Hola! ¿Cómo están? soy nueva en este fandom… y esta es una historia que solo se me ocurrió y dije ¿Por qué no? Pero antes de leer quiero aclarar dos cosas…
1) No pretendo ofender a nadie… es solo una historia sin fines de lucro para mi entretención y el de ustedes. Si alguien se siente ofendido o discriminado, aclaro, no es mi intención y pido disculpas. Solo quiero causar algunas risas.
2) Yu-Gi-Oh! No me pertenece… lamentablemente.
Bueno… ¡A leer!
-Yugi, por favor ¡Ayuda!
-Te matare.
Yugi miro a su amigo dentro del ring y luego la cara furiosa de su hermano. Se sintió un poco mal, pero dijo:
-Na, no vale la pena el peligro- y a riesgo de sentirse aún más mal, bromeo- fue un gusto conocerte, Tristán.
Tristán lo fulmino con la mirada, pero solo un segundo. Estaba más ocupado tratando de que Yami no lo matase.
-Yami, por favor- suplico- ten piedad.
-Me engañaste.
-No te engañe…solo…olvide información.
-Me engañaste- repitió Yami.
-Bueno, tal vez un poquito, pero fue sin querer- su atacante gruño- solo mátame rápido ¿sí?
Los demás chicos se reunieron a su alrededor, expectantes. Las apuestas no tardaron, la mayoría le iba a Yami.
-Mejor será que te defiendas- dijo el chico- si no, el resultado podría ser peor.
Tristán obedeció sin más opción, puso sus puños frente a su cara y se preparó para la pelea.
Sonó la campana, el moreno nunca tuvo oportunidad. Era un buen peleador, y, aunque el rubio era un poco más bajo, llevaba muchos años más entrenando, y era malditamente astuto. Yami dio el primer golpe, luego el segundo y el tercero. Tristán solo alcanzaba a bloquearlos, sin embargo, eso también dolía. ¿Quién lo mandaba a no hablar claro de una buena vez?
(Tres días antes de la pelea)
Tristán llego con una gran sonrisa en el rostro esa mañana al gimnasio. Tenía buena noticias. Vio a su amigo, Yami, en la máquina de levantar pesas. Se acercó inmediatamente. Le puso una página de periódico en las narices.
-¿Qué demonios…?
-Antes de que maldigas- le interrumpió el moreno- lee los anuncios, luego dame las gracias. Y si quieres, después puedes decir todas las groserías que se te ocurran.
Yami tomo la página entre sus manos y leyó, como Tristán le había indicado. Un anuncio llamo su atención: se arrendaba una habitación a unas pocas calles de allí.
-Conozco a quien lo arrienda, si te interesa- dijo el moreno cuando el muchacho dejo de leer- es una amiga mía. Ahora está fuera de la ciudad, pero me dejo la llave y me pidió que le mostrara el apartamento a quien estuviera interesado.
-¿Lo dices en serio?- Yami sonrió un poco.
-Claro- Tristán también sonrió- también me pidió que hiciera un descarte y le dejara una lista de candidatos para entrevistarlos. Creo que tu podrías tener una oportunidad.
-Entonces la dueña es una chica- Tristán asintió- ¿has visto el lugar?
-Lo conozco bastante bien.
-¿De cuánto dinero estamos hablando y cuando puedo ir a verlo?
Yami estaba muy contento con la habitación, con el apartamento en general. El lugar era amplio, de concepto abierto y mucha luz natural. Tenía una gran sala de estar, la cocina era bonita, había 2 habitaciones y un baño. La habitación principal era la que ocupaba Dorotea, la dueña del apartamento, y era grande. la segunda no estaba nada mal, era la mejor que había visto en los últimos meses y el precio era accesible.
-¿Hay alguna condición que deba saber o algo así?- pregunto, cuando salían del edificio.
-Tienes que ser limpio y ordenado, también- Tristán se llevó la mano al mentón- no lo recuerdo, pero no debe ser nada de importancia.
-¿Cuándo puedo hablar con Dorotea?
-Yo te llamare.
(El día antes de la pelea)
Yami se bañó muy bien, se peinó y se vistió lo mejor que pudo. Quería darle una buena impresión a Dorotea, para que lo eligiera como inquilino. Esa chica ya había vuelto a la ciudad y Tristán le concertó la entrevista antes que a cualquier otra persona, para que tuviera ventaja.
Llego al edificio, convenientemente cerca de su trabajo y de todos los lugares que pudieran interesarle, y entro tratando de lucir relajado. En realidad, estaba un poco tenso. No le gustaba mucho la idea de compartir un apartamento, pero era la única forma de salir de la casa de sus padres, por el momento.
Cuando hubiera ahorrado lo suficiente, se mudaría a su propia casa y podría vivir solo como él quería. Sin darle la dirección a sus padres y echando a sus amigos y hermano de su casa de vez en cuando si lo sacaban de quicio. Sería estupendo. Aunque lo más probable es que Yugi los hiciera irse para evitar problemas con él. De los dos, su hermanito era el más considerado.
