Antes q nada, obviamente los personajes pertenecen a J K Rowling q me los presta por un ratoo juazz, menos los q son de mi invencion… Saludo a quien fue una de las inspiradoras de este fic, Loony más conocida como Cleo en la historia. Y a mi me conocerán como Marilynn… Dejando en claro esto, los dejo leyendo… ¡Disfruten! Dejen RR!
Lady-Lu Malfoy…
----------------------------------------------------------------------------------------------------------
Mágicas Vacaciones
-¡Vamos¡Rápido! Nos quedan muchas cosas que comprar.
-¡Ya voy! Que ansiosa que estás, parecés una nena de cinco años.
Una joven de cabello castaño, con salvajes rulos que se sacudían con gracia se acomodaba el flequillo ladeado al costado, mientras que tiraba de la manga de otra muchacha que estaba a su lado. La acompañante la miraba con una sonrisa de autosuficiencia.
-No te hagas la chica madura ahora. No es mi culpa que sufras de síndrome de compradora compulsiva y te hallas agotado todo el dinero que teníamos en… ¡Ni siquiera sé que estupideces compraste!
-Perdón mamá – contestó la chica con sorna.
La gente en el centro comercial miraba a las dos muchachas como si fueran locas, pero a ellas no parecía importarles, pues continuaban con su pelea como si fueran las únicas en el establecimiento.
-¡Qué tenés en el cerebro Mary¿Vos creés que a mi me van a dar dinero para cuidarte todo el viaje? No nena. Yo también quiero comprar mis cosas allá, así que aprendé a ser más responsable porque yo de niñera no trabajo. – gritó la castaña de pelo enrulado.
-¡Estoy harta de que me trates como a una nena¡Vos sos una chiquilina!
-¡Chiquilina yo! Te estás buscando un golpe. Si no fuera por mi, seguirías jugando a las muñecas y no harías ningún viaje.
La otra chica abrió la boca para responder pero una voz la llamó a lo lejos.
-¡Marilynn! Vení que quiero que te pruebes un vestido. – gritó una bella mujer de unos cuarenta años, que salía de un local.
-Andá con tu mami… - exclamó la joven sacándole la lengua.
-Inútil…
Cleo y Mary, se conocían desde que eran pequeñas, sus madres habían sido amigas también. La primera tenía pelo castaño y enrulado, con un flequillo al costado que ella misma arreglaba y cortaba. Sus encantadores ojos pardos iban perfectamente con la tez de su cara, siempre cubierta con una fina pero útil capa de maquillaje. Su mirada era risueña en ocasiones o profunda en otras.
Era de carácter sumamente fuerte y no tenía miedo de expresar sus sentimientos y opiniones, no importaba la situación o el contexto donde se encontrara. Una de sus cualidades más admirables era su sentido del humor, y su lealtad hacia los amigos. A estos, los defendía hasta la muerte y le era de más preocupación el sufrimiento de sus seres queridos que el de ella misma. La personas que no la conocían, podían llamarla ingenua, pero la realidad era que todo eso era producto de su gran corazón. A pesar de su gran personalidad, no era conveniente hacerla enojar, porque podía ser terriblemente filosa con sus palabras. En su mayoría no hacía uso de esta habilidad, pero en ciertos momentos, alguien o algo podían irritarla con o sin razón y esto podía desencadenar una tempestad. Nunca estaba seria, y le costaba tomarse las cosas enserio, cosa que su amiga siempre le reprochaba. La mayoría de sus peleas, sucedían por la falta de compromiso de la mayor y la histeria obsesiva de la otra. De acuerdo con sus personalidades, a ninguna de las dos se les hacía fácil pasar desapercibido y en muchas ocasiones atraían miradas, sobre todo de los chicos, cuando no hacían ningún papelón.
