ORIGEN Y LEYENDA

El sonido de las espadas chocando desperto a la dormida Kyoko de un largo sueño, alzando su pequeña cabeza de oscuros mechones sintio en el aire la presencia del grasoso aceite combinandose con el olor de la polvora recien prendida.

Ella sabía lo que significan estos indicios en un barco.

Con prisas, se vistio con lo primero que vio en la habitación, concentrandose solo en coger el arma que su padre siempre guardaba en la comoda. Sus pequeños pies avanzaron, insonoros, hacia la puerta de madera la cual bloqueaba parcialmente el sonido del exterior.

Hinchando el pecho y llenandose de coraje, abrio la puerta de un golpe, esperando que no fuera demasiado tarde.

-¿Que hace un sucio mocoso aquí?- su mirada se alzó, con miedo, hacia el gigante que le hablaba - ¿Eres mudo pequeña rata?

Su mano, la cual se había congelado por el miedo, se movio temblorosa apuntandole con aquella pistola tan grande que apenas le cabia en la mano.

-¿Que haras con ese juguete? - la mano del hombre se aproximo, como una gran sombra cubriendole la cabeza.

Los nervios la inmovilizaron haciendole soltar un pequeño jadeo al mismo tiempo que la pistola se le resbalaba. El hombre simplemente se rió de sus sus inutiles intentos de golpearle al alzarla por la cabeza.

-Deja de jugar Dwane…- comentó el hombre que se encontraba a su costado- Matalo de una vez y registra la habitación del capitan, este asqueroso barco no aguantara mucho…

-¡No te atrevaz a ordenarme!- Grito Dwane enfurecido, a la vez que soltaba a Jane de un golpe mientras se giraba para enfrentarlo- ¿Quien te crees que eres? Solo eres un maldito perro que obedece a ciegas a su amo.

-No tengo tiempo para esto…- Como si le diera la razón, del barco surgio un estruendoso ruido que alertó a los dos hombres, haciendoles coger rapidamente el botin que habian robado para salir corriendo.

Aprovechando aquella pequeña interrupcion, la pequeña Kyoko salió corriendo hacia el puesto de mando con la esperanza de encontrar a su padre aun vivo.

En el barco ya no se oian los choques de espadas, ni gritos o maldiciones de los marineros. Sus pequeños ojos mostraban horror y desconsolación por cada cuerpo tendido que encontraba, por cada amigo que veia muerto y desangrado.

Siguio caminando con una dolorosa sensación de vacio en su interior, buscando desesperadamente a su padre solo para saber que no se encontraba completamente sola, que aun contaba con alguien. Llegando a la escalera de madera, tuvo mucho cuidado en no pisar aquellos tablones chirriantes que ella conocia tan bien.

-El jodido cabrón es de los resistentes

-Este trozo de madera esta a punto de hundirse Jefe - decía un hombre muy nervioso-¡Hay que largarnos ya!

-No es tan difícil viejo- empezó a decir con gesto impaciente- Solo quiero saber las fechas en que los barcos ingleses pasaran por esta zona- con un cuchillo en su mano, tiró de la cabellera de un malherido Cole Graham, posisionando el cuchillo en su garganta- Dime unos cuantos numeros y podras vivir.

-Jefe…

-¿Para que querría vivir? No tengo barco, ni marineros, me habeis quitado mi familia -Una risa seca surgio de su garganta- Como yo lo veo, es mejor que me mateis ahora, me hariais un favor.

Toda la conversación duro solo unos minutos, pero fueron unos minutos en los que cierta persona situada en la puerta del despacho tuvo para prepararse.

Kyoko se habia quedado inmovil cuando vio la situacion en que se encontraba su padre, el primer impulso había sido pedir ayuda a gritos pero al intentarlo sus cuerdas vocales no se lo permitieron, como si su voz se hubiera extinguido.

Aquello le habia permitido ver la escena que se desarrolló en el despacho, su padre se encontraba atado y herido en una vieja silla con un hombre amenazandole la vida.

El cuchillo brillaba con el fuego del barco dandole un aire místico, haciendole creer que tal vez todo sea un sueño. Sintió aun así la pesada arma en su mano, fría y muerta, como un lastre de 10 kilos que le tiraba del brazo, haciendole saber que no se encontraba en ningún sueño.

Vio el momento justo en el que su padre se habia rendido, con aquellas palabras anteriores había dejado claro que se rendía ante la vida. El hombre a quien ella llamaba padre siempre había sido arrogante, jactandose normalmente de que la vida era una cruel guerra en donde el siempre se mantenía en pie.

Hasta hace unas horas aquel hombre aun brillaba, mostrando en sus ojos una llama de vivacidad y resistencia que ella nunca podría haber llegado a imitar.

Con pasos lentos y cortos, se situo cuidadosamente en la sombra que la puerta producia, escondiendose de aquellos extraños.

