Disclaimer: Los personajes de Naruto le pertenecen a Masashi Kishimoto.

.

Huellas imborrables

.

Capítulo 1: El accidente de autobús.

.

-0-

Hanabi odiaba salir tarde de clases. Las quince horas, en punto. Su última clase terminó a la hora regular, catorce en punto, como siempre ocurría los cinco días de semana de clases. Todos salieron al mismo tiempo, y ella pudo haber salido con el resto, de no haber sido elegida como la encargada del grupo. Y como nueva encargada de grupo, tuvo la estúpida tarea de calificar treinta encuestas y sacar un promedio de cuántas personas preferían tomar un viaje al centro botánico de Kusa, a tres horas de distancia, o un viaje a las pirámides de Suna, a tan sólo una hora de distancia.

De mala gana, sacó papel y pluma y empezó a dividir las papeletas según su votación; Kusa o Suna. Además, tenía que leer las anotaciones de cada alumno explicando el porqué de elección y hacer un resumen de media cuartilla sobre dichas anotaciones. Bufó por lo bajo, rasgando el papel con la punta de la pluma como si intentara romper la hoja. No sabía en qué momento se había vuelto tan popular como para ser elegida la jefa de grupo.

Terminó la media cuartilla exacta, ni un renglón más ni uno menos. Juntó todas las papeletas en un bonche. Tomó sus útiles y los guardó en su bolso, arrogando todo sin acomodarlo. Hoy su padre salía del país, y generalmente siempre estaba presente cuando esto pasaba. Pero esta vez, por obvias razones, no alcanzaría a llegar.

Salió del aula para dirigirse a la directiva. En los pasillos del colegio aún había algunos alumnos rondando, alumnos que no veía muy a menudo. Uno de ellos alcanzó a chocar con su brazo, haciéndola soltar las papeletas de votación al suelo. Hanabi le dirigió una fría mirada después que el susodicho se fue corriendo sin detenerse a disculparse o ayudarla a recoger las hojas. Indignada, susurró palabras soeces mientras juntaba hoja por hoja.

La secretaria le dio las gracias por entregar las papeletas.

—Qué puntual, jovensita. Eres la primera en entregarlas —sonrió la secretaria. Hanabi no copió ese gesto.

—Como sea, ya perdí el autobús.

—Oh, no te preocupes, el siguiente debe salir en unos diez minutos.

—¿Hay otro autobús?

—Por supuesto, es para los jóvenes de mayor grado que salen a las quince horas.

Corrió por el jardín sin importarle pisar el césped en vez del camino empedrado. El autobús amarillo estaba terminando de llenarse de pasajeros. Cuando subió, se encontró con un chofer desconocido, que sonrió amablemente cuando le entregó su pase de estudiante. Hanabi se confundió y quiso sonreírle también, pero no le salió bien el gesto. La chofer del autobús que solía abordar a las catorce horas con diez minutos, era una mujer regordeta y de mal genio, que te arrebataba el pase y te lo regresaba sin dirigirte la mirada.

Tomó un asiento de enfrente, atrás ya estaba lleno. Se sintió un poco fuera de lugar, porque al parecer, era la única alumna de primer grado; el resto era de quinto. Hinata que cursaba ese grado, siempre volvía a casa en el coche de Ino, su compañera del vecindario, y últimamente en el coche de su reciente novio. Posiblemente por eso no estaba enterada que había un autobús a esa hora para los alumnos de quinto grado.

El autobús cerró las puertas y encendió el motor. Se escuchó un golpeteo en la parte inferior del vehículo cuando las ruedas ya andaban girando. Hanabi se asomó por la ventaba y notó que un par de estudiantes corrían como si fuera una carrera olímpica, simplemente para alcanzar el autobús. Algunos otros se asomaron hacia afuera y empezaron a reír, echando silbidos y gritos. El motor se detuvo y el chofer decidió abrir las puertas del frente. Dos jóvenes subieron al mismo tiempo, y para su maldita y maquiavélica suerte, uno de ellos era el idiota de Naruto Uzumaki.

Hanabi clavó sus pupilas en el tostado rostro del rubio, que respiraba agitadamente mientras sacaba su pase y se lo enseñaba al chico del volante. A su lado, venía Kiba Inuzuka, sudando como si hubiera corrido kilómetros de asfalto.

—Gracias Kotetsu, te debo una, agrégala a la cuenta ¡dattebayo'!

