Advertencia: Universo alterno.
Capítulo editado
Capítulo 1: Ser un ninja
"Un ninja es un mercenario. Contratado para toda clase de tareas pero con un código de honor a seguir. Expertos en conseguir información sin importar los medios"
Debía apresurarse si deseaba llegar a tiempo, ser más veloz si quería estar en el momento. Había estado esperando ese día desde varios meses atrás, incluso rechazó varias misiones en las últimas semanas pero no pudo rechazar esa, era demasiado importante y su honor estaba en juego.
Saltando de árbol en árbol hacía su mayor esfuerzo por llegar cuanto antes. No era algo que le preocupara, según sus planes podría llegar antes de la gran fecha pero aquella misión se había alargado y aquel importante acontecimiento se había adelantado, una mala combinación pero no podía quejarse, así era la vida.
No esperó a sus compañeros y le delegó a otro el cargo de entregar el reporte de la misión, cada minuto era importante. Debía estar junto a ella lo más pronto posible, aquel era un momento único en la vida.
Sonrío cuando finalmente pudo divisar su casa. Al llegar encontró a su esposa recostada en la cama mientras era atendida por una medic-ninja. Un pequeño bulto a su lado acaparó por completo su atención. Una mirada bastó para que ella comprendiera lo que deseaba decir pero no podía, su esposa descubrió la manta dejando ver un mechón de cabello negro.
—Bienvenido al mundo, pequeño Garu —le dijo a la vez que lo cargaba amorosamente—, soy tu padre y sé que algún día serás un gran ninja.
En aquel momento oficialmente se había graduado como padre, no se había sentido de ese modo desde el día en que la mujer frente a él había aceptado ser su esposa y antes de ello cuando se graduó de la Academia Ninja con honores.
—Se parece tanto a ti —había dicho orgullosa la madre —, estoy segura de que hará grandes cosas en el futuro.
Al ver la sonrisa del recién nacido era inevitable pensar que todo el esfuerzo para llegar allí había valido la pena. Esa era su familia y la amaba así como era, volvería a pasar por lo mismo si tuviera que hacerlo. Protegerlos, esa era su promesa, no importaba lo que sucediera.
Él temía que todo aquello terminara pronto, que la paz se convirtiera en guerra. La última misión, aquella que no había podido rechazar, seguía preocupándole. Sabía que no podría ver a su hijo tan seguido como deseaba, que debería viajar en unos días para poder conseguir la información que su aldea necesitaba.
"Mantente en el camino de la corrección, vive con dignidad. Vive una vida sencilla, no una grande o especial"
Garu se encontraba notablemente avergonzado, le era difícil mantenerle la mirada a su padre. Él esperaba que dijera algo pero no podía, las palabras se habían atorado en su garganta antes de siquiera poder pronunciarlas.
—Garu — le dijo con expresión seria —. ¿Sabes que lo que hiciste no está bien?
—Solo eran unas galletas, no creí que fuera importante —había dicho en un susurro sin atreverse a levantar la mirada.
—No son las galletas —le dijo su padre —es la acción, se te había dicho que no debías hacerlo. Las reglas están para ser cumplidas y son las que otorgan el honor a un ninja. No lo olvides, el honor es lo más importante.
—Sí, padre.
—Pero cuéntame ¿Cómo lograste tomar las galletas? —preguntó sin disimular la curiosidad que sentía.
El pequeño niño de 4 años le mostró cómo lo había hecho. Movió un pequeño banco y usando los estantes para saltar logró llegar hasta su objetivo. Tomó una antes de bajar y regresar junto a su padre.
—Ese es mi hijo, serás un gran ninja como tu padre. Pero si tu mamá te pregunta, dile que te he regañado y que estarás castigado por lo que mañana deberás recoger la basura del río, pero no te preocupes, estaremos entrenando, eres bueno pero puedes mejorar.
Garu levantó su mirada del suelo por primera vez, sus infantiles ojos mostraban la confusión que sentía provocando una pequeña risa en su padre. Lo que más adoraba era entrenar con su padre.
El pequeño salió corriendo, dando pequeños saltitos hasta que su padre lo detuvo, recordándole que estaba "castigado". Fue difícil mantener su expresión seria ya que por dentro saltaba de alegría al poder pasar todo un día entrenando con su padre, lo admiraba tanto.
—Garu —lo llamó su madre quien no se veía enojada como minutos antes lo estaba.
