CAPÍTULO 1 -INTRODUCCIÓN-

Dirigió una última mirada a su espejo. Peinó de nuevo las puntas de su pelo y acomodó con sus dedos su flequillo. Ella siempre fue una chica transparente, por lo tanto la felicidad qué sentía en ese momento no pasaba desapercibida. Aquella sonrisa de oreja a oreja iluminaba su rostro completamente. Para muchos aquel día significaba volver a la rutina. Volver a abrir aquellos pesados libros, madrugar para ir a calentar la silla y pasar horas y horas escuchando charlas absurdas y aburridas. Para la mayoría de la gente terminar las vacaciones era sinónimo de comenzar el aburrimiento que sentían día a día al pisar el colegio.

A ella, en cambio, no podía hacerle más feliz este día. No podía evitar odiar el verano. Pues siempre tenía que alejarse de su ciudad y pasar sus vacaciones lejos. Utilizar esos shorts y bañadores que dejaban al descubierto casi todo su cuerpo, del cual estaba increíblemente acomplejada. Visitar a familia lejana y tener que ir a las fiestas que organizaban solo por guardar las apariencias, cuando ella preferiría estar tranquila en su casa leyendo algún libro o pasar un rato agradable viendo alguna película junto a su primo y su hermana. ¡Pero no era tan sólo eso! Volver a su hogar después de tres largos meses, volver a ver a sus compañeros, a sus amigos… ¡A él! Una sonrisa para nada disimulada se formó en su rostro al acordarse de él. Al pensar en sus ojos y en su perfecta sonrisa. Definitivamente no se explicaba cómo podía haber aguantado tanto tiempo lejos de él.

-¿Ya estás lista?

Aquella voz malhumorada la sacó inmediatamente de sus pensamientos. Se giró bruscamente para observar al recién llegado.

-Sí, padre.

Otra de las razones por la cual le alegraba volver a la rutina (y aunque odiaba admitirlo) era para no estar constantemente cerca de Hiashi Hyüga, su padre. A pesar de lo mucho que lo apreciaba y el respeto que sentía por él, sabía que su relación de padre e hija no era para nada buena. A pesar de haber intentado mejorarla durante años, se había resignado a que jamás lo lograría, y que lo mejor sería tan sólo evitar los choques con él. Obedecerle en todo y pasar el máximo tiempo desapercibida ante él.

-¿A qué esperas para bajar? –En su voz podía notarse claramente una molestia. –Te estamos esperando para desayunar.

Hinata obedeció rápidamente, como acostumbraba a hacer. Echó un último vistazo a su vestimenta. Su blusa fina blanca con todos los botones abrochados (y no como acostumbraban a lucirla las demás chicas, dejando al descubierto su cintura), estaba perfectamente planchada. Para su primer día de clases, había escogido lucir su pantalón pitillo favorito. Y, por último sus manoletinas blancas con un lazo encima que combinaban con su blusa. Su peinado, como siempre acostumbraba a llevarlo para ir a la escuela, estaba recogido en una coleta de caballo, dejando solamente su flequillo suelto. Recogió rápidamente su mochila del suelo y salió rápidamente de su cuarto con una sonrisa de oreja a oreja.

~ X ~

Lejos de la mansión de los Hyüga y de aquel barrio de gente de clase alta se encontraba Suna, un barrio totalmente opuesto.

A diferencia de la tranquilidad que se respiraba por aquellas calles llenas de casas y mansiones lujosas, siendo interrumpido tan sólo por el ruido del motor de algún coche que probablemente costaba más que tres casa de Suna, en aquel lugar no podía haber tranquilidad. Pues la gente estaba acostumbrada a levantarse temprano para caminar durante un largo tiempo para evitar perder el metro.

En este caso, los nuevos inquilinos tampoco estaban acostumbrados a guardar silencio.

-¡Despierta ya, maldita sea!

Sabía que su grito podía escucharlo hasta el vecino, pero dudaba mucho que se vinieran a quejar. Y aunque lo hicieran, realmente le importaba poco. En ese momento se encontraba demasiado irritado como para pensar en sus modales. Sentía que su paciencia llegaba a su límite y, antes de llegar al uso de la fuerza, destapó bruscamente a su hermano tirando sus sábanas lejos de su alcance.

-¡Púdrete!

El aludido dejó su cara al descubierto, dejando ver su tez blanca, sus ojos turquesa claros y sus enormes ojeras a causa de la mala vida.

Normalmente hubiese mandado al diablo a su hermano por hacer lo que hizo, pero se encontraba sin fuerzas para nada. Ni siquiera para reprochar. Y aunque, a pesar del calor que hacía, él estaba acostumbrado a dormir siempre cubierto, esta vez intentó hacer una excepción y cerró los ojos para volver a dormir.

-Gaara, has agotado mi paciencia. –Logró escuchar el nombrado, un tanto sorprendido por la calmada voz de su hermano.

