Disclaimer: Los personajes utilizados en esta historia no me pertenecen, si no a su creador y mangaka Masami Kurumada, yo sólo los he utilizado para satisfacer mis ansias perversas de imaginación. La canción utilizada tampoco me pertenece, corresponde a una traducción de la canción "Guilty" de Rasmus. Este fic no es universo alterno, sigue la trama de la serie, vale decir que todos los personajes siguen siendo caballeros, existen los dioses así como los ángeles, pero Seiya nunca murió y hago una mezcla de tiempos dados los personajes que utilizo en la historia.
Notas autora: Este fic es de estilo yaoi entre varios personajes, las parejas principales son Shun/Hyoga, Ikki/Hyoga, Hades/Shun, Hades/Ikki y Radamanthis/Ikki. Contiene escenas de lemon explícitas, violencia y rape. Hago advertencia que dado la naturaleza de la historia Ikki se me fue de sus cabales xD, sé que la relación entre Shun e Ikki es fraternal, y una de las cosas más hermosas que tiene la serie, por eso advierto que ese punto choca dado que lo he utilizado como el villano de la historia. Advierto que los personajes pudieron quedar occe, por ello me disculpo profundamente y prometo ir adecúandolos a su perfil original del manga a medida que la historia transcurra; pero también he tratado de enfocarla de la manera más creible de cómo ellos reaccionarían sin tener que cometer distorciones garrafales de sus personalidades xD.
Aclaraciones de simbología y escritura: Esta historia está narrada desde el punto de vista de los personajes, hay mezclas entre escrituras de primera persona como es el caso de Shun y de tercera como en el caso de los demás personajes. Las frases en negrilla que separan los párrafos son la traducción de la canción, y los párrafos en cursiva son pensamientos de los personajes.
¡Esperando que les guste nos estamos leyendo!
Jugando contigo
..."No existe amor en paz.
Siempre viene acompañado de agonías, éxtasis,
alegrías intensas y tristezas profundas"...
-Paulo Cohelo-
Capítulo I: Culpable
No quiero abrir mis ojos, por favor, no permitas que abra mis párpados. No quiero ver tu lado de la cama vacía, como todas las noches anteriores.
Encontrarme nuevamente solo, perdido…
Sentir aquel frío recorrerme el cuerpo es simplemente atormentador.
Al final dejo que pupilas reciban la luz de los rayos, más por un acto mecánico que por ganas de hacerlo. Al lado mío, las sábanas de tu cama están ordenadas. La almohada en su ubicación correspondiente. No pasaste la noche en casa y aquello no debería sorprenderme.
Me levanto, mi cuerpo me duele. Los huesos me crujen, y el corazón me palpita más lento, como si cada día perdiera un tanto las ganas de vivir. En realidad, muero un poco cada vez que te alejas de mí, o que no te encuentro en casa.
Mi melena está desordenada, llevo mis manos sobre mi cabeza para tratar de acomodarla. La puerta del baño me invita a que entre. Logro desplazarme sin muchos ánimos, reflejándome en el espejo. La piel demasiado pálida, los brazos delgados. Las piernas que han perdido su gracia. Mis ojos esmeraldas que han dejado de brillar…
Supongo que al final terminarían por opacarse, y no quiero que llegue ese día.
Tengo miedo.
…y llego a ese túnel oscuro que representa mi realidad…
Con razón ya no estás conmigo, soy demasiado horrible como para tratar si quiera de gustarte.
Suspiro, respiro buscando aire. Se demora en llegar hasta mis pulmones. Abro la llave de la ducha, el agua comienza a caer despacio, de apoco se va tornando caliente. Observo como se desliza por la cerámica de la tina.
Al adentrarme percibo como me arde la piel, las gotas cristalinas van aumentando de temperatura hasta quemarme. Me duele, y aún así no me retiro. Ojala tuvieran la suficiente fuerza como para traspasarme cada trozo de carne que forma parte de este cuerpo.
Sentirlas ardiendo, deslizándose por el contorno de mis pectorales me relaja. Dentro de unas horas tendré que salir al trabajo, y no quiero que nadie note que algo me sucede. Es simplemente molesto que te miren con lástima, o que alguien se te acerque sólo para averiguar que te ocurre.
Aquellas cosas nunca lo hacen por verdadero interés, y terminan actuando como hipócritas.
El agua ha logrado inflamarme un tanto mis brazos, y mis piernas pierden un poco su estabilidad. Ahora las percibo suaves, cansadas, con unas ganas de caerme y no levantarme nunca más.
Cierro la llave, dejo que mi cuerpo reciba la toalla de color celeste, el algodón rozando mi piel me provoca un estremecimiento. Una punzada caliente que me recorre hasta el último dedo de mi pie.
Aquel dolor me perfora muy en el interior de mi pecho, atravesándome la columna vertebral.
Me coloco una camisa negra, generalmente no utilizo este color, pero creo que es el mejor que logra identificarme ahora. La tela delgada se pega a mis brazos, no quedaron del tanto secos. Luego de colocarme un bóxer y mis pantalones cierro la puerta del baño.
