Entre el amor y el deber.

Capítulo 1

NdelA : Los personajes de la historia estan basados en la leyenda de Korra y pertenecen a Bryke. Esto es sin fines de lucro, solo por recreación.

Habiendo ya cumplido con esa parte, pasemos a lo otro. La historia vino a mi mente después de leer el fic de Un puente hacia ti, y buscar historias que pusieran como pareja a Asami y Kuvira, me sorprendió mucho no encontrar ninguna. Eso me animo más a escribir esta. Ya tengo la historia general completa y la iré desarrollando en varios capítulos. Sigo trabajando en mis otras historias, solo que esta semana que paso estuve escribiendo un one shot que aún no termina por gustarme y no se si al final lo publique. Regresando al tema, antes de comenzar a leer el fic, debo dar una pequeña explicación del mismo.

Dicen que las mejores ideas se escriben en una servilleta, bueno yo no tuve servilleta, pero si use un papel filtro del laboratorio para comenzar a escribir.

La historia, es como una telenovela. Si alguien vio la novela de Amor real, esa donde sale Adela Noriega, Fernándo Colunga y no recuerdo bien el nombre del otro en discordia, creo que Mauricio Islas, ya se va a dar una idea de la ambientación de la historia. Voy a mezclar esta con el universo Avatar, pero sin benders.

Se sitúa en algún punto de mediados del siglo 19, en el interior del país, específicamente México. La cosa va a ser un poco más liberal por que las protagonistas son tres mujeres, mi triángulo amoroso.

Ojala les guste. El título del fic fue idea de mi hermosa esposa, a la cual no le gusta mucho la idea del Kuvisami. Vamos a ver que tal les parece a uds.

Ah, antes de que se me olvide, si conocen la canción de Hasta la raíz de Natalia Lafourcade, es la que Korra va a cantar en un punto de este capítulo.

En la casa mayor de la hacienda de los Earth hay mucha consternación por que el viejo señor Wan esta muy grave de salud. Han mandado a traer al medico del pueblo y al sacerdote por igual, ya que probablemente el viejo no resista mucho más. El señor Wan, es un hombre viudo que nunca se volvió a casar, sin embargo si tuvo muchas amantes. No había herederos legítimos que reclamarán la fortuna de la familia o al menos eso creía Hiroshi Sato. Él era el administrador de la hacienda y todas las propiedades que poseía el Señor Wan. Un hombre ambicioso y de pocos escrúpulos era Sato, había llegado a trabajar allí hacia unos pocos años junto con su hija, la joven hermosa Asami Sato. El viejo Wan, la vio convertirse en una joven muy bella y comenzó a pretenderla, lo cual no paso desapercibido para Hiroshi, quien vio la oportunidad de desposar a su hija con un hombre rico y al cual probablemente no le quedará mucho tiempo de vida.

Asami era una joven dulce y tierna que cumplía los deseos de su padre. Él se había esmerado en darle la mejor educación para así asegurarse de que consiguiera un esposo de alta estirpe. La señorita Sato estaba en la temprana edad de 14 años cuando llegaron a la hacienda Earth, poco a poco los encantos propios de las niñas que pasan a ser mujeres se desarrollaron en ella, dándole una belleza que superaba en mucho a la de todas las mujeres que había en la región.

Su larga, brillante y ondulante melena negro azabache se lucia aun cuando iba solo agarrada con un simple lazo rojo en una coleta baja. Poseía una piel tan blanca y fina como la porcelana la cual nunca había sido atacada por la odiosa adolescencia. Había heredado la belleza natural de su madre, así como sus ojos esmeralda. Un par de joyas vivaces que disfrutaban de todo lo que le rodeaba y le conferian una singular alegría a su rostro.

Aun cuando era bella al natural, desde pronta edad desarrollo el gusto por el maquillaje. El cual su padre fomentaba para hacerla más atractiva a los posibles pretendientes. Delineaba sus dos esmeraldas enmarcandolas para hacerlas sobresalir con esa mirada hechizante que hizo caer a más de un hombre o mujer bajo sus encantos. Acompletaba el cuadro de su rostro unos lindos y pasionales labios que pintaba de un rojo intenso que la hacían ser deseada aun más.

