Yuri on Ice y sus derechos no me pertenecen. Los personajes no me pertenecen.
Una felicidad verdadera y trascendental no significa que será todo fácil. Pero existe, es real y la viven todos los días que despiertan juntos.
Yuuri decide mudarse con Victor a Rusia para continuar su entrenamiento y prepararse para la siguiente temporada. La vida con Victor será diferente a lo que llegó a pensar, en especial ahora que no solo será su entrenador
Tenía ganas de continuar escribiendo escenas romanticas y cotidianas de etsa pareja que tanto me gusta
Sukha 1: El día que llegaste.
Ahora entiendo. Mi corazón late tan rápido porque estoy feliz.
Víctor no tardó en tomar el equipaje y moverse. No tardó en tomarle la mano y empujarle a seguirle. Estaba eufórico, se podía sentir en el temblor de su extremidad mientras caminaba, en el brillo de sus ojos mientras andaba. Estaba lleno de felicidad, algo tan real y tan palpable que casi podía tocarlo con las pestañas.
Yuuri le seguía de forma automática, cansado después de 13 horas de vuelo y el largo viaje que había significado solo llegar a Hasetsu. Cabeceaba un poco, pese a sentirse igualmente feliz. Necesitaba en ese momento dejar de moverse.
—Ya tengo el taxi preparado, Yuuri —dijo sin voltear, pasando por la puerta eléctrica—. Mi casa no está muy lejos de aquí...
Solo fue cuestión de detenerse un momento para mirar hacía donde estaba aparcado el taxi. Algo de tan solo segundos. Cuando se percató, Yuuri había soltado su mano y se acomodó contra su pecho buscando un reconfortante abrazo mientras temblaba. Sus mejillas incluso estaban vibrando, y comprendió que era el efecto del clima helado de San Petersburgo. Pero no pudo prevenir el que Yuuri se pegara a él de esa forma.
—Yuuri.
—Solo un minuto... —pidió, escondiendo su cabeza por sobre el hombro de Víctor. Este sonrió y le abrazó de vuelta, sin soltar el equipaje con la otra mano.
—¿En serio te quedarás dormido de pie? —dijo en un tono jocoso y hasta se le hizo adorable imaginarlo.
Víctor comprendió que su prisa por llegar a casa para tenerlo a sola, en su cama, como había pensando desde que llegó a San Petersburgo sin él; le había cegado de que Yuuri necesitaba un abrazo ya. Justo ahora. De hecho cuando lo recibió lo abrazó fuerte pero no se quedaron pegados como ocurrió en Japón. Se sonrió suave, y le dio eso que estaba buscando: el calor de la cercanía y la seguridad de que estaban juntos de nuevo.Y que no sería fácil separarse otra vez.
—¿Me extrañaste? —Yuuri no respondió, pero sus adorables orejas enrojeciendo lo hicieron por él. Víctor se sonrió encantado y no pudo evitar el pasar su nariz sobre los cabellos oscuros y oler los restos de su fragancia—. Yo también...
En ese momento, Yuuri se separó solo un poco para devolverle la mirada. Tenía sus ojos rojos del cansancio y sombras de ojeras bajo ellos. Se veía agotado, pero sus pupilas brillaban con ese resplandor de estar buscando decir algo. Víctor se quedó clavado en esa mirada, absorto mientras le daba tiempo de encontrar lo que quería decir. Mirándose reflejado en esos ojos, como si fuera el único espejo que necesitará ver.
A veces las palabras sobraban, así como las ganas de bajar esa mascarilla y golpearlo con un beso. A veces los idiomas que manejaba no servían para hacerle saber lo mucho que estaba provocando en él con solo ese silencio.
—Victor... ¿estás seguro de esto? —La voz de Yuuri salió como si fuera un susurro, como si temiera que decirlo en voz más alta provocara que Víctor se arrepintiera. El rostro de respuesta de Víctor fue muy elocuente: sus ojos le miraron con profunda abnegación, como sino existiera otra manera.
—Nunca he estado tan seguro de algo como ahora. —Le abrazó con fuerza, y Yuuri golpeó con su nariz el hombro de Víctor—. Además, ¡estaremos solos y podremos dormir todas las noches juntos!
—¡Víctor!
—¡Oh, allá está el taxi!
Yuuri resopló con una sonrisa en sus labios. A veces Víctor actuaba como si fuera un niño, caprichoso e impulsivo, que solo quería disfrutar del momento. Pero a Yuuri le preocupaba; como persona racional que era, pensaba en todos los pormenores que una decisión como la de Víctor provocaba. Quería dejarse llevar como Víctor, solo pensar en las cosas agradables que podrían surgir pero su personalidad no se lo permitía. Tenía miedo de que las cosas no funcionaran, o que fuera demasiado para Víctor fungir como entrenador y competidor.
También temía el cómo llevarían ambos su vida como competidores y adversarios en la pista. Pero cuando Víctor lo jaló, con la emoción de un pequeño infante, no pudo más que mirarle con todo el cariño que le llenaba el alma. Con todo lo que Víctor creaba en él y que no pudo controlar. Víctor siempre había sido su adoración, pero ahora era mucho más palpable y real de lo que imaginó alguna vez.
Creyó que era imposible amarlo más, estaba equivocado.
Al entrar al taxi, Víctor indicó la dirección al conductor mientras le ofrecía un espacio en su pecho para que Yuuri descansara. Éste no tardó en acurrucarse reclamando su lugar en el costado de Víctor y apoyando su rostro sobre el hombro de él. La mano de Víctor se internó entre sus cabellos y sus dedos acariciaron con calma desde la nuca hasta la oreja. Era como un efecto sedante, pronto Yuuri sintió que el sueño caía sobre él como una intensa lluvia. Un suave jazz sonaba de fondo, la respiración de Víctor era calmada y la propia se acompansaba al ambiente íntimo. Sus párpados empezaron a caer por el peso del momento.
—Victor...
—¿Mmm? —Los ojos azules estaban fijos en las luces que formaban líneas en el horizonte.
—Te amo...
Por un momento dejó de respirar. Los ojos de Víctor permanecieron abiertos, como dos ventanas que se inundaban de las profundidades del mar. Las palabras de Yuuri, tan sinceras, le llenaban de un calor tan sentido que hacían que sus ojos de nuevo tuvieran la necesidad de empaparse. Su pecho no podía contener lo mucho que le llenaba.
Esa debía ser felicidad, pensó. Eso debía ser sentirse amado... La felicidad llegó a sus labios y formó una sonrisa.
Eso debía ser sentirse pleno.