Mary tenía 14 años, tres menos que su amiga. Como sólo tenía un hermano pequeño, desde chica había considerado a Cleo como su guía y la otra, al ser hija única, le tenía un gran cariño fraternal. Ahora que ya estaba un poco más crecida, su "hermana del alma" y ella solían tener fuertes discusiones, sobre todo por la diferencia en sus personalidades. Marilynn poseía también un carácter apasionado. De suma inteligencia y astucia, muy conciente de las situaciones, comprensiva y, cuando se sentía en confianza, alegre y extrovertida. Cuando quería a alguien, era capaz de dar la vida por esa persona, pero cuando alguien la hacía enojar, tenía un orgullo que varias veces llegaba a cegarla. Sus amigos la apreciaban mucho pues era la que generalmente le daba un toque de gracia a las situaciones. Siempre tenía un comentario o un consejo útil, para colaborar, o simplemente para arrancar una sonrisa. Era realmente competitiva, cosa que a veces le traía muchos problemas. Podía llegar a ser bastante pedante y soberbia cuando se lo proponía. No eran cosas de las que ella estuviera orgullosa, pero esa era simplemente su forma de ser.
En el aspecto exterior, era extremadamente bonita al igual que su amiga. A pesar de ser superada en edad, le llevaba a Cleo algunos centímetros. Poseía el pelo castaño oscuro con ondas que le llegaba por los hombros. Lo que más llamaba la atención de su cara, eran sus penetrantes ojos verdes que tenían la habilidad de expresar mucho más de lo que la chica decía a veces con palabras.
Marilynn y Cleopatra, porque aunque ella lo odiara así se llamaba, parecían chicas como todas. Pero no, ellas eran diferentes. Eran brujas. Cleo estaba por empezar su séptimo y último año en escuela Piagalle (N/A: No saben el trabajo que dio este nombre jaja) de Magia y Hechicería, la cual quedaba en una locación oculta en Argentina. Esas vacaciones de invierno, antes de volver a comenzar sus clases, las chicas irían a pasar unas semanas en Inglaterra. En su escuela, se hablaba continuamente de que aquel país era el mejor para los magos y ellas morían por ver el callejón Diagon, el banco Gringgots y todas las tiendas donde podrían vaciar las billeteras de sus padres. Mary era hija de una de las familias sangre pura más ricas de su país, pero sus padres no podían acompañarla. La madre de Cleo era una de las más importantes diseñadoras de túnicas para toda ocasión y de gala en todo el continente. Magos de todas partes compraban sus prendas. Su padre era muggle, pero eso nunca le había traído ningún problema, al contrario, al tener acercamiento con el mundo no mágico, muchas veces le había enseñado a Mary a comportarse en él. Como los padres de la menor no podrían asistir al viaje, y la otra chica ya tenía la mayoría de edad en la comunidad mágica, le habían encargado la tutela durante el tiempo que estuvieran fuera.
Eso no era precisamente un alivio para ninguna de las dos. Cleo, se sentía responsable y a Mary no le gustaba nada estar bajo el mando de nadie. El día se acercaba y ellas se encontraban en el centro comercial con la madre de la pequeña, haciendo las últimas compras. Estaban demasiado nerviosas, ya que al día siguiente partirían en el aeropuerto hacia Londres. Habían elegido un medio de transporte muggle porque a los padres de ambas les había parecido una buena experiencia, ya que sus hijas tendrían que manejarse en el mundo no mágico en el futuro. Tenían bastante dinero de las dos clases, aunque en el banco de los magos, sus familias tenían también grandes cuentas y ellas poseían un papel de autorización que sabían, sería por demás útil.
Luego del paseo por las tiendas, se despidieron y cada una regresó a su casa a terminar de empacar.
Eran las cinco treinta de la mañana cuando Marilynn escuchó la chillona voz de su madre.
-¡Marilynn Grey! (N/A: Ya se que no suena argentino, pero no iba a poner Belgrano)
-¡No quiero! Estoy cansada – dijo la chica, en medio de un bostezo.
-¡Vas a perder el vuelo! Mil veces te dije ayer que te acostaras temprano, pero no me hiciste caso.
-Pero estaba escribiendo algo interesante… ¡No podía dejarlo! – exclamó la chica un poco más despabilada. El pasatiempo preferido de Mary era escribir todo tipo de cosas, poesías, cuentos, canciones. Lo que viniera a su mente. Había leído por demás libros de magos y también de autores muggles, que le encantaban.
-Vamos – le susurró su madre acercándose a su cama y alcanzándole la campera.