Escuchó los pasos del castaño alejarse. Por un momento se sintió aliviado. Pero su tranquilidad no duró mucho. Pues no le hizo falta más que escuchar aquel sonido para saber las intenciones de su hermano. Abrió bruscamente los ojos, dándose cuenta que tenía el tiempo justo para abandonar su cama. Sin pensárselo dos veces se tiró al suelo para evitar que aquel balde de agua fría que acababa de tirar su hermano lo alcanzara también a él.

-¡¿Estás loco, Kankurö?!

Ahora era él el que sentía haber perdido la paciencia.

-Así serán todas tus mañanas si te duermes, ¡¿entendiste?! –Contraatacó su Kankurö. –Recuerda que esto no es Amegakure ni la casa de nuestro padre. ¡Tampoco vamos a una escuela pública en la que podías hacer lo que te daba la gana!

Gaara frunció el seño mientras apartaba bruscamente la mirada. Sabía que Kankurö tenía razón. Ahora estaba en Suna. Aquella casa la estaba pagando su hermana, por lo tanto tenía que hacer lo que ella quería si pensaba seguir teniendo techo. Y lo que su hermana quería de él era que asista junto con ellos a una escuela privada de pijos a la que habían accedido gracias a unas becas.

-Kankurö, no me jodas. –Pronunció finalmente. –A la próxima vez que intentes hacerme esto te vas a enterar quien soy yo.

Estaba dispuesto a levantarse del suelo y a dirigirse al baño para asearse, pero la voz desafiadora de su hermano le detuvo.

-Yo sé muy bien quién eres. Un delincuente idiota echado a perder que se cree que lo van a estar aguantando toda la vida. ¡Me da igual lo que hagas con tu vida, pero no vas a echar a perder de nuevo la mía y la de Temari!

Aquellas palabras se metieron en el pecho del pelirrojo. Se repitieron una y otra vez. Jamás se había imaginado que alguien le volvería a recordar todo lo que es. ¿Acaso no venían para rehacer sus vidas? ¿Para olvidar todo lo que pasó en Amegakure? Lo sabía. Sabía que había arruinado su vida, la de su hermano y, sobre todo, la de su hermana mayor. Sabía que no se merecía esta segunda oportunidad, que tenían que haberle dejado abandonado pudriéndose en aquel lugar. Pero su hermana había decidido darle una última oportunidad. Luchar por ellos, sacarlos de ahí y, aunque los haya traído a un barrio peligroso y de baja clase social, sabía que era el mejor posible y el más alejado de las personas que podían volver a dañarle.

Inconscientemente sentía su puño levantarse y, aunque no quería hacerlo, no podía evitarlo. Una vez pensaba callar a Kankurö con violencia.

-Ya fue suficiente.

Pero aquella voz le detuvo. Ambos se giraron y observaron aquellos ojos verdes un tanto decepcionados ante la escena.

-Temari, yo…

-No quiero volver a escuchar lo que dijiste, Kankurö. –Le interrumpió. –Es más, no quiero volver a escuchar nada que tenga que ver con nuestro pasado. ¡¿Entendieron?! –Añadió, zanjando el tema. –Gaara, en diez minutos te quiero ver listo. Sasori vendrá a recogernos.

~ X ~

-Gracias, Kotetsu.

Tras recoger su mochila y despedirse de su chofer, giró la vista manteniéndose quieta durante varios segundos. Disfrutando de aquella vuelta a la rutina. Una emoción recorrió su cuerpo al observar las puertas abiertas de la escuela. A ese montón de gente cruzándolas. No podía evitar sentirse así al pensar que entre aquella multitud se encontraba él.

Finalmente entró al interior. Observó disimuladamente a todos aquellos estudiantes que buscaban sus aulas tranquilamente. Pues aún faltaban más de quince minutos para comenzar las clases. Pudo distinguir varias caras nuevas. También se encontró con algunos ya conocidos, como Rock Lee, el mejor amigo de su primo, Shikamaru Nara y Chöji Akimichi, unos amigos de la infancia, o varios tipos a los que llaman Akatsuki, estudiantes con mala fama de la que preferiría mantenerse alejada.

Pero, entre todos ellos, no lograba verle a él.

-¡Hinata!

No tuvo tiempo de girarse, pues inmediatamente sintió un fuerte abrazo que casi la dejó sin respiración. Se trataba de dos chicas altas y bonitas. Una rubia, de pelo largo recogido y ojos color azul. Y la otra con un peculiar color de pelo rosa, y ojos grandes verdes. Como cada año, se trataba de Ino Yamanaka y Sakura Haruno.

-¡Chicas! –Exclamó Hinata, correspondiendo al abrazo.