Esa belleza no paso desapercibida por Korra, la hija del capataz de la hacienda, una joven vivaz y entrona que no se rajaba ante el trabajo duro del campo o los animales. Siendo la hija de su padre, desde pronta edad comenzó a seguirlo en su trabajo. Aprendió a tratar a las vacas y los caballos, así como a saber cuando era prudente cosechar o plantar, además de llevar las cuadrillas de jornaleros en los campos maíz y caña.

El rudo y extenuante trabajo bajo el sol, le habían hecho que su piel adquiriera el tipico color tostado que los rayos abrazadores le regalaban. Aun cuando era mujer, las labores pesadas como cargar costales de alimento, pacas de heno, participar en el corte de maíz o la caña, las hacia sin ningún problema. Su cuerpo se había amoldado de tal forma que poseía unos fuertes brazos y piernas, así como un abdomen firme y esculpido.

Era una belleza atlética de larga cabellera oscura, la cual ataba en una cola de caballo dejando dos mechones que le enmarcaran el rostro, sus ojos eran dos zafiros que variaban su tonalidad dependiendo del humor que esta llevase. Yendo del azul oscuro cuando estaba enojada, al azul del cielo cuando estaba alegre.

Las dos chicas se hicieron amigas muy pronto, a Asami le gustaba la fortaleza y la rudeza que Korra proyectaba, semejante a la de un caballo salvaje.

Cada tarde, después de sus clases privadas, la chica de las esmeraldas salía de la casa mayor a las caballerizas para encontrarse con Korra. Para esas horas, la hija del capataz ya había terminado sus labores y la esperaba con un caballo ensillado y listo para salir a cabalgar por el campo.

Korra siempre la llevaba a donde hubiera muchas flores, pues la chica de los labios rojos disfrutaba del aroma de las flores silvestres así como de sus formas. Las recolectada y hacia con ellas collares y coronas que regalaba a la chica de los zafiros. Esta en agradecimiento le correspondia otorgándole un beso a sus mejillas de porcelana, que se tornaban rosaceas cada vez que hacía eso.

Un amor juvenil nacía de ellas.

El administrador Hiroshi Sato no veía con buenos ojos esa amistad y aun cuando había prohibido que ellas dos se vieran, Korra siempre se las arreglaba para encontrarse con Asami.

Para cuando Hiroshi le anuncio a su hija del compromiso de boda que había acordado con el viejo Wan, Korra y Asami tenían una relación aun mas profunda que una simple amistad.

flash back

Una noche Korra subió hasta el balcón de la señorita de ojos esmeralda y le canto una canción de amor con su guitarra. Asami estaba emocionada, nunca nadie la había hecho sentir así, estaba enamorada. Abrió la puerta del balcón dejando entrar a Korra al cuarto.

- Te ha gustado la canción? Es que solo quería decirte que te llevo dentro hasta la raíz, siempre vas a estar aquí y me vas a acompañar a donde quiera que vaya. Significas mucho para mi.

La joven estaba inusual mente tímida mientras decía esas palabras. El corazón de Asami latía aprisa y con fuerza al escuchar las palabras de la joven que estaba enfrente.

- Korra, tu también estas aquí. - Se señaló el corazón con una mano y la otra la extendió para entrelazar sus pálidos dedos con las morenas falanges de la chica de los zafiros.

Korra la atrajo hacia sí, uniendo sus labios a los labios rojos de Asami. Un ligero toque que le provocó un golpe de adrenalina que le aguado las piernas y tuvo que asirse del cuerpo de Asami para no caer.

Los ojos esmeraldas brillaban de júbilo contemplando a su primer amor tan nerviosa, era una visión nueva el verla de esa forma. Cuando era tan segura y bronca. Una leve risa escapó de sus labios pero trato de contenerla cubriendo su boca con una mano.

Korra la beso una vez más profundizando y largando el beso. Se separaron cuando el aire alrededor comenzó a escasear. Los labios de la chica de la cola de caballo tenían rastros de labial rojo. Asami paso un dedo por ellos para tratar de limpiarlos, Korra lo beso y beso después su mano.

Se retiró del cuarto de la joven señorita Sato con el corazón inflamado de amor y alegría al saberse correspondida.

Esa noche Asami apenas pudo dormir ya que parecía que Korra había dejado un montón de esas mariposas que revoloteaban sobre las flores silvestres del campo en su estómago.

Sin embargo poco le duro el gusto.