Ya se había vestido. Traía puesto un jean ajustado y un sweater rojo, sencillo y original a la vez, muy a su estilo. Se dirigió al cuarto de baño, peinó como pudo su cabello y terminó de preparar todo. Su padre la esperaba afuera, seguramente utilizarían un traslador.
-¡Narcisso! – llamó, y un gato de tamaño mediano, pelo algo largo, blanco con manchas grises oscuras y unos profundos ojos azules corrió hacia ella y se subió en su cuello.
Camino unas cuantas calles hablando con su papá. Siempre se sentía bien hablando con él y lamentaba que sus charlas no sucedieran muy seguido porque él siempre estaba ocupado por cuestiones de trabajo. Llegaron a destino. Era, efectivamente, un traslador en forma de trozo de tela vieja y raída.
-Bueno hija. ¡Que te valla bien! Nos vemos. No olvides escribir.
-No papá. Los quiero.
Se despidió con un beso en la mejilla y tocó aquella cosa. Luego de esa conocida sensación de salir despedida por el aire, que hace tiempo había aprendido a dominar, llegó al aeropuerto. La gente que estaba cerca de la zona donde apareció se alarmó un poco, pero enseguida siguieron en sus asuntos sin prestarle atención. Arrastraba un gran baúl que usualmente usaba para llevar el material escolar todos los años. En esta ocasión, se encontraba lleno de ropa, libros de esparcimiento, cosméticos, en fin, todo lo necesario para una chica. Aunque la posesión más valiosa era su diario, el cuál llevaba a cualquier viaje que hacía.
El lugar estaba repleto de gente. Estiró un poco el cuello para ubicar a su amiga, pero no la encontraba. Estaba empezando a desesperarse cuando se chocó con alguien.
-¡Ay! – dijo fuertemente.
-Bueno perdón. ¡Estúpida! – dijo Cleo.
-Hasta que llegaste ¿No podrías haber tardado más? – preguntó Mary con sarcasmo.
-Hace un montón que llegué, pero te estaba esperando del otro lado.
-¡Pero si es de esta plataforma que tenemos que salir¡Vos tendrías que saber mucho de estos transportes muggles¿Qué hubiera pasado si te quedabas ahí como una imbécil y perdíamos el vuelo? – gritó la castaña.
-¡Pero esperá un poco! La última vez que me fijé, yo era la que estaba a cargo acá ¡Ninguna nena me va a andar retando¿Quién te creés que sos? Yo no te voy a… - Cleo no terminó la frase porque por enfrente de las chicas pasó un hermoso muchacho.
Era alto, rubio, de ancha espalda y con el pelo ligeramente desordenado. Sus ojos estaban cubiertos por unos lentes de sol que parecían por demás costosos.
-¡Por Merlín¡Te regalo mi varita si vos me regalás la… - Antes de que la chica de pelo enrulado terminara la frase Mary le tapó la boca.
-¡Sos una desubicada! Andás fijándote en muggles – bufó la otra.
-¡No me digas que no le harías de todo a ese!
-¡No señales! No, yo no me meto con muggles, no importa lo hermosos que sean, o el cuerpo que tengan, o la atracción que me puedan provocar – esto lo dijo Mary devorando al chico con la mirada.
-Claro, yo soy la desubicada que se fija en muggles – exclamó Cleo con sorna.
-¡Basta! Mejor vamos que vamos a perder el vuelo.
Abordaron el avión. Se dio la maravillosa casualidad de que el atractivo joven de los lentes estaba en la misma fila que ellas unas personas más atrás. Al parecer, tenían el mismo destino.
Ya listas para despegar, las chicas tomaron sus lugares.
-¡Qué lástima que no pedí asientos separados! Uno más y podría haber tenido un compañero más interesante. – dijo Mary mirando al joven de los lentes, del cual ni siquiera el nombre sabían, que estaba sentado un asiento después.
-¿Ahora te parece interesante¿No era un muggle asqueroso? La verdad que sos graciosa. Necesito ir al baño.
-Pero esperá a que despeguemos.
