República Popular China.
Ranma suspiró al darse cuenta que el avión tenía un nuevo retraso, hacía casi cinco años había llegado a China, un sueño que durante mucho tiempo le había parecido imposible, y ahora resultaba que gracias a la lluvia no podría salir del país hasta nuevo aviso. Ver la lluvia ahora no le causaba ningún temor, sabía que la pelirroja no tomaría su cuerpo, por fin se sabía un hombre completo y después de entrenar y formar un negocio relacionado con las artes marciales se sabía preparado para regresar a Japón.
El recuerdo de su prometida le despertó de un letargo, había pensado en ella más tiempo que cuando estaban juntos, aunque para ser precisos el termino prometido ya no era del todo cierto, el compromiso se cancelo días antes de qué el partiera a China, había ocurrido de forma tranquila, a Ranma le pesaba saber que su prometida había estado de acuerdo en cancelarlo, en ese entonces no hubo lagrimas o cansados de las peleas, los reclamos, las confusiones, todo ello en conjunto los había dejado apáticos a su relación, la misma que negaban, la misma que los lleva a cancelar su boda el mismo día que la celebraban, Akane vestida de novia había sido una imagen de ensueño pero el orgullosamente dijo que no se casaría con una mujer a la que consideraba torpe, poco agraciada y además de terrible carácter.
—Odio estos retrasos –comentó una mujer al artista marcial—. ¿No le pasa lo mismo?
—No imagina cuánto –dijo Ranma en tono cortante.
El joven Ranma se habría felicitado a si mismo por recibir las atenciones de una mujer tan atractiva como la que le había formulado la pregunta, pero con el tiempo las atenciones de las mujeres caían cada vez más en saco rato, ya no había reto en conquistarlas, aunque de adolescente tampoco había tenido problema en ello, el adulto era más consciente de que las mujeres lo encontraban como algo que codiciar, tenía el físico de un artista marcial, sus ojos grises se habían hecho enigmáticos y su aparente desdén por todo las convencía de que una de ella sería capaz de alegrar su vida, siempre que él lo permitiera y sino siempre habría formas de convencerlo.
—¡Por fin! – dijo Ranma levantándose al ver que el tablero cambiaba por fin y anunciaba la salida de su vuelo, su pasaje era solamente de ida, directamente a Japón.
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HASTA QUE TE CONOCÍ
Por: Gaiasole
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Nerima, Japón.
—¿Estás nerviosa? –preguntó Nabiki a su hermana menor.
—¿Acerca de qué? –Akane vio la mueca de su hermano mayor y sonrió—. ¿Te parezco nerviosa Nabiki?
—No, en realidad no.
Akane sabía que su hermana mediana estaba curiosa sobre ella desde su vuelta apenas tres meses antes, todos habían quedado notablemente sorprendidos por la desconocida que decía ser Akane Tendo, la única que no dudo nunca de que ella era quién decía fue Kasumi, la hermana mayor había afirmado que la mirada no había cambiado, el gesto le resulto tierno a Akane sobre todo porque sabía que incluso su mirada había cambiado, su forma de andar, sus movimientos, y sobre todo su carácter antes tierno y bondadoso se había esfumado, había sido un proceso largo, doloroso, muy doloroso, tenía tantas cicatrices que Nabiki no podría ver a través de ella como hacía antaño.
—Vámonos o tía Nodoka se enfurruñara con nosotros –dijo Akane jalando a su hermana que la siguió de buena gana.
Llegar a la casa de ti Nodoka y tío Genma les llevo apenas cinco minutos, hacía algunos años los tíos habían comprado la casa vecina al dojo Tendo, el dojo había sido restaurado junto con la casa gracias a los aportes financieros de las hermanas Tendo, en cambio, la casa de los ahora vecinos había sido pagada en su totalidad gracias a Ranma, puntual y semanalmente el artista marcial enviaba una carta y un abultado cheque a su madre, y en la ultima misiva el artista marcial por fin anunciaba el día de su llegada, su madre invitó a los Tendo a la fiesta que daría para su amado hijo.
—Akane, ayúdame con esta bandeja por favor –pidió Nodoka a la chica que en secreto consideraba su nuera.
—Si tía –respondió la chica mientras se alejaba por el corredor con bandeja en mano.
—Se ha puesto tan guapa –comentó Nodoka a Kasumi—. Cuando mi Ranma la vea no habrá necesidad de arrastrarlo al altar, seguro el solo se dirigirá a él.
—Mejor no mencionar ningún compromiso –pidió Kasumi—. La ultima vez cada uno se fue del país.
—No me lo recuerdes —pidió Nodoka con voz susurrante.