Intentando reprimir los sentimientos que ya salían a la luz, apuntó titubeante a la cabeza de uno de ellos como le habían enseñado, su mano tembló, su visión se emborronó ¿Estaria llorando? Ella nunca lloraba.

Un disparo sono en el aire, al mismo tiempo, unos ojos sin vida la miraron.

-¡Mierda!¡Joder!-Empezó a vociferar uno de los invasores, cogiendose el hombro izquierdo y mirando, casi automaticamente, la dirección del disparo.

-¿Que diablos sucede?

-¡Ese pequeño cabrón me ha disparado! - notando que aun podia mover el hombro, se acercó al intruso con furia – Yo me encargare no te preocupes.

Unos fuertes crujidos volvieron a salir del barco y el denominado jefe no sabía que hacer ¿ Como amenazar a un hombre al cual ya no le importaba nada? Con mirada pensativa observó al cautivo, no pareció darse cuenta de su escrutinio ya que miraba fijamente a su compañero y al pequeño intruso sin quitarles el ojo encima ¿Habia fruncido el ceño? ¿Estaba apretando los puños?, con desconcierto observo la escena que el miraba tan fijamente.

Atendiendo se aprende, pensó, cuando entendió cuan precioso era aquel mocoso para el capitán, enfureciendose siempre que un puñetazo o patada le caian al chico.

Solo un jadeo de sorpresa le saco de su planificación,viendo como una asquerosa gorra desvelaba unos largos y rizados mechones junto con el rostro de una joven quien empezaba a tener facciones de mujer.

-¡Corre! - Ese fue el unico aviso que recibio, antes de que, con una fuerza increible en su estado, se alzara sobre la silla lanzandose en picado contra el estupefacto hombre que aun tenia cogida por el brazo a la muchacha.

Todo sucedio en un instante.

Los dos hombres cayeron, rodando por el suelo. Las llamas entraron rapidamente a la habitación, esparciendose con velocidad por toda ella sin dejar una sola salida a la vista.

Una vez ya libre, con doloroso intento ella se levanto, medio arrastrandose hacia la pistola que hace unos momentos había soltado por los golpes recibidos. Ya casi la había alcanzado cuando una mano que no era suya se poso en ella.

-¿Buscabas algo pequeña zorra?

Ya con la pistola encañonada hacía ella su padre volvio a sorprenderla, Los restos de la vieja silla se veian tirados en un rincon, y, aun con sus heridas, no parecía cansado o dolido. Usando su peso contra su adversario empujo fuertemente al hombre que la apuntaba, extrayendo una hoja de su cinturon miro a su contrario firmemente enfadado.

-Pagaras, cerdo

La pelea fue rapida y sin reglas, tal como le habia estado enseñando su padre hacia unos días, aunque el otro contara con la ventaja de la pistola su padre no le daba oportunidad para utilizarla.

Otro disparo sono en la noche matando a uno de ellos, el cual cayo inerte y con los ojos abiertos.

Solo cuando sus oidos dejaron de pitar oyó los alaridos de dolor del otro hombre, el cual se quemaba vivo en las llamas que los habían alcanzado.

-Kyoko- La voz de su padre, directa y seria con un matiz cansado le volvieron a extraer lagrimas -No llores preciosa…- Decía mientras le limpiaba las lagrimas- Escuchame bien, no nos queda mucho tiempo.

Como para dar veracidad a sus palabras, un crujido más fuerte que los de hasta ahora se oyó por cubierta. El mastil había caido.

-Pronto pasara por aqui un navio americano de un viejo amigo, solo nos queda saltar y esperarlo.

-Pero…el fuego nos rodea papá

-Utilizaremos mi plan B

-¿Plan B?

Sin responder a la pregunta, me cogio de la mano guiandome a su escritorio.

-Siempre existe el plan B, Kyoko

Con gesto rapido coloco el brazo bajo la mesa, tirando de una especia de palanca la cual abrio una pequeña escotilla en un rincón de la habitación.

Ya con el barco a punto de hundirse se deslizaron por la escotilla, pasando por un largo pasillo estrecho que parecían surgir de las mismas entrañas del barco, una escalera en forma de espiral se presento al final de este, vieja y polvorienta parecía sin usar desde hacía años.

El barco enemigo ya se había ido, lo cual podia significar un abandono hacía sus hombres o un descuido por su parte, poco le interesaba a Kyoko, a ella le bastaba con que simplemente se fueran.

-Muy bien pequeña, ahora hay que saltar- Anunció su padre una vez llegaron a la cubierta, mirando hacia el mar recordo todos aquellos monstruos que se decia que vivian allí- Solo sujetate a mi y todo saldra bien.

Con un último vistazo al barco que había llegado a ser su hogar, apreto firmemente la mano que le ofrecían, cerrando los ojos para darse coraje se perdio en la ya oscura noche con la unica persona en el mundo que le quedaba.