Escuchó voces del fondo pidiendo que se sentara en su asiento. Otros los llamaban para bromear y multiplicar su escándalo. Kiba fue el primero en adelantarse y seguir la bulla allá atrás. Escuchó choques de manos y risas escandalosas. El Inuzuka tenía un club de admiradores siempre dispuesto a festejarle sus boberías.

A pesar del protagónico del chico de ojos felinos, Hanabi no le despegó los ojos al rubio que ponía cara de un infante estúpido. Caminaba desfajado, el pantalón estaba más debajo de su cintura, tenía los zapatos con manchas de lodo y las cintas sueltas. Aún con la cara despectiva que hizo, él se detuvo. El asiento del lado de Hanabi estaba desocupado, y por unos segundos, ella rezó para que él no se sentara allí. Aunque de rezos no se podía vivir..

El cuerpo le vibró cuando Naruto le rozó con el codo el blazo por accidente, y más que vibrar, sintió una ligera ansiedad recorrerle todo el cuerpo, así que se repegó hacia la ventana para mantener su distancia. Inmediatamente percibió el olor masculido de sudor impregnado de una loción barata e irritante.

No lo había visto los últimos dos días en las áreas de descanso, pensó que seguramente lo habían castigado y suspendido por el conflicto en el juego de básquetbol. Y no es que siempre estuviera pendiente de él, pero desde aquel viernes, cuando le preguntó por su hermana, las cosas se habían salido de control, para ella. Por extraño que sucediera, ya estaba hasta la coronilla del Uzumaki.

—Y, ¿cómo está Hinata? —por fin pronunció ante la indisposición de tener una conversación con la chica. Naruto trató de buscar en su cabeza las palabras correctas para entablar la plática cálidamente, aunque dijo lo primero que vino a su mente.

La pequeña Hyūga le echó un vistazo, ahora sentía que vibraba más por irritación. Otra vez le preguntaba por ella, por la persona menos indicada. No bastó con hablar de Hinata la última vez, a fuerza quería sacar una conversación que tuviera que ver con su hermana, por lo más mínimo que fuera, aunque sea por la necesidad de pronunciar su nombre. Hanabi pensó que era un idiota masoquista.

—Supongo con su novio —musitó mirando al frente, un poco indiferente. Sabía a dónde estaba dirigida esa pregunta, pese a eso no le importó. Si por las buenas no entendía que su hermana ya no estaba a su alcance, entonces a la mala se lo metería a la cabeza.

Naruto asintió a su lado, apretando los labios, fingiendo una sonrisa. Giró discretamente a su alrededor, sólo para confirmar que no había conocidos a los tres lados. Tragó saliva y entrelazó sus manos en un movimiento involuntario para apaciguar la ansiedad. La joven a su lado tenía un ojo atento a sus movimientos, pero fingía no verlo.

—Hace tiempo iba a prestarle unos discos, no recuerdo porqué nunca se los di, y ahora que lo pienso, podría ir a su casa y llevárselos, tú… ¿no crees que se moleste? —expresó con la incógnita impregnada en sus palabras, como si la respuesta de Hanabi fuera el motor de sus decisiones.

Hanabi resopló incómoda en el asiento y lo encaró. Naruto notó su semblante molesto y quizá por un momento creyó que estaba siendo demasiado insistente. El tacto le fallaba, tal vez no estaba preguntando de la forma correcta. Tal vez si le preguntaba de otro modo.

—No sé por qué te empeñas en agradarle a quien dejó muy claro que no estaba interesada en ti —dijo firmemente penetrando sus ojos azules—. Ella ya eligió a quien querer, deberías olvidarla o te…

La nuca se le estrelló contra el vidrio de la ventana y rebotó hacia el lado opuesto en el transcurso de un segundo. Naruto se impactó con su cuerpo y regresó con más fuerza a su lado izquierdo, logrando caer del asiento al suelo del vehículo. Hanabi no alcanzó a sujetarse con el respaldo del asiento de enfrente, su cuerpo botó accidentalmente sobre el cuerpo del "chico zorro", como solían llama a Naruto.

Un autobús de transporte público se había impactado en el de transporte escolar, justo cuando iban a doblar la esquina. Kotetsu, ileso pero colérico, salió como rayo del vehículo para inspeccionar el tamaño del choque. Dentro, los estudiantes que cayeron al suelo se incorporaban adoloridos y lastimados. En la parte de atrás se escuchó un lamento; una alumna se había fracturado el cuello y no podía moverse. Trataron de ayudarla, pero chilló cuando alguien la sostuvo de la espalda.