El pequeño corrió a su lado, feliz de verla ya de buen humor. Siendo recibido por un abrazo de la mujer. Para su sorpresa en su mano había encontrado una galleta. Le alegraba saber que no llevaba ninguna sartén o cualquier objeto que pudiera utilizar como arma mortal. Su madre pocas veces le decía que no y nunca lo había regañado pero había escuchado tantas historias sobre madres enojadas que llegó a imaginar lo peor.
—No le digas nada a tu padre, mañana después de tu castigo harás galletas conmigo y nos las comeremos nosotros solos. Garu, no es que no te queramos, nos duele castigarte pero debes aprender a seguir las normas, estas existen para protegernos.
—Sí, madre —respondió Garu con una sonrisa infantil.
"No seas poseído por la avaricia, los lujos o tu ego. Si es por auto interés y tratas de depender de alguien más porque es más fácil, siempre serás controlado por esos tres deseos - aún cuando ya se ha llegado a un alto nivel. Estos tres deseos también distorsionan la humanidad.
Garu deseaba ser un gran ninja como su padre, ser el mejor en su clase. Por eso poco le interesaba relacionarse con otros compañeros o hacer amigos. Eso le quitaba tiempo para entrenar y ser más fuerte.
La avaricia podía ser mala consejera, el rechazar los logros propios y buscar mayores. Actitudes tan poco propias de un shinobi, acciones que dificultarían la misión. El código de honor de un shinobi podría no ser tan estricto como el de un samurái, podría ser considerado poco honorable e incluir algunas técnicas poco éticas pero tenía sus normas. Un ninja no es solo un mercenario, es un guerrero con honor.
Ese comportamiento lo llevó a tener problemas con otro niño, Tobe, ese era su nombre. Él también deseaba convertirse en el mejor pero a diferencia de Garu buscaba cualquier excusa para pelear o mandar a los otros niños. Tobe quería ser él más fuerte pero principalmente controlar a todas.
Su actitud callada solía confundirse con altanería y soberbia. Varios intentaron hacerle cambiar de parecer pero él siempre salía airoso. Garu era un prodigio, quizás uno de los mejores que hubiera estudiado en esa Academia. Su padre tenía tantas esperanzas en él pero temía sus logros lo volvieran arrogante y perdiera su camino.
Con personalidades tan diferentes no era de extrañarse que se convirtieran en rivales. Esa no era la primera vez que se enfrentaban pero sí en que se metían en problemas. A pesar de que habían acordado que el enfrentamiento sería en el lote baldío los descubrieron.
Todo empezó cuando Garu entrenaba tranquilamente lanzamiento de shurikens. A pesar de que el objetivo no se encontraba cerca no había fallado en ninguna ocasión. Aquello lo hacía sentirse orgulloso.
—Eso es para bebés —le dijo Tobe quien acababa de llegar—si quieres un desafío deberás enfrentarte a mí ¿O es que acaso tienes miedo?
—No esperes que tenga compasión contigo —le dijo Garu antes de atacar a Tobe, ataque que fue contrarrestado con su espada.
A esa edad no se les permitía portar una katana real algo que a Tobe no parecía importarle. No llevaba la tradicional espada de madera e incluso atacaba con una real. Estaba rompiendo con tantas reglas que solo un milagro lo salvaría de no ser castigado en caso de que los descubrieran.
Para Garu no resultó un problema el que Tobe usara una espada real, de hecho lo aceptó como un desafío, aquello le parecía más interesante. Con gran velocidad esquivaba cada uno de los ataques de Tobe. Garu pudo esquivar el ataque de Tobe aunque eso provocó que se lastimara el tobillo y tropezara, razón por la que no pudo esquivar el segundo ataque de Tobe.
Después de girar unas cuentas veces logró ponerse en pie y devolver el golpe lo suficientemente fuerte como para dejarlo noqueado. No lo podía negar, se sentía orgulloso de su victoria y quizás esa fue la razón por la que aceptaba todo tipo de desafío. Desafortunadamente la suerte no estaba su lado, habían sido descubiertos y castigados. Aún recordaba como Tobe se había declarado como su eterno enemigo y rival… hablaba en serio.
—Garu —le llamó su padre con expresión seria, era la segunda vez que pasaba por esa situación y seguía siendo igual de incomodo— ¿por qué estabas peleando fuera de clases? No me digas que estabas entrenando porque eso no es creíble, encontraron una katana real.