Las gotas aún escurren por mis hebras marinas, pero no tengo ánimos para perder más tiempo en secármelo.
No quiero seguir contemplando más mi imagen en el espejo.
-Espero que estés presente en el aniversario- digo un poco desanimado. Pensar que todavía debo comprar tu obsequio, arreglar la casa y preparar la cena.
Valla vida que tenía que tocarme, aunque, no lograría disfrutarla por completo.
…Y al final sentí como si una neblina me tapara los ojos…
…Por un momento percibí lo que era el infierno…
.
…Me siento culpable…
…Mis palabras están vacías…
…No tengo señales que darte…
…No tengo tiempo para ti…
.
-No me toques- la voz de un joven de cabellos dorados formó ecos en el interior de la habitación. Las paredes blancas daban la sensación de unos toques tranquilos, cuando en realidad era como si vivieras girando bruscamente en el fondo de un torbellino.
Sus manos bronceadas estaban tiesas, tratando de que no temblaran. Sus dedos se veían huesudos, algunas manchas oscuras relucían sobre aquella piel. Rastros evidentes de que alguien le había maltratado.
Los ojos de su agresor resplandecían molestos, el tinte carmín permanecía en el interior de sus pupilas. El mentón de su compañero conservaba sus rasgos afilados.
-No te atrevas a darme órdenes Hyoga- los dientes blancos resplandecieron terroríficos en el interior de su boca. Su rostro estaba impregnado de aquel aire altanero. Torció su mandíbula, sonriendo sarcásticamente.- Tú menos que nadie, recuerda que gracias a mí estás donde estás-
Hyoga se mordió su labio inferior. Lamentablemente lo que el leo le decía era cierto. Maldita la hora en que había aceptado su ayuda.
El chico de ojos azules sonrió lujurioso, acercándose hasta la boca del acuariano.
-No te atrevas-
-¿Qué piensas hacerme?- la mirada del leo era de burla, la clara evidencia del sarcasmo en su máxima expresión. El rubio gruñó para sus adentros, detestaba que se mofaran de él.
-Vas a ver como le digo a Shun…-
-Mi hermano no te va a creer nada-
-Recuerda que es mi pareja-
-¿Y eso qué?- los labios del leo se dejaron caer con fuerza sobre los de Hyoga. El rubio rechazó el contacto, enterrándole los colmillos. Ikki se alejó del acuariano, limpiándose el rastro de sangre que había descendido por la comisura de su boca. Hyoga respiró agitado, odiaba ser la mascota de ese abusivo.
-Te dije que no me tocaras, vine a entregarte la otra parte del dinero-
Los ojos celestes lucían un aire tan seguro que el phoenix no pudo evitar sentir esa ola de deseo por él. Las ganas de quedarse con el cisne se iban incrementando a medida que rechazaba sus caricias. Sonrió, provocando que el cuerpo de Hyoga temblara.
-Sabes que puedo borrar tu deuda, a cambio de que dejes a Shun-
-Te he dicho hasta el cansancio que no- el rubio dejó el dinero sobre la mesa, a la vista del leo. Un fajo grande de billetes le saludaba de forma atrayente.- Amo a tu hermano-
-¿Entonces por qué estás aquí conmigo en vez de estar con tu amado conejo?- los ojos del cisne se abrieron a una distancia prudente. Ikki era muy bueno provocando, y causando que te sintieras como un miserable. Hyoga no se dio cuenta cuando fue que la lengua del leo se introdujo hasta su boca, la otra mano se deslizó sobre su cintura.
-Sabes que terminarás por dejarlo- el rubio se dejó llevar por las caricias, mientras más pronto termine mejor. Sabía que si se resistía terminaría matándolo, y no era su idea llegar con otro golpe a la casa. Todo menos preocupar al conejito.- Y es lo mejor…-
-¡Tú no sabes nada! ¡No sientes nada al hacerle esto a tu propio hermano!-
Una bofetada quedó estampada en el rostro del cisne. Hyoga se tuvo que contener para no gritar.
-Cállate, aquí el zorro eres tú Hyoga-
-Ni se te ocurra…-
-Elige patito- la mirada que le dio fue hiriente, descarada y atemorizante. Hyoga sintió de nuevo esa ola de miedo. –Quédate conmigo-
-¿Y si me niego Ikki?-
-Entonces le diré a tu conejito como te ganabas la vida para mantenerlo, y créeme que te dejaré tan mal que no tendrás ganas de salir a la calle nunca, y Shun te odiara por el resto de la vida- eso era más de lo que su corazón siberiano podría aguantar. ¿Cómo lo vería Shun si supiera de que en realidad él no había sido el primero? ¿De que había caído demasiado bajo para llevar un poco de comida a la mesa?
-Shun lo entendería, no es tan bruto como tú-
-Lo que hiciste fue mentirle, y mi hermano no soporta las mentiras- en eso el leo tenía razón. Hyoga apretó sus puños. Por alguna razón desconocida para él sentía que lo que iba a hacer era un error.