—Llama a una ambulancia —aulló uno.

Hanabi cerró los ojos cuando sintió la carne de la nuca molida por el impacto y el dolor que se esparció en toda la cabeza. Sintió que la levantaban y la depositaban en el asiento con cuidado. El brazo también le ardió y sintió que se le desgarró. Abrió los ojos poco a poco y parpadeó constantemente. Naruto estaba de pie a su lado, sosteniéndose un brazo. Ahora la miraba enormemente preocupado, como si su dolor careciera de importancia ante la situación y ella estuviera corriendo el mayor peligro.

—¿Estás bien? —le preguntó.

Hanabi tardó en responder, y finalmente asintió con la barbilla. Escuchaba las voces de todos a la vez y eso la desorientó. Miró sus rodillas raspadas con sangre. Kiba apareció a un lado del rubio, tenía una cortada en la frente; aún así, no estaba alarmado ni adolorido. Parecía conmocionado por otra cosa.

—Ya viene una patrulla, vámonos ya o van a querer retenernos hasta la tarde —dijo el Inuzuka.

Naruto asintió cuando su amigo salió por la puerta del vehículo. Observó a la menor de los Hyūga y algo lo limitó a seguirle los pasos al otro. Le perturbaba la idea de dejarla sola, en medio de ese aparatoso accidente, pues no parecía conocer a nadie; ella era de primer grado y los demás era mayores. Por un momento quiso quedarse para acompañarla. Era la hermanita de Hinata, ese hecho lo animaba aún más.

—¿Puedo ir con ustedes? —soltó de improvisto.

Naruto se quedó sin palabras por unos segundos y mecánicamente asintió. Hanabi tomó su bolso para ponerse de pie y salir del autobús. Con discreción, ambos se alejaron del embrollo de alumnos y pasajeros públicos, y justamente cuando alcanzaron a Kiba y al resto que decidió marchase también, la patrulla apareció en la escena para rodear el camino.

-0-

Hanabi seguía los pasos del resto al cruzar calle tras calle. Se encontraban en la zona comerciante de la ciudad y aún faltaban unos cuantos minutos para llegar a la zona residencial. El trayecto del autobús duraba casi cuarenta minutos, y ya llevaban una hora con veinte caminando sin detenerse. Pero la caminata parecía ser amena a los alumnos de quinto grado. Kiba, Naruto y sus demás compañeros no paraban de hablar. Reían por lo que acababa de pasar, se reían de la cara de un compañero que empezó a llorar cuando le sangró la nariz. Y aunque era indecente hablar mal de alguien en una situación como esa, ellos lo hacían sonar bastante gracioso.

A pesar de eso, Hanabi no se reía. Caminaba con la cabeza gacha, observando los zapatos que trotaban a su frente. Naruto llevaba su bolso en un hombro y su mochila en la espalda. Cuando ella dijo que le dolía el brazo, le quitó el bolso para así evitar que se lastimara más, y aunque trató de negarse, él la ignoró.

En ciertos momentos, lo veía a él, específicamente a él, cuando rompía en una risa escandalosa.

—Vamos a casa de Shino, guardó una botella de vodka del cumpleaños de su mamá —comentó Kiba, y el resto le siguió la corriente. Hanabi pensó que tenía que lidiárselas sola el resto del camino, y eso le amargó un poco la boca. Por alguna razón, no quería quedarse sola.

—Acompañaré a Hanabi a su casa y los veré allá —dijo Naruto.

El grupo de cinco muchachos cruzó la calle en una dirección opuesta. Ahora sólo quedaban ellos dos. Naruto empezó a caminar y ella fue tras de él. Faltaban tres cuadras para llegar a la casa de los Hyūga, ubicada en una zona residencial más acomodada de la colonia. No eran multimillonarios, pero vivían muy bien. Bastante bien.

En el camino nadie decía nada. Hanabi seguía caminando con la cabeza gacha, y aún así, estaba atenta a cada movimiento del rubio. En cambio Naruto parecía observar las amplias casas con los enormes jardines. No estaba distraído, quizá estaba buscando alguna idea, algo para entablar una conversación con ella. Le acababa de dejar claro que le irritaba hablar de Hinata y sus asuntos. O más bien, le irritaba que él hablara de Hinata y sus asuntos. Así que pensó en seguirle la corriente y no hablar más de ello.