No podía evitar emocionarse aún más al verlas. Pues tenía que admitirlo: Estar tres meses sin sus mejores (y únicas) amigas se le hizo realmente molesto. ¡Las extrañaba muchísimo!

-¡Al fin llegaste! –Le gritó Ino para que Hinata lograra escucharla. Era difícil mantener una conversación entre tanto jaleo. -¡Tenemos que informarte de todo! ¡Ven, entremos al aula!

La peliazul ni siquiera se había molestado en ir al mostrador para averiguar en qué aula tenía su primera clase. Pero al parecer sus amigas sí. Se dejó guiar por ellas, dándose cuenta que la estaban llevando al aula de Arte. Al parecer al primer profesor que verá será a Asuma Sarutobi.

-¡No sabes las cosas que me han pasado! –Exclamó Sakura mientras tomaba asiento en el aula prácticamente vacío. Hinata se preguntaba si ellas habían llegado muy temprano o sus compañeros estaban muy atrasados. -¡Pasé mis vacaciones en un hotel de la playa de Sesoko! ¡Fueron las mejores vacaciones de mi vida! Ahí hay muchísimas más fiestas qué aquí.

-¡Yo pasé mis vacaciones en la isla de Miyako! –Siguió Ino. –Pensé que sería aburrido, ¡pero volví con tres maletas más! La ropa que hay es hermosa. ¡Logré renovar todo mi armario!

Hinata asentía mientras Ino contaba de cada prenda nueva que había en su armario y Sakura contaba de todas las noches que había pasado fuera de casa. La peliazul amaba escuchar a sus amigas, pero, tenía que admitir que no sentía pasión alguna por esos temas. Odiaba sonar aburrida o anticuada, pero prefería mil veces más pasear, leer algún libro o disfrutar de una tarde tomando helado que pasar de tienda en tienda malgastando el dinero en cosas que seguramente jamás de pondría o salir a un antro. ¡Odiaba los antros! El olor a tabaco, el sabor a alcohol, la música alta…

-¡¿Sabes qué…-Exclamó Sakura con más entusiasmo de lo normal. -…Tengo novio?!

En unos segundos se encontró con una sonrisa forzada en su rostro. No le resultaba difícil disimularla, pues ya lo había hecho muchas veces. No es que no se alegrara de la suerte de sus amigas, al contrario, eso le hacía realmente feliz. Pero no podía evitar sentirse humillada al darse cuenta que ella no podía contar ninguna experiencia sobre ese tema. Principalmente porque nunca ha tenido novio ni ningún tipo de acercamiento con ningún chico.

"Lo peor de todo es que el único chico que me interesa, está enamorado de ella…" Suspiró ante sus pensamientos. A pesar de que le dolían, tenía que admitirlo. Era la pura verdad.

-¡Hinata!

El repentino grito de la pelirosa le obligó a dejar sus deprimentes pensamientos de lado.

-¡¿Qué?!

-¡Ni siquiera me escuchaste! –Reprochó Sakura. -¿En qué estabas pensando?

-¡Bueno, no importa! –Exclamó rápidamente Ino, restándole importancia al tema. –Cuéntanos, ¿qué hiciste tú este verano?

La Hyüga suspiró una vez más, preparándose para contar su "divertido" verano a comparación con el de sus compañeras.

-Estuve familiarizándome con algunas empresas de mi padre. El resto del tiempo lo pasé en nuestra casa en la playa Onjyuku.

-¿Y qué más? –Preguntaron ansiosas.

-Nada más. Asistí a algunos eventos familiares, a la playa, de compras… Y el resto del tiempo lo pasé con Hanabi y Neji. –Resumió.

-Pero habrás conocido algún chico en la playa o algún amigo de tus familiares, ¿no? –Siguió interrogando Ino, impaciente.

Hinata negó con la cabeza.

-¡Por Dios, Hinata! ¿En serio no te llama la atención ningún hombre?

-¿Salir con alguien? –Continuó la pelirosa. -¿O aunque sea ir a una fiesta?

-Realmente no. –Se sinceró la ojiblanca.

-¡Tienes que comenzar a divertirte!

Ambas se miraron entre sí, dedicándose una mirada de complicidad.

-Mañana te llevaremos a una fiesta.

Hinata sintió como su piel blanca adquiría inmediatamente un tono carmesí.

-¿Q-qué? ¡No m-me interesa nada de eso!

-¡Hinata, ya tienes dieciséis años! ¿Conoces a alguna chica de nuestra edad que no haya asistido a alguna fiesta? –Preguntó Sakura.

-Ya es hora de que comiences a conocer esas cosas… –Exclamó la rubia mientras llevaba su mirada hacia la entrada del aula. –…y también de ir fijándote en chicos.

Hinata condujo su mirada hacia la puerta de la entrada para observar lo mismo que su amiga. Ahora entendía el por qué de su última frase. Ahí se encontraban Kiba Inuzuka y Shino Aburame cruzando el aula mientras saludaban alegremente a los pocos alumnos que habían llegado.