-De acuerdo- su voz fue cortante, y deseó con todas sus fuerzas que le enterraran un cuchillo ahí mismo- ¿Qué quieres que haga?-
-Tengo muchos planes para ti, querido patito- la lengua del leo le lamió las mejillas, deslizándose por su piel. Ikki percibía las mejillas del rubio ruborizarse, los latidos rápidos por culpa del miedo. Las ganas de tomarlo se volvieron mucho más intensas. Hyoga por su parte no movió ningún músculo, su cuerpo estaba tieso, evitando por todos los medios de efectuar algún movimiento inútil o estúpido.
-Quítate la polera- las palabras de Ikki fueron órdenes en su cerebro. Las manos del leo le acariciaban de una forma adictiva, pero tosca. Los besos que le estampaba sobre su cuerpo parecían veneno capaz de quemarle su piel, los dientes se enterraban con tanta fuerza que estaba seguro que le rompería los brazos. Cuando los comillos resplandecientes se dejaron caer sobre su cuello creyó que iba a gritar. La mordedura era bastante profunda, ahora tendría que usar un chaleco para disimular el chupón. Ojala que Shuni no se encontrara en la casa para cuando él regresara.
Ikki lo empujó con violencia, provocando que se diera un golpe bastante fuerte contra el suelo. Su rostro quedó viendo el color de la alfombra.
-No te muevas o te dolerá más- Hyoga cerró los ojos, la escena que vendría a continuación la había vivido demasiadas veces, y su cerebro ya no tenía las ganas de memorizarla. Cuando las manos del leo le bajaron los pantalones con potencia un escalofrío muy fuerte le penetró por toda su espalda. Su columna vertebral fue producto de un sin fin de convulsiones.
-Como si te interesara eso- dejó que su voz saliera mordaz, Ikki frunció un tanto el ceño. Si el querido Hyoga quería que lo lastimara entonces lo haría. La lengua del leo se deslizó por su labio inferior, saboreando su propia saliva. El brillo de lujuria continuaba adornando sus facciones. El bóxer de color negro acentuaba el físico del acuariano. Hyoga enterró las uñas en la alfombra en el momento en que uno de los dedos del moreno se deslizó a través de la ropa, acariciándole los glúteos. Las uñas de Ikki eran bastante largas.
-Grita-
-Olvídalo-
La uña de su dedo índice se deslizó con malicia, logrando que brotara un poco de sangre. Hyoga sintió unas pequeñas lágrimas descender por sus pupilas. Su boca se abrió un poco, con la lengua sacudiéndose en el interior.
-No fue una sugerencia pato- el rubio sintió como sus mejillas se encendían por culpa de las caricias del leo. Él no quería hacerlo, pero su cuerpo estaba respondiendo sin que pudiera controlarlo. Tuvo que tragarse su orgullo.
El gemido que brotó de su garganta logró provocar una excitación mayor en su agresor. La imagen del cisne bajo su cuerpo era bastante gratificante.
Ikki llevó su dedo hasta la entrada, acariciándola con rapidez. Hyoga percibió una corriente eléctrica quemarle sus entrañas.
Las caricias del leo no se parecían a las de su conejito. Shun siempre estaba preocupado de no causarle daño, en cambio su hermano disfrutaba infringiéndole dolor. Hyoga gritó de forma desgarradora cuando Ikki introdujo con violencia su miembro. Las embestidas ejercidas por el mayor eran violentas, terribles y desaforadas. Sintió como si su cuerpo se estuviera partiendo por la mitad. Ikki gimió extasiado, la carne del rubio era muy exquisita.
-Di que lo disfrutas- Hyoga tuvo que responder como el otro quería, el movimiento de ambas caderas se fue acentuando con mayor fervor. Hyoga escuchó como su ritmo cardiaco iba aumentando la velocidad. En ese instante deseó con todas sus fuerzas poder asesinar a Ikki, pero Shun no le perdonaría cometer tal acto. Sus huesos le crujieron cuando el leo llevó todo el peso de su cuerpo, las uñas del moreno se enterraron en su cadera, logrando que el rubio gritara herido. El líquido brotó del miembro del leo cubriendo la entrada del rubio. Ikki agarró los cabellos dorados, girando el rostro de cisne. Hyoga gimió dolido. –Traga- para el rubio era asqueroso, grotesco, repugnante. Dado que ni siquiera se había movido, las manos del leo estamparon su rostro en su miembro, Hyoga gritó, presintiendo que su cuello estaba a punto de romperse.
-Hazlo, o llamo a mi hermano para que te vea así conmigo- el corazón del cisne saltó en el interior de su pecho. Ikki sonrió al ver como el rubio le obedecía, después de todo, las personas tienen un punto débil y el de Hyoga era Shun. El leo mordía las orejas a medida que el rubio lamía, cerró sus párpados relajándose.
-"Y ni te esperas lo que tengo planeado para ti hermanito"- su boca dirigió una sonrisa bastante lasciva, aunque Hyoga no pudo observarla.
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…Dices que soy despiadado y dices que no me importa…
…Yo siempre te apoyaba...
