Disclaimer: Los personajes de Candy Candy no me pertenecen, son creación de la novelista Kyoko Mizuki. Esta historia se basa en la temática del libro "Sólo el amor es real" del Doctor Brian Weiss. NO es una adaptación.

Advertencia: Esta es una historia de universo alterno, debido a la trama, la personalidad de los personajes de Candy puede variar un poco.

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He estado antes aquí.

pero no sabría decir cuándo,

conozco la hierba que hay más allá de la puerta,

el aroma sano y penetrante,

el rumor acompasado, las luces de la costa. Habías sido mía antes,

no puedo decir cuánto tiempo hace de ello; pero justo cuando te giraste

para ver volar la golondrina,

un velo cayó y lo supe todo de los tiempos pasados.

DANTE GABRIEL ROSSETTI.

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Capítulo 1

¿Hacerlo o no hacerlo? He ahí el dilema. En toda su carrera de médico y más específicamente como psiquiatra, Michael Dillman no había visto nada igual y, aunque esta todavía no era muy larga, sí lo suficiente para haber tenido las experiencias que le avalaran para decir que aquel suceso que estaba ante sus ojos era extraordinario. Es por eso que miró con cierto recelo la agenda del día siguiente. Ahí estaban ellos, uno tras el otro.

Mientras se daba pequeños golpes en la frente con la mano empuñada recargado sobre el escritorio de su consultorio, se seguía debatiendo entre si hacía bien o mal en colocarlos de esa manera. Le había dicho a su secretaria, Maggie, que de manera intencional, le diera al señor Ardley la siguiente cita después de la señorita White o viceversa. Quería probar si su teoría tenía una buena base como para pensar que lo que había ido aconteciendo durante las últimas diez semanas tendría algún final común o no.

De ser la respuesta positiva, estaría contemplando algo insólito que tambalearía seriamente su carrera, sus bases científicas pero sobre todo, su vida. Si no fuera así, sólo corroboraría lo que ya sabía: que el ser humano es un ser perecedero y que muchas cosas que se creen acerca de la posibilidad de la inmortalidad no son más que un producto fantasioso que fabrica la mente con el fin de buscar ansiosamente la mínima posibilidad de la posteridad. Y eso, le daría paz.

- ¿Qué pasa, Michael?

La voz de su colega en el hospital, Patricia O'Brien, le sorprendió al punto que pegó un respingo que por poco le tumba del asiento.

- ¡Oh, perdón!- dijo, divertida –No pensé que estuvieras tan concentrado en lo que sea que estés concentrado.

- Anda, ríete- le respondió serio, cruzando los brazos sobre su pecho.

- Lo siento- volvió a repetir, riendo - ¿Dime, qué te sucede? ¿Te puedo ayudar en algo? Te veo muy pensativo o ¿preocupado?

Sin dejar de mirarla, inclinó su espalda hasta pegar con el respaldo del asiento y puso sus brazos atrás de la cabeza.

- Sí, tal vez puedas ayudarme, dime Patty ¿qué piensas de la reencarnación?

- ¿Reencarnación?- se sorprendió por la pregunta – Bueno, sé que es una creencia oriental acerca del supuesto retorno de las almas…

- No, no, no- le interrumpió –No te estoy preguntando si sabes qué es, mi pregunta es: ¿qué piensas de eso?

- No creo en ello…-titubeó - Más bien, no lo sé.

- No contestas lo que te pregunto- espetó impaciente, echándose hacia adelante, ella frunció el entrecejo – Muy bien, te cambiaré la pregunta ¿Qué pensarías que yo, Michael Dillman, graduado con honores de la escuela de medicina de Columbia y especializado en psiquiatría en Harvard, ahora jefe del Departamento de psiquiatría del hospital St. Joseph en Chicago, te dijera que posiblemente estoy a punto de comprobar si eso puede ser verdad?

- Aparte de pensar que eres un estúpido arrogante por sacarme todas tus credenciales, te diría qué o te estás drogando con los fármacos equivocados o te estás volviendo loco.

Rió por la ocurrencia de su querida amiga. Ella sonrió pero frunció el entrecejo nuevamente esperando alguna respuesta de réplica.

- Si no me volví loco cuando estuve en el hospital militar en la guerra de Irak, menos ahora.