-No me interesa nadie. –Contestó inmediatamente Hinata. –Bueno, solamente…

-Naruto. Ya lo sabemos. –La interrumpió Ino mientras rodeaba los ojos. Pues no le hacía ni pizca de gracia que su amiga se torture queriendo a un hombre que estaba completamente enamorado de la pelirosa.

-Y hablando del rey de Roma…

Ambas llevaron su vista hacia el mismo lugar que Sakura, lo que supuso el inmediato sonrojo de la peliazul.

-Hinata… -La llamó de nuevo la rubia, intentando restarle importancia a la llegada del Uzumaki. – ¿Por qué no le das una oportunidad a Kiba?

Hinata frunció el ceño. Pues si decía que no le interesaba, de nuevo tendría que soportar las típicas frases de sus amigas, como "¡qué escogida eres!", "él es lo suficientemente bueno para ti. Un chico mejor no vas a encontrar" o, "¡deja de ser tan estrecha!". A pesar de qué sabía que su compañero y amigo de toda la vida estaba perdidamente enamorado de ella (pues se lo había dado a entender de todas maneras) ella no lograba verle como más que un amigo de la infancia. Un chico muy divertido y simpático que siempre está para ella. Pero sólo como eso. Amigos sin más.

-Vosotras ya sabéis mi respuesta. –Se limitó a decir con la cabeza agachada.

Ino y Sakura se olvidaron completamente del tema al ver a la recién llegada.

-¿En serio sigue en este colegio?

Hinata se giró de nuevo un tanto curiosa por la mueca de asco de su amiga.

-¡Ino! –Exclamó inmediatamente disgustada al ver de quien se trataba. Pues, a pesar de que las adoraba inmensamente, tenía que admitir que ese aire de superioridad que tenían no lo podía soportar. -¿En qué te molesta una chica como ella?

-No me gusta estar rodeada de gente de distinta clase social.

"Ni que te fueran a pegar la peste." Pensó la peliazul. ¿Pensar tan sólo? Sí. Ya que su opinión siempre quedaba al segundo plano, prefería ahorrársela.

~ X ~

Una vez más consultó su reloj con una mueca de disgusto. Sentía que los minutos no pasaban. Aquel viaje en metro se le hacía realmente eterno.

-¿Cuánto nos queda? –Preguntó finalmente, a pesar de que intentaba evitar parecer impaciente.

-No más de cinco minutos, Gaara. –Respondió fríamente su hermana mientras ojeaba su horario de trabajo nocturno.

Él ni siquiera se tomó la molestia de contestarle. Se dedicó a girar su rostro y a observar su reflejo a través de la ventana. Se fijó en su rostro pálido. En sus enormes ojeras. En sus ojos llenos de odio. En su cabello revuelto. En su faceta de delincuente.

"Hmp." No podía quejarse. Hasta hace poco lo fue. Tampoco quería tomarse la molestia de intentar cambiar su aspecto. ¿Para qué? No pretendía llamar la atención de nadie. Tampoco hacer amigos o siquiera llevarse bien con sus compañeros. Al contrario, quería evitar que la gente se le acercara. Estaba seguro que con esta fachada en un colegio de pijos creídos lo lograría perfectamente.

Sentía una intensa mirada posada sobre él que le obligó a desviarse de su reflejo. Giró su vista para darse cuenta que se trataba de su hermana. A pesar de la notable indiferencia en su rostro, podía notar cierta preocupación.

-Gaara. –Habló finalmente. –Siendo sinceros, ¿piensas entrar a clases?

El pelirrojo volvió a posar su mirada en su reflejo. No se tomó la molestia de responder. Pues se sentía obligado a asistir.

-No hace falta repetirte que todo depende de ti. Si vuelves a hacer tus porquerías nos descubrirán. –Siguió, a pesar del silencio por parte de su hermano menor.-Esta es nuestra última oportunidad. Si lo echas todo a perder, a mí probablemente no me pasaría nada por ser mayor de edad y por tener mi expediente limpio, pero… A Kankurö y, sobre todo a ti, sí.

-Lo sé.

Ambos se quedaron en silencio. Gaara se dedicó a observar a aquel monstruo que resultaba ser su reflejo, Kankurö yacía en la parte trasera del metro reposando y Temari fingía leer y releer su horario nocturno. Intentaba parecer tan fría, tan serena e indiferente como siempre. Pero no. Esta vez no le resultaba tan fácil. ¡¿Cómo podía estarlo sabiendo el peligro que corren?! Pero de algo estaba segura. Aquella pesadilla que vivían se quedó atrás. No estaba dispuesta a volver a pasar por eso, ni aunque le pagaran todo el oro del mundo. Sabía que todo su esfuerzo no iba a ser en vano.