…Y has dicho que parezco muerto…
…Que he cambiado, pero tú también…
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Mis pies me duelen bastante. Recorrí muchas calles para tener preparado todo. Dejo las bolsas sobre la mesa de la cocina, y enciendo la luz.
Hyoga aún no llega a la casa, tampoco me dejó una nota o algo que me indicara su paradero. Suspiro, por lo menos tendré un poco más de tiempo para preparar su regalo.
-Espero que le guste- digo contemplando la fotografía donde estamos los dos abrazados. Ese día Hyoga lucía una bonita camiseta deportiva de color rojo y yo llevaba la suya de color azul. Ambos tenemos una gran sonrisa, quien nos viera ahora.
Envuelvo el regalo en un papel de tonos celestes, juego un poco con la cinta antes de colocarla. Finalmente lo guardo en el cajón de la cómoda. Es el único sitio donde mi cisne no lo buscaría.
Dirijo mis pasos hasta la cocina, dedicándome a preparar la comida. Hoy tenía pensado cenar pescado a la "Marchand de vins"
Mi mente divaga a medida que selecciono los ingredientes, recordando cosas lindas de cuando mi cisne y yo recién estábamos comenzando nuestra relación. Extraño mucho ver películas y recostarme en las piernas de mi rubio.
Un dolor leve surge en la yema de mi dedo, me corté desmenuzando el pescado. La gota de sangre resbala lentamente, mi lengua absorbe el líquido. Al hacerlo, un escalofrío me penetró por completo. Como si se tratara de una señal de un mal presagio.
Y no se por qué la imagen de Hyoga se me vino a la cabeza.
.
…Culpable, culpable me siento tan…
…Vacío, vacío tú sabes como hacerme sentir…
…Pongo un escudo sobre ti…
…No fue mi intención lastimarte…
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La manecilla de la puerta se giró de forma lenta. Los dedos del rubio estaban muy adoloridos, las piernas casi no querían responderle.
-"Desgraciado pollo"- su entrada le estaba matando, al igual que su cuello. Estaba seguro que ese golpe se había encargado de dislocárselo. Hyoga escuchó su corazón saltar dentro de su pecho cuando la puerta se abrió ante él. Los ojos esmeraldas se mostraron dolidos. El rubio mantuvo su rostro hacia el piso.
Shun tenía su cara pálida. Había ido con todas las ganas de gritarle al rubio por no asistir a su aniversario, pero su corazón se oprimió al ver el estado en que venía su compañero.
Los brazos de Hyoga hicieron un intento por estirar el obsequio, el pequeño paquete quedó extendido frente al rostro del peliverde.
-Lo siento- Shun se lanzó al cuerpo de Hyoga, el regalo cayó al piso. Las lágrimas pudieron ser liberadas de los ojos celestes. Shun sintió como las gotas cristalinas le bañaron sus mejillas, y se sintió terriblemente mal.
-"Y yo pensando que estaba quien sabe donde"- el virgo levantó el mentón del cisne, la luz de las velas dejaron al descubierto una serie de arañazos en su cara, y el moretón que lucía en su mejilla derecha.
Shun atrajo hacia el interior de la casa al acuariano, y cerró la puerta. Hyoga se sentó con dificultad en el sillón, su rostro se frunció en un gesto de dolor. Shun se acercó hasta el rubio, sus manos acariciaban las hebras doradas de su cabellera, y distinguió que había muchas como chamuscadas.
-Dios, pero que…-
-Me asaltaron- quizás era una mentira, pero no iba a dejar que el conejito comenzara a investigar. Hyoga trató de sonreírle, su labio inferior tenía un rastro de sangre. Los ojos esmeraldas brillaron angustiados.
-Discúlpame- el rubio lo miró extrañado. Él que tendría que disculparse era él…por todo lo que le estaba haciendo al virgo. Lástima que tenía que seguir con el teatro.
-Creí que te habías olvidado de la fecha-
Hyoga le besó la mejilla. Shun sintió su cuerpo vibrar con fuerza.
-Sabes que eso nunca lo haría-
-Es que te has comportado tan distante…-
-No quería que supieras lo que estaba planeando - el acuariano recogió la caja. Shun la recibió, sus ojos quedaron estáticos mirando la argolla que estaba en el interior.
-Hyoga…que…-
-Simplemente, quiero formalizar nuestra relación- le sonrió, y vaya que se sentía diferente frente a su conejito. Ahora sólo faltaba terminar de pagar la deuda de Ikki y vivirían contentos.
Shun juntó sus labios con los de Hyoga, las lenguas de ambos bailaron al interior. Aunque Hyoga sintió un dolor terrible cuando el cuerpo del conejo estuvo cerca del suyo, supo disimularlo bastante bien. Las manos del rubio le recorrieron la cabellera. Los latidos de ambos retumbaron, y se fueron quedando sin aire. Las mejillas del conejito comenzaron a invadirse de rubor, sus manos acariciaron el cuello de su cisne. Hyoga no pudo evitar gemir dolido. Shun paró.