Fin del flash back

El anuncio del compromiso se hizo celebrando una cena especial en la casa mayor, mandando a traer al sacerdote Tenzin y a una pequeña comitiva de personas importantes del pueblo.

Hiroshi había obligado a su hija a aceptar la propuesta de matrimonio del viejo Wan a pesar de las protestas de la joven. Asami lloró tanto que hubo que trabajar mucho para disimular la hinchazón de sus párpados. Todos la felicitaron en la cena y alababan su belleza, pero a sus espaldas más de uno cuchicheo de lo ventajoso del matrimonio y la ambición del padre que había sido capaz de vender a su hija por la fortuna de la familia Earth.

Cuando Korra se entero del compromiso de Asami, sin pensarlo demasiado salio a buscarla. Irrumpió en la cena del anuncio de la boda, gritando que quería ver a Asami. Una de las sirvientas le informo a Hiroshi del asunto y este se disculpo con la concurrencia saliendo al encuentro con Korra.

- Que diablos te sucede? Lárgate de aquí india. No eres bienvenida a este lugar. - Hiroshi Sato, estaba iracundo por la presencia de la joven.

- Como se atreve a vender a su hija de esa manera. - la joven de los zafiros le dijo.

- Cállate el hocico animal de monte, no tengo por que darte explicaciones acerca de mis decisiones. Tu no eres nadie y nunca lo serás. No estas al nivel de mi hija. Ahora lárgate antes de que te de una paliza por tu atrevimiento.

Hiroshi saco la fusta que llevaba y amenazó a Korra con golpearla si no se iba. Esto no la asustó, se mantuvo firme. Su afrenta saco de quicio a Hiroshi quien lanzó un latigazo con la fusta directo a la cara de la joven.

El golpe dio sobre la oreja izquierda abriéndole una pequeña herida de la cual comenzó a brotar sangre. A ese golpe siguieron otros más.

Dos jornaleros llegaron a auxiliar al señor administrador, para evitar que siguiera golpeando a la chica.

- Llevensela de aquí. No la quiero ver merodeando por la casa mayor. Que su padre venga a verme mañana temprano.

Dicho esto, se arreglo el traje y el peinado pues se habían estropeado con el exabrupto y regreso a la cena.

El viejo Señor Wan no se había enterado de nada y mucho menos Asami.

Hiroshi hablo con el padre de Korra, Tonraq, y lo amenazó con despedirlo por el comportamiento de su hija, le exigió que la enviara lejos o de lo contrario tomaría medidas severas. Tonraq tuvo que tragarse su enojo por que sabía la clase de persona sin escrúpulos que podía ser Hiroshi Sato y debía proteger a su hija.

El capataz prohibió a su hija acercarse a la casa mayor o a la señorita Sato o de lo contrario la enviaría a vivir con su hermano lejos de allí.

Por azares del destino, el viejo Wan cayó enfermo de tuberculosis. Sabía que tenia los días contados pues su cuerpo ya no resistiría mucho a la edad que tenia. Mando a traer a su capataz y le dio instrucciones para que buscará a la última familia que le quedaba.

Hiroshi busco la forma de acelerar el matrimonio de su hija, pero Tenzin, el sacerdote, se negó a oficiar la boda pues el viejo Wan no estaba en condiciones de concretar el acto del matrimonio en la noche de bodas.

Sato hablo con el viejo para convencerlo pero este murió antes de que Tenzin pudiera llegar a oficiar los votos. La oportunidad de hacerse con la fortuna Earth se le había escapado de las manos.

Horas después del deceso, llego el capataz Tonraq con compañía. A caballo galoparon lo más rápido que pudieron para poder estar a tiempo.

En un precioso corcel negro de fina raza venía cabalgando una joven que vestía un impoluto uniforme militar. Apeó del caballo, y su figura gallarda y porte soberbio sorprendió a todos en la casa mayor preguntándose quien era ella.

Traía el cabello agarrado en una elaborada trenza que le otorgaba un aire de sobriedad. Poseía unos ojos verdes aceitunados un poco más opacos de las verdes esmeraldas que la joven Sato tenía. Un característico lunar se dibujaba en su mejilla derecha, dándole un toque atractivo a su rostro, el cual no llevaba más que el color natural de su piel como maquillaje. De una altura considerable, fácilmente sobrepasaba a la mayoría. Su cuerpo firme demostraba el trabajo que el ejército había hecho en ella, forjando un soldado de primera clase.