"Aunque no me puedo llevar todo el mérito…" Pensó. En su mente apareció enseguida él. "Sin mi primo no hubiese conseguido salir jamás de eso… Nunca hubiese conseguido el dinero, las identidades falsas, los billetes de salida… ¡Ni siquiera tendríamos un techo y comida!"

La brusca parada del metro la obligó a salir de sus pensamientos.

-¿Es aquí?

La rubia asintió. Recogieron sus mochilas y bajaron lentamente mientras observaban el enorme paraíso que tenían enfrente. Pues ante ellos, tapado con hermosos árboles de Loto, se encontraba un colegio probablemente de tamaño doble que su barrio entero.

Avanzaron a paso de tortuga mientras observaban aquel edificio. A simple vista, ya eran muchas las diferencias que podrían encontrar entre este colegio y el anterior.

-¿Hacía dónde nos dirigimos? –Logró preguntar finalmente Kankurö.

Pudo observar como su hermana abrió la boca para decir algo, pero inmediatamente la cerró. Pues seguramente ni siquiera ella sabía.

-Será mejor que preguntemos a alguien, ¿no?

Esperó de nuevo una respuesta de su hermana que nunca llegó. Ya estaba comenzando a mosquearle su silencio. Le dirigió de nuevo una mirada, esta vez de molestia, para darse cuenta que ahora no estaba perdida entre la multitud, si no más bien estaba buscando a alguien.

-¿A quién buscas?

-A Sasori. –Pronunció, contestando finalmente a una de sus preguntas.

"Sasori." Repitió en su mente. ¿Aquel primo paterno del cual no sabía nada hacía más de diez años? Para ser exactos, no sabía prácticamente nada de él. Pues ni siquiera se acordaba de su rostro y, a pesar de estar muy agradecido por toda la ayuda que les ha brindado, no podía evitar sentirse un poco fastidiado ante la gran confianza que depositaba en él Temari. ¡Para él era prácticamente un desconocido! Y que sea familia paterna no ayudaba en nada a cambiar su opinión sobre él.

-Kankurö, quita esa cara de estreñido y ayúdame a buscar, ¿quieres? –Exclamó la rubia irritada a la vez que confirmaba que Gaara seguía a su lado. Como si fuera un niño pequeño a punto de perderse.

"¿Cómo quieres que te ayudemos si ni siquiera sabemos cómo es ese tipo?" Pensó el castaño. ¡Ni siquiera había visto una foto de él! Solamente sabía que, a causa de la muerte de su madre (a la que ni siquiera era capaz de llamar "tía" porque no tenía ningún recuerdo de ella), se había mudado a este lugar junto con su tía. Aquello pasó cuando él tenía apenas diez años, y Sasori doce. ¿Cómo quería que se acuerde de él? Siempre que quería aunque sea una descripción de él, Temari se limitaba a decir que era el reflejo de Gaara, pero con un rostro no tan demoniaco.

La frustración de Kankurö y la irritación de Temari ni siquiera les había dejado notar la ausencia de Gaara.

~ X ~

Mientras, el aula de arte se iba llenando.

-¡Mi novio es Itachi Uchiha! –Presumió la Haruno, dejando a muchas de sus compañeras con la boca abierta.

Hinata, a diferencia de Ino que parecía saberlo ya, no pudo disimular su asombro. ¡Y para nada positivo! Pero, al contrario que las demás chicas, no se trataba de envidia, si no de preocupación por su amiga.

-¿Por qué estás con él? Según escuché es un hombre muy mujeriego…

Sentía mucho sonar amargada o una chismosa que creía a cualquier cosa de las que decían. Pero de aquel tipo, como de todos los integrantes de Akatsuki, esperaba cualquier cosa. ¡Y tenía todas las de serlo! Famoso por su apellido, su familia, su dinero, su belleza… ¿qué le limitaba a serlo? Aunque, como virtud, por lo que sabía, no era nada escandaloso. Prefería hacerlo todo callado para no dar de qué hablar.

-¡Eso es mentira! –Lo defendió Sakura un tanto molesta. -¡Él es fiel!

-Tienes que admitir que lo que dice Hinata es cierto. –La contradijo Ino. –O si no, ¿cuántas veces le fue infiel a su anterior novia, Karin?

-Karin se lo merecía. –Dijo, tratando de justificarle. –Es una zorra.

Ante ellas se formó un incómodo silencio que ninguna sabía cómo romper. No querían seguir llevándole la contraria a Sakura para evitar discutir, pero tampoco querían darle la razón.

-¡Pues a mí me gusta un chico de cuarto! –Exclamó finalmente la Yamanaka, optando por cambiar de tema. –Se llama Sai, nos conocimos en la playa hace dos semanas. ¡Es un chico estudioso, centrado, atento conmigo, de buena familia…!

