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Había pasado un largo tiempo sin volver a saber de los digimon. La última vez, había sido durante aquel verano del 1999, cuando los ocho niños elegidos se habían encontrado con sus compañeros digimon, enfrentado a diferentes desafíos y a digimons malignos como Devimon o los Amos Oscuros. Pero ya había pasado casi dos años desde eso…
Luego, otro año de clases, otro verano, y una vez más, un nuevo año de clases.
Para Tai, el año anterior había sido extraño y no precisamente por cosas del Digimundo, del que ni siquiera se acordaba recientemente. No. Había sido extraño porque ya nada era lo mismo. En primer lugar estaba Matt, que ya no parecía tener ni el más mínimo interés en común con él. Desde que había recibido un bajo para navidad, sólo se la pasaba encerrado tocando música, y luego comenzó a juntarse con otros chicos del curso, y formaron una especie de banda.
Después estaba Sora. Hasta hace poco, Sora era su mejor amiga y la veía prácticamente como a otro chico, pero de la noche a la mañana, comenzó a actuar extraño. Ella decía que había madurado… Ya no quería jugar fútbol ni se vestía como solía hacerlo. ¡Dejó su gorro azul de lado y hasta usaba faldas! Y salía con más chicas… Pero más importante aún, lo trataba diferente.
De los demás chicos con los que compartió en el Digimundo prácticamente no sabía nada, a excepción de Kari, obviamente, y si no hubiese sido por el equipo de fútbol de la escuela, se sentiría completamente solo. Y eso era precisamente lo que tenía en mente cuando entró a la sala de clases…
Parecían haber dos alumnos nuevos, que estaban precisamente de pie frente al pizarrón, junto a la profesora. Una de las chicas, muy guapa a gusto de todos los hombres presentes, era alta, esbelta y pelirroja. El chico, que parecía ser también muy bienvenido por las chicas, no era japonés. Tenía el cabello negro y ojos azules. Todos esperaron expectantes por su presentación.
- Hola a todos – saludó. Su acento no era nativo – Soy Andy Evans, y soy inglés. Mi padre ha sido transferido por los siguientes años… Es un placer conocerlos a todos
- Yo soy Asuka Minatosaki, es un gusto
- Asuka, por favor siéntate junto a Akira, allí – dijo la profesora indicando un puesto vacío – Tú, Andrés, siéntate por allá – dijo volviendo a indicar un asiento vacío, junto a un chico llamado Yutaka.
Yutaka era el nuevo mejor amigo de Matt, su "ala derecha" en la banda. A Tai no le caía especialmente bien, no porque estuviera celoso ni mucho menos, sino porque creía que era muy "agrandado" para su edad. Se la pasaba en fiestas, y creía que era una mala influencia para Matt, que ya había cambiado demasiado de por sí.
El día transcurrió sin altos ni bajos y Tai se encontró caminando lentamente, bajo un sol implacable, de vuelta hacia su departamento, cuando sintió los pasos de alguien corriendo tras de él. Se giró y se encontró con Sora.
- ¡Tai, se te quedó esto! – dijo pasándole su lonchera – Creí que no te alcanzaría nunca
- Gracias – dijo tomando la lonchera - ¿Te devuelves a tu casa?
- Sí, sólo terminaba de ver algo en la escuela… Me anoté en tenis
- Veo que ya no hay ninguna posibilidad para el fútbol, ¿eh? – dijo rascándose la cabeza
- Supongo que no por el momento – dijo comenzando a caminar junto a él - ¿No te molesta si te acompaño?
- Claro que no… Hasta hace poco siempre caminábamos juntos a casa, ¿recuerdas?
- Sí, bueno… Yo tenía que hablar contigo. Mina hará una fiesta en su casa este fin de semana y quería saber si quieres ir
- ¿Yo?
Era la primera vez que lo invitaban a una fiesta "de verdad". Usualmente se reunía con sus compañeros de equipo, pero no estaba muy seguro de que jugar videojuegos hasta las seis de la mañana contara como una fiesta… Y sabía muy bien que Mina era una chica popular, que de seguro iría la mitad de la escuela, contando a los chicos más grandes que ellos.
Y Sora lo estaba invitando. A él.
- Sí, ¿qué tiene?
- Nada… Me encantaría ir, en verdad
- ¡Genial! Entonces… Podrías pasar por mí para que lleguemos juntos. Si no te molesta, claro.
Ahí estaba de nuevo ese comportamiento extraño, pensó Tai.