El capataz pidió ver al viejo Señor Wan, pero se le informo que este había fenecido hacia unas horas y estaban preparando el cuerpo. Se lamento mucho por la noticia. Regreso a donde la chica le esperaba al pie del fino semental.

- Tu Señor padre ha fallecido. Deberás esperar un poco a que hagan su trabajo para tenerlo presentable. De momento podrás hablar con el administrador de la hacienda para que estés al corriente de las cosas.

La joven asintió. Permaneció impasible en su lugar, mientras el capataz fue en busca de Hiroshi.

El murmullo de la llegada de la visitante viajo hasta los oídos de la joven señorita Sato, la cual encontró curioso el acontecimiento, pues en el pueblo y mucho menos en la hacienda pocas veces se escuchaba de extranjeros. Ella y su padre habían sido prácticamente los únicos en todos esos años.

Salio de su cuarto escabullendose de la vigilancia de la sirvienta y se acercó a la entrada principal. Desde una ventana que miraba al jardín central pudo observar a la visita.

Allí estaba una joven con su traje militar, el conjunto era de dos piezas. Un pantalón de corte recto en color gris que remataba en unas botas de piel negra cuidadosamente pulidas y con detalles metálicos, una chaqueta bicolor, verde oscuro y un verde más claro en el frente, la cual tenía una cola que semejaba a los trajes de gala de la aristocracia. Llevaba unas hombreras y cuello metálicas, así como unos guantes gris perlado con los puños a juego con la chaqueta en verde oscuro.

La escena de ella al pie del caballo negro, parecía sacada de un libro de princesas donde la joven seguramente haría el papel del guapo príncipe que peleaba contra los dragones para rescatar a su princesa.

Su padre, Hiroshi, salió por la puerta principal a recibir a la visita. Regreso a su cuarto para evitar un regaño de su señor padre.

- Buen día señorita Kuvira, me ha informado el capataz de que es ud la hija del Señor Wan. Soy el administrador de su padre, Hiroshi Sato. Permitame decirle lo mucho que lamento su pérdida, estoy a su disposición para lo que necesite. Ya he dado la indicación de que le sea dispuesta una habitación para que se recupere del viaje.

- Muchas gracias. - la joven respondió de forma escueta.

- Si es tan amable de seguirme la guiare hasta su alcoba.

Hiroshi hizo una reverencia y comenzó a andar al interior de la casa con la joven Kuvira siguiéndole los pasos.

La instaló en la habitación y acto seguido fue a buscar a su hija.

Asami, ya había regresado al cuarto cuando su padre llego a verla unos minutos después.

- Mi pequeña, alégrate, por que en lugar de desposar al viejo Señor Wan, desposaras a su joven hija. Necesito que te arregles lo más bella para impresionar a tan fina persona.

- Padre...

Hiroshi caminaba por la habitación dirigiéndose al armario de su joven hija para seleccionar un vestido adecuado para la ocasión. El corazón de Asami se encogió. Su padre aun no había abandonado la idea de desposarla, pero ahora con una completa desconocida. Sabía de la ambición de su señor padre, solo que esto ya era demasiado.

Entraron las mucamas para vestir a la joven señorita y su padre salio de la habitación.

Hiroshi fue al despacho para terminar de maquinar la idea que acababa de surgir. Kuvira era hija bastarda del viejo Wan, al ser la única familia en línea directa, recibiría la cuantiosa herencia aun cuando hubiera sido concebida con un concubina. Usaría la carta del último deseo del viejo para convencerlo de desposar a su hija.

Por lo que los rumores contaban, una guerra estaba por iniciar. Siendo un militar, seria llamada a pelear y probablemente sucumbiria en la lucha tarde o temprano.

Con esa idea en mente, recibió a la joven heredera en el despacho del Señor Wan.

- Por favor tome asiento. - Le indico la silla principal detrás del escritorio.

Kuvira había tomado un baño y cambiado sus ropas a un sobrio traje pantalón de color gris oscuro y unos guantes de piel negra. Se sentó en la silla y colocó los codos sobre el escritorio posando en actitud reflexiva.