Hinata sonrió mientras escuchaba todas las virtudes de aquel hombre desconocido para ella, pero al que estaba dispuesto a conocer para asegurarse que es adecuada para su amiga.

-Me alegro mucho por ti, Ino. –Respondió sinceramente.

Quería añadir más cosas, pero su voz la interrumpió.

-¡Chicas!

Se giró lentamente observando su sonrisa zorruna. Sus ojos azules y su cabello rubio despeinado. Sin duda, Naruto Uzumaki. Al fin se había dignado a acercarse a ellas y saludarlas. Las ganas por dirigirle la palabra le mataban. Pero, se limitó a escuchar la conversación que mantenía con sus amigas mientras ella chocaba sus dedos. Solamente dejando escapar alguna risa al escuchar algún chiste que hacía.

-Sakura-chan, ¿qué haces esta tarde?

Pero lo bueno duró poco. Sabía lo que venía a continuación.

-Llevamos mucho tiempo sin vernos…

Tenía unas inmensas ganas de pararse de la silla, cogerle de los hombros y decirle todo lo que pensaba. "¡Ella tiene novio, y aunque no lo tuviera, jamás te haría caso a ti! ¡Tú eres un pretendiente más que alimenta su ego! ¡Yo soy la que te quiere de verdad!"

Pero, como siempre, se limitó a esquivar la situación.

-C-Chicos, creo que olvidé mi libro d-de arte en la mochila de Neji. –Mintió rápidamente. No sabía si era lo suficientemente creíble o no. Sólo sabía que necesitaba esquivar esa situación. -¡V-Voy a recogerlo antes de que se me haga t-tarde!

A Ino y Sakura ni siquiera les dio tiempo a contestarle cuando la peliazul se levantó y, más rápida que un destello, salió del aula.

~ X ~

Dejó caer su cuerpo sobre un banco que había cerca de la salida. No pensaba entrar a clases, pero tampoco tenía dónde ir.

Suspiró disgustado. Al menos había logrado escaparse de sus hermanos. Una tarea muy fácil teniendo en cuenta la cantidad de gente que había en ese momento.

Ahora notaba como la multitud disminuía. Todos se dirigían a sus aulas. Algunos más apresurados que otros, pero todos al mismo destino. ¿Y él? ¿Él a dónde podía ir? En el momento que decidió escabullirse de sus hermanos, no contaba con el pequeño detalle de que este ya no es su barrio. Ni siquiera se trataba de su ciudad. Su ciudad natal quedaba a más de cinco horas. ¿Y esto? Esto no tenía nada que ver con su ciudad marginal. Tal vez su nuevo barrio, Suna, sí. Pero este barrio no. Contempló de nuevo su nuevo colegio. Entrar era su única opción.

"Hmp." Movió rápidamente su cabeza, descartando la posibilidad.

Otra idea se le vino a la mente al ver a una chica solitaria salir del edificio. Una chica aparentemente muy frágil.

Sin pensárselo dos veces para no remover en la conciencia, se dirigió hacía ella.

~ X ~

Suspiró mientras pensaba hacia dónde dirigirse los dos o tres minutos que quedaban para que su primera clase empiece. No podía ir al aula de su primo a pedirle un libro inexistente. Engañarles a sus amigas sería fácil. Les dirá que se había olvidado de que Neji le dio el libro antes de irse a clases, y que lo tenía ella. ¿Pero qué podía hacer durante estos minutos?

Se limitó a dirigirse a la salida del edificio para respirar un poco de aire y calmarse.

"Empiezo mal" Pensó decepcionada de sí misma. Pensó que ya era más fuerte. Que no iba a dejar que esas cosas le afecten, o al menos que no lo iba a demostrar. Pero ahí se encontraba de nuevo. Sola. Huyendo de las cosas que le hacen daño.

Una terrible sensación la sacó de sus pensamientos. Se sentía observada. Subió la mirada para encontrarse, a lo lejos, con unos intensos ojos verdes posados sobre ella. Nada más sentir aquella mirada, un escalofrío recorrió todo su cuerpo.

"Ese chico…" Tenía toda la pinta de un delincuente. Esa ropa desgastada, el tatuaje que tenía en su frente, esas horribles ojeras y, sobre todo, esa mirada llena de odio. Le producía tanto miedo que sólo pudo agachar la cabeza e ir alejándose poco a poco, con la intención de volver a entrar al edificio.

Desgraciadamente se había alejado mucho, y tampoco quería salir huyendo y hacer el ridículo. Sus pasos fueron calmados y lentos.

-Dame lo que tengas si no quieres salir herida.

Hinata sintió morir en aquel instante. No sabía cómo pudo llegar tan rápido hasta sus espaldas. ¿O tal vez ella le dio ventaja caminando tan lento? La peliazul comenzó a sentir la vista nublada, las manos sudorosas y todo su cuerpo temblando al notar que aquel delincuente había acercado a su abdomen una navaja.

