Título: Deseo de Navidad
Autora: Clau Felton Black
Pairing: Draco Malfoy/Hermione Granger
Rating: PG-13
Resumen: Hermione nunca pensó que su deseo de la Noche de Navidad se convertiría en realidad tan rápido.
¡Feliz Navidad a todos! Ya hacía mucho tiempo que no les daba una historia. Aquí les traigo este fic, que según mis cálculos tendrá 12 capítulos y que espero ir subiendo a diario hasta el fin de año. No es una historia muy complicada y está centrada en las celebraciones de Fin de Año.
Cada capítulo tiene una o dos imágenes que están ligadas a la historia. ¡Hasta le he hecho un banner! Y como me gusta complicarme la existencia ^_^, publicaré la historia tanto en FF como en AO3 (que permite poner imágenes) y colocaré un encabezado con los dos vínculos en mi sitio del Live Journal (clau07 . livejournal . com), que en algún momento debo usarlo para algo más que tener la hoja en blanco. En el LJ pondré las imágenes correspondientes al capítulo del día.
Algunos de ustedes ya saben que actualmente trabajo en el comercio (sí, de algo debo vivir como muggle que soy…), y con la temporada navideña, estoy con toneladas de trabajo y horarios de atención al cliente extendidos. Aprecio muchísimo sus comentarios y saben que me los leo todos y cada uno de ellos. Pero así como estoy, les pido las disculpas anticipadas porque no creo disponer del tiempo suficiente para responderlos. O los respondo o posteo los siguientes capis… creo que todos votamos por el posteo diario de capítulos, ¿no es cierto?
¡Espero que les guste!
Capítulo 1. Invitación inesperada
Caminar por los pasillos de Hogwarts casi desiertos era la excepción a la regla en los días regulares, aunque sí era lo usual en los días feriados, como ese Día de Navidad, en que la mayoría de estudiantes había regresado a casa para las fiestas navideñas.
Draco Malfoy transitaba por esos corredores con paso apresurado. Debía dejar algunas cosas arregladas antes de retirarse del colegio para irse a Malfoy Manor para las fiestas de Fin de Año. Ya había pasado encerrado allí para la cena de la víspera de la Navidad, tratando de crear un ambiente adecuado para los alumnos que no podían ir a sus casas para esa época. La verdad sea dicha, lo había hecho a regañadientes porque la Directora McGonagall no le había dejado otra opción. Draco le había alegado que tenía compromisos familiares y que él no era el Jefe de la Casa de Slytherin. Ella le había replicado que siendo el profesor de Transformaciones y unos de los pocos solteros del staff docente, lo mínimo que se esperaba de él era que colaborara durante las festividades para no afectar a los profesores que sí tenían cónyuge e hijos esperándolos en casa.
Ni modo. Había enviado una lechuza a sus padres donde les decía que no contaran con él para la Cena de Navidad, que llegaría a casa hasta el 25 de diciembre durante la mañana y que con gusto retomaría sus funciones como heredero Malfoy a partir de la celebración del Boxing Day que habían organizado en la Mansión hasta terminar con la Gala de Año Nuevo. Había a su vez recibido una respuesta nada halagadora por parte de Lucius. Pero su padre tendría que tragarse el enojo. Ya no tenía tanta influencia sobre él como antes. Ya habían pasado siete años desde el final de la guerra y tenía dos años como profesor de Hogwarts. Ya no era un niño y ya no dependía de sus padres, ni económica ni moralmente.
Siempre con su paso rápido que hacía ondear su túnica al estilo de Severus Snape, salió del corredor y se dirigió a la cuarta planta, donde estaba el salón de clases de Transformaciones. Debía dejar organizadas sus clases para el regreso de vacaciones, porque una vez que estuviera en la mansión, no pensaba dedicarse a otra cosa que a descansar y a desconectar la mente de su trabajo.
Y entonces la vio pasar.
Hermione se dirigía con tranquilidad hacia la biblioteca de la que era la encargada desde hacía cuatro años, cuando Madam Pince decidió jubilarse. Un desperdicio intelectual a juicio de Draco, quien no terminaba de comprender las razones de la chica para casi recluirse en Hogwarts pocos meses después de su rompimiento con Ron Weasley.
A pesar de su deseo de irse cuanto antes a casa, no pudo evitar ni la curiosidad ni la tentación de irse detrás de la chica. El pasillo antes de entrar a la biblioteca estaba lleno de Árboles de Navidad hermosamente decorados. Y sin embargo, Draco arrugó la nariz en una muestra de disgusto. Le podía gustar la decoración navideña, pero no el exceso de ella. Era como si allí hubieran ido a tirar todos los árboles de mediano tamaño a los que no les habían hallado algún lugar en el castillo. Definitivamente, aquella idea de decoración no era de Hermione, porque Draco observó que no les dedicó ni una mirada. Pasó junto a ellos como si no existieran y vio como quitaba llave a la puerta de la biblioteca para abrir el lugar como cualquier día normal de actividades.
—¿En serio crees que algún alumno en su sano juicio vendrá a la biblioteca en vacaciones y más específicamente en el Día de Navidad? —Preguntó a modo de saludo. Entrando justo después de ella y sacándole un buen salto, pues no le había sentido llegar.
