Disclaimers: Animal Strife no me pertenece, los derechos de los personajes y la historia van a mi amigo Fire Conejo, alias Boneless, de quien tengo permiso personal para éste fic, escrito por diversión sin esperar mucho a cambio. Eso sí, les recomiendo leer el comic para entender algunas cosas.

Animal Strife: Pasión Invernal

Era época navideña en Ciudad Borrow, y parecía que para Steve a cada rato se le hacía más difícil soportar la velada en la fiesta navideña de la familia Reidar, que el señor Brent había decidido armar tanto para su familia como para los miembros de la pandilla Wild Side, en parte para celebrar su victoria contra los Alfas seis meses atrás. Y si bien a la joven cabra le gustaba pasar tiempo con sus amigos y compañeros tenía un límite.

Ahora, lo que molestaba a Steve no era ver a la madre de Sean, Erika, tratando de convencer tanto a su ex-novio, el señor Brent, como a varios de los otros invitados varones, compañeros del equipo incluidos, para irse a buscar otro tipo de diversión (Steve ya tenía bastante establecido que fue de ella de quien su compañero conejo sacó su lado promiscuo); tampoco era ver a Little Candy intentando poner a Andy bajo el muérdago, de hecho el pequeño suertudo ya había presumido que era su plan desde el principio que la osa hiciera eso; e incluso toleraba que Bruno ya poco le faltaba para llevarse a Erika y a su propia madre a un cuarto para tener diversión propia, sin importarle al parecer que la canina mayor ya tenía un embarazo bastante avanzado (y naturalmente era de Bruno).

Lo que le molestaba era la escena que veía frente a él: Sean, rodeado por Lilly, su en -ese momento no tan- querida madre, y las seis conejas con las que el conejo se había metido y habían quedado en gravidez. Tres de las conejas eran prostitutas que Sean había conocido por Bruno por la celebración que hizo el equipo por derrotar a los Alfas, y las otras tres eran nietas de conocidos del buen abuelo John, con las que el conejo veterano básicamente había encerrado a su nieto hasta que quedaron premiadas.

Podía tolerar que Sean se metiera con seis conejas y las dejara encintas lo toleraba (era lo estereotípico de su especie), también podía aceptar que el conejo, demostrando mayor responsabilidad que su canino compañero de equipo, convenciera a su padre de dejar a las dos que eran menores de edad a quedarse a vivir con ellos hasta que nacían las crías, y hasta toleraba saber tanto que el buen viejo John tenía pensado repetir la idea en el cumpleaños catorce de Sean en febrero como que esperaba que el joven conejo se emparejara oficialmente con la mayor de todas, una coneja de unos veintitrés años (así es, veintitrés), debido que era nieta de un muy querido amigo suyo. Lo que le molestaba era lo casi extasiado que se hallaba "el roedor" con su situación actual.

No era secreto para algunos que Steve tenía un ligero (sí, seguro, ligero) enamoramiento hacia Sean, su madre lo sabía, Lilly lo sabía (y sorpresivamente para Steve a esta no le molestaba mientras no le quitara lo macho a Sean), y estaba casi seguro de que Andy y sus amiguitos lo sabían, y la verdad le preocupaba lo que ese trío de pequeñas mentes criminales no hubieran intentado usar eso en su contra.

La verdad era que el joven caprino llevaba desde que conoció a Sean ardiendo en deseo de ser poseído por el conejo, incluso durante el tiempo que clamaba odiarlo. Sí, lo reconocía, en ese entonces creía a Sean un pendejo terminal para el que todo se resolvía a golpes, pero era un pendejo terminal para el que todo se resolvía a golpes que estaba más bueno que el pasto y que deseaba cabalgar.

Steve no veía para qué negarlo, había estado con uno que otro chico antes, incluso se había valido del bajísimo coeficiente intelectual de Bruno para tener al perro en su interior, con la historia de que haciéndoselo incrementaba su propia fuerza, pero sólo le bastó lo ocurrido meses atrás, cuando su madre le reveló que sólo había aceptado acostarse con Sean para darle a él la oportunidad de aunque fuera probar la hombría del conejo, engañándolo para que se vendara los ojos y no notara que no era ella quien le daba sexo oral, para saber que Sean podría superar todo eso. Un deseo cumplido y la vez una frustración pues sabía que Sean lo dormiría de un puñetazo si supiera que fue él quien le comió la polla y no su madre.

-Hey, Stevie-y hablando del conejo del diablo, Sean se acercaba a él con una sonrisa de medio lado. Eso permitió a Steve volver apreciar que, en vez de ropa semi formal como él y casi el resto de los invitados, salvo Bruno, su madre y Erika obviamente, la idea de un atuendo de navidad para Sean, su padre, su abuelo y Andy constaba en camisetas sin mangas con el logo del gimnasio del señor Brent, jeans y chamarras para el frío. Y para colmo lo llamaba "Stevie", aún cuando Sean era perfectamente consciente de que Steve aborrecía ser llamado de esa forma.