-Deberíamos dejarlo para otro día, estás herido- el virgo se levantó- Tengo que curarte primero- Hyoga le agarró el brazo, jalándolo hasta sus piernas.
-Lo único que necesito ahora son tus besos- la boca del rubio se dejó caer con más velocidad sobre la de Shun. Los dedos del bronceado fueron desabrochando los botones de la camisa del virgo. Shun sintió un escalofrío recorrerle su espina dorsal.
-Espera… tengo que darte mi regalo- murmuró seductoramente en la oreja del rubio. Hyoga le lamió la comisura de la boca.
-Tú eres un buen regalo- Shun gimió al sentir las manos recorrerle el torso, Hyoga sonrío.
-"Nunca harás que me separe de tu hermano Ikki, ni aunque me mates a golpes"- Hyoga besó el cuello del virgo, a medida que se estiraban en el sofá. Las manos fueron quitando la camisa, y sus ojos disfrutaron al notar el pecho desnudo del virgo. La lengua del rubio recorrió la piel, y sus dientes jugaron con las tetillas.
-Hyo…- Shun sintió como su miembro se endurecía por los toques del rubio. Sus mejillas ardieron más, contrayendo los labios. La boca de Hyoga estaba caliente, y su saliva caía provocando un cierto brillo en la piel de Shun.
-Nunca te dejaré- las manos del rubio apretaban la espalda, provocando unos espasmos en el cuerpo del virgo. Shun besó la piel del cuello. Hyoga percibió como sus mejillas se ruborizaban, pero esta vez de la forma que a él le gustaba. Las manos de virgo se dirigieron hasta la polera de Hyoga, al quitarla, una marca bastante amplia delineaba la clavícula del cisne. Shun besó la herida, tratando de bajar la hinchazón. Hyoga gimió, sintiendo que todas sus preocupaciones desaparecían bajo los besos del conejito.
-Te amo- la voz de Shun era una hermosa melodía, no como ese sonido grave y rasposo de su hermano. Las palabras de Ikki siempre estaban cargadas de rencor y de odio. Hyoga dejó que su lengua acariciara las curvas, Shun arqueó su espalda en respuesta a aquel acto.
-Yo también- respondió saboreando la carne blanca. Los gemidos que provenían de la garganta del virgo lograron producir una reacción de éxtasis en el rubio. Las piernas del acuariano comenzaron a temblar de debilidad. Hyoga sintió un pequeño dolor recorrerle su muslo derecho, el leo le había propinado un buen golpe por no hacerle caso en todo lo que pedía. Sin embargo supo disimularlo bastante bien, nadie le iba a arruinar el aniversario a su conejito, y mucho menos a él mismo. Cuando Shun dejó que sus dedos acariciaran los pectorales percibió como su sexo comenzaban palpitar con bastante fuerza. Los ojos esmeraldas quedaron sumergidos en los celestes, y cada uno pudo ser capaz de escuchar el palpitar del otro.
-Feliz aniversario cisne- y la sonrisa de Shun siempre lograba hacerle vibrar de placer. Hyoga le correspondió el gesto, pero con aire sarcástico.
-Y eso que recién estamos comenzando…-
-Entonces no me gustaría llegar al final…-
-Prefiero que sea balanceado- los dedos del rubio bajaron trazando círculos por la piel. Shun sintió un cosquilleo en el instante en que la yema quedó cerca de su ombligo. Hyoga besó la cintura, y acarició con la otra mano la cadera. Una sensación eléctrica atravesó el cuerpo del virgo al sentir como el rubio introducía su dedo al interior de su ombligo. El movimiento provocó que presentara un leve estremecimiento. Su miembro se hinchó al interior de sus pantalones.
-Eres…un demonio….- murmuró buscando aire. A su cisne le gustaba mucho incentivarlo. Así la penetración se lograba disfrutar más. La saliva de Hyoga recorriéndole la piel le gustaba mucho, sus manos estaban tratando de afirmarse en el cuerpo del rubio, pero sin lastimarlo. Las piernas de ambos estaban muy juntas, Hyoga gimió cuando el sexo de Shun efectuó un roce con el suyo, el gemido que se escapó de sus cuerdas vocales fue bastante placentero. Shun le dirigió una mirada juguetona a su cisne, al tiempo que bajaba las manos hacia la cremallera de los pantalones.
-Como dije…- murmuró acercando los dedos al bulto- Feliz aniversario, cisne- la mano de Shun se dejó caer sobre el miembro de Hyoga, acariciándola lentamente. El rubio tuvo que reprimir sus ganas de gritar, sus mejillas se encendieron y sus labios se contrajeron bajo el peso de los dientes. Shun ejerció presión con la yema de sus dedos, provocándole una punzada, un temblor que le partió su columna en muchos fragmentos. Hyoga no pudo contenerse por mucho tiempo, sus dientes mordieron la oreja del conejo, logrando sacarle un poco de sangre.