—Él fue quien impuso el desafío y luego hizo trampa.
—¿Qué razón tenías para aceptar ese desafío?
—Dijo que no tenía honor y que era mejor ninja que yo —respondió Garu con la frente en alto, en ese momento estaba seguro de tener la razón.
—Garu —continuó hablando su padre, su voz tenía ciertos matices de decepción que a Garu le resultaron molestos, deseaba tanto la aprobación de su padre —, pelear no es bueno pero si lo vas a hacer debes tener en cuenta dos puntos, uno: debes ganar —Garu sonrió al escuchar esas palabras, por un momento creyó que se salvaría de algún castigo como la vez anterior y que aquel incidente quedaría olvidado —, y dos: que sea por una buena causa, pelear por orgullo puede llevarte a la perdición pero si luchas para proteger a alguien lograras ser más fuerte ¿Sabes que cada acción tiene una consecuencia y que estás castigado?
—Sí, papá —respondió Garu cabizbajo, esa era la primera vez que su padre se decepcionaba realmente de él y era algo que no deseaba repetir.
"No te dejes llevar por los sentimientos"
Aquella era su primera misión como ninja, no podía evitar sentirse emocionado, pero debía controlarse. Su sensei le había dicho que debía mantener al margen sus sentimientos, positivos o negativos podían afectar su misión e impedirle tener una visión neutral de los hechos.
Respiró profundamente, tratando de calmarse. Era una misión sencilla pero lo mejor era analizar todas las posibilidades, no quería fallar en su primera misión. No podría perdonarse si por la emoción olvidaba alguna de sus herramientas ninja o las llevaba en malas condiciones.
La misión consistía en ayudar a una anciana con sus compras o al menos eso era en teoría. Aquel día Garu pudo comprobar por sus propios medios la importancia de tener un buen autocontrol en todo momento.
—En mis tiempos estas cosas no pasaban —comentó la abuela —los jóvenes eran más solidarios y no era necesario adquirir los servicios de un seudo-ninja para tareas como esta.
Garu prefirió no responder, tal vez su misión no había resultado lo que esperaba pero seguía siendo una misión y su deber como ninja era completarla satisfactoriamente.
—Los ninjas de antes eran verdaderos guerreros, honorables, no como ahora que difícilmente pueden ayudar en las compras o cuidar de unos tontos perros y de unos tristes gatos.
—En la Academia nos ensañan a usar todo tipo de armas, además de un riguroso entrenamiento.
—En mis tiempos, a tu edad, ya los shinobis, los auténticos shinobis cargaban con varios asesinatos.
—Ya casi llegamos.
—Y los modales, siempre lo he dicho, antes todo era mejor, las antiguas generaciones deberían sentirse avergonzadas, quejándose de todo, les haría bien aprender de nuestra generación.
Estaba molesto, no podía negarlo. Aquella anciana no se había callado desde que la misión comenzó. Se quejaba por todo y no dejaba de hacer comparaciones cuando se trataba de la época actual, para ella todo estaba mal y era incorrecto. Tenía tantos deseos por abandonar la misión pero no podía hacerlo, sería algo poco honorable.
—Toma un dulce —le dijo la anciana en el momento en que le tocaba retirarse, era la primera vez en todo ese tiempo que se portaba amable —, estás demasiado delgado ¿qué pasa con la juventud de hoy en día? ¿Es qué acaso no comen? Si están en los huesos.
Garu pudo mantener la calma durante toda la misión pero al llegar a la casa la situación fue diferente. Se dirigió al jardín y comenzó a entrenar. Golpeó los árboles con fuerza, descargando su frustración, ignorando el dolor en sus puños y la sangre que se materializó en los mismos.
"Debes aceptar las penas, tristezas y odios como lo que son y tomarlos como una oportunidad para probarse"
Como ninja tendría todo tipo de misiones, desde actos heroicos en los que debería proteger su aldea o permanecer bajo el mando de un señor feudal. Trabajando bajo las sombras pero manteniendo su honor.
Era una prueba de supervivencia, todo un desafío. Pasar tres días en el bosque mientras se buscaba atrapar a los otros y vencerlos en batalla. Nadie sabía cuántos sobrevivirían a esa prueba ni cuantos reprobarían, solo tenían la certeza de que por primera vez sabrían lo que como ninjas deberían saber, sus habilidades y lo aprendido sería puesto a prueba. Aprobar o reprobar, vivir o morir, eran pocas las alternativas.
