Disclaimer: Los personajes le pertenecen totalmente a Rumiko Takahashi. La reina es propietaria de los lugares, del pozo y la historia general. Yo solo modifique un pequeño hilo en la historia.

Prólogo.

La sensación del fuego recorriendo mis venas, transformando mis venas en hierro fundido, el dolor, el peor que haya sentido hasta este momento, Kagome Higurashi se podría decir que es una chica normal sino la ves en este momento, retorciéndose de dolor, sintiendo el liquido inyectado en una vena cuidadosamente ubicada, recorriendo sus venas, llegando a su corazón, no podía aguantarlo, era demasiado. Pero aun así, quiero ver una ultima vez a Inuyasha, esa simple frase podía darle fuerzas para seguir soportando semejante dolor, sentir sus huesos romperse y curarse en segundos, sentir que se queda sin aire, la desesperación de no poder ver luego de que se le administro la inyección.

Puede escuchar como alguien destruye algo, sonó como si hubiese explotado y ella inmediatamente pensó en Inuyasha, hacia días había descubierto, que si no pensaba en el dolor en todo su cuerpo podía soportarlo mejor, y era mucho mejor si dedicaba toda su mente a Inuyasha, en pensar que él llegaría a rescatarle, que podría estar juntos, que él no la había abandonado como había insinuado aquel hombre de traje negro. Tenia que luchar, soportar el dolor, lo soportaría por su amor.

"Deberías rendirte, sabes que no puedes soportarlo, quieres descansar, quieres que termine" hay momentos en los que la voz habla, en otras puede sentir que esta allí, mayormente cuando el hombre de traje quiere diversión, nunca le ayuda, solo le habla y no la distrae del dolor hablándole, solo observa, y se puede sentir en el aire el placer sádico de el hombre y el de la voz, femenina, hay que aclarar.

"Si es lo que quieres, deberías empezar a contar" el grito fue desagarrado, el sentir como te desgarran, como te destruyen, como pierdes cada día un poco más de tu ya dañada cordura.

-Ya estas contando-había empezado a hablar, cuando habla es solo para torturarla psicológicamente, destruir su mente y ver cuanto aguanta.

-novecientos... noventa y... tres, novecientos... ochenta y... seis-desde que el hombre de traje había visto que se desmayaba en medio del dolor había ideado una técnica, la obligaba a contar hacia atrás desde el mil restando siete.

No había vuelto a desmayarse, sabía que para descansar tenía que morir y se negaba a descansar, no sin ver antes a Inuyasha. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que Kagome había visto al hanyou.

Habían terminado de exterminar a un demonio algo débil, y los aldeanos les insistieron a quedarse, Kagome estaba preocupada, tenía que volver a su época, una muy importante evaluación de literatura la estaba esperando, tenia que estudiar y presentarse a rendir.

Así espero a que Inuyasha terminara su tazón de Ramen, siempre estaba de buen humor al terminar de comer, si quería pedirle algo este era el momento adecuado. Espero pacientemente que terminara, soporto los comentarios pidiéndole que dejara de cocinar y le diera todos los días Ramen. Hasta que el momento llegó, Inuyasha vio que no había más Ramen y se dio por satisfecho.

-Inuyasha, puedo pedirte algo?-cuando Kagome dijo pedir el hanyou la miro sospechosamente, parecía saber que quería la chica, pero aun así dejo que siguiera hablando.

-Debo volver a mi casa, solo estaré unos días-habló rápidamente, no creía ser capaz de irse sin dejar a Inuyasha por los suelos pero al menos debía intentarlo.

Pues, obviamente, Inuyasha no quiso dejarla ir, puso de excusas que Naraku estaba cerca, que tenían que buscar los fragmentos, que debía quedarse, y como había pensado Kagome no fue hasta que uso el conjuro que pudo irse.

El dolor volvió, parecía que el hombre de traje estaba vigilandole, para saber en que momento podría sorprenderla, parecía disfrutar como Kagome se sorprendía al ser despertada por el dolor, llegar de golpe. Otro dedo salió, y el dolor insoportable al inicio fue un poco menor.

-Kagome, parece ser que estar acostumbrándote al dolor, tendré que cambiar mis métodos?-aunque preguntó, era más que obvio que no escucharía sus sugerencias.

Aun sabiendo que el dolor era menor, el hombre de traje siguió con la sesión del día, y al irse prometió tener los nuevos juguetes para no aburrirse.

No podía aguantarlo, pero debía, por Inuyasha, por sus amigos, para derrotar a Naraku, debía aguantar todo, y aunque no podía escapar, ya que estaba encadenada de pies y manos a una silla, no estaba bien alimentada, se le notaban mucho los huesos de las costillas, y las mejillas habían desaparecido, pálida, con ojeras, llena de cicatrices, pálida y con las uñas de las manos y los pies ennegrecidas, Kagome solo podía sentir las cicatrices pero tampoco le importaba mucho ver el resto de su cuerpo, no quería bajar su poco autoestima.

Con solo verla podrías ver lo cansada que estaba, sus lagrimas secas, su sangre goteando, no podías saber la hora, pero debía ser tarde ya que Kagome se durmió, no podía seguir despierta, su cuerpo pedía a gritos dormir. No quería dormir, al dormir solo tendría pesadillas.

Solo espero que Inuyasha no me haya olvidado.