-E-Está bien, no me hagas nada, p-por favor. –Le suplicó Hinata, dejando caer varias lágrimas por su rostro.

Sin dudarlo sacó de su bolsillo 300¥. Era todo lo que tenía. Aquel pelirrojo lo cogió rápidamente, guardó su navaja y salió corriendo, dejando a la Hyüga con el corazón en la boca.

~ X ~

Se había jurado a sí mismo no volver a hacerlo jamás. No llevar armas. No robar. No amenazar. Y, sobre todo, no consumir porquerías.

"Sólo será por esta vez, para quitar el estrés." Pensó, intentando dejar de sentirse mal.

¡¿Pero qué mierda?! ¡Se trata de Sabaku No Gaara! ¿Desde cuándo le importa hacerlo o no?

Y ahí estaba, por unas calles totalmente desconocidas y con 300¥. No sabía de dónde conseguir lo que tanto quería, no tenía ningún contacto. Y para colmo, había asaltado a una chica de su misma escuela. Esperaba nunca volver a encontrarse con ella por los pasillos.

Estaba tan sumido en sus pensamientos que ni siquiera medía sus pasos. En un abrir y cerrar de ojos se encontró en el suelo.

-¡Maldito desgraciado! –Gritó furioso, dirigiéndose a la persona con la que chocó.

Para su sorpresa, no escuchó ningún grito o reproche por su parte. Ni siquiera se defendió de sus insultos. No se había molestado en alzar la mirada, pero podía adivinar que se trataba de una mujer.

-Vaya, primo. Así que es verdad lo que me contaba Temari. Te has vuelto muy agresivo.

Aquellas palabras sorprendieron mucho al pelirrojo. Por su voz definitivamente no se trataba de una mujer. Pero eso no tenía demasiada importancia ahora. Lo que más le sorprendió era que ese tipo le conociera.

Alzó la mirada, encontrándose con un chico muy parecido a él. Alto y pálido, con unos ojos color ceniza y un pelo rojizo despeinado idéntico al suyo.

-¿Te piensas quedar ahí? –Preguntó aquel pelirrojo, tendiéndole la mano.

Gaara dudó en si aceptarla o no, pero al final optó por la segunda opción. Apoyó sus manos contra el suelo y se impulsó hacía arriba. Una vez parado, se ayudó con las manos a quitarse la suciedad de sus pantalones.

-¿De verdad no te acuerdas de mí? Soy Sasori.

"Tsk… Sasori." Finalmente entendía su parecido con él. Pero, ¿cómo quería que se acuerde de él? Si lleva desde los diez años sin verle.

-Así que es cierto que tenemos un gran parecido. –Exclamó Sasori ante el incómodo silencio de su primo.

A Gaara se le hacía muy difícil mantener una conversación amablemente. Pero sentía estar obligado a hacerlo con este pariente extraño para él. Pues sabía lo mucho que le había ayudado a Temari.

-Sí, a mí también me dijeron lo mismo.

-¿Acaso hoy no empiezas clases?

-Sí, pero…

Sasori dejó escapar una carcajada.

-Tranquilo, te entiendo. A mí también me da flojera.

Gaara observó una vez más a su primo. Realmente tenían un gran parecido. Pero, como siempre decía su hermana: "Su rostro no es tan demoniaco como el tuyo."

¡Aunque no era eso lo único que les distinguía! Al parecer después de tantos años Sasori se había dejado consumir por aquel aire de adinerados. Su ropa seguía siendo de un callejero. Pero… ¿un callejero con ropa más cara que su casa, tal vez?

En su interior se rió ante sus pensamientos. Pero, ¿cómo podía explicar entonces a un familiar suyo vestido con una camiseta ancha de Diesel, unos pantalones un tanto descastados de Giorgio Armani y unas deportivas de caña alta de Adidas?

Se vio obligado a interrumpir su observación visual con la llegada de dos hombres qué, a juzgar por la confianza que tenían con su primo, parecían ser unos compañeros suyos.

-Sasori, ¡¿a qué estás esperando?! –Exclamó irritado uno de ellos. –Quiero entrar a segunda hora.

-¿Por qué la prisa? –Rió Sasori.

-Tsk. Pensé que eras tú el que decía odiar esperar o hacer esperar a los demás. –Contraatacó el otro. A diferencia del primero, éste lo hacia un tanto calmado.

-Este es un caso especial. –Se justificó, dirigiendo su mirada hacia Gaara. –Os presento a mi primo.

Ambos jóvenes le dedicaron una mirada de total indiferencia al pelirrojo que había ante ellos. Y, si acaso les sorprendía el parecido entre él y Sasori, no lo demostraron para nada. Pues, en realidad poco les interesaba.