Los gemidos momentáneos que liberaba en el oído del virgo fueron suficientes para que Shun siguiera incursionando en aquella zona. Hyoga era muy vulnerable bajo sus dedos, y su cuerpo. La mano del virgo estaba bastante caliente, Hyoga gimió más fuerte al sentir como ese calor se fundía con el propio. Su cuerpo era una llamarada apunto de colapsar. Los dedos de Shuni jugaron un poco con el cierre, antes de bajar la cremallera. Le fascinaba el rostro sudoroso y excitado de su rubio.
-Se supone que el…seme soy yo…- dijo Hyoga manteniendo su aire juguetón. Shun bajó por completo el cierre. La entrada le mostraba un bóxer oscuro.
-Me dejaste esperando, y ahora mi hambre es mucho mayor- Shun deslizó sus dedos por la tela, la palpitación fue mucho más notoria.
-Shu…Shun…- los dedos jugaron sobre la tela del bóxer, deslizándose, esa era la caricia con la que terminaba desequilibrando al acuariano. Hyoga distinguió un poco la cabeza del virgo, que lentamente iba cambiando de posición.
-Me gusta como dices mi nombre…- Shun movió un poco la yema de sus dedos al interior, la carne del rubio se le hizo demasiado deseable. Apretó un poco, logrando que las mejillas del rubio se apretaran, el cuerpo del acuariano vibró. Las piernas se le hicieron imposibles de mantener firmes. El conejito efectuó un pequeño movimiento, liberando un tanto el pantalón que le estaba estorbando en su juego. El aire frío tocó la piel bronceada de Hyoga, logrando estremecerlo. El mundo le cayó sobre sus hombros cuando la lengua del virgo lamió su miembro.
-¡Shun!- la sonrisa del conejito fue mucho más amplia, su lengua palpitaba, dejando que corriera la saliva y aumentando la temperatura de donde se encontraban. Era un pecado hacerle ese al rubio, pero tenía que castigarlo por llegar tarde. Hyoga gritó, percibiendo los filudos colmillos penetrarle su piel. Este era, sin dudarlo, el mejor aniversario que había tenido. El rubio sentía que pronto colapsaría. Sus manos se aferraron al brazo del sofá, enterrándole las uñas. Sus brazos estaban muy débiles. Suspiró, gritó, tembló cuando Shun llevó toda su boca hasta su sexo. Sentía la lengua, la saliva, los dientes recorriéndole la piel. -¡Shunnn!- el virgo disfrutaba cada vez que el rubio gritaba su nombre. Hyoga torció su boca, el líquido bajó con una velocidad bastante rápida. El sentimiento fue inmenso y desgarrador en todo su cuerpo. La boca del conejito quedó bañada de semen. Pasó su lengua tranquilamente, degustando.
Hyoga estaba temblando sobre el sofá, su respiración estaba agitada. Los gemidos salían entrecortados. La mano de Shun subió hasta su boca, dejando a una distancia prudente sus dedos de los labios carnosos. Hyoga no tuvo que pensarlo ni dos veces. Llevó sus labios a los dedos del virgo, mordiéndolos. Las mejillas de virgo se enrojecieron. Ahora era el turno de su cisne para celebrar su aniversario. Hyoga dejó que su cuerpo cayera sobre el de Shun, sus manos le arrancaron el pantalón y las cadenas. El virgo le sonrió maliciosamente. Hyoga le correspondió la sonrisa.
-Nunca hemos probado en el sofá-
-Entonces hay que esforzarnos no crees- la risa del virgo le llegó a sus oídos. Hyoga acarició las piernas del conejo, provocándole el mismo estremecimiento que había sentido él.
Hyoga dejó que su mano jugara con los dedos de los pies. Sabía que su conejito se ponía loco con aquel gesto. Shun apretó sus labios, contemplando como la mano de Hyoga acariciaba sus pies.
Se excitó de golpe.
El virgo agarró el cuello del acuariano, su cuerpo le estaba gritando con demasiada fuerza. La boca de Hyoga quedó bastante cerca del sexo del conejito, pero no le acarició de inmediato.
-Oh dios…Hyoga…-
-Es mi turno de hacerte sufrir…- El virgo sentía la respiración agitada, la saliva caliente, y era de verdad terrible de que no lo tocara. Shun se estremecía.
-Eres cruel….-
-No más que tú….- la lengua del virgo salió de su boca con bastante impulso cuando los dientes de Hyoga le mordieron su miembro. Las manos le apretaron las caderas. Su cabeza quedó suspendida en el aire. Hyoga trazó círculos con sus dientes, incentivando más el roce. Shun creyó morir con aquel gesto tan travieso y seductor.
El rubio giró el cuerpo del virgo, la posición cuadrúpeda siempre había sido una de sus favoritas.
-Como que nos quedamos estrechos aquí…- el tono picaron de Shun lo incentivó más.
-Recuerda que yo hago milagros conejito- el virgo gimió al sentir las manos del rubio jugar con sus caderas, sus dedos calientes le quemaban la piel. El rubio le besó la espalda en el momento de juntar sus cuerpos. Jugó bastante con la entrada antes de penetrar.
