El vehículo se detiene frente al complejo de apartamentos en la ciudadela. Dos figuras descienden de este, Una de ellas con un bolso en el hombro, y las dos se quedan paradas observando la entrada.
Un poco nerviosa, una de las figuras trata de agarrar de la mano a su compañera. Al encontrarla, su compañera la agarra fuertemente, Dándole confianza. Y con las manos agarradas, ingresan al edificio.
Al llegar hasta su apartamento, Liara y Karina se dedican una mirada, sonriendo la una a la otra, antes de ingresar.
Hacía un par de Días que le habían dado el alta a Shepard, el mismo día que habían leído el testamento de Anderson. En este, Anderson dejaba en claro que le entregaba a la comandante el apartamento y todo lo que hubiese en este. El apartamento era ahora de ellas.
Afortunadamente, el apartamento no había sufrido serios daños por el ataque de los Segadores. Aunque casi todo lo que no estuviese adherido al suelo había terminado esparcido por este.
- Hogar, dulce hogar – dice Karina, dejando su bolso en el suelo.
- Y solo para nosotras – concuerda Liara, apoyando la cabeza en su hombro.
Iban a hacer varios cambios. Karina tenía pensado colgar en su oficina sus maquetas de naves y sus armas, quizás un acuario. Mientras que Liara iba a convertir uno de los dormitorios extra en un lugar donde trabajar como Corredor sombrío. Aunque solo en la condición de Karina de quitar la cama. La comandante no iba a dejarle dormir alejada de ella.
Pero todo eso podía esperar.
- Casi lo olvido – dice Liara en voz alta – hay algo que quería mostrarte - aun agarrada de la mano de Karina, se dirigía al piano, aún intacto, sentándose frente a este y colocando sus manos en posición para tocar.
Con las manos liberadas, Liara empieza a tocar la canción que había tocado la primera vez que habían estado solas en el apartamento en su totalidad. Una canción tranquila, un tanto triste, pero agradable.
- ¿Eso era lo que querías mostrarme? – pregunta, un tanto confundida.
- No todo – le contesta. A continuación vuelve a tocar. Pero esta vez, tocaba una canción distinta, más alegre, más cálida, más enérgica.
- ¡Vaya! ¿Estuviste practicando? – pregunta, sorprendida.
- Si.
- Creía que no tenías el tiempo.
- Pues, Digamos que encontré el tiempo – le contesta, un poco avergonzada.
- ¿Alguna otra canción a la que le hayas encontrado tiempo? – pregunta, sentándose a su lado y colocando su mano encima de la de Liara.
- Aún no – admite – Pero puede que en un futuro…
- Eso me parece maravilloso – le contesta, dedicándole una sonrisa cariñosa. Antes de acercar sus labios y besarla de forma amorosa.
