Un cielo lleno de estrellas
Por Haruka Spiegel
Disclaimer: High Speed!, Free! y todos sus personajes son propiedad de Kōji Ōji, Kyoto Animation y de todos los demás que posean los derechos. Fanfic hecho sin ánimos de lucro.
Advertencia: Yaoi. Violencia leve en próximos capítulos.
Capítulo 1,
Lluvia.
"Porque en un cielo lleno de estrellas creo que te vi".
Una lluvia ligera empezó a caer sobre él después de estar sentado diez minutos en la parada del autobús. No se movió ni hizo el intento de resguardarse, ya que disfrutaba enormemente que el agua fría lo empapara completamente.
Cerró los ojos y se llevó el cigarrillo a los labios. No es que el fumara siempre, pero su padre olvidó la cajetilla sobre la mesa de la cocina y no había nadie más en casa que los reclamara, así que los tomó; no dejaría que se desperdiciaran.
El viento sopló ligeramente y Haruka se estremeció, intentando recordar las palabras que su madre le dijo antes de irse, aunque no es como si las hubiese escuchado de cualquier forma. A veces su madre se olvidaba de su condición. No había manera alguna de olvidarse que él no podía escuchar y que no sabía leer los labios.
Rodó los ojos, una vez más.
Desde que tenía memoria, Haruka jamás pudo escuchar la dulce voz de su madre o los consejos de su abuela; no tenía idea de cómo sonaba el canto de las aves o el ritmo del viento bailando entre los árboles. A pesar de todo, el mundo le pareció siempre un motivo por el cual despertarse cada día.
Haruka sintió una pequeña vibración bajo sus pies, y cuando abrió los ojos para ver de qué se trataba, vio un auto estacionado del otro lado de la calle. Gracias al clima frío pudo ver el humo que salía del tubo de escape y dedujo que estaba encendido. Dio otra calada al cigarrillo, ignorando el misterioso automóvil negro.
Era ya medianoche y Haruka no sintió deseos de ir a su casa a dormir, a pesar de que tendría que levantarse temprano para ir a sus clases particulares. No era nada del otro mundo, recibía clases en la escuela de Iwatobi donde un maestro especial con gran experiencia en jóvenes discapacitados le enseñaba todo lo que un alumno normal debía aprender. Entraba y salía una hora antes del horario normal, por petición de él mismo. No soportaba tener que "convivir" con alumnos, por eso sus padres arreglaron que tuviera su propio espacio dentro de la institución. Volvió a rodar los ojos, por "arreglar" sus padres se referían a sobornar a todo el mundo.
Aunque no era tan malo eso de tener a su maestro privado; no tenía que levantar la mano para decir presente o participar en los odiosos festivales. Su única obligación era la de aprender a ser una persona normal y según sus padres, esa era la manera.
Haru estaba de acuerdo en algo: nadie merecía un trato especial, ni siquiera él. Siempre creyó en la igualdad y odió con todo el alma a cualquier persona que tuviera lástima de él.
Era sordomudo, no un enfermo mental o algo.
Sus pensamientos perdieron el rumbo cuando se distrajo viendo a una persona bajar del automóvil. La oscuridad impidió que Haru viera algo más que una gran silueta negra cruzar la calle en dirección a las escaleras del monte donde vivía. El auto se alejó rápidamente, perdiéndose más allá de la carretera.
Encendió un nuevo cigarrillo y cuando le dio la primera calada, la silueta, enfundada en un gran impermeable negro, se sentó justo a un lado de él. Haru no le tomó importancia, se quedaron varios minutos sin moverse; él siguió fumando y la silueta sólo se quedó sentada bajo la lluvia, junto a él.
La lluvia de detuvo, señal que le indicó a Haru que era momento de irse. Disfrutaba enormemente de quedarse bajo la lluvia, a pesar de que un buen resfriado se haría presente a la mañana siguiente.
Sintió unos ligeros toques en su hombro y no pudo evitar alzar una ceja cuando vio que la silueta trataba de comunicarse con él. Haruka la observó detenidamente y se dio cuenta que era un hombre con ojos claros y una sonrisa tan brillante que iluminaba aunque fuera de noche. Sus labios se movían sin parar, tratando, sin éxito, de entablar una conversación con él.