-Hyoga…..- la boca del conejito estaba cubierta de saliva. El rostro brillante y aguado le daba un toque bastante seductor y vulnerable, y pensar que antes era un demonio.
-Te dije…- Hyoga acercó su boca hasta la oreja derecha. Su aliento le pegaba en el rostro del virgo- Que el seme era yo…- Shun gritó al sentir el miembro del rubio dentro suyo. Su cuerpo se arqueó, percibiendo la boca del rubio besarle la espalda.
Las manos de hyoga se afirmaron de sus caderas, incentivando de a poco el movimiento de ambos cuerpos. Shun se afirmaba de los brazos del sofá, gimiendo descontrolado. El cuerpo del Hyoga estaba bastante caliente, y el del virgo también.
La entrada de Shun era deliciosa, y su carne tierna. Hyoga cerró sus párpados disfrutando del acto. Shun sentía como su cuerpo estaba navegando en algo muy peligroso, y a él…le gustaba mucho sentirse así.
-¡Hyoga!- sus gemidos provocaban que el rubio aumentara la velocidad, y profundizara la penetración. Shun curvó sus labios, mordiéndose la carne con sus colmillos. Las gotas de sudor resbalaron por igual en ambos cuerpos.
La sensación de estar en el interior del virgo era adictiva, refrescante. Su cuerpo se relajaba cada vez que le besaba la piel. Sus dedos presionaban los huesos de la cadera. Shun percibió ese fuego latente dentro de él.
El cuerpo del virgo tembló, sus manos comenzaron a perder la fuerza para sujetarse. Sus piernas le temblaron y a Hyoga le penetró un escalofrío.
-Feliz aniversario Shun- Hyoga le besó el cuello, sus párpados se cerraron a medida que dejaba caer la cabeza sobre la espalda del virgo. Shun acarició las hebras doradas, su corazón continuaba latiendo a mil por hora.
-Tengo ganas de repetirlo- Hyoga abrió sus ojos de golpe…vaya que su conejito estaba hambriento. La lengua de Hyoga bajó por el cuello, provocándole un escalofrío al virgo.
-Cuando quieras…- Shun giró su rostro, atrapando con su lengua la de su cisne. El beso que se brindaron fue tan intenso, que se quedaron sin aire.
.
…Sólo hubiera envenenado tu mente…
…Nunca fue mi intención hacerte llorar…
…Has actuado sin pensar…
…Puedo ver a través de ti…
.
-Ya te lo dije amigo- la voz del leo sonaba bastante segura a través de la línea telefónica. Sus ojos centellaban maquiavélicamente.- Hyoga hace lo que yo quiera, es como una buena mascota-
El hombre al otro lado de la línea sonreía. Conocía bastante a Ikki, y eso no le sorprendió mucho.
-No te preocupes, está pagando bastante bien el dinero que me debe-
-¿Y cómo lograste eso?- el leo sonrió más notoria mente.
-Tengo una carta que nunca falla, además nadie se resiste a mí- los ojos azules de Ikki brillaron lujuriosamente al momento de cortar. Sus dedos cayeron al interior de sus bolsillos, buscando un cigarrillo.
-Hora de pagarme pato- marcó el número del celular de Hyoga, su mente trazaba muchas ideas al mismo tiempo- y esta vez será con intereses- sus dedos buscaron un papel un tanto arrugado. El rostro de su hermano pequeño le saludaba por medio de la fotografía.- Lo siento por ti Shuni, pero en la guerra y en el amor todo se vale-
El cielo se tiñó de negro en el momento en que comenzó a llover.
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…Siempre me apoyabas…
…Así que no te vayas diciendo adiós…
…Por que tú has cambiado y yo también…
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Shun estaba radiante. Su sonrisa logró contagiar a todos sus compañeros de trabajo. Anoche…. ¡Como quería repetirlo!
Sus mejillas se tiñeron con un poco de rubor. Al lado de su escritorio había un retrato de Hyoga y de su hermano Ikki. ¡No se aguantaba para contarle a su hermano!
-Señor Kido- la voz de la secretaria lo trajo de vuelta a la realidad- Tiene una llamada por la línea tres-
-Muchas gracias Marín- pensar que la pelirroja había decidido trabajar en la misma compañía que él. Sus ojos distinguieron el nombre de su hermano en el aparato. Al levantarlo, no supo por qué un escalofrió le perforó dentro de su pecho.
Otra vez la imagen de Hyoga se le vino a la cabeza.
La lluvia se volvió mucha más intensa cuando llevó el auricular hasta su oreja.
-Ven a mi casa, quiero darte tu regalo de aniversario hermanito- tampoco entendió por que escuchar aquella voz no le fue para nada agradable.
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…Nunca pensé que el tiempo y la distancia…
…Entre nosotros te hubiera enfriado tanto…
…Llevaré el mundo en mis hombros…
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No se por qué mis manos están tan heladas. Si sólo voy a visitar a mi hermano a su casa, pero debí avisarle antes a Hyoga. Hoy se supone que iríamos al cine. Las piernas me están tiritando, nunca antes había llovido de esta manera. Supongo que el clima comenzó a decaer. Mis piernas llegan hasta la entrada de la casa de Ikki, y me extraña un poco que no esté cerrada.