Mudarse sería un gran primer paso. Ya no soportaba más vivir bajo el mismo techo que sus progenitores. Yugi siempre fue el favorito, y no lo culpaba por ello, pero significaba que estaba en la mira. No podía pasar nada sin que lo culparan, ya estaba harto. ¿No era más fácil ser directo y pedirle que se largara? Pues bien, ya estaba en eso, les había ahorrado la molestia.
Se paró frente a la puerta del apartamento y toco la puerta tres veces.
-Un momento se- escucho una voz femenina desde adentro, segundos después, la puerta estaba abierta.
Tristán le dijo que Dorotea era una chica muy agradable y bromista, que seguramente se llevaría bien con ella. No le dijo que la mujer era tan hermosa y atractiva. Dorotea tenía el cabello castaño liso, corto y brillante; sus ojos eran de color azul y la piel pálida.
Llevaba una sencilla camiseta negra, que se ajustaba muy bien a su pequeña cintura y acentuaba su busto. Tuvo que recordarse que era de mala educación no mirar a las personas a la cara, y que las mujeres solían ofenderse especialmente con eso. Era alta, pero eso no era algo que a él le debiese importar mucho (principalmente por que no iba a ligar con ella). Tenía piernas delgadas, pero como alguien que va mucho al gimnasio y que además trabaja en uno, pudo adivinar que ella también se ejercitaba.
-¿Se te ofrece algo?- pregunto ella, con una pequeña sonrisa.
Tenía una bonita sonrisa.
-Soy Yami, Tristán me dijo que viniera hoy para la entrevista por la habitación- respondió el, con su voz más cordial.
La cordialidad, amabilidad, gentileza…ese tipo de cosas, no eran su fuerte. No con todas las personas, por eso no tenía muchos amigos. Sinceramente, los amigos que tenía eran amigos de su hermano con los que termino llevándose bien. Pero tenía que dar su mejor impresión.
-Oh, sí, claro- Dorotea se hizo a un lado- pasa, ponte cómodo. Yo soy Dorotea Gradner, un gusto conocerte.
-El gusto es mío.
La entrevista fue de mil maravillas. Dorotea era simplemente encantadora, sorprendente para ser tan bonita. Bueno, Yami nunca conoció a una mujer que tuviera las dos cosas tan acentuadas. Definitivamente, compartir con ella no sería tan difícil.
La chica le pregunto su edad (22 años), si era limpio y ordenado (en exceso según Yugi), cuanto ganaba mensualmente (más que cualquier otro idiota que ella pudiera entrevistar, seguramente) si estudiaba o trabajaba (ya había terminado sus estudios y en ese momento trabajaba en el gimnasio de la familia Wheeler). Luego comenzaron algunas preguntas un poco personales, relacionadas principalmente con la convivencia.
Todo fue en picada cuando ella dijo:
-No quiero sonar entrometida ni nada por el estilo, solo que soy naturalmente muy curiosa- Dorotea tenía una mirada algo suspicaz- ¿Cuándo te diste cuenta de que eres gay?
(Tiempo actual)
Gancho derecho, gancho izquierdo ¿Cuál era la diferencia? Yami golpeaba muy fuerte con cualquiera de las dos. Tristán agradeció que fuera boxeo y no artes marciales mixtas, si no, probablemente ya se estaría desangrándose en la lona. ¿Cómo diablos fue a olvidar la condición de ser gay o mujer para arrendar la habitación?
Maldita memoria.
-Ya, ya, Yami- le dijo Joey, tratando de apaciguarlo- a su madre no le gustara saber que lo usas como saco de boxeo. Si se entera no lo dejara venir a trabajar ¿y quién me ayudara a lavar las toallas sucias?
Yami se detuvo, más tranquilo luego del desquite. Tristán agradeció con la mirada a su mejor amigo.
-¿Qué le hiciste?- pregunto "severamente" el recién llegado.
-Hizo pasar a Yami por gay- respondió Yugi en su lugar.
Yami gruño al escuchar eso. El Wheeler miro a Tristán como si fuera tonto.
-Yami ¿gay?-resoplo- sí, claro.
-Gracias- grito el susodicho, entrando en las duchas.
El muchacho de ojos castaños era alguien con una curiosidad sin vergüenzas. Entonces, aprovechando que Yami no estaba, comenzó a sacarles información a los chicos.
-¿Qué paso?
Entre Yugi y Tristán le explicaron lo que sucedió. Dorotea arrendando una habitación (cosa que Yugi y Joey ya sabían, pues también eran amigos de la chica), Yami queriendo mudarse de casa de sus padres, ella saliendo de la ciudad y dejando de encargado a Tristán (asunto que ninguno de los dos chicos entendió, pensaban que dejaría a alguna de sus amigas), Tristán recomendando el lugar a Yami y su omisión a la condición para arrendar.
-Es que tienes que ser idiota- interrumpió Joey, Yugi rio- ¿y ahora qué?