- Como el administrador general de los bienes del Señor Wan, puedo decirle que no dejo un testamento por escrito, pero al ser ud su hija reconocida, como lo avalan los documentos que me entrego el capataz, tomará ud posesión como heredera universal de la fortuna de la familia Earth. - Kuvira lo escuchaba atentamente. - Antes de la muerte de su señor padre, fui llamado para presentarme ante él. Su última petición fue que ud se desposara con la mujer que el iba a tomar como esposa pero desafortunadamente no pudo. Pues reconoce que no encontrará otra mujer igual en belleza y amor. Una digna mujer para su única hija.

Esta última parte sorprendió a la joven, pues hasta ahora parecía mostrar una reacción real.

- Mi padre solicito tal cosa? En verdad? Esto es algo de lo más extraño. Siendo él un hombre que nunca se preocupo realmente por mi bienestar y me mantuvo al margen de su vida todo el tiempo. Es una petición por demás decir extraña.

La joven de ojos aceitunados estaba incrédula a las palabras del administrador.

- Yo también me sorprendí de ello, el médico que lo asistía puede dar fe de mis palabra, pero créame que en el lecho de muerte muchos deciden tratar de resarcir sus errores. Su señor padre solo deseaba poder darle un último regalo. Una esposa digna que le hiciera feliz y formarán una familia para continuar el legado.

- Entenderá que esto es un poco difícil de aceptar. Desposar a una mujer que no conozco aun cuando haya sido una solicitud del último deseo de un moribundo no estaba en mis planes. Nada de esto estaba en mis planes.

- Permitame arreglar un encuentro con ella, conozcala y después ud decidirá si cumple el deseo de ese hombre que era su padre.

Kuvira frunció el ceño y cabilo la propuesta del administrador. Nada perdía en conocer a la mujer que habría sido su madrastra y ahora seria su futura esposa si así lo quería.

- De acuerdo, pero antes deseo ver a mi padre para despedirme.

Hiroshi salio del despacho y dio las indicaciones a los sirvientes, volvió a entrar y condujo a la joven heredera a los aposentos de su ahora extinto padre.

Kuvira entro a la habitación, el olor fuerte y penetrante del formol hizo que arrugara su nariz, su padre ya estaba vestido con su mejor traje. No tenía buen aspecto. La enfermedad lo había desgastado tanto en tan pocos días. Se acercó hasta la cama donde yacía el cuerpo.

- Realmente pensaste en mi en tu lecho de muerte, hubiera deseado que las cosas fueran de forma distinta. Que me hubieses buscado antes y poder compartir contigo. Siempre hice todo lo posible por obtener tu aprobación, fui la mejor en la escuela, estudie lo que querías y me mantuvo al margen para que nadie supiera que era una hija ilegítima. Pero ahora nada de eso importa. Si es verdad que la mujer que elegiste para casarte es digna de tu confianza como para cedermela y ser yo quien la despose a tu nombre, no lo entiendo. Que pasaba por tu cabeza ante semejante propuesta. A pesar de todo seré yo quien decida al final si sigo o no tu última orden.

Salio de la alcoba de su padre y se dirigió a la sala principal. Hiroshi estaba allí, la guió hasta el jardín.

Asami lucia un vestido oscuro que se ceñía a su torneada figura, era simple, sin muchos detalles, únicamente un collar de plata sobresalía como accesorio del conjunto. Llevaba el cabello recogido en su habitual media coleta atado con un lazo plateado.

Sus ojos tenían un ligero maquillaje morado y sus labios su típico color rojo. Estaba hermosa, pensó la joven Kuvira cuando la vio.

Asami se puso en pie, puesto que estaba sentada en una de las bancas del jardín. Detrás de ella un rosal de rosas blancas estaba floreciendo, había rosas en diferentes etapas, unas ya habían abierto todos sus pétalos y otras aun estaban en botón. La luz de la tarde caía en rayos tímidos sobre la piel de porcelana de la chica.

Cruzaron la mirada, el verde esmeralda contra el verde aceitunado, por unos ojos así libraría mil batallas para que volvieran a posarse en ella.

- Señorita Kuvira, le presento a la señorita Asami Sato, mi hija.

La joven de los labios rojos, hizo una grácil reverencia que fue correspondida con una inclinación de la cabeza por parte de Kuvira. Al notar su falta de respeto por tan simple respuesta, se retiró el guante de su mano derecha y tomo la mano de la joven llevándosela a los labios.