-Que distraído es mi hermano- que inocente fui, no, de verdad soy un estúpido. Entro tranquilamente, las luces de la casa están apagadas. Aunque logro ver un cierto resplandor en el comedor.
Algunas veces tenemos que hacerle caso a nuestras corazonadas, y yo no lo hice.
Mi mente me dijo que saliera de ahí, por que no me gustaría lo que tenía que ver. Soy tan cabeza dura.
-Hermano, ¿estás aquí?- corro un tanto la puerta, y mi cuerpo queda estático en la entrada.
…Les juro que conocí el infierno y que estuve a punto de caer…
Los ojos de Hyoga me miran sorprendido, su rostro se puso pálido al verme parado en la sala. Mis ojos se adentraron en los suyos, y sentí miedo.
…Quise morirme en ese mismo sitio…
…No es justo…que me quiten lo que más amo en la vida…
Las lágrimas bajaron por mis mejillas, y mis huesos me temblaron. Estaban ambos en el sofá….de la misma manera que yo estuve con él.
…De la misma forma en que celebramos nuestro aniversario…
-"Recuerda que yo hago milagros…"- con razón no tuviste problemas, si antes lo habías probado con Ikki. Las lágrimas provocaron que la visión se me colocara borrosa, ni siquiera me di cuenta cuando mis piernas salieron corriendo.
…Por favor quiero que me despiertes, por que estoy volviéndome loco…
…Mis oídos dejaron de escuchar y mis ojos dejaron de ver…
Los gritos de mi cisne llamándome no lograba asimilarlos. Es que es tan difícil. Mis piernas se mueven y yo no estoy lo suficientemente conciente como para pararlas.
-"Feliz aniversario"- me duele el pecho, mi corazón me late mucho más rápido que aquella noche. Duele Hyoga…duele mucho.
-"Te amo"-
-"Quiero formalizar nuestra relación"- la sortija que se encuentra en mi dedo está brillando. Mi respiración se va tornando dificultosa.
……Acaso… ¿sólo era una mentira?...
…Siempre les ha gustado hacerme sufrir…
Un sentimiento de odio me oprime mi pecho, la rabia recorre cada hebra de mi cabello.
-"Me asaltaron"- desgraciado mentiroso. De seguro estabas entregándote en las manos de otro, y yo que creí que todo iba bien. Llevo mis manos hasta mis sienes, me están palpitando con tanta fuerza.
…Y no me fijé que estaba corriendo por la calle….
…Y todo se detuvo cuando el semáforo cambió de color…
…Fue tan rápido….
-¡¡¡¡¡SHUNNN!!!!- el golpe que recibió mi columna fue devastador. Las luces del auto pasaron frente a mis ojos como en cámara lenta. Vi los rostros de las personas sobre la vereda como en una película.
Todo me dio vueltas, y en un segundo, ya no sentí nada más.
…Las gotas de lluvia me tocaron la cara, tengo miedo de caer…
…Por favor…no me sueltes…
-¡Shun!-
-¡Cuidado esta sangrando mucho!-
-¡Shun!-
-¡Llamen a una ambulancia!- que raro, siento un toque. Como de manos…aquellas caricias son muy relajantes. Mi conciencia viaja a cualquier punto, no logro distinguir nada de lo que hay a mí alrededor.
Me encontré con aquel vacío e irremediablemente supe que ya no podría regresar.
-Ayúdenme- traté de que mis cuerdas vocales pronunciaran las palabras, pero no salió nada de mi garganta. Al final, todo se volvió oscuro y un frío me penetró el cuerpo.
-Está muerto-
-¡No Shun! ¡No puedes!- las lagrimas de esa persona cayeron sobre mi rostro, aunque no percibí nada, tampoco logré levantarme. Mis ojos verdes ya no pueden mirar. De repente siento algo acercarse hasta mí. Una sombra gigante que trata de envolverme.
…Prometiste que no me dejarías solo…
…Hyoga…estoy asustado…
…Te odio…
-Abre los ojos Shun…- no se como lo logré. Pero al hacerlo me extrañé. No había calle o autos, personas gritando, tampoco Hyoga. Al frente de mí un gran espíritu me observaba con sus ojos maquiavélicos.
Un destello delineó su cuerpo: cabello largo, y llevaba una espada en su mano derecha. Unas alas gigantes de color negro le adornaban la espalda.
Sentí un estremecimiento en la primera vértebra de mi columna.
Quise llorar y escribir mi propio epitafio…
El Dios de la muerte se acercó hasta mi rostro, su boca se posó sobre mis labios. Un sabor extraño y amargo me invadió la lengua. El odio que sentí por un momento volvió a despertar, y mis huesos me dolieron.
…Y ahí estaba, frente a frente con Hades, Dios del inframundo.
…Hyoga…nosotros…
…¿Volveremos a estar juntos verdad?....
-Continuará-
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