-¿Qué deseas, Sean?-preguntó Steve, arqueando una ceja.

-¿No me puedo acercar a mi compañero de terapia y charlar con él?-preguntó divertido el joven experto en Fuerza.

-Tomando en cuenta los antecedentes, creo que yo tengo derecho de desconfiar de ti-señaló la cabra, aunque en el fondo agradecía que Sean se le hubiera acercado en primer lugar para que se uniera a Wilde Side.

-Bueno, si, sólo quería preguntarte si podrías acompañarme al piso de arriba-explicó el conejo, encogiéndose de hombros.

-¿Y como para qué?-preguntó Steve con sospecha.

-Ya verás-declaró el conejo, mientras empezaba a andar hacia las escaleras. Steve sólo rodó los ojos antes de seguir al conejo.

Mientras seguía al conejo hacia el piso superior, no pudo evitar notar que Lilly y Allen lo miraban con algo de picardía y diversión, misma que estaba plasmada en el rostro de Andy y sus amigos. Y para variar no veía a Bruno, la madre de éste, Bobby y a Erika por ninguna parte, y la verdad no le costaba imaginar donde se hallaban. Y tenía un mal presentimiento... respecto a Sean, de Bruno casi se lo esperaba. Finalmente llegaron al piso superior, y Sean hizo a Steve pararse bajo el marco de una puerta.

-Muy bien, ya estamos aquí, ¿qué quieres, Reidar?-preguntó Steve con ligero veneno en la voz. Sean esbozó una sonrisa ladeada que al otro no gustó para nada.

-Sólo quería hablar de algo importante-explicó el conejo, extrañando al otro chico.

-¿Sólo hablar? ¿Seguro que no quieres nada más?-preguntó Steve de lo más extrañado, queriendo más información de lo que quería el joven líder de Wild Side.

-Mira, Cabrita, estamos debajo del muérdago-señaló Sean, al parecer ignorando las preguntas de su compañero de equipo, y descolocándolo de paso.

La misma frase del conejo hizo que Steve levantara la vista de golpe, viendo que en efecto él y el otro adolescente se hallaban debajo del muérdago, y eso bastó para que los colores se le subieran de golpe a la cara. La verdad que no se esperaba un escenario tan bizarro como que él y Sean estuvieran bajo el muérdago.

-¿Qué cara…?-ni pudo terminar la frase cuando Sean de la nada lo tomó de la nuca y, aprovechando que había abierto la boca para soltar su exclamación, básicamente introduciéndole la lengua hasta la garganta en un apasionado beso.

El joven caprino la verdad tardó un poco en reaccionar, al principio intentó hacer que Sean lo soltara y se alejara, pero muy contra su propio sentido común empezó a corresponder, acariciando los peludos hombros del conejo, cosa que éste aprovechó para dirigir sus manos hacia los glúteos de la cabra, los cuales estrujó con fuerza, haciendo que Steve gimiera dentro del beso, cosa que permitió a Sean explorar más adentro de la boca de su compañero. Finalmente faltó el oxigeno y los dos jóvenes se separaron. Sean volvió a esbozar una medio sonrisa arrogante antes de volver a estrujar con fuerza las nalgas de Steven, consiguiendo otro gemido de parte del experto en Fuerza.

-Sabía que éste trasero se me hacía familiar-declaró el conejo divertido.

-¿De qué hablas?-preguntó el rockero confundido, volviendo a soltar un gemido al tiempo que el conejo le daba otro fuerte apretón en sus glúteos.

-Cuando tu madre y yo lo hicimos, ella me pidió que me vendara los ojos para mamármela, además de prometer evitar agarrarle las tetas-empezó a explicar el líder del Wild Side.

-¿Me sacaste de la fiesta para presumirme que te tiraste a mi mamá?-preguntó Steve, sintiendo un nudo en la boca del estomago. Sean en respuesta sólo soltó una risilla.

-Steve, no hace falta que te hagas el inocente, sé que estuviste ahí-declaró el joven conejo.

-Sí, claro, según tú querría ver cómo te tirabas a mi mamá-declaró el joven caprino, empezando a enfadarse por la insistencia del otro joven.

-Sé que estuviste ahí, porque reconozco estas nalgotas como las de la persona que me la comió, y sé que no era el de tu madre porque se lo agarré mientras ella me cabalgaba, y noté que era distinto-declaró, dándole otro fuerte estrujón a los glúteos del otro chico-dime, Stevie, ¿te gustó el sabor de mi leche?-preguntó entre divertido y excitado, pues la situación empezaba a calentarle a él también.