- Es un agradable placer conocerla, a pesar de la situación en la que ocurre este encuentro.

Asami pudo notar que a pesar de la suavidad de la piel de la mano de joven heredera, esta era una mano fuerte. El contacto breve de sus labios con el dorso de su mano, produjo un leve cosquilleo en su estómago y una ligera coloración rojiza en sus mejillas.

- Las dejare para que puedan conversar.

Hiroshi se retiró.

La hija del administrador se puso nerviosa al estar a solas con Kuvira. La chica era más alta que ella, apenas por un poco, y su presencia imponía mucho. Era como debían ser los príncipes azules, pensó.

- Querría acompañarme a dar un pequeño paseo por el jardín?

Kuvira le pidió de forma amable y esta asintió con la cabeza. La joven militar le ofreció el brazo como cortesía, la cual acepto. Comenzaron a caminar.

- Señorita Sato, ud disculpara mis modales, pero deseo ser directa y espero que esto no la incomode.

- No se preocupe ud Señorita Earth, solo le pido me llame simplemente por mi nombre.

- En ese caso para corresponder su petición, llámeme ud también por mi nombre, Asami.

- Me parece un acuerdo, Kuvira.

Hasta su nombre es un nombre fuerte. El tacto de su mano en el brazo de la joven heredera le hizo notar que esta poseía unos músculos debajo del saco. Recordó a Korra y su semblante se ensombrecio por un momento.

- Tengo entendido, por lo que su padre me ha dicho, que ud se iba a casar con mi padre. Puede contarme como es que sucedió esto.

Asami le explico a Kuvira a grandes rasgos como había sucedido lo del compromiso omitiendo la parte de Korra y el hecho de que su padre la estaba obligando a aceptar esa boda.

Kuvira escucho en silencio, sin interrumpir, toda la conversación.

- Y es así como ahora ud y yo estamos en esta situación.

- Si ya lo veo.

Caminaron un poco en silencio, ojos de esmeralda, noto como la otra chica arrugaba el ceño mientras pensaba. Ese gesto se le hizo tan tierno. Parecía tomar toda su concentración lo que sea que estuviera en la mente de Kuvira.

- Ud es una mujer muy hermosa, sería un estúpido, disculpe la palabra, si alguien rechazará una oportunidad como esta, pero no quiero imponerle una carga que no le corresponde. El deseo de mi padre, descabellado por decir lo menos, es algo que no querría forzarla a cumplir si no lo desea ud así. Rompería el compromiso sin perjudicarle a su honor o su honra. Es ud quien decide si quiere o no desposarse conmigo.

La joven de labios rojos sabia que no podía negarse, aunque así lo quisiera. Su padre no se lo perdonaría.

Al notar el titubeo de la joven, Kuvira le propuso algo.

- No tiene por qué darme una respuesta hoy. Dejemoslo pendiente hasta después de que pase el novenario. Usemos ese tiempo para conocernos un poco más y que sea más fácil el que tome su decisión.

Terminaron el paseo, Kuvira la llevo hasta el portal y se despidió de ella por el momento. Asami regreso a su habitación y Kuvira fue a hablar con el administrador.

Le informo del acuerdo al que habían llegado.

Hiroshi hablo con su hija más tarde, le dijo que estaba de acuerdo en que se conocieran, pero fuera cual fuera, ella debía aceptar casarse y debía convencer a la joven heredera de hacerlo.

Asami le rogó que no la casará, por que ella amaba a alguien más.

- Te refieres a la hija del capataz? Eso nunca. No voy a permitirte desperdiciar una oportunidad como esta por que te "enamoraste" de esa salvaje. Olvidala.

- No puedes obligarme a casarme con alguien quien no quiero.

- Claro que puedo, que por eso soy tu padre. Te vas a casar con la señorita Kuvira te guste o no, por que yo te lo ordeno y no se hable más del asunto.

Hiroshi salio de la habitación de su hija hecho una furia. Nada se iba a interponer entre él y la fortuna de los Earth.

Mando a llamar a uno de sus hombres de confianza, un tipo al que le apodaban el teniente, tenía una tarea para él.

Hasta aquí por hoy, me tome toda la tarde para escribir este capítulo y el marco general. Espero les haya gustado y me dejen comentarios acerca de la idea del Kuvisami. Les gusta, no les gusta, es raro, o que opinan?