Ya habían pasado varias horas desde que la prueba había iniciado, el cielo comenzaba a teñirse de negro. Aquello facilitaba el esconderse y pasar desapercibido pero podía ser un arma de doble filo ya que así como podía esconderse también podrían ser sorprendidos… Eso sin contar que había animales salvajes.
Garu había trepado a un árbol, podía esconderse entre las hojas y a la vez ampliar su rango de vista. La idea de "eliminar" a sus compañeros no le agradaba en lo absoluto pero sabía que debía hacerlo, de ello dependía el subir de nivel.
No había descalificado a nadie pero se preparaba para hacerlo. Su padre se lo había dicho en varias ocasiones. Pero también le había hablado de ten equipo y eso lo confundía. Debía olvidarse de sus sentimientos si quería seguir adelante, prepararse para lo que pudiera llegar a suceder. Ser ninja no era sencillo y eso lo tenía claro desde antes de iniciar la Academia.
Desde su escondite pudo observar como un grupo de ninjas pasaban. No pudo identificar a ninguno ya que tenían el rostro cubierto por una máscara, eso no era extraño tomando en cuenta la profesión que desempeñaban pero sus instintos le decían que algo estaba sucediendo, le parecía extraño el que ninguno notara su presencia o intentaran buscarlo. Rápidamente olvidó esos pensamientos, asumiendo que tenía un buen escondite.
Salió de su escondite aprovechando el factor sorpresa pero no encontró a nadie. Quería aprobar, ser un ninja real pero la idea de hacerlo sin tener un enfrentamiento le desmotivaba. Su padre era un gran ninja y él realmente deseaba seguir sus pasos.
Acarició uno de los shurikens que llevaba en su bolsillo, por la seriedad de aquella prueba les había permitido usar armas reales. Había escuchado una rama romperse cerca de él, esa era la señal que esperaba. Existía la posibilidad de que no lo hubieran descubierto todavía pero no podía ni debía arriesgarse, subestimar las habilidades de un enemigo era un error que se pagaba caro.
No tardó en encontrar al causante de aquel sonido, era Tobe, quien se había autodenominado como su eterno rival, aquella era su oportunidad para eliminarlo. Le pareció extraño el verlo solo ya que por lo generar estaba acompañado por sus ninjas.
No le dio importancia, no tenía por qué hacerlo. En ese momento solo pensaba en superar esa prueba. Si quería ser un shinobi debería acostumbrarse a enfrentar ese tipo de situaciones e incluso aceptar todo tipo de misiones pero para ello primero debería alcanzar cierto nivel.
—Eres tan patético. Puedes irte olvidando de ser ninja porque yo te venceré Garu —le había dicho Tobe en cuanto lo vio.
No le dio importancia, a los pocos minutos ya lo había descalificado. No pudo evitar sonreír, lo último que deseaba era tenerlo de compañero en alguna misión ninja. Continuó con su camino ignorando las protestas de Tobe. Su mente se encontraba centrada en aquella misión. Lo demás carecía de importancia. Escuchó unos pasos cerca y se escondió. Debía estar listo para su siguiente ataque.
Rápidamente fue golpeado y lanzado contra el árbol detrás de él. Intentó levantarse pero un pie sobre su abdomen se lo impidió. Un sabor metálico inundo su boca, intentó girar sobre sí mismo, escapando con dificultad.
Su atacante no lo dejaría tranquilo fácilmente y él no planeaba escapar. Él era uno de los shinobis que había visto mientras permanecía escondido ¿una trampa? Probablemente. Ese shinobi a los pocos minutos lo estaba atacando con una lluvia de shurikens, las cuales pudo esquivar.
—El niño no importa —escuchó decir a otro shinobi —no pierdas tiempo con él.
Nuevamente quedó solo, preguntándose qué había pasado. Estaba molesto y tenía deseos de abandonar la misión. Nunca antes se había sentido tan humillado. Pero sabía que no debía quedarse ahí, no era adecuado para un ninja. Continuar y no rendirse, aprovechar penas, tristezas y odios para mejorar.
Notas autora:
Lo que está en negrita forma parte del código de honor de los ninjas, o al menos una pequeña parte, este no se encuentra fácilmente. Gracias por leer.