Puso los ojos en blanco y soltó un bufido de desaprobación por su conocida arrogancia.

- ¿Me vas a decir qué diablos te pasa?- cuestionó, ya un poco exasperada por el misterio.

- Sí, te lo voy a decir por dos motivos: uno, porque eres mi mejor amiga y cierto es que también la mejor colega que he tenido y espero tu ayuda y dos, porque realmente tengo que contárselo a alguien…

- ¿Antes de que te vuelvas loco?

Asintió con un mohín.

- ¡Genial! ¿tú, loco? esto me interesa, soy toda oídos- exclamó entusiasmada, tomando asiento en la silla frente a él.

- Espero que dispongas de tiempo porque es un poco largo.

- De hecho venia invitarte a almorzar. Stear ha salido de la ciudad a un congreso de robótica y no me gusta comer sola.

- Le diré a Maggie que nos traía algo, se trata de unos pacientes y no quisiera que saliera de aquí.

Aprovechando que ella había tomado una llamada de su esposo Alistair, llamó a Maggie para encargarle un par de ensaladas con pollo, cuatro botellas de Perrier y dos pasteles de limón de su restaurante favorito. También le pidió que no los interrumpieran durante las siguientes dos horas a menos que fuera una emergencia

- Hace un año- comenzó a contar cuando ella volvió después de su llamada – Tuve una paciente llamada Jude, ella vino a verme por un cuadro de depresión severo. Como ni los medicamentos, ni la psicoterapia le habían ayudado, le sugerí que probáramos terapia de regresión con hipnosis.

- Muy buena alternativa. Y para eso tú eres el mejor.

- Gracias- le dijo, con una sonrisa orgullosa -El caso es que durante el estado hipnótico ella comenzó a hablarme de unos supuestos recuerdos que al principio me costó creer y me sigue costando creerlos.

- ¿Qué tipo de recuerdos? No es tan común que se fantaseé en un estado hipnótico sobre todo si es bien llevado.

- Pues ella empezó a hablarme de algunos lugares que me aseguró jamás había visitado, pero lo extraordinario de todo es que no eran en tiempos actuales. Ella me hablaba de sucesos de hace cincuenta, cien, quinientos o más años atrás.

- ¿Cómo? – se rió- Pero eso no puede ser, quizá mezcló algunos recuerdos con cosas que leyó o vio en una película ¿Qué sé yo?

- Me acabas de decir que eso no puede ser, si es una sesión bien llevada…

- ¡Por Dios, Michael! La mente es muy poderosa.

- Te doy toda la razón pero espera, lo más extraordinario no es eso- continuó –Se puso interesante cuando tras recordar algunos de estos sucesos del pasado muy lejano donde enfrentaba tristeza o sufrimientos, ella fue sanando. Hace seis meses la di de alta y no ha vuelto y por lo que sé está muy bien.

Patty lo miró incrédula.

- El mismo gesto que tienes ahora, lo tuve durante algunos días, por qué eso podría significar o que yo era un verdadero fracaso en la hipnosis e incluso como psiquiatra o que estaba ante un hecho complemente inusual. Así que, para quitarme algunas dudas, me di la tarea de investigar algunos de los lugares o hechos que me describió. No logré investigar todo pero lo que me di la tarea de indagar resulto que era cierto.

- No puede ser…- dudó – Quizás de alguna manera te has sugestionado.

- Te aseguro que no es así. Te lo mostraré.

De un cajón de su archivero, sacó las cintas magnetofónicas de las terapias que había grabado, y el expediente de Jude junto con las anotaciones de la investigación que había hecho por su cuenta de todas las referencias que su paciente le había proporcionado en terapia. Ciudades, fechas de eventos, nombres de personas, cada una de ellos con notas, antecedentes y sustentos que corroboraban los datos

Al cabo de una hora de escuchar las cintas (que fueron grabadas bajo conocimiento y permiso del paciente) y mirar algunos datos, Patty miraba pensativa su ensalada de pollo sin consumirla. Un par de veces intento decir algo pero se interrumpía con algún pensamiento que se le venía a la cabeza.

- Vamos, suéltalo- le ayudó a que se animara a que dijera eso que no se atrevía.

