Mío

Capítulo uno

Me senté, mirándolo. Sus ojos verdes concentrados en su trago. No me dirigió ni una sola mirada. Esperé.

Siguió con esa actitud, tomando su jugo de naranja tan despacio que podía sentir como me derretía en el asiento, sin que él lo notara siquiera. Mi corazón estaba latiendo demasiado rápido y ruidosamente.

Por ahí él también podía oírlo y si lo hacía esto era el final. Sin haber comenzado, bonito.

- Dime algo… No sabes nada de todo esto, ¿no? – Sentí las mejillas arder y respiré hondo ¿Qué más podía hacer?

De la única cosa de la que estaba segura era que tenía que mantener la boca cerrada. Y estaba tan terriblemente nerviosa que era un trabajo difícil.

- No actúes. Lo noté desde el momento en que pusiste un pie en mi casa. – Su voz era suave y relajante a pesar de las poco delicadas palabras que decía. Se había dado cuenta y me había a echar de la casa, como un amo a su perro para castigarlo, sin siquiera dejarme explicar la situación. Sin embargo, ahí estaba, quieto, mirando a su, ya vacío, vaso.

Dios. Nunca había sentido mis mejillas tan calientes en mi vida. Estaba segura que iba a empezar a híper ventilar en cualquier momento. Crucé las piernas y le presté especial atención a mis manos, como si fueran la cosa más interesante del mundo.

De repente se levantó de su sofá, en el que había estado sentado tan quieto por tanto tiempo, logrando asustarme. Había llegado a suponer que estaba pegado a su trono. Caminó hasta posicionarse detrás de mí, podía sentir su calor aunque no estuviéramos tan cerca.

Lo deseaba. Esa era la patética razón por la que estaba sentada en la casa de un extraño que quería hacerme su mártir, o algo así, y lo peor es que le estaba dando la espalda ni siquiera intentando saber qué era lo que hacía.

- Tienes un cabello lindo, me gusta eso. – No sabía si agradecerle o llorar de puros nervios. – Estás tensa, ¿Por qué, Isabella?

Ya no estaba sólo tensa, también en estado de shock ¿Cómo sabía mi nombre? Siempre había usado un sobrenombre. Miré ausentemente a su pared blanca, sintiendo un horrible dolor en el estómago. Volví a saltar cuando sentí sus dedos acariciando mi pelo. Ahora sí que estaba hiperventilando.

En un rápido movimiento enredó sus dedos en mi pelo y tiró de él haciendo que mi cabeza caiga hacia atrás. Miré en esos lindos y grandes ojos, mordiéndome la lengua. - ¿Vas a ser una buena chica? Contesta.

Asentí y largué un pequeño suspiro. Mi cabeza me repetía lo demente que estaba, barajaba la mejor forma de escapar. Sin embrago ahí me quedé porque él me sonrió. Iba a ir al infierno sin escalas pero me gustaba tanto.

- Tengo reglas, Isabella ¿Crees que vas a ser capaz de cumplirlas?- Asentí de nuevo y me soltó, dejando reacomodar mi cuello adolorido. Volvió a sentarse y lo miré. – Te mandaré una mail con las reglas. Ahora vete, ya.

Recogí mi sweater y casi corrí hasta la puerta. Corrí hasta estar a dos cuadras de su casa, apoyé la cabeza contra una pared y reí con una risa nerviosa y loca. Lo había hecho. Edward Cullen iba a ser mío.

¡Qué poca idea tenía en ese momento de lo que iba a tener que pasar por ese hombre!

No que me arrepienta igual…


NDA: Bueno aquí vengo con la traducción de mi fic Mine. Necesitaba mi español hermoso xD Sigue estando dedicado a mi madrinita que me introdujo en estos dos , BDSM.

Aah, sisi. Esto va a ser muy M, niños no lean.

Todo es de Mayer. Yo sólo pervierto personajes.

Espero que les guste!