Gaara, por su parte, volvió a inspeccionar visualmente, esta vez, a los recién llegados. Uno, un poco más alto que su primo, tenía la piel blanca y los ojos grandes y profundos, de color negro. Su pelo largo recogido en una coleta dejando varios mechones sueltos alrededor de su rostro. Su expresión era de total indiferencia. Resultaba sorprendentemente misterioso hasta para Gaara. El otro, a diferencia del pelinegro, era un tipo al que no había que conocer para darse cuenta que era un chaval irritado, impaciente e inquieto. Pues sus ojos azules malhumorados y su ceño fruncido lo delataban. Tenía su melena rubia, al igual que su compañero, recogido en una coleta.

-Sasori, tengo prisa. –Repitió impaciente el rubio, ignorando totalmente la presencia de Gaara. -¿Vienes o no?

-No voy a dejar sólo a mi primo, Deidara.

Ambos se quedaron mirando fijamente al pelirrojo, que sentía no tener vela en este entierro.

-Primo, para celebrar nuestro reencuentro, Itachi, -Dijo, señalando al pelinegro, -nos invitará a unos pases.

Itachi no se inmutó ante tal comentario. Pues tenía dinero de sobra como para invitar también a un desconocido. Gaara, por otra parte, no pudo evitar abrir un tanto los ojos a causa de la sorpresa. Pues para nada se esperaba que su primo también consumiera. Y, ¡aún menos que le ofreciera a él!

-¿Cómo sabes que yo…?

-Temari me contó. –Le interrumpió, haciendo más fácil la conversación. –Vamos, ¡no te preocupes! Sólo será por esta vez. Ella no se enterará.

El pelirrojo no dudó ni un segundo en acceder. No necesitaba hacerse de rogar. De hecho, ¡era justamente lo que estaba buscando en esos momentos!

~ X ~

En su mente no cabía lugar para aquella lección que estaba dando el profesor. A pesar de que habían pasado casi dos horas desde aquel incidente, ella todavía no podía quitárselo de la cabeza ni un segundo. No lograba calmarse. Sentía su cuerpo temblar y sus manos demasiado sudorosas.

-¡Hinata! ¿Se puede saber qué te pasa? Llevas estas dos clases en otro mundo.

A pesar de la voz preocupada de su amiga y compañera de pupitres, ni siquiera se molestó en dedicarle una mirada.

-Me duele un poco la barriga. –Mintió, dando el tema por zanjado.

Intentó apartar de su mente esas emociones negativas e intentar comprender las palabras de su profesor.

-Quiero que hagáis el ejercicio ocho. –Logró comprender.

Inmediatamente todos bajaron la cabeza, atendiendo únicamente a sus libros, levantando la vista únicamente para repasar los apuntes de Kakashi Hatake en la pizarra. A Hinata no le sorprendía aquel ataque de estudio de sus compañeros. Pues así eran todas las clases del profesor de literatura. Imponía demasiado.

Intentó hacer lo mismo antes de recibir algún castigo por parte del peliplateado. Ni siquiera se molestó en levantar la mirada cuando sonaron varios golpes seguidos por un ruido que anunciaba la entrada de alguien.

-¿Qué se le ofrece? –Preguntó Kakashi con un tono totalmente despreocupado.

Todos dejaron de lado sus ejercicios para voltear a verle. Todos excepto Hinata.

-Es mi primer día. Me perdí. –Mintió el chaval.

Con aparente pereza, Kakashi removió varios papeles de su escritorio hasta dar con uno en especial.

-¿Eres Sabaku No Gaara? –Preguntó finalmente.

-Sí.

-Pasa. –Le ordenó. –Toma asiento.

El nuevo caminó por el largo pasilla del aula bajo la atenta mirada de todos. Odiaba esto. Odiaba ser el centro de atención. ¡¿Qué mierda la veían?! ¡¿Acaso tenía monos en la cara?!

Algunas chicas no disimulaban su sonrisa coqueta. Pues, a pesar de su pelo despeinado, sus notables ojeras y su ropa desgastada, no dejaba de verse bastante atractivo. Otros, al contrario, expresaban una total mueca de disgusto.

-Encima de pobre, drogadicto. –Susurró Ino, que al parecer no se sentía seducida por su físico.

-¿Tú también lo notaste? –Le preguntó Sakura.

-Claro. –Afirmó. –Esos ojos rojos, sin brillo y esa toz persistente es inconfundible.

La peliazul no era de las que cuchicheaban sobre los demás, y mucho menos de un compañero nuevo. Pues no era plan de hacerlo sentir incómodo el primer día de clases. Pero tampoco podía negar que sentía muchísima curiosidad.

Alzó disimuladamente la cabeza, sintiendo inmediatamente de nuevo esos malestares en su interior. Aquel miedo. El sudor reaparecer. Aquel tipo era el último al que esperaba y quería ver.

El mismo que dos horas atrás le hizo temer por su vida, ahora es su compañero.