- Es interesante, sin duda. Cierto es que algunas veces suceden cosas que aun con los conocimientos actuales todavía no se pueden explicar pero, con todo, a esto no le veo suficiente sustento como para que ahora mismo me digas que empiezas a creer en la reencarnación o asegurar que existe. ¿Es eso lo que te sucede? ¿Tienes algún tipo de deliberación religiosa?

- No, lo que me sucede es aún más complejo. ¿Qué pensarías…

- ¡Para, para! – interrumpió, moviendo la palma de la mano frente a su cara - ¿Otra vez "qué pensarías"? me estás asustando.

- ¿Qué pensarías- continuó, ignorando su queja – Si te dijera que parece que estoy ante el mismo fenómeno pero ahora de una forma más compleja?

- ¡¿Cómo?!- dijo, dejando caer los hombros.

- Y eso es lo que me tiene si no preocupado por lo menos muy confuso.

Michael abrió la segunda botella de Perrier y le dio un largo trago mientras Patty lo miraba expectante, evidentemente esperando que continuara.

- Antes de continuar, quisiera que me dieras tu palabra de no solo amiga, sino también de profesional que lo que te voy a decir es estrictamente confidencial.

- Me ofendes- espetó, molesta.

- Lo siento, pero necesito que me lo jures.

- Está bien, te lo juro, y lo hago porque me has pedido ayuda y quiero hacerlo. De otra manera no te escucharía.

- Te lo agradezco… mucho- le guiñó el ojo -Hace poco más de un mes, en los pasillos del hospital me encontré con una enfermera que conocí antes de irme a la guerra y hace mucho tiempo no veía. Ella es una chica muy atractiva y me dio gusto encontrarla pues a pesar de que la vi una sola vez me interesó mucho. Lamentablemente para mí y digo esto porque tenía un interés genuino por ella, me pidió una cita profesional pues pasaba por un mal momento, en concreto, la pérdida de un familiar. Traté de canalizarla contigo pero se negó en redondo porque te… (-conoce- pensó.) …porque una amiga suya me recomendó ampliamente, pues yo la había ayudado a salir de su depresión con hipnosis a través de terapia de regresión, sospecho que esa amiga es Jude.

- No veo mal que te haya recomendado si es que obtuvo resultados positivos. ¿Temes que se repita la experiencia o que ella esté sugestionada? Creo que las posibilidades de que suceda otra vez lo que paso con Jude son escasas.

- Pues no lo son, porque ha vuelto a ocurrir. Pero no sólo eso, lo mismo está ocurriendo con otro paciente.

- ¿Qué?

- Veras, casi al mismo tiempo que esta enfermera me pidió la cita, empezó a venir un hombre joven cuya hermana murió hace unos meses y era la única familia cercana que le quedaba. Estaba devastado cuando llegó.

- Oh, como el tío de mi marido. Acaba de perder a su hermana hace poco, le recomendé contigo, por cierto.

- Gracias- le dijo, y se giró un poco desviando la mirada para que no evidenciarse que efectivamente se trataba del tío de Alistair – ¡El caso es que con ellos dos está pasando algo increíble!- Michael se quedó pensativo.

- ¡Caramba! ¡ya dime qué es!- le gritó, exasperada por la pausa que hizo.

- Ellos no se conocen, hasta donde sé, nunca se han visto, no hay ningún lazo que los una, sin embargo, a medida que han venido a terapia y me han revelado sus respectivas vidas, una vez que entramos en hipnosis no solo han tenido experiencias de regresión más allá de la infancia o el útero, si no que han ido más atrás y, encima, ambos por separado me han revelado vivencias o recuerdos absolutamente similares. Como si cada uno me contara su lado de la historia de una misma experiencia.

- ¡Por Dios!

- Al parecer, y por lo narrado en sesión, estos pacientes han sido pareja repetidas veces, es por eso que hay un supuesto vínculo que los une. A raíz de esto, ellos han mejorado mucho y pareciera que los respectivos duelos han pasado a segundo término y ahora el motivo de la consulta fuera rebelar más uno del otro. Como si se buscaran.

- Eso no puede ser Michael- negó con la cabeza – Puedes atribuírselo a un inconsciente colectivo.

- Es lo mismo que pensé, pero no estoy hablando solo de símbolos, ni arquetipos Patty, ¡si no de supuestas vivencias completas!

Patricia lo miró azorada.