- ¿Hay que llegar juntos? – preguntó confundido - ¿Y por qué me molestaría?
- No, no hay que llegar juntos – dijo riendo, levemente sonrojada – Es sólo si tú quieres
- Está bien, pasaré por ti ese día
El día siguiente comenzó bien para Matt. Akira, otro de los chicos se la banda, a quien sentaron junto a Asuka, le presentó a la chicha ese día. Que una chica bella como Asuka llegara a su clase era una de las mejores formas que tenía para comenzar con el pie correcto el año escolar… Era muy guapa. Le gustaban las chicas pelirrojas, además, y quería invitarla a la fiesta de Mina, pero no sabía si era demasiado rápido. Se debatía precisamente entre hacerlo y no hacerlo, cuando alguien tocó su hombro. Se giró y estaba Tai.
- Hola
- Hola – saludó de vuelta.
- ¿Irás este sábado a la fiesta de Mina?
- Sí, claro… ¿Tú también irás? – preguntó sorprendido
- ¿Por qué te sorprende tanto?
- Por nada… Sólo… No creí que te interesara mucho ir a fiestas. Ya sabes, no te he visto nunca en una
- Bueno, nunca me han invitado – dijo haciéndose el ofendido – Pero Sora me dijo que podía llegar con ella y—
- ¿Sora quiere que vayas como su pareja? – dijo riendo y dándole un manotazo en el hombro – Bien ahí, mi amigo. Creí que nunca se animaría
- ¿De qué estás hablando? – preguntó confundido.
- Es obvio que le gustas – dijo rodando los ojos – Enserio, no sé cómo no te has dado cuenta. Creo que eres el único que no se ha dado cuenta
- ¡Claro que no! ¿Por qué lo crees?
- Desde esa vez que se enojó contigo porque no notaste su corte de cabello que lo creo – dijo estirándose.
- Te equivocas. Es casi imposible de hecho… Ni siquiera somos tan amigos ahora
- Precisamente… Supongo que sabes que no puedes llegar a la fiesta usando… Lo que usas usualmente. Especialmente con los googles en la cabeza
- ¿Ah no?
- ¡No! – dijo riendo – Bueno, Tai… Podemos hablar de esto luego. Voy a invitar a Asuka a la fiesta ahora
- Pero… Pensé que estabas saliendo con Mina
- Nunca salí con Mina – respondió antes de girarse.
Tai se sentía cada vez más desconectado del mundo real. ¿Todos estaban actuando extraño o él era el único que no entendía nada? Porque recordaba bastante bien a Matt besando a Mina en el último paseo escolar a la playa… Y ahora, además, tenía que descubrir con qué tipo de ropa tenía que ir a la fiesta, y ya se estaba arrepintiendo de haber dicho que sí en primer lugar.
Pero más primordialmente… ¿Realmente le gustaba a Sora? Porque si era así… No sabía exactamente cómo sentirse al respecto…
El viernes decidió tomar cartas en el asunto y llamó a Matt para que le diera un parw de consejos, y terminó quedándose a dormir en su casa. Terminó usando vaqueros… ¡y una camisa! Se sentía incómodo y apretado, pero tenía que reconocer que apenas se vio en el espejo se vio satisfecho con su aspecto físico, y decidió que tenía que confiar en Matt.
- ¿Y ahora qué? – preguntó.
- Bueno, no sé… ¿Qué quieres? – preguntó Matt mientras afinaba su bajo eléctrico.
- Me imagino que nadie estará jugando videojuegos, así que… Exactamente, ¿qué estarán haciendo?
- Pues, no lo sé, Tai… Cualquier cosa… Conversar, bailar, beber… Ya sabes
- ¿Tú que harás?
- Creo que intentaré besar a Asuka – dijo sin dejar de afinar el bajo - ¿Por qué lo preguntas?
- Yo… Nunca he besado a alguien – dijo rascándose la cabeza.
Matt levantó la vista impactado.
- ¡No me mires así! – continuó Tai.
- Lo siento, es que… Supuse que ya todos lo habían hecho en el curso. Al menos jugando a la botellita o algo así… ¿Enserio, Tai?
- Enserio – dijo cada vez más avergonzado. Ahora sentía que había sido una pésima idea mencionarlo.
- Ahora tengo una misión, mi amigo – dijo colocando el bajo sobre la cama – Y no descansaré hasta cumplirla
- ¿Qué?