En la sala de la ahora casa Saotome reinaba un ambiente festivo, todos estaban expectantes de la llegada de Ranma o al menos esa era la apariencia que daban, Genma, Soun y el maestro ya habían bebido sake suficiente para marearlos, Kasumi y Nabiki comentaban acerca de toda la comida preparada por la tía Nodoka quién conversaba con Akane.
—¡Esta aquí! –dijo Nodoka emocionada al escuchar la campaña de la puerta—. ¡Mi hijo esta aquí!
La buena mujer se apresuro a levantarse pero antes de llegar a ningún lado ya Ranma aparecía en medio del recibidor, la algarabía se desató, Nodoka lo abrazo con ojos llorosos orgullosa de conocer al hombre que era ahora, Genma gimoteo y empezó a llorar a coro con el maestro y Soun, la panda de borrachos estaban felices aunque demasiado ebrios para decirlo con palabras, Nabiki saludo al recién llegado con imágenes de yenes circulando en su cabeza, Kasumi también lo recibió afectuosa, y finalmente el artista marcial encontró a la dueña de los mejores recuerdos de su vida.
—Akane –pronunció con una voz ronca que sobresalto a las mujeres—. ¿Tú no me das la bienvenida?
—Bienvenido Ranma –pronunció ella con una sonrisa que nunca alcanzó su mirada.
La fiesta inició, el sake siguió corriendo, Nodoka se ingenio para sentar a los ex prometidos juntos, a la madre de Ranma no le paso desapercibido como su hijo quedaba cautivado por Akane, si a ella le parecía guapa a Ranma con seguridad lo tenía cautivado. Akane tenía ahora el cuerpo de una mujer grácil, su piel tenía un bonito color nácar, sus ojos resaltaban en un rostro que había dejado de ser infantil, su cabello era tan largo como la primera vez que Ranma la conoció, fue este detalle el que más influyo para que el artista marcial la comparara, la chica de antes con la mujer de ahora, antes era preciosa pero ahora podía hacer de un hombre su esclavo.
—Debes contarnos de tu viaje a China con pelos y señales he Ranma –pidió Nabiki.
—Fue un viaje demasiado largo pero puedo contarte los grandes detalles –respondió el chico mientras esperaba a que su madre dejara de prepararle su platillo—. Con eso me basta mamá.
—Tonterías querido –dijo Nodoka—. De ahora en adelante te alimentare religiosamente cinco veces al día.
Todos se rieron por la cara de susto de Ranma, solo Akane se limitó a una breve sonrisa, él se dio cuenta pero igualmente inició su relato. En China había conseguido diversos trabajos, había vivido en casas habitadas hasta por quince personas o más, había encontrado la cura a su maldición y no conforme con eso se había dedicado a viajar y entrenar hasta que un hombre de apellido Qiu había conocido sus habilidades y lo había convencido de participar en torneos y crearse una imagen que le llevo a ganarse el sobrenombre del dragón azul, había triunfado y en términos económicos era rico, aunque ese detalle lo omitió frente a Nabiki. Sólo el sabía que su paz mental nunca había encontrado descanso, muchas veces despertaba en medio de la oscuridad preguntándose por Akane, maldiciendo su ímpetu adolescente y orgullo desmedido que había sido tal vez la mayor barrera para confesarle lo mismo que le dijo cuando la creyó muerta en sus brazos, palabras que luego retiro.
—¡Les traje regalos! –dijo Ranma y la reacción de todos fue la que el esperaba.
Una vez terminada la cena y con todos dispersos por la casa Ranma tuvo su oportunidad de quedarse a solas con Akane, ella estaba sentada con una caja de regalo sobre sus piernas, la chica tenía cuidado en quitar la cinta y una vez retirado el envoltorio tomo entre sus manos un vestido mandarín de seda, la chica se giro a ver a Ranma con una pregunta en la mirada, ¿De verdad le estaba regalando un vestido?
—Cuando lo vi en la vitrina pensé en ti –dijo Ranma sin atreverse a confesarle que siempre estaba pensando en ella.
—Eso es extraño, nunca creía que alguien tan patosa como yo fuera asociada a algo como esto –Akane vio la mueca del chico de trenza pero no dejo de preguntarse la razón del regalo—. Es precioso, gracias.
Ranma estaba tan cerca de ella que era capaz de oler su perfume, ella parecía tranquila y del todo desinteresada por su cercanía y su orgullo masculino no lo soportó, la tomo de la mano y la obligo a mirarlo.
—Toda esta calma entre nosotros –comenzó a decir él—. No puedes imaginar lo mucho que la odio.
—Cinco años y sigues esperando que seamos igual que en el pasado –Akane se soltó dispuesta a marcharse la llegada de Kasumi solo ayudo a su cometido.