- Mira esto- le dijo, acercando unas hojas con algunas notas de ambas terapias. Ella leyó en silencio y después se quedó meditativa – Como ves, las experiencias son casi iguales, si no es que es la misma, pero entre una y otra narración hay una semana de diferencia, mira las fechas.

- Increíble…- murmuró -¿Tienes las cintas?

- Sí.

- ¿Podría… podría escucharlas?

Aunque le sorprendió la petición, aceptó de buena gana. En lo que preparaba las cintas de audio adelantándolas para que no oyera los nombres, pues ella los conocía a ambos, Patricia hablo a su secretaria y le pidió que cancelara todas las citas que tuviera. Michael tenía la tarde libre pues ese día lo ocupaba para ir a nadar, pero no había ningún problema si no lo hacía en esa ocasión.

- ¿Y esto es lo que te preocupa?- le preguntó, tomando un poco de agua, alistándose mentalmente para escuchar la cinta.

- No, lo que más me preocupa es lo que voy a hacer.

- ¡¿Lo que vas a hacer?!

Suspiró pesadamente antes de responderle.

- Pienso… pienso que si todo esto tiene un ápice de ser verdad, si ellos se ven seguro se reconocerán. Es por eso que intencionalmente he puesto una cita inmediatamente después de otra para que se encuentren.

- ¡Oh, Michael! ¿y eso que significa?

- Lo que significa es que quiero confirmar una teoría o descartarla. Simplemente quiero respuestas. Uno de ellos se ira pronto del país y...

- ¿Y?

- Sé que estoy arriesgando mucho, mi credibilidad como médico, como persona… pero para mí esto es completamente nuevo. En realidad no sé qué hacer porque ¿Y si provoco un encuentro que no les convenga? Es decir, ella es muy bella y él es un tipo importante y no dudo en que se gusten de por sí…pero si no resulta me sentiré muy culpable por haberlos orillado a una relación a la que no están preparados, pero… ¿y si algo de esto es verdad y uno de ellos se va y no pueden encontrarse siendo que pueden ser esa persona que buscan? Que todos buscamos de alguna manera… Siento que juego con el destino ¿sabes? Todo esto me está trastornando- espetó agobiado, frotándose ambos ojos con las manos – y encima, ella me gusta- pensó desalentado.

Patty se acercó a él y le dio unos golpecitos amigables en un brazo.

- Escuchemos las cintas y después veremos que hacer ¿te parece?

Solo asintió con la cabeza.

Mientras Patty regresaba del servicio de damas para que analizaran las cintas, Michael recordó el primer encuentro que tuvo con Candy en aquella fiesta de despedida en su honor varios años atrás en casa de Eliza, la insoportable y coqueta amiga de su prima Daisy. Alistair, el esposo de Paty, quien todavía estaba soltero, estaba ahí junto con su hermano y la novia de este y formaba parte del grupo donde Candy se refugió toda la velada. Tan solo verla lo impactó, pues nunca había visto facciones tan delicadas y hermosas sobre una lozana y perfecta piel blanca. Su cabellera rubia que caía suavemente sobre los hombros en forma de rizos, parecía que en cada movimiento le invitaba a acariciarla. Pero, cuando ella lo miró con sus grandes y hermosos ojos verdes, quiso enseguida conocerla. Así que sin miramientos prácticamente le ordenó a su prima Daisy que los presentara aun con las protestas de su amiga que parecía no simpatizar con ella. Después de que los presentaron, congeniaron inmediatamente por sus profesiones. Hablaron largo rato y bailaron un par de piezas. Luego, tuvo la buena suerte de poder llevarla a su casa. Se despidió de ella con un casto beso en la mejilla y quedaron en comunicarse. Aunque intercambiaron direcciones de correo electrónico y números telefónicos, las labores del hospital en Irak no le permitieron mucho tiempo para el esparcimiento y después de un par de correos no pudo escribirle más y no la vio hasta el día que se la topó en los pasillos del St. Joseph. Para él fue una grata sorpresa encontrarla después de tanto tiempo, pues muchas veces la tuvo en el pensamiento mientras estuvo en la guerra. Nunca se lo había dicho a nadie, pero la realidad es que Michael estaba muy interesado en ese asunto porque había vivido con ella una experiencia similar, pues desde que la vio por primera vez, tuvo la sensación de que ya la conocía.