirigió arriba, a escuchar por el otro teléfono.

-Señor Castle, creo que ya sabe quién soy.

-Si claro, ¿ocurre algo? – preguntó preocupado.

-Solo llamaba para decirle, que la información que me ha ido aportando últimamente, ha sido de gran utilidad, cada vez estamos más cerca de llegar al final, pero todavía quedan cosas que investigar y que probar, hay que estar seguros al cien por cien.

-Sí, pero… – interrumpió Castle – ¿Quién es el que está detrás de todo esto?, necesito saberlo.

-No, no necesita saberlo – respondió su interlocutor con voz seca – lo mismo que no tiene que saber quién soy yo, mientras menos información tenga, más seguro estará.

-Pero no se da cuenta, de que lo que hago es trabajar para alguien que no sé quien es, que no sé cómo acabará esto, no puedo mantener este secreto por más tiempo, esto me está matando.

-Pues debe ser fuerte y no hablar con nadie sobre esto, ya le he dicho muchas veces, que puede confiar en mí, sé que es difícil sin saber quién soy, pero le vuelvo a rogar que tanto por su bien, como el de la detective Becket, e incluso por el bien de este país, sea paciente. Le aseguro que ya queda menos, y le llamaba para advertirle, que precisamente ahora que cada vez estamos más cerca de acabar con esta pesadilla, sea especialmente cuidadoso con su compañera, no deje que se acerque a nada de esto, tiene que permanecer alejada de esta investigación lo más posible.

-No se preocupe – dijo Castle con amargura – ella confía en mí, y sé que si empezara a investigar sobre algo, me pediría ayuda, así que creo que podré distraerla.

-Confío en usted y en su discreción, señor Castle, seguimos en contacto.

Y sin más, colgó el teléfono.

Castle se quedó un rato pensando con el teléfono en la mano. Afortunadamente Becket estaba últimamente bastante tranquila respecto al caso de su madre. Pero él, se sentía como un auténtico cretino por engañarla de esa manera. Pero con tal de no ponerla en peligro, haría lo que fuera, hasta arriesgarse a que ella lo odiara y no quisiera verlo más si se enteraba de esto. Eso lo destrozaría, pero prefería saberla lejos de él y a salvo, que volver a pasar otra vez por lo que pasó cuando le dispararon en el funeral del capitán.

Alexis también colgó el teléfono y se metió al cuarto de baño. Estaba muy nerviosa. No debería haber escuchado esa conversación, lo sabía de sobra y sabía que si su padre se enteraba se enfadaría bastante, pero tenía que hacer algo. Si la detective Becket era tan ciega para no ver el amor que su padre sentía por ella, hasta el punto de poner su propia vida en peligro, ella no iba a permitirlo. Sabía que le iba a hacer daño a su padre, sabía que la iba a odiar, pero aunque su postura era egoísta, tenía que decirle a Becket la verdad, su padre y su abuela eran su única familia, y si tenía que hacer algo horrible para protegerlos, lo haría. No podía permitir que le hicieran daño a su padre, no estaba dispuesta a perderlo.

Que la inspectora se apañara ella sola en la investigación del caso de su madre, al fin y al cabo la policía era ella, su padre era solo un escritor de Best Sellers, demasiado aficionado a los casos de misterio.

Cuando bajó a la sala, su padre seguía en su despacho. No quiso molestarlo y volvió a sentarse con sus libros, como si estudiara, aunque era incapaz de concentrarse.

Al rato salió Castle, estaba muy serio y le dijo:

-Voy un rato a "La Guarida", ha llamado Brian, hay un problemilla sin importancia, nada de particular.

-No te preocupes – le contestó su hija, sabiendo positivamente que le estaba mintiendo – yo seguiré estudiando, además la abuela vendrá en un rato.

-Llegaré tarde probablemente, no me esperéis levantadas – le dijo, deseando salir de la casa.

Se puso la chaqueta y tal como estaba vestido con los vaqueros y esa sudadera vieja, se tiró a la calle. Había puesto la excusa de la visita a su bar, porque necesitaba salir de su casa y que le diera el aire. Lo que le había dicho aquel hombre lo había alterado bastante, estaban cerca del final, las cosas se estaban complicando y él tenía por encima de todo intentar que a Becket no le diera de pronto ganas de investigar el asesinato de su madre.

Pidió al cielo, que él pudiera enterarse si a ella le daba por empezar a indagar de nuevo, aunque tuviera que secuestrarla, la apartaría de esos asesinos.

Por su parte Alexis, sabiendo que estaría sola durante un gran rato, y en vista que no se podía concentrar en el estudio, se dirigió al despacho, y haciendo algo que era impropio de ella, empezó a curiosear las cosas de su padre. Sabía que utilizaba la pizarra digital, para montar el argumento de sus novelas, así que le dio al encendido y empezó a toquetear aquí y allá, hasta que dio con una serie de gráficos y apuntes, que en un principio pensó que formaban parte de la documentación sobre uno de sus libros, pero después de leer, advirtió con horror que era todos los datos que su padre tenía sobre el caso de Johanna Becket.

Estuvo horas mirándolo todo, a cada dato nuevo que veía, aumentaba el miedo que tenía. Su padre se había metido en algo muy gordo, allí había gente implicada que parecía muy importante. Sintió que le faltaba el aire, su familia estaba en peligro, ella misma también lo estaba. Definitivamente tenía que hacer algo.

CONTINUARÁ…