-Sean…-gimió el rockero, sintiendo como su hombría empezaba a despertar ante las rudas caricias del otro chico.

-Veo que te gusta cómo te toco, ¿verdad, Stevie?-dijo el conejo divertido-¿sabes una cosa?-preguntó de pronto, mientras volvía a acercar su rostro al del caprino.

-¿Qué cosa?-preguntó Steve aún confundido por la situación; ni había notado que durante el beso Sean lo había atraído al interior de su habitación, y ahora la única salida, la puerta, la bloqueaba el joven líder del Strife.

-La verdad me gustó cómo me la mamaste, saliste mucho más talentoso que tu mamá, y eso que ella me la ha comido varias veces-señaló el conejo, sonriendo de medio lado al recordar sus varios encuentros con la cabra mayor.

-¿Todo esto sólo para seguir presumiéndome que te tiras a mi madre?-preguntó Steve, ya fastidiado por la insistencia del conejo por el tema.

-No, todo esto para hacerte saber que ésta vez no me conformaré sólo con una mamada-declaró, mientras dejaba caer sus jeans y su bóxer, dejando al aire su nada despreciable miembro viril, dejando boquiabierto al otro chico.

No era la primera vez que el otro chico se encontraba con el miembro del conejo, ya lo había visto aquella ocasión en que tuvo la oportunidad de probarlo, pero Steve estaba seguro de que esa sería la única vez que tendría el miembro de Sean cara a cara, y ahora lo volvía a tener completamente a la mano. Sean soltó una risilla al ver la expresión del otro chico.

-Veo que tendré que tomar las riendas yo mismo-dijo el conejo divertido, mientras se sacaba el pantalón y el bóxer, quedando de cintura para abajo nada más con sus tenis, cosa que aprovechó para ponerse frente a Steve, con su mano en su cabeza hacerlo agacharse y sin siquiera una advertencia meter su falo en la boca de la cabra hasta estar seguro de estar tocando su garganta.

Steve no sabía que era más impactante, si volver a tener el miembro del conejo en la boca o haber oído que esta vez no le bastaría sólo con una felación, por eso cuando el otro experto en Fuerza empezó a bombear con sus caderas le tomó unos instantes acostumbrarse al ritmo. Si bien al principio fue un poco incomodo sentir como la punta del miembro del conejo tocaba su garganta cada que entraba, al final acabó acostumbrarse a estarle practicando sexo oral al otro chico. Y escuchar a Sean gimiendo por tener su pene en la boca de Steve aumentaba la excitación.

-Muy bien, cabrita, basta de mamadas-declaró el Fuerte mientras hacía a la joven cabra separarse de su miembro y levantarse, antes de hacerlo darse vuelta y empujarlo contra la cama, y acto seguido bajarle el pantalón y el bóxer.

-Sean…-Fue lo único que alcanzó a decir Steve antes de sentir de improviso como dos dedos se introducían en su entrada, antes de empezar un bombeo que lejos de molestarle le encantaba, más cuando los dedos bastante experimentados del conejo rozaban cierto punto sensible de su interior.

-Veo que te está gustando cómo te trato, ¿no es así?-preguntó divertido el conejo, mientras enterraba sus dedos hasta los nudillos en la entrada del caprino.

-Sean… por favor…-llegó a rogar el guitarrista, sacándole una risita al peleador nato.

-¿Quién lo diría? Ya estas rogando-dijo el conejo divertido, introduciendo sus dedos con fuerza hasta los nudillos una última vez antes de sacarlos del interior de Steve, y acto seguido apuntó la punta de su hombría en la entrada del otro chico.

Lo que Steve no se lo esperaba, y de hecho le acabó encantando, pues Sean agarró su cintura y de un golpe introdujo toda su hombría en su interior, llegando a golpear su punto sensible en el proceso. Steve vio estrellas en ese instante; tener la polla de Sean metida hasta la garganta no llegaba ni lejos a tenerla tan adentro en su interior.

Ni bien sintió toda la virilidad del conejo en su interior, éste empezó con un vaivén que resultaba delicioso y llenador para el caprino. La verdad ni le había dolido la fuerte intromisión que había hecho Sean en su interior, ya que si bien era la más gruesa que había tenido hasta ahora en sus entrañas, no era la primera que había recibido, y tanta practica lo había preparado para ésta situación en particular.

Lo que no se esperaba era que el Experto en Fuerza, además de penetrarlo con fuerza, agarró con mano de hierro su miembro y empezó a masturbarlo; él pensaba que Sean para calentarse imaginaría que copulaba con una chica, manteniendo sus manos en sus caderas y evitando tocar la virilidad de la cabra.

-¿Te gusta cómo te lo hago, Stevie?-preguntó el conejo divertido. Steve sólo pudo soltar un fuerte gemido cuando Sean apretó fuertemente su pelvis contra su entrada, tocando de lleno su punto sensible al hacerlo.