¿Sería cierto? La ultima respuesta de Akane lo había dejado pensando, tal vez el se había aferrado a un pasado mucho mejor del que ella recordaba, para él en cambio esos recuerdos solo habían sido mejores al verla de nuevo, ella lo dejo sin respiración, y esta vez sin golpes de por medio, aquella noche fue incapaz de dormir, para las seis de la mañana y sin estar del todo convencido se había puesto ropa deportiva y había salido fuera de su casa, tal vez los hábitos de Akane no habían cambiado del todo, era posible que él aun la conociera y viceversa. El característico sonido de una persona trotando lo alerto, saliendo de la casa Tendo estaba su tormento de ojos castaños.
—¡Eh Akane! –el chico sonrío al ver la sorpresa de ella—. ¿Vas a correr? ¿Te molesta que vaya contigo? Si nos damos prisa ahora podemos desayunar al regreso.
—¿Tú corres? –Akane estaba tan sorprendida que perdió algo de su frialdad de la noche anterior—. No puedo creer que estés despierto, casi siempre había que sacarte de la cama y eso a las ocho.
—Así que aún me tienes en tu memoria –Ranma sonrío con suficiencia lo que irritó a su compañera—. ¡Muévete Akane que vamos a correr!
Ella deseó negar su invitación pero igual le siguió, ambos trotaban a la par aunque resultaba obvio que él se esforzaba por ir a su ritmo, Akane no pudo dejar de ignorar como el sudor hacía que la tela negra de la camisa de Ranma se le pegaba hasta marcar sus músculos, la falta de mangas también hacia que sus brazos parecieran más masculinos, se veían más fuertes que en el pasado aunque los detalles de su personalidad no habían cambiado tanto, al parecer de Akane seguía siendo orgulloso, terco, cabezota y absolutamente arrebatador. Lo odiaba por seguir siendo el hombre más encantador del mundo.
—Si te cansas podemos parar –dijo él cuando la vio agitarse de más—. ¿Tienes sed? Podemos parar a tomar agua.
—Me basta con que paremos –dijo ella cuando llegaron al parque—. ¿Desde cuándo corres?
—Desde que recordé cuanto te gustaba a ti salir de madrugada a ejercitarte –deseó pronunciar él pero en lugar de eso le dio otra respuesta.
—Pensé que… -Akane se interrumpió igual que Ranma cuando ambos se sintieron rodeados.
—Nihao –la voz inconfundible de Shampoo rompió la armonía en el parque—. Mucho tiempo sin vernos, ¿No tenemos mucho que aclarar?
—Te fuiste sin decir nada –dijo una segunda voz que era la dé Ukyo—. Ni si quiera te despediste de ninguna de nosotros y hasta terminaste el compromiso con Akane, ¿Qué modales son esos?
Una fea pesadillo pareció llenar la vista de Ranma, todos estaban ahí y el solo tenía una idea clara en la mente: toma a la chica y veté. Como siempre hizo caso a su primer impulso, levanto a Akane y escapo de ahí con dificultad, sabía que tendría que aclarar los dilemas del pasado, pero justo esa mañana y con tan poco tiempo transcurrido desde su llegada no le apetecía averiguar como lo haría.
—Que buenos recuerdos, ¿Eh Akane? –le dijo mientras la bajaba.
—Nunca me gusto esto de corre y vete –Akane miro enojada el lugar donde Ranma había decidido esconderse—. ¿Un callejón? Espero que no aparezca un gato y empecemos con otra correría.
—¿Gato? –Ranma sintió el vello de su nuca erizarse—. Los odio.
—Creo que ellos también –dijo Akane intentando dirigirse a la salida del callejón pero no se sorprendió al ver que Ranma se lo impedía—. ¿Y ahora qué? No te puedes ocultar de tus problemas todo el día.
—Creo que tu eres la que huye –Ranma acaricio un mechón de pelo que había escapado de la coleta de Akane—. ¿Me vas hacer pagar cinco años?
Akane abrió mucho los ojos cuando lo vio acercarse con clara intención de besarla, la timidez ya no parecía ser parte del chico.
—Tengo trabajo –pronuncio ella haciéndolo detener—. Si me voy ahora puede que llegué a la hora, que tengas un buen día Ranma.
El chico de la trenza la dejo marchar, cerro el puño y se lo llevó a la boca mientras intentaba controlar lo rojo de su rostro, Akane no podría imaginar el esfuerzo que le costo inclinarse con el deseo de besarla, ella lo odiaba, de otra forma no se comportaría con tanta frialdad, de otra forma se habría dado cuenta que lo había dejado temblando como el asustadizo adolescente del pasado, cinco años fortaleciendo su cuerpo y apenas cinco segundos para que ella acabara con su paz, si ella lo dejaba no habría poder en el mundo que curara al gran guerrero.
Continuará…