-Pues no alquilare- respondió Yami, apareciendo junto a ellos.
Se quedaron en silencio un momento, cada uno pensando en sus propias cosas. Joey no solo era curioso, sino creativo. También conocía a los padres de los chicos que se habían vuelto como sus hermanos y sabía que lo mejor es que saliera de esa casa pronto.
-¿Por qué no?- pregunto.
-¿Por qué no, que?- preguntaron los otros muchachos a la vez.
-¿Por qué no lo alquilas?
-¿No escuchaste?- Yami suspiro- ¡tendría que ser gay para poder hacerlo!
-¿Y?
-Joey- Yugi dijo, tentativamente- ¿estás bien? te estas comportando como si te fueras golpeado en la cabeza.
-Claro que estoy bien- el rubio más alto frunció el ceño- lo que quiero decir es ¿Por qué no le dices que eres gay?- alzo una mano, para interrumpir la protesta del chico y los comentarios de los demás- podrías simplemente decir que eres gay, solo arrendaras una habitación que usaras en las noches. Solo actúas un poco afeminado, ya sabes, y haces comentarios sospechosos.
Yami sintió la necesidad de replicar, pero la idea no era del todo mala. ¿Qué tan difícil podría ser fingir? Solo tenía que ser un poco afeminado al hablar y al moverse ¿no? Decir algunas cosas como dijo Joey, para mantener la cuartada. En verdad el solo usaría ese lugar en las noches y tampoco tenía que hacerse amigo de ella.
-Podría ser…
-¿Por qué le diste esa idea a mi hermano? ¿Acaso quieres engañar a Tea?- Yugi inquirió. Iba saliendo junto a Joey y Tristán de sus clases en la universidad.
-Yo no quiero mentirle, también es mi amiga- respondió el rubio, seriamente- pero, a pesar de que tu hermano en ocasiones me da miedo...
-Nos da miedo- corrigió Tristán.
-También es mi amigo- continuo el chico- y tus padres son insufribles, sin ofender. ¿A dónde más se mudara Yami? El sujeto gana bien, pero si quiere algo que cumpla con sus exigencias tendrá que pagar mucho y no sería suficiente para un apartamento en el centro.
-Tienes razón- asintió Yugi, triste por la situación entre sus padres y su hermano mayor- le dije que podía mudarse con nuestro abuelito, pero no quiso.
-¡Por supuesto que no iba a querer!- exclamo Tristán.
-¿Por qué no?
-Yami ya es un hombre, además de un casanova ¿sabes el caché que te quita mudarte de la mansión de padres a la casita de su abuelo? ¿Qué mujer querría salir con el entonces?
-No todas son tan interesadas- Yugi frunció el ceño, pensando en Tea y Serenity. Ninguna de las dos estaba pendiente de las billeteras. Y Joey lo sabía.
-¿Y de que le sirve a Yami todo esto, si va a fingir ser gay y no podrá salir con ninguna chica?- cuestiono Tristán, sin esperar una verdadera respuesta.
-Pues así que chiste ¿verdad?- Joey tampoco tenía una respuesta- bueno, ya queda en manos de tu hermano, amigo.
A Yugi no le gustó la idea. Tea era su mejor amiga; ahora que ella estaba estudiando, casi no tenía tiempo para salir con sus amigo, pero eso no impedía que fueran cercanos. Esperaba que Yami dejara todo así y buscara en otro lugar.
La decisión estaba tomada, se mudaría a la casa se Dorotea Gradner y se haría pasar por un hombre gay de ser necesario. Ya no lo aguantaba más, no podía seguir en casa de sus padres más tiempo.
-¿Tu amiga ya arrendo la habitación?- pregunto, en cuanto su hermano contesto el celular.
-No ¿por…?- hubo un pequeño silencio- no lo estarás considerando.
-Nunca lo pensé más en serio- y era verdad.
-Pero ¿sabes lo difícil que es engañarla? Te descubrirá y eso no será bonito, te lo aseguro.
-No me importa ¿podrías hablar con ella e interceder por mí?
-No, ni loco- Yugi se escuchaba muy serio-no pienso mentirle.
-¿Me delataras si lo intento?
Esta vez el silencio duro más tiempo, no le extrañaría que Yugi le dijera que sí. No quería mentirle a su amiga, y era razonable. Pero el en realidad tenía que mudarse.
-No le diré, pero quiero mantenerme fuera de esto- respondió al fin el menor- estarás por tu cuenta.
-De acuerdo, hablare con ella yo mismo ¿me das su número?
La llamada se cortó y casi al instante Yami recibió el número de la muchacha en un texto. Suspiro, a las cosas que había llegado.
Dudo en marcar, el final de su entrevista no había sido el mejor. Luego de esa sorpresiva pregunta, él no lo negó, pues un presentimiento se lo impidió, pero tampoco lo afirmo. Tuvo que inventar una estúpida excusa de una trillada emergencia, salió de allí pitando.
Llamó.
-¿Hola?
-¿Dorotea? Hola, soy Yami…
