¡Hola! Sólo quiero decir que los personajes expuestos no me pertenecen, y si así fuera, habría Brittana y Faberry al por mayor.
Una escapada que trae problemas
—¿Quién lo diría? Estamos en el Caribe —dijo una emocionada Rachel Berry, al bajar del avión.
—Callate Berry, ya sabemos eso —espetó una malhumorada Santana Lopez.
—¿Y qué te pasa a vos, eh? —Quinn Fabray defendió a la judía— Que los vuelos en avión te hagan mal no te da derecho a tratarla así.
—Dejala en paz, Quinny —dijo dulcemente Brittany Pierce— Ya se le va a pasar enseguida.
Las cuatro mejores amigas estaban llegando directamente de Lima, Ohio a nada más y nada menos que una de las paradisíacas islas del Caribe. Los padres de las chicas habían estado ahorrando arduamente durante los dos últimos años, para poder darles el mejor regalo de graduación: 2 meses y medio en el paraíso tropical.
—¿Acá hay patos?
—No sé Brittany, y dejá de joder con ese tema —respondió Santana.
La aludida hizo un puchero, muy adorable por cierto, y los ojos se le llenaron de lágrimas. Quinn recogió su maleta, y agarró a la latina del brazo.
—Una muestra más de tu apestoso humor y te subo a un avión directo a Lima —bufó— No podés andar tratándole mal a todo el mundo sólo porque te mareás en el avión.
—Yo no me mareo —Santana se cruzó de brazos, testarudamente.
Quinn soltó una risotada y le lanzó una mirada de advertencia a la morena, antes de acercarse a las otras dos.
—¿Listas para ir al hotel? —preguntó Quinn.
—¡Sí! —respondieron Rachel y Brittany al unísono.
—Vamos a la playa, dale San. Por favor —rogaba la rubia de ojos azules.
—No Brittany, dejame en paz —se tapó la cara con una almohada— Quiero dormir y hacer que este dolor de cabeza desaparezca.
—Dejala a la señora malhumorada sola —dijo Quinn entrando a la habitación que compartían las cuatro— Rachel ya está esperando abajo y si no bajamos pronto, capaz le crezcan alas y salga volando.
Brittany se encogió de hombros y siguió a Quinn, sin antes dar una última mirada a Santana.
Desde que llegaron, Santana había estado inaguantable. Como dijo Quinn, los vuelos en avión le mareaban demasiado y le daban un dolor de cabeza tan fuerte, que la hacía enfadarse. En momentos como aquel, ninguna de sus tres mejores amigas era capaz de aguantarla, aunque Brittany hacía todo lo posible. Muestra de aquello, era la vez que volaron a Chicago para las Nacionales, con todo el Glee Club. Apenas llegaron, Santana se puso a insultar a todo el mundo, especialmente a su víctima favorita y mejor amiga, Rachel Berry, y a su ex novio, Finn Hudson.
Pero a pesar de todo, cuando estaba de buen humor, podía ser la persona más encantadora del universo. Sobre todo con cierta rubia.
Quinn, Brittany y Rachel salieron del hotel y corrieron a la playa, que estaba a tan solo unas calles de ahí. La emoción en sus rostros era visible, y algunas personas reían ante la alegría de las chicas.
—¡Este es el mejor viaje que he hecho en mi vida! —exclamó Rachel— ¡Y es aún mejor porque estoy con ustedes! —agregó abrazando a dos de sus tres mejores amigas.
—Desearía que Santana estuviera aquí —Brittany suspiró— Ustedes dos pasan demasiado tiempo juntas y no quiero ser ignorada.
Rachel y Quinn se sonrojaron. Brittany podía ser algo despistada a veces, pero no era para nada tonta. Ella se daba cuenta, perfectamente, de la química que había entre sus dos amigas.
Últimamente, la relación entre la judía y la rubia de ojos verdes se había estrechado más. Habían organizado varias salidas juntas, sin incluir a Brittany y Santana, cosa que nunca habían hecho en los largos 12 años de amistad que llevaban. Las salidas empezaron a hacerse más frecuentes desde que Rachel terminó con Finn, hasta el punto de que a Santana casi entra en una crisis de nervios cuando Quinn canceló dos salidas en una misma semana, con la excusa de que tenía cosas que hacer. Eso implicaba pasar la tarde en la casa de los Berry viendo películas, cocinando y de vez en cuando, intercambiando alguna que otra mirada furtiva con la pequeña diva.
—Prometemos no dejarte de lado —la judía rompió el silencio— ¿Así está mejor?
Brittany asintió con alegría y se ubicó en medio de las dos, tomando de la mano a ambas y corriendo hacia el mar.
Santana despertó horas después, visiblemente aliviada del dolor de cabeza. Miró el reloj, que marcaba las 6:34 pm. Recorrió con la vista toda la habitación y notó que sus amigas no estaban, así que aprovechó para darse una ducha.
Terminado su breve baño y luego de arreglarse bien, salió de la habitación. Buscó a las demás por los alrededores, pero no las encontró, así que supuso que seguían en la playa. Probablemente, estarían comprando chucherías a petición de Brittany. Sonrió al pensar en la rubia. De un corto tiempo a esta parte, cada vez que pensaba en ella, una sonrisa se le pintaba en el rostro. No sabía en realidad a qué se debía, pero le gustaba la sensación.
Estaba dando vueltas alrededor buscando el bar, sin éxito. Iba a regresar a su habitación, cuando una empleada del hotel se le acercó. La chica era bastante sensual. Morena, de ojos marrones y con unas curvas impresionantes.
—Hola —saludó— