Aviso que este fanfic no es muy convencional. Aunque parezca que no tiene nada que ver con Harry Potter, si os tomais la molestia de leer los dos primeros capitulos vereis por que. Y bueno no se que mas decir solo que gracias por leer y comentad si os gusta y si no... tambien ^^XD
Capítulo 1: La calma antes de la Tempestad
- Cualquier día de estos tiraré el despertador
Lunes otra vez. Despues de 15 años de los mismo debería estar acostumbrado . Haciendo uso de toda mi fuerza de voluntad me tiro al suelo . Sé qe es un rudo método pero es lo único capaz de hacerme mover un lunes por la mañana.
Me miro en el espejo y me asusto. Mi pelo parece una fregona. Voy al baño e intento hacer lo qe pueda con él. Me gusta: largo castaño y con algunos mechones rubios heredados según me han dicho de mi padre.
Después de desayunar me cepillo los dientes y me pongo los primeros vaqueros que encuentro. Al mirar por la ventana veo las nubes amenazadoras llegando desde el mar, así que me meto una sudadera y me pongo los tenis que deje tirados anoche.
¿he dicho ya que odio los lunes? En las pelis la gente tiene Física a primera, pero yo no. Yo tengo algo definitivamente peor y no os podéis imaginar cuán terrible es si no lo habeis vivido. Matemáticas. Como vuelva a ver una X que espera ser despejada me suicidaré.
Entro en clase y se me olvidó hacer la tarea. Menos mal que el profesor ya está acostumbrado a que nadie haga sus 3 hojas de ejercicios.
Me siento con una chica que conocí el año pasado. Estuvimos juntos en el colegio pero dio la casualidad que tuve que tropezarme con ella en un pasillo para hablar le por primera vez. No desaprovechamos una ocasión para bajarnos la autoestima mutuamente. Es bastante normal: pelo moreno liso con ondulaciones en las puntas, no muy alta, delgada y con una tez bastante pálida (o de porcelana como prefiere llamarla ella). Tiene el cuerpo que toda gótica desearía sin embargo no puede ser lo mas contrario a una de ellas: monta a caballo, se pasa horas en el salón escuchando música clásica y leyendo novelas, viste con ropa elegante y por supuesto tiene un zoológico en su casa. Es extraño que me lleve con alguien así, o incluso que ella se lleve conmigo, pero bueno en mi vida las cosas no son muy lógicas.
El profesor nos reparte las libretas que nos pidió para corregir antes de las vacaciones de Semana Santa. ¿Son cosas mías o su cara tiene un brillo especial? Me entregó la mía y se quedó esperando a que la abriese. Al mirar a mi compañera me di cuenta de que había algo de lo que ella se percató y yo estaba pasando por alto. El profesor permanecía impasible invitándome a abrir el cuaderno y ante la falta de alternativa, eso es lo que hice. En la primera página vi las caricaturas que habíamos hecho durante una hora libre. En ellas se mostraba al profesor yendo por un cementerio abasteciéndose de ropa como si fuera un centro comercial (teníamos la teoría de que conseguía esa ropa tan horrible robándosela a los cadáveres de los vagabundos). Se me cayó el mundo encima. Hubiera preferido estar en medio de la sabana con una manada de leones corriendo tras de mí antes que permanecer un instante más en ese lugar.
El maestro seguía mirando con una sonrisa diabólica mientras mi compañera al igual que toda la clase me miraban como si me hubieran descubierto un tumor. Jamás olvidaré la mezcla de estupefacción y de compasión en la cara de mis compañeros cuando el profesor dijo:
-Muy ocurrente los dibujos. ¿Qué tal si desarrollas tu creatividad en mi despacho después de clase ayudándome a ordenar los trabajos?
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Me está mirando, juro que lo está haciendo. Como no cambie esta cara de estúpido la voy a asustar. Intento que no se me note el cúmulo de sensaciones que expresa mi cara, pero mi cuerpo dejó de responderme hace ya tiempo. Oh dios el corazón nunca me ha latido tan rápido. Como no venga a darme una bofetada por mirón, me dará un paro cardíaco de la emoción.
-Hola
-(di algo) ho…..ooooo…oooo( algo mejor, gilipollas)
-¿Tienes nombre?- dijo con la sonrisa mas encantadora que he visto en mi vida
-Ga…Gabriel. Me llamo Gabriel Vendôme- menos mal que me salvo de ese interminable saludo
-soy Annelisse Heilige, pero la gente me llama Anne o Liz o… bueno llamame como te apetezca- ¿he dicho ya que es demasiado maravillosa para ser real?
-¿ Y que…que querías?- ¿qué que quería?¿soy imbécil o qué?
-Soy nueva en la ciudad y me preguntaba si…bueno si no te importaría…no se... enseñarme algunos sitios, y cosas así
-¿Yo? Pero si…
-Si no quieres no pasa nada- dijo con una cara que interpreté como de decepción
-Oh no por supuesto que si.
Pasamos la siguiente media hora ordenando los archivos del profesor y riéndonos sin parar. Es increíble la cantidad de papeles que puede acumular un profesor en 5 años de enseñanza, pero después de todo, tendré que agradecerle a este capullo haberme dado la mejor media hora de mi vida.
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Si no quedasen solo dos días para el viernes (y pasar toda la tarde con Anne) no podría aguantar el interminable sufrimiento que son las clases de gimnasia. Nos pasamos toda la hora corriendo, haciendo abdominales, flexiones… Según el profesor debemos estar preparados: nunca se sabe cuando un asesino nos perseguirá o cuando nos podemos ver envueltos en una persecución de la que solo nuestra fuerza y agilidad nos puede salvar y blablabla.
Hoy me tocó recoger el material así que llegué al vestuario cuando todos se habían marchado. Ya me había hecho a la idea de que estaría solo, por eso me sorprendió tanto ver a alguien todavía dentro.
Era un chico que conocía desde hace ya un par de años. Atlético, alto, inteligente, guapo y algo callado. al igual que yo no esperaba compañía. Estaba sin camisa y con las manos en la cara.
-¿ qué haces aquí tan tarde?- la voz le temblaba un poco y tenía los ojos rojos
- Me tocó ayudar al profesor a recoger el material…oye, ¿estas bien?
- Si…-dijo mientras se pasaba las manos por la cara para enjuagarse las lágrimas- en serio estoy bien. Será mejor que me vaya ya
- Si… por supuesto
Por alguna extraña razón verlo tan mal me rompía el alma. Alejé ese pensamiento de mi cabeza y me disponía a meterme en la ducha cuando vi que se le cayó un bolígrafo. Me agaché a recogerlo y al parecer él también se dio cuenta de la pérdida y me imitó.
Alargué la mano para coger el bolígrafo y al hacer lo mismo, la suya quedó encima de la mía. Miré al frente y descubrí su cara, aún con rastros de las lágrimas, muy cerca de la mía. Me perdí en esos ojos pardos enrojecidos por el dolor y mi corazón empezó a latir con tanta fuerza que parecía a punto de salir despedido de mi pecho. Acercó su rostro lentamente hasta el mío, hasta que pude oír su agitada respiración.
Nuestros labios estaban a punto de rozarse cuando el momentáneo tarareo del profesor dirigiéndose a su despacho nos devolvió a la realidad. Estaba muy agitado para pensar y aunque no lo hubiese estado mi cabeza no era capaz de procesar todo lo que había pasado y elaborar un pensamiento coherente.
Nick cogió su bolígrafo, y mirando hacia el suelo con las mejillas coloradas se despidió de mi con un titubeante adiós. Yo por mi parte no era capaz de moverme y me quedé tirado en el suelo con la espalda apoyada en la pared mirando al vacío hasta que el inoportuno profesor me avisó de que saliera porque iba a cerrar