- Ya verás
Días después finalmente llegó el día de la fiesta. Matt había tomado como misión personal enseñarle a Tai a conquistar chicas, y se había encargado de decirle sus mejores enseñanzas para que las pusiera en práctica esa misma noche. Claramente no se había convertido en otro de la noche a la mañana, y para él, todo se trataba más de actuar un personaje que de haber ganado confianza en sí mismo de la noche en la mañana.
Tai pasó a buscar a Sora, que lucía radiante y nuevamente había optado por una falda. Además, llevaba una flor tras su oreja izquierda.
- ¡Vaya! Te ves guapa – le dijo. Eso no lo había aprendido de Matt. Simplemente había salido de su boca, espontáneamente.
Sora se sonrojó.
- Tú te ves… Diferente
- Pero bien, ¿no?
- Claro. Muy bien. Un poco como Matt
- Él me ha prestado la ropa. Dijo que no llevara los googles
Sora reparó en el cabello del muchacho, desordenado y un poco aplastado precisamente en la zona en donde solía llevar los googles con normalidad. En verdad se veía guapo, pero parecía algo disfrazado. Se pusieron en camino y tras una caminata de algunos minutos, llegaron. Por suerte todavía no entraba el otoño aun, así que hacía algo de brisa cálida.
Pero la suerte no duró demasiado. Al menos no para la pelirroja. Tras ver a Matt, Tai salió corriendo tras de él como una de aquellas extrañas fanáticas de su banda. Luego parecía que le daba una serie de instrucciones al oído, y ambos fijaban su atención en Sayuri, una amiga cercana de Mina.
- Hey, Tai, ¿no quieres bailar? – le preguntó Sora después de unos treinta minutos.
- ¿Yo? No sé bailar
- ¿Matt no te enseñó eso? – preguntó con algo de resentimiento en su voz. Tai la quedó mirando fijamente por un momento. Si no hubiese sido porque había bebido cerveza (por primera vez en su vida) quizás no hubiera sido tan osado.
- ¿Estás celosa de Sayuri?
- ¿De qué hablas?
- ¿Es verdad que estás enamorada de mí?
- ¡Claro que no! ¿Cómo crees?
- Perdón, perdón – se apresuró a decir nervioso – Yo creí que… O sea, nunca pensé, pero es que Matt me dijo… Olvídalo. Olvida todo esto. Es más, no sigamos conversando
El chico se fue notoriamente nervioso. Se había ido rápidamente literalmente para arrancar y no tener que dar explicaciones de lo que acababa de decir a la chica que le había gustado toda su vida. Su mejor amiga. Por un pequeño segundo se había dado licencia para creer que ella le correspondía. Pero no. Fracaso total. Vergüenza total. Tonto Matt. Tonta cerveza inhibidora.
Mientras tanto Sora quedó sola, y todos sus planes para aquella noche estaban resultando terriblemente mal por culpa de Matt, que se pavoneaba como si nada del brazo de Azuka, la chica nueva. Y más atrás estaba Tai, haciendo un intento de baile con Sayuri que no había sido capaz de hacer con ella. Estúpido Tai. Pero, por sobre todo, estúpido Yamato. ¿Cómo se le ocurría decirle a Tai que ella estaba enamorada de él? Y peor, ¿cómo se le ocurría enseñarle a "conquistar" otras chicas?
Eventualmente no pudo aguantarlo más y se acercó a él.
- ¡Yamato Ishida!
- ¡Hola, Sora! – dijo sonriendo y abrazándola.
- ¡Quieres convertir a Tai en tu clon!
- ¿Y eso qué tiene de malo? – interrumpió Asuka riendo.
- Se está comportando como un estúpido engreído
- Bueno, reconozco que darle cerveza fue una mala idea
- Y le dijiste que creías que me gusta
- ¿No es así, acaso? – dijo riendo
- ¡No! – dijo golpeándolo en el hombro – Y si fuera así, no tendrías que decírselo
- Sora, relájate. Creo que deberías decirle y ya. Es obvio que también le gustas, pero él no dará el primer paso nunca
- A mí no me gusta – dijo haciéndose la altanera – No sé de dónde sacaste eso en primer lugar
- Como digas… Y una cosa más, ¿debería sentirme ofendido por lo de estúpido engreído?
- No… No lo sé. Pensé que te gustaba ser uno
- Sí, tienes razón – dijo guiñándole un ojo – Asuka, ¿vamos?
- Está bien
Los dos chicos se fueron y se perdieron a la multitud mientras Sora pensaba lo exasperante que podía llegar a ser Matt cuando se lo proponía. En otra vida, ella nunca sería amiga de Matt ni mucho menos Matt de ella. Pero en esta vida, habían compartido demasiadas cosas como para desconocerse ahora, por mucho que fueran extremadamente diferentes.
