Hola, vengo a saldar mi apuesta.

Jueves

Como cada mañana para ir a la universidad, Rukia espera el tren pacientemente en la estación. Sin embargo, hace unas semanas ha notado a un chico muy particular que toma el mismo tren que ella. Su cabellera naranja no pasa desapercibida y también lo hace ver más atractivo.

Los días pasan y ella lo ve siempre en el mismo tren. Se sientan a veces cerca, a veces lejos pero siempre lo observa disimuladamente en todo momento que puede sin ser descubierta.

Si fuera un poco más guapa y un poco más lista

Si fuera especial, si fuera de revista

Tendría el valor de cruzar el vagón

Y preguntarte quien eres.

Sabe que no hay posibilidad de hablarle porque podría parecer tonta, ¿quién es?, ¿qué hace?, ¿qué le gusta? No puede responder a ninguna de esas preguntas mientras lo mira. Pero ella está consciente de algo: Le gusta.

Te sientas en frente y ni te imaginas

Que llevo por ti mi falda más bonita.

Y al verte lanzar un bostezo al cristal

Se inundan mis pupilas.

"Ni sabe que existo" piensa ella mientras lo mira ver a través de la ventana. Se siente muy ilusa por vestirse linda para él. Por tomar el mismo tren todos los días aun cuando no tuviera clases tan temprano.

De pronto me miras, te miro y suspiras

Yo cierro los ojos, tú apartas la vista

Apenas respiro me hago pequeñita

Y me pongo a temblar

"Me miró" dice para sus adentros mientras se ruboriza y voltea a mirar a otro lado, contiene su respiración y su corazón palpita aceleradamente. Sus manos tiemblan y sudan frío. Definitivamente él es alguien importante para ella aunque aún no sepa quién es.

Y así pasan los días, de lunes a viernes

Como las golondrinas del poema de Bécquer

De estación a estación enfrente tú y yo

Va y viene el silencio.

Para Rukia, el verlo todos los días, algunos vistiendo muy elegante, otros días más casual, es un ritual para empezar las mañanas. Imaginarse una conversación con él es su pasatiempo favorito. Pero siempre termina bajando ella mientras él sigue el recorrido del tren. Un día estando tan cerca de él, descubre que tiene un pase de trabajo con su rostro y dice "Ichigo Kurosaki".

"Así se llama", es un lindo nombre. Cada vez más preguntas y menos respuestas sobre aquel chico, se despiertan en ella. Qué le gustará de comer? Tendrá amigos? Tendrá novia? En qué trabajará? Un día decide que no puede aguantar más esta opresión en su pecho, debe saludarlo, "claro, todos los días nos vemos, por lo menos un buenos días" pensó. Y sin notarlo llegó a la estación y lo vio nuevamente. Sus manos sudaban y su garganta se secó. "No puede ser" se dijo al ver que se paralizó.

Subieron al tren y notaron que solo quedaban dos asientos, uno a la par del otro. Ella con muchos nervios decide sentarse y él se siente contiguo a ella.

Conversaciones bailaban por el tren pero ninguna por parte de ellos.

Y entonces ocurre, despiertan mis labios

Pronuncian tu nombre tartamudeando.

Supongo que piensas que chica más tonta

Y me quiero morir.

Solo quería entablar una conversación pero al decir su nombre sin siquiera conocerlo, creyó darle la impresión de acosadora. Miró hacia la ventana totalmente avergonzada y deseando que eso no hubiera pasado. Un calor la inundó de repente al sentir una mano sobre las suyas.

Pero el tiempo se para y te acercas diciendo

Yo no te conozco y ya te echaba de menos.

Cada mañana rechazo el directo

Y elijo este tren.

Ella se siente tan agradecida por sus palabras, por sus acciones. Saber que no es la única que hacía esas locuras le dio un alivio. Él se presenta, es profesor de una universidad, da ciencias de la salud. Ella le dice que es estudiante de arte y que aprovecha los días para pintar en la universidad por los paisajes que tiene. Él le dice que se había apostado contra él mismo que eso era lo que ella hacía ya que siempre la veía cargar con pinturas u otros artefactos de arte.

Y ya estamos llegando, mi vida ha cambiado

Un día especial este once de marzo.

Me tomas la mano, llegamos a un túnel

Que apaga la luz.

Sintiendo su mano solo puede actuar por impulso.

Te encuentro la cara, gracias a mis manos.

Me vuelvo valiente y te beso en los labios.

Dices que me quieres y yo te regalo

El último soplo de mi corazón.

Desde ese día, no solo han compartido sus viajes en tren sino el viaje de sus vidas.

Fin.

Me inspiré, espero que les haya gustado. Hasta la próxima apuesta.