-¿Alguien escuchó eso?-preguntó Bobby desde otra habitación. Al joven toro por un momento le pareció oír un gemido masculino.

-Debió ser tu imaginación, Bobby-dijo Erika, mientras ella y Rita se tomaban turnos para probar el enorme falo del bovino.

-Sí, yo sólo nos oigo a Erika y a mí disfrutando de un par de sementales-declaró la canina, aprovechando que la coneja había reclamado su turno con el miembro del toro.

-Y qué sementales les toco, mami-declaró Bruno, mientras alternaba entre penetrar a su madre y de dedear a Erika y viceversa.

-Yo aún insisto que escuché algo-declaró el joven empleado de Brent, seguro de que había escuchado algo, pero se quedó sin palabras cuando vio a Erika sentarse en su regazo.

-¿Qué tal si usas esa boquita para algo mejor que pasártela con tus conspiraciones, nene? Que esta chica quiere ver que tanta buena es tu Resistencia-declaró la coneja con picardía, pues quería aprovechar que Rita se había ensimismado en copular con Bruno para tener su oportunidad de tener sexo con el toro.

Mientras ésta pequeña orgia tenía lugar, Sean y Steve ya tenían un pequeño rato copulando, y la verdad a tales alturas el joven músico ya tenía los circuitos fritos, concentrado más en lo bien que se sentía tener al conejo bombardeando con fuerza sus entrañas, pues para entonces Sean ya lo embestía como si quisiera dejarle adolorida la entrada por la fricción; cabía agregar que la cabra ya había soltado dos cargas de esperma ante las potentes embestidas del peleador.

-Steve, créelo o no ya estoy a punto de llegar-declaró Sean, verdaderamente sintiendo que ya estaba a pasos de acabar. Steve en respuesta gimió fuertemente.

-Si quieres que te deje toda mi leche adentro, sólo vuelve a gemir así-declaró el conejo entre divertido y pícaro, recibiendo otro fuerte gemido de parte del músico-tú mandas-declaró, sonriendo de medio lado.

Sin más agarró con mayor fuerza a la joven cabra de la cintura y, con fuertes estocadas, terminó de vaciar su semilla en el interior de su compañero de equipo, mientras éste terminaba en la sabana de la cama al tiempo que ambos soltaban un fuerte gemido de satisfacción, y acto seguido se desplomaron en la cama, lo que provocó que el miembro de Sean, que empezó a perder rigidez, saliera del interior de Steve.

-Dios-fue todo lo que declaró Steve, aún sintiendo su entrada palpitar por cómo había sido tratada durante el acto sexual.

-Suelen decirme eso bastante seguido-declaró Sean ligeramente divertido. Steve se sentía demasiado cansado para siquiera mirar feo al conejo por su comentario.

Con algo de esfuerzo Sean hizo a su compañero levantarse, terminar de sacarse la ropa y meterse en su cama, como si precisamente le fascinara la idea de dormir desnudo junto con el joven roquero. Incluso lo hizo, de manera muy poco común tanto en él mismo como en Steve, acurrucarse contra su pecho.

-¿Sabes que seguramente Lilly querrá asesinarte, y luego asesinarme a mí, si descubre esto?-preguntó Steve, mirando a Sean medio somnoliento.

-Algo me dice que no se enfadará tanto-declaró Sean divertido. Ya quería ver la cara de Steve cuando le contara de dónde salió el muérdago…

-Les juro, ahora sí estoy seguro de que escuché algo-declaró Bobby, mientras Rita, que había terminado de fornicar son su hijo Bruno, ahora tomaba su turno para montar al toro, haciendo rebotar sus pechos llenos de leche y su panza de cinco meses.

-Por última vez, Bobby, olvídate de lo que crees oír y concéntrate en la fiesta-declaró Erika mientras, estando a cuatro patas en el piso, era fuertemente penetrada por Bruno.

-Sí, hermano, disfruta primero y piensa después-declaró Bruno, antes de darle una sonora nalgada a la coneja.

Bobby, aunque seguía con lo que estaba seguro de haber oído algo, no pudo evitar darle la razón tanto al peleador de pocas luces como a la novia ocasional de su jefe, y decidió dedicarse a disfrutar de tan buena compañera como era la canina que lo montaba. Ya luego se preocuparía sobre cualquier otra actividad en la casa…

Fin

Y con esto termino el fic regalo para mi amigo Boneless, el cual espero sea de su agrado. Nuevamente les digo, si tienen interés en la historia no duden en buscarla en Tapas, o sencillamente búsquenla en Google para poder disfrutar del comic en que mi amigo trabaja. Dejen review y no olviden recomendarla a sus amigos. Les habla Blackrose9213 diciéndoles buenos días, tardes o noches según la hora en que hayan leído mi fic.