Disclaimer: los personajes de Saint Seiya pertenecen a Masami Kurumada y/o Toei Animations. Historia escrita sin fines lucrativos.

Advertencia: este relato contiene varias escenas eróticas y no es apta para menores de edad.

Capítulo 1.

Una tarde a finales de abril dos amigas se reunieron en un parque a las afueras de Atenas. Habían quedado en verse para ir al cine a ver una película, de cuyos actores protagonistas ambas eran fans.

Necesitaban relajarse un poco porque el trabajo en el colegio había sido absolutamente agotador en las tres semanas anteriores. Los alumnos se estaban preparando para hacer sus exámenes finales, así que aquello significaba extra papeleo y quebraderos de cabeza. Marin era profesora de inglés y Shaina trabajaba de recepcionista.

Marin quería preguntar algo a su amiga pero se esperó a que terminara la película y llegaran al restaurante en el que habían reservado mesa unos días antes. Durante la cena hablaron un buen rato de cosas sin importancia. Ambas estaban disfrutando de aquella velada ya que aunque se veían prácticamente a diario no tenían ocasión de pararse a hablar a menudo.
Mientras tomaban el postre, un enorme helado de varios sabores que consumían entre las dos, Marin se armó finalmente de valor para explicar a su amiga lo que llevaba varios días muriéndose de ganas de contarle.

—Shaina, ¡no te vas a creer lo que vi en la puerta de "Alexandros"! —dijo muy excitadamente.
—¿De qué se trata? —respondió su amiga algo picada por la curiosidad.
—Dentro de dos semanas viene una troupe de strippers...
— ¿Y...?
—Y me gustaría que... —para no liarse más al hablar decidió ir al grano de una vez por todas— ¿quieres venir conmigo a verlos?
—¿En serio? —respondió algo sorprendida al oírla.
—¡Venga!, ¡qué nos divertiremos!.

Shaina enarcó una ceja puesto que nunca le habría parecido muy probable que su respetablemente casada amiga tuviera estos gustos, especialmente al considerar que la japonesa tenía un auténtico bombonazo como esposo. La italiana la miró con un pequeño deje de envidia ya que ella no tenía a nadie en el horizonte y el chico que le gustaba no le hacía ni el más mínimo caso.—¿Tú has visto alguno de estos espectáculos antes? —le preguntó.

Marin hizo un movimiento negativo con la cabeza.
—No exactamente. Aioria y yo fuimos hace un par de años a ver una obra de teatro que se titulaba "Despedida de soltera" en la que cuatro actores hacían de strippers y como parte del guión debían desnudarse y bailar delante de la audiencia —sonrió algo tentativamente—. Era una comedia.

—¿Qué dices? —preguntó bastante sorprendida—, ¿se desnudaron por completo?
—Sí, pero justo cuando iban a quitarse la última prenda se apagaron de sopetón las luces del teatro.

Shaina dejó su cucharilla a un lado mientras trataba de decidir si aceptaría o no aquella tentadora oferta.
—¡Uauuu!... ¡un momento! —le preguntó algo sorprendida— ¿dijiste que Aioria estaba contigo?.
—¡Pues claro!, fuimos a la función en la que hicieron una oferta especial: los hombres acompañados por una chica no pagaban entrada —respondió Marin con una media sonrisa que le daba un toque muy pícaro a su rostro.
—Muy bueno —se rio su amiga
—No sé como será con estos, pero me imagino que pasará algo parecido y según tengo entendido, el desnudo es integral —le dijo marcando sus últimas palabras.
—Suena interesante...

Shaina la miró un tanto sorprendida al oirla pero no pudo resistir la tentación de picarla un poco.

—¿Y qué diría Aioria a todo esto?, ¿se lo contarías? —le dijo en un tonillo de voz que daba la impresión que estaba chantajeando a su amiga—. No me gustaría ser causante de un divorcio.
—Aún no, pero que que diga lo que quiera. El tiene oportunidad de irse de marcha más a menudo y la verdad es que me hace ilusión ir.
—Entonces, no se hable más. Eso sí, habrá que averiguar cuanto costará. Si quieres puedo llamar yo y así Aioria no se enterará hasta que se lo digas.
—Llámame cuando lo sepas.

Ambas estuvieron charlando hasta que les llegó la hora de irse y cada una se fue directa a su casa pues al día siguiente tendrían que ir a trabajar. Shaina estaba muy contenta, así que nada más llegar a casa llamó por teléfono para pedir información sobre el coste de las entradas y unos minutos más tarde llamó a Marin.
—Los billetes cuestan veinte euros cada uno.
—Son un poquito caros.
—Sí, pero incluyen bebidas y también hay otros artistas. Además, si vamos en un grupo de cinco o más nos hacen un 25% de descuento. Yo voy, aunque sea sola —le explicó y le volvió a insistir—. ¿Qué dices?
—Cuenta conmigo, ¡me has convencido! —respondió Marin riéndose.

Aquella noche Marin estaba tan excitada que apenas podía pegar un ojo. Aioria le preguntó cariñosamente qué se traía entre manos y si tenía algo que decirle que debiera preocuparle. Marin le dio un largo beso y le contó todo.
—¿Por qué no pides a June y Flare que os acompañen? —le propuso porque le preocupaba que saliera sola a esas horas de la noche.
—¿Tú crees que aceptarían? Flare quizás sí, pero June no hace nada sin preguntar antes a Albiore.
—No pierdes nada por preguntar, amor mío.
—Cierto... ¿de verdad no te importa que vaya? —le preguntó en un ronroneo sensual y coqueto.
—Claro que no, cielo. Tú ve y diviértete.

Aioria la besó de nuevo y acarició suavemente su rostro.

—Gracias, Aioria.
—De nada, preciosa, pero quiero algo a cambio porque... —dijo acercándose a ella para tomarla entre sus brazos— ¿quién sabe lo que harás entre tanto chico guapo?
—¿Ah, sí? ya me imaginaba que tanta amabilidad me costaría, leoncito —le respondió con una sonrisa traviesa en su rostro—, y bien, ¿qué desea mi amado esposo?.

Aioria se apoderó de sus labios en un beso demandante.