—Buenos días para ti también —le dijo con cierto retintín mordaz. Luego dio un suspiro cansado—. No estoy de humor para tus sarcasmos, Malfoy.
Que lo tratara por el apellido nunca era un buen augurio. En esos dos años habían aprendido a llamarse por sus nombres pues ahora eran compañeros de trabajo y el uso del apellido había sido relegado para los momentos en que debían discutir algo o cuando realmente estaban disgustados. Y entonces él lo notó: lo profundo de sus ojeras, sus ojos enrojecidos y su expresión mortalmente seria.
—¿Qué te sucede?
—No te incumbe.
—¿Y qué pasa si quiero que me incumba?
—¡Por Merlín, Draco! ¡Necesito algo en qué ocupar mi mente! ¡No puedo quedarme encerrada en la habitación! —respondió exaltada y levantando un poco la voz—. Ya te dije que no estoy de humor. Ya es suficiente con pasar sola las fiestas como para estar lidiando con tu morbosa curiosidad.
Ella se movió con impaciencia frente a su escritorio, removiendo los papeles sueltos que tenía allí. Con un movimiento de varita comenzó a enviar tarjetas a los archiveros. Levitó una torre bastante alta de libros y se dirigió a las estanterías para colocarlos en su lugar. Draco caminó tras ella.
—¿Sola?
Hermione suspiró.
—Sí, sola. Allí tienes material suficiente para tus burlas —dijo ella. Draco se puso muy serio.
—Hermione, no me he burlado de ti desde que terminó la guerra y pensé que éramos amigos o que al menos teníamos una relación cordial entre colegas, ¿es que no crees que realmente pueda preocuparme por cómo te encuentras?
Para sorpresa de Draco y antes de que pudiera comprender qué estaba pasando, la torre de libros cayó al suelo provocando un golpe seco y una sollozante Hermione Granger se giró para apoyar la frente en su pecho. Mover sus brazos para abrazarla casi fue un acto reflejo. Uno de sus brazos la tomó por la cintura y con la otra mano comenzó a hacer pequeños círculos en su espalda tratando de calmarla. Sin embargo, tuvo el efecto contrario: ella rompió en un llanto desgarrador. Así permanecieron unos minutos, hasta que Hermione comenzó a calmarse.
—Yo... lo siento mucho... es que estas fechas me ponen muy sensible —dijo ella, tratando de limpiar su rostro bañado en lágrimas con una de sus manos.
—¿Pero qué te ha pasado? —preguntó muy preocupado. Sacó de su túnica un pañuelo bordado con sus iniciales y se lo pasó a la chica. La mantenía pegada a él siempre sosteniéndola por la cintura.
—Son mis padres...—sollozó Hermione de nuevo, usando el pañuelo de Draco para secar sus mejillas y limpiar su nariz—. En estas fechas es cuando más siento su ausencia.
—¿Murieron? —preguntó a riesgo de parecer estúpido. Desde la guerra no había escuchado mencionar nada sobre los padres de Hermione, ni vivos ni muertos.
—No, pero es como si lo estuvieran. Después de la muerte del Profesor Dumbledore, les lancé un obliviate y los mandé a vivir a Australia para protegerlos de la guerra —le explicó—. Después de la batalla final, fui a buscarles... pero no pude revertir el hechizo... ellos se han establecido y son felices allá... sin mí.
Draco se había quedado muy serio. Nunca se le había ocurrido preguntarle por sus padres ni por su familia en esos dos años que tenían trabajando en el mismo lugar. Ella interpretó su silencio de manera equivocada y se separó de sus brazos lentamente.
—Lo siento, Draco. No quise recordarte malos momentos.
—No es eso. ¿Entonces no tienes planes? ¿Adónde te vas durante las vacaciones?
—A mi apartamento en Londres. Pero este año no estoy de ánimos para encerrarme entre cuatro paredes y mi soledad. Aquí por lo menos quedan algunos alumnos, la directora...
—Tonterías. No te quedarás aquí —anunció Draco. Hermione le vio sorprendida.
—¿De qué estás hablando?
—Lo que tú necesitas es un completo cambio de ambiente. No te sirve de nada ni quedarte aquí ni irte a tu apartamento. Yo conozco un lugar donde serás bienvenida y dónde podrás pasar unas festividades entretenidas.
—¿Y adónde se supone que es eso?
—¡Pues en mi casa! —respondió como si fuera algo obvio. Observó que la chica le miraba cada vez más sorprendida y decidió que no le daría la oportunidad de negarse—. Me voy en una hora, Granger, así que te recomiendo que le avises a la directora y que te vayas a hacer tu maleta. No olvides incluir ropa suficiente para toda ocasión, incluido tu mejor vestido de gala, porque mi madre siempre tira la casa por la ventana para la fiesta de Fin de Año. Nos vemos en una hora en la Dirección. Y no se te ocurra hacerme esperar o intentar dejarme plantado porque te buscaré por todo el castillo y revolveré tu recámara de arriba a abajo hasta encontrarte.
Dio media vuelta y salió de la biblioteca antes de que Hermione tuviera oportunidad de replicarle algo.