El avión se elevó. Marilynn tuvo una horrible sensación de quedarse sorda, nunca había tomado uno de esos vehículos muggles. Definitivamente, prefería el traslador. Se sintió algo ahogada, pero pudo resistirlo. Su compañera en cambio, parecía de lo más tranquila. Ya en el aire, fue un alivio.
-Ahora si necesito ir al baño – dijo Cleo y por su cara se notaba que era cierto.
-Bueno, andá.
La chica se levantó del asiento, pero justo cuando pasaba por al lado del muchacho del que tanto habían hablado el avión se sacudió levemente. Sin embargo, fue lo suficiente como para que su amiga cayera encima del sujeto. Mary soltó una carcajada que se escuchó varios asientos más adelante. A pesar de esto, su amiga parecía disfrutar de la situación en la que se encontraba.
No podía creer lo que había pasado. Cleo se encontraba a pocos centímetros de la cara del muchacho, totalmente ruborizada.
-Perdón, no fue mi intención, el avión. – alcanzó a balbucear.
-No, está bien. – le contestó el chico con una voz varonil.
-Odio que me pasen estas cosas – rió ella.
-Enserio, no me incomoda para nada tener una chica tan linda a mis pies.
La imagen del chico precioso del aeropuerto se desvaneció de la cabeza de Cleo cuando escuchó esta frase. Odiaba a los hombres engreídos.
-Con ese carácter, no creo que tengas a muchas como yo – le dijo con sarcasmo, se dio media vuelta y se fue al baño.
-¿Qué pasó? – le preguntó Mary cuando volvió.
-Nada… un idiota.
-Eso te pasa por meterte con muggles.
-No, eso me pasa por fijarme en engreídos pedantes y enamorados de sí mismos.
-Suena prometedor – dijo la menos mordazmente.
-Es tu estilo de chico – rió la otra.
Sólo recibió como respuesta una mirada de desprecio. Mary odiaba que su amiga la llamara engreída. Cleo sacó la varita de su mochila y apuntó al joven que gritó cuando sus lentes salieron despedidos contra la pared del avión.
-Hechizos no verbales, los amo. – le dijo la mayor a su amiga que no podía contener la risa.
-Sólo sé los elementales, tendrías que enseñarme algunos Cleo.
-Sos muy chica. Además, es magia para magos y brujas con talento.
-Entonces no entiendo que hacés practicándola.
-Enserio, voy a darte un golpe.
El resto del viaje fue bastante normal. Mary durmió la mayor parte, alternando esta actividad con una lectura liviana o la escritura de su cuaderno. Cleo tenía la ventanilla abierta y mantenía la mirada perdida en el cielo. Llegaron. Las dos morían de emoción. El comienzo de aquel maravilloso viaje que cambiaría sus vidas para siempre, había llegado. Ellas, estaban decididas a vivir cada momento a pleno.
Lo primero que hicieron al salir del aeropuerto con sus valijas, fue tomar un autobús hasta "El Caldero Chorreante". Por supuesto, Cleo fue la encargada de sacar el boleto ya que menor no tenía idea de cómo hacerlo. Al llegar a destino, repasaron las instrucciones que sus padres les habían dado, para ingresar al famoso callejón Diagon. Allí se dirigieron. Sus ojos no podían creer lo que veían. Era espléndido. Aquí y allá, centenares de magos y brujas, vestidos con estrafalarios trajes y túnicas caminaban apurados o relajados mirando los aparadores y vidrieras. Miles de locales de colores llamativos y con productos que enseguida atrajeron a las chicas se extendían a lo largo del lugar. Marilynn se abalanzó a la vidriera de Flourish y Blotts donde se exponían un sin fin de libros con tapas muy atractivas.
-Vos y tus libros… - bufó Cleo.
-¡Dejáme¡No es mi culpa que no leas ni el horario del colegio!
-¡Sólo una vez llegué tarde!
-Si, y no me hagas recordar por qué.
-Era chica, impulsiva, él era muy lindo, me pareció entretenido esconderme ahí. Era emocionante.
En su quinto año, Cleo había llegado tarde a una clase muy importante por haberse escondido en un pasillo con el joven que en ese momento le gustaba. Desde que su amiga, que para esa época estaba en segundo año, se había enterado; nunca dejaba pasar oportunidad para recordárselo.
-¿Cuántas veces me vas a hacer acordar eso? Ya pasaron casi dos años.
-Es solo para que vos veas tu propia falta de responsabilidad ¡Tenías que exponer un trabajo en grupo ese día!
-Si… y dejé a mi grupo solo, todos reprobaron, siempre es la misma historia. Sos una histérica obsesiva ¿Alguna vez te lo dijeron?
-Porque vos no – dijo Mary riendo sarcásticamente.
-Perdón, habla la señorita Perfecta.
-¡Gracias! Hasta que lo reconociste.
-¡Ahora entiendo por qué vos nunca tuviste novio! Harías una hermosa pareja con vos misma. – exclamó Cleo burlándose
-Todavía no encontré a nadie de mi altura, y no voy probando con cualquiera hasta hacerlo – respondió la otra con autosuficiencia.
Las dos chicas con caras de ofendidas, recorrieron el callejón hasta llegar a un edificio con lo que parecían muchos departamentos (N/A: Ni idea si hay departamentos en el mundo mágico, pero bueno, dejémosla pasar). Se quedarían en aquel lugar bastante costoso, que había sido pagado por los padres de Marilynn como "regalo" para las dos chicas (N/A: Yo quiero padres que me paguen todas esas cosas. Si, soy una nena malcriada jaja).
Entraron a su habitación. Era preciosa. Poseía una sala de estar con algunos sillones y una gran chimenea. Luego, estaban los cuartos, uno para cada una. Los dos tenían su baño privado. En seguida, el equipaje se vació. Los dos dormitorios quedaron cubiertos en cuadros, libros y cosas rosas; el color que más les fascinaba a las dos amigas.
-Ya es tarde ¿Qué vamos a cenar? – preguntó Mary.
-No tengo idea. Yo puedo cocinar algo, pero no me pidas mucho. – dijo Cleo.
-Tengo que admitir que en el arte culinario soy totalmente inepta.
-¿Sólo en el arte culinario? – rió su amiga
-Basta Cleo, no quiero pelear ahora. Además, no podemos cocinar nada hasta que no compremos provisiones en las tiendas. Parece que vamos a tener que salir a cenar – concluyó la menos con una sonrisa.
-¡Vamos entonces!
Después de peinarse un poco y cambiarse la ropa del viaje, las dos jóvenes bajaron para explorar un poco la noche del callejón. Al anochecer, con la oscuridad, el lugar era mucho más llamativo que de día. De un lado a otro, los magos y las brujas habían cambiado sus túnicas para toda ocasión por unas mucho más finas. Las tiendas, brillaban en su gloria. Las dos chicas se abalanzaron al ver la vidriera de Madame Malkis y dentro de ella, una prenda rosa que llamaba la atención.
-Mi mamá hizo un diseño muy parecido. – comentó Cleo.
-Pero me gustan más los de tu madre que estos, aunque esa túnica blanca y dorada no está nada mal, tiene como un toque de vestimenta griega.
-¿Podemos entrar?
-Ya no pasó un día de nuestra llegada y estamos gastando dinero… ¡Claro que podemos entrar! – rió Mary al ver la expresión de su amiga.
-¡Me asusté! Creí que te estabas convirtiendo en una amargada.
-Antes muerta – dijo la otra con una sonrisa.
Cuando entraron al local, una chica alta con rasgos orientales se probaba un atuendo rojo bastante entallado al cuerpo. Las miró de arriba abajo al verlas abrir la puerta, por supuesto, las muchachas lo notaron.
-¿Y esta¿Qué mira? – le susurró Mary a su amiga.
-Si nos seguís mirando se te van a salir los ojos de las órbitas. – dijo Cleo haciendo que la chica pusiera una cara de desprecio y se volteara.
-Ya me cae mal – dijo Mary tratando de sonar indignada, aunque le costaba contener la risa.
-A mi también, espero no encontrármela más por un buen tiempo.
En ese momento, una bruja salió de un probador y les habló.
-¡Hola chicas¿Buscaban algo?
-No, sólo mirábamos… - dijo Cleo
-Yo si quiero hacerle una pregunta. – interrumpió Mary dejando a su amiga algo confundida.