Nanase lo dejó unos minutos. Era divertido ver cómo ese hombre extraño seguía hablando sin esperar la pequeña sorpresa que guardaba. Inocente. Le divertía cómo las mejillas de las personas se encendían de un rojo profundo.
Con una seña le pidió que se detuviera, a lo que el hombre sólo atinó a parpadear confundido; después, señaló su boca y sus oídos con su dedo índice, negando suavemente con la cabeza. Tardó unos segundos en responder, tal vez descifrando las señas que Haruka hizo. De repente, una luz pareció encenderse, pues las mejillas de aquel hombre se tornaron de un rojo profundo y llevó una mano tras su cabeza, sonriendo apenado.
Haru se encogió de hombros, no importándole en lo más mínimo el error. Siempre fue algo tan común en su vida que a lo largo del tiempo fue perdiendo importancia, convirtiéndose en lo más normal. Además, no había otra opción, lo sabía muy bien.
El viento sopló y una sensación fría recorrió su piel, ni siquiera él podía resistir tal temperatura. A punto de levantarse, sintió al hombre del impermeable tocar su hombro, tratando de llamar su atención. Aún con la tenue luz lunar que se colaba por algunas nubes, Haruka pudo observar una gran cicatriz que cruzaba el cuello del hombre desde debajo de la oreja izquierda hasta debajo del mentón. Sólo pudo preguntarse qué clase hombre recibía una herida así y sobrevivía a ello. Sin duda, cada persona guardaba sus propios demonios muy bien de los demás.
-"Lo siento" –Nanase abrió los ojos en sorpresa por ver al hombre tratando de comunicarse con el único lenguaje que conocía, el de señas; muy pocas personas en Iwatobi lo conocía, haciendo la vida de Haru un poco más difícil-, "no me di cuenta. Quería decirte, que si fueras tan amable de regalarme un cigarrillo. No he fumado desde hace tres meses y estoy demasiado desesperado como para pedírselo a un extraño".
Haruka, aún sorprendido de encontrar a alguien con quien comunicarse, tomó la cajetilla vacía y se la enseñó al hombre, apenado por terminársela él solo. El hombre de ojos verdes le sonrió un poco triste y le dijo que no se preocupara, que cuando amaneciera iría a la tienda de conveniencia por ellos.
Esa noche su humor era bueno, pues le dio una última calada a su cigarrillo, gestos como el que estaba a punto de hacer no eran comunes en él. Miró el cielo que empezaba a despejarse, mostrando estrellas tímidas sobre el océano mientras el humo escapó de sus pulmones lentamente. Disfrutó lo más que pudo, pues pasaría mucho tiempo para volver a hacerlo.
Sin demora, le ofreció el cigarro mirando atentamente al hombre, quien volvió a sonreír y lo aceptó con gusto. Maniobrando hábilmente y tratando de no tirarlo, agradeció a Haruka el gesto.
-"Gracias, has salvado mi vida" –realmente no era para tanto, el de ojos azules pensó-, "pero, ¿no eres muy joven para fumar?".
Cierto, no tenía edad para fumar, pero si sus padres no se preocupaban…
-"Puede ser" –Haru firmó lentamente-, "devuélvemelo si tienes problema con ello"-. Extendió el brazo para recibir el cigarrillo, eso le pasaba por entrometido.
-"No te enojes, sólo era una pregunta" -el hombre levantó las manos en señal de derrota, sonriendo débilmente-, "los jóvenes de ahora tienen un carácter fuerte".
Haruka se levantó y le dijo adiós al hombre, un poco aburrido de la conversación. El frío le calaba en los huesos y un par de ojos verdes no serían el motivo de una gripa que tarde o temprano le daría. El de ojos azules tuvo cosas más importantes qué hacer, como darse un buen baño caliente y dormir aunque sea un poco, ya que no se perdonaría ir a clases en un estado patético.
El hombre terminó su cigarrillo con una sonrisa peligrosa dibujada en los labios, que Haruka nunca pudo observar.
Me gustaría saber mucho qué opinan. Espero pronto continuar con esta historia.