Pero no sabía cómo demonios había descubierto que le gustaba Tai, y no le convenía que siguiera abriendo su enorme bocota en frente de él. Así que, aceptando que era imposible tener una conversación decente con él en medio de una fiesta, lo mejor sería hacerle una visita al día siguiente a su casa.
A primera hora de la mañana siguiente, Sora tocó el timbre de Matt, y le abrió su padre.
- Señor Hiroaki – dijo haciendo una pequeña reverencia - ¿Cómo está? ¿Está Matt?
- Hola, Sora. Claro, pasa
La chica entró al departamento y después de que el señor Ishida le hizo una seña, pasó hacia dentro por el pasillo principal. En el pasado ya había estado en la casa de Matt antes así que sabía cuál era su pieza. Llegó, encontró la puerta semi abierta, y la abrió, encontrándose a su amigo en calzoncillos y con una toalla verde oscuro al cuello.
- Matt… - dijo abriendo la puerta, y se cubrió los ojos con ambas manos - ¡Oh, rayos!
- ¿Qué estás haciendo aquí? – preguntó riendo, sin inmutarse por el hecho de estar en paños menores - ¿Nadie te enseñó a tocar la puerta?
- Estaba junta, no cerrada – respondió colorada.
- Bueno, usualmente no cierro la puerta… Somos sólo mi padre y yo, ¿entiendes? – dijo mientras se colocaba un pantalón – ya puedes abrir los ojos, exagerada
- Yo siempre cierro la puerta y sólo somos dos mujeres en casa – replicó destapándose los ojos, aun colorada.
- ¿Qué te trae por aquí, Sora?
- ¡Ah sí! Estem… Tenemos que hablar muy seriamente sobre Tai
- Sobre que te gusta Tai
- Sobre que dejes de decírselo a todos, especialmente a él
- Entonces es verdad
- Yo no he dicho eso
- Claro que lo es – dijo arrojándole la toalla.
- ¡Claro que no! – dijo tirándosela de regreso – Además… Si fuera cierto, de nada me ayudas
- Deja de decir "si es que fuera cierto". Empecemos a hablar como si lo fuera – dijo colocándose una camisa a pesar de no estar completamente seco – No sabía que querías que te ayudara
- Deja de poner palabras en mi boca – respondió negando con las manos – Dios, eres tan exasperante
- Lo soy, ¿verdad? – dijo tomando su bajo para afinarlo – Hay personas que se exasperan con facilidad en todo caso. Como tú
- Lo que quise decir es que no hagas nada de nada, ni para bien ni para mal. Temo que de cualquier forma seré yo la que saldrá perdiendo
- Si sales perdiendo es porque eres demasiado orgullosa. Yo creo que a Tai también le gustas, pero obviamente es demasiado infantil como para hacer cualquier cosa
- Lo sé, ya me lo dijiste en la fiesta, frente a Asuka – reclamó, aunque esta vez, bajando la guardia para sentarse junto a él en la cama, mientras el chico continuaba afinando su bajo - ¿De verdad lo crees, Matt? Quiero decir… ¿Pondrías las manos al fuego? Porque, no quisiera hacer algo si es que luego…
- Espera, ¿continuamos hablando hipotéticamente o ya lo has reconocido?
- Hipotéticamente. Siempre es hipotéticamente
- Claro – dijo sonriendo cómplice – Bueno, hipotéticamente, me hallaría en la obligación de reconocerte que él nunca me lo ha dicho directamente, pero, me parece muy claro
- Y, cuando le dijiste que a mí me gustaba, hipotéticamente… ¿Cómo reaccionó? – preguntó con interés.
- Hipotéticamente – dijo mirándola fijamente – Yo lo vi bien nervioso, en un sentido bastante… feliz
- ¿Feliz?
- Feliz – dijo asintiendo.
Tras la breve conversación, y pese a que la invitó a quedarse a tomar un té, Sora decidió irse. Matt estaba entretenido, encontraba que toda la situación era entre graciosa y tierna, y casi le gustaba dárselas de celestino. Deseaba interiormente que la cosa resultara para sus amigos. Sora era una chica genial, cuando no andaba algo exasperada e histérica. Más de lo que él podría pedir jamás en la vida. Pero para alguien como Tai, una de las mejores personas que conocía en el mundo, era perfecta.
Hipotéticamente, pensó para sus adentros con una sonrisa.