—Si quieres preguntarme algo de ella, hazlo de una vez, porque sólo hoy lo aceptaré —musitó cuando notó que él no tenía planes de conversación si no se trataba de su hermana. Naruto pareció sorprenderse con esa proposición. Sonrió y se rascó la nuca de la cabeza, pero enseguida cayó en silencio rebuscando en su cabeza cuál sería la mejor pregunta que podría hacerle. Y es que tenía tantas cosas que saber, que le intrigaban y a veces lo mataban de celos. Pero no podía ser tan codicioso ahora.

—¿Sabes si ella está enamorada de Gaara o si sólo es algo temporal? —dijo cuando su vista se perdió en el sendero, intranquilo y nervioso por la respuesta que fuera a recibir. Ese pensamiento lo volvía un demente que guardaba una mínima esperanza, la esperanza de recibir como respuesta la segunda opción.

Hanabi ya se imaginaba que iba a tratarse de Gaara. Enchuecó los labios, incómoda.

—Hinata no saldría con alguien sólo para pasar el rato…

Sí, en efecto, era la respuesta que no quería escuchar. Sus pasos lo obligaron a seguir el camino con la mirada al frente, aunque esta vez le hubiera gustado pedir disculpas, entregarle su bolso e irse a casa. No era que pensara meterse en las cobijas para lamentarse y maldecir, llorar y hacer muchas otras cosas de enamorado despechado, sino que preferiría no estar frente a la hermana de la mujer que le estaba rompiendo el corazón, claro, después de haberle roto el suyo.

Para su suerte, estaban frente a la residencia Hyūga y el camino con Hanabi había terminado. En ese instante, Naruto podía pedir disculpas por su insistencia y pensar en olvidarse de ella y de todo lo que la relacionara, era un buen momento para hacerlo. Aunque no contaba que alguien más pensara diferente a él.

Hanabi había notado ese destello de luz cuando le hizo la pregunta, y vio cómo se apagó esa luz cuando ella le dio la respuesta. Sin duda, estaba segura de los recientes sentimientos que él decía tener por su hermana eran sinceros. Pero era un idiota de todos modos, ¿a quién se le ocurre decirle a una chica "me gustas" y después desaparecer por un largo tiempo para esperar a que dicha chica apareciera allí como estatua esperando a que diera el siguiente paso? Ni modo, se la ganaron, a la buena se la quitaron. Tal vez por eso sintió un poco de lastima por ese descarrilado muchacho y pensó en devolverle un poco la ayuda y gentileza que le ofreció en el autobús.

—¿Quieres pasar para curarte esa cortada? —susurró la joven con sus ojos firmes y suspicaces, apuntando a la entrada de su casa.

Naruto notó que sus ojos se desviaban a la cortada del brazo. Estaba manchada de sangre, sudor y tierra, y aunque no era muy profunda, continuaba sangrando.

—No, no importa, ni siquiera duele.

—Eso no es lo importante, se puede infectar.

Los ojos azules le demostraron algo más que desinterés por la cortada. Hanabi releyó su mirada y entendió que su mayor temor era encontrarse a la persona menos indicada en el momento menos indicado. Ella sabía que no debía temer, pues Hinata seguramente estaría metida en el Honda de su novio, rondando las avenidas del centro en busca de cinetecas o cafeterías. El hecho que hacía la diferencia en una situación normal y agradable a una extremadamente fuera de lo normal e incómoda, era Naruto. Jamás en su vida se vio en la posición para invitar al "chico zorro" a su casa, por su propia decisión. A pesar de eso, se armó de valor para soltar aquellas palabras de bienvenida, que sin duda, marcarían sus caminos.

— Hinata llegará en un par de horas. No hay nadie en casa, puedes sentirte cómodo.

—¿Estás segura? —preguntó no muy convencido.

—Sí, no hay problema.

-0-


Pasajeros con destino al universo alterno y crack Narutesco, despegamos. ¿Qué les perece mi nueva aportación al fandom? Muy extraño lo sé. Gracias por leer, pero es una idea previa que no me pude sacar de la cabeza. Es un fic multichapter, no tendrá muchos capítulos, posiblemente menos que el fic "Lo que fue no será". Pero eso no le resta intensidad y muchas sorpresas. Espero sus review con sus opiniones, comentarios, dudas, observaciones... Y esperen pronto la continuación de mis otros fic. Chao

Miss K