-¿Qué pasa querida?
-¿Cuál es el precio de la túnica blanca y dorada que está en vidriera?
-¡Menudo gusto el tuyo! – rió la mujer que atendía – es una de las túnicas de gala más costosas que tenemos. Vino de Grecia y está tejida con seda egipcia. Es un sueño hecho realidad para cualquier bruja interesada en el mundo de la moda.
-Pero ¿Cuál es el precio? – volvió a preguntar Mary a quien los verdes ojos se le habían iluminado como dos estrellas ante la posibilidad de tan sublime prenda.
-300 Galeons.
Era realmente cara, pero valía la pena. Cleo observaba a su amiga con desaprobación, adivinando lo que pensaba hacer.
-¿Puedo probármela? – cuando la castaña preguntó esto, los ojos de la chica de rasgos orientales se abrieron desmesuradamente.
-Bueno, pero corrés el riesgo de que te encante – rió la mujer.
-Es exactamente lo que quiero ver. – dijo la chica sonriendo.
Se probó la túnica. Le quedaba hermosa. Nunca había visto una prenda que se ajustara tan perfectamente a su figura como aquella. Realmente resaltaba sus atributos haciéndola ver más linda de lo normal. Salió del probador para pedir opinión a su amiga. Solía tomar muy en cuenta los consejos e impresiones de Cleo, ya que esta tenía más experiencia que ella misma en muchos temas.
-¿Qué te parece Cleo?
-Te queda hermosa, tengo que reconocerlo.
-Es como si estuviera hecha para vos. – comentó la vendedora que también la observaba.
-La llevo. – dijo Mary decidida.
La bruja que atendía el lugar y la desagradable adolescente en el otro probador se quedaron paralizadas. Cleo sabía que su amiga solía tener esos ataques de comprar compulsivamente, los conocía bien porque ella también solía ser víctima de los mismos.
Salieron del local con una gran bolsa.
-¡Es injusto! Yo también quiero comprar – se quejó Cleo.
-Es que no pude evitarlo, me enamoré de esta túnica.
-Estás un poco solitaria si de lo único de lo que te enamorás es de la ropa, y de los libros en ocasiones, lo cuál dejáme decirte que es más grave todavía.
-¡Al menos no me ando enamorando de cualquier persona que pasa por la calle!
-Te dije miles de veces que yo nunca estuve realmente enamorada. Sólo tuve, atracciones y mejores amigos con beneficios. Eso no quiere decir que me enamore de cualquier chico con el que estoy. Yo sé que cuando me enamore voy a ser devota a esa persona. Mientras tanto, una puede divertirse ¿O no?
-Tenemos ideas distintas de la palabra "diversión". Aparte, no es que no tenga ganas de enamorarme, es que todavía no apareció nadie con las cualidades que yo busco.
-¿No estarás siendo algo exigente? No podés pretender un hombre con las características de los personajes de esos libros que leés. Esos si son hermosos e ideales, pero no reales Lynn.
-¿Lynn¿Ahora soy Lynn?
-¡Sí! No estamos más en Argentina, así que hice tu apodo más inglés. Aparte todo el mundo te dice Mary, tenía que inventar algo más original.
-Bueno, como quieras. No busco algún personaje de libro, pero los hombres no pueden ser todos tan estúpidos. Yo quiero a alguien que me presente un desafío, un reto, no quiero un perro faldero. Quiero alguien que pruebe que me ama de verdad, que me haga sentir importante pero que a la vez no pierda la dignidad ni el orgullo.
-¡No puedo creerlo¿Encima decís que no estás siendo exigente¿Dónde vas a encontrar a alguien así? Andá preparándote para la soltería de por vida.
-Bueno… mejor vamos que tenemos que cenar. Mañana podemos salir a comprar más cosas.
-¡Si! Yo también quiero una túnica de gala, también algunos cosméticos, maquillaje, alguna planta para decorar mi habitación.
-¿No es un poco mucho¿Querés una lechuza también?
-No, con tu gato ya tengo suficiente.
Mary, o Lynn, como ahora su amiga la llamaba, soltó una carcajada y juntas se dirigieron a un restaurante que encontraron en una esquina. Allí comieron, entre charlas y risas. Después de pagar la cena, estaban cansadísimas. Volvieron y se acostaron. Tenían que dormir bien ya que mañana sería un gran día.
La luz de un brillante sol entraba por la ventana del cuarto de Lynn cuando se despertó esa mañana "¿Qué hora es?", pensó. Se fijó en el reloj pulsera que su amiga le había regalado cuando había cumplido sus 14 años, las once de la mañana ¡Tarde! Salió corriendo de la habitación, cruzó la sala de estar y golpeó con fuerza la puerta del dormitorio de enfrente, donde su amiga descansaba. Desde dentro, se sintió una soñolienta voz.
-¡No molestes!
-¡Son las once¡No vamos a poder recorrer ni medio Inglaterra si seguimos así!
La puerta se abrió. Allí parada estaba su amiga. Por el estado de su cabello, parecía que había metido los dedos en un cable de alta tensión. Tenía los ojos desorbitados y ojeras.
-Estás espantosa. – le dijo a Cleo.
-¡Gracias! Me lo dice alguien que luce como una estrella de cine – respondió la otra irónica.
Era verdad, Lynn también estaba horrible. Su pelo estaba igual o peor que el de su amiga. Su pijama estaba totalmente corrido, tenía los pantalones por la cintura. Además, estaban las ojeras y la marca de la almohada.
-Bueno basta, vamos a arreglarnos. Si es que se puede hacer algo con tu cara, el maquillaje es bueno, pero no hace milagros – dijo mordazmente la menor.
-¡Qué graciosa! Alguna vez te mencioné cuánto te odio.
-¡No me odies por ser hermosa! Nací así.
-Francamente, no sos hermosa, sos estúpida. – dijo la mayor entrando a su cuarto.
Las dos jóvenes salieron unos minutos después. Cleo llevaba puesta una remera amarilla. El conjunto lo complementaban una liviana campera negra y un jean ajustado. Lynn también traía un sweater, pero de color rosa y sin cuello. Usaba una bufanda de piel de conejo, una campera blanca, y un jean. Ambas traían sus cabellos, rulos y ondas, sueltos. Estaban muy hermosas, listas para llevarse las miradas de tantos ingleses apuestos como pudieran. Salieron a la calle, con sus carteras y las billeteras bien cargadas. El dinero que les habían dado sus padres no les vendría nada mal. A veces, ser miembros de familias con mucho dinero y conocidas podía convertirse en un suplicio pero, en esta ocasión, les agradaba y mucho.
Recorrieron varias tiendas. En cada parada, Cleo compraba algo, lo que fuera. No sólo para ella, sino que veía algo que le hacía recordar a alguien, y lo compraba.
-Se supone que los regalos se compran al final del viaje – le dijo Lynn a su amiga en el Emporio de las Lechuzas mientras la mayor veía una linda rana para su primo.
-Es que cuando veo algo perfecto para alguien, no puedo perder la oportunidad de comprarlo. Es más fuerte que yo.
-¡Vas a gastarte todo el dinero!
-Tenemos de sobra para comprarnos el callejón entero. Aparte ni con todo lo que compre hoy voy a alcanzar una túnica de 300 Galeons.
-¡Basta con ese tema! Ya te dije que fue un enamoramiento.
-Odio que seas así de testaruda. Siempre tenés que lograr lo que querés, sin importar lo que los demás piensen. Tenés que aprender que el fin no justifica los medios.
-¡Ahora me das clases! – dijo la menor indignada.
-¡Puede ser que no aceptes perder una discusión! Sos tan terca. ¡Sólo un testarudo como vos va a poder soportarte¡Y van a estar todo el día peleando!
-No necesito tus consejos de amor, ni de personalidad. Me gusta mi forma de ser, con virtudes y defectos. – le respondió Lynn a su amiga.
-Está bien, no voy a meterme en ese tema. Usualmente te haría enojar, pero ahora quiero comprar. – dijo Cleo sonriendo.
Salieron de la tienda. La mayor no había querido la rana así que ahora ansiaba conseguir otro regalo para su primo. Cruzaban una calle cuando sintieron una voz que decía algo que les llamó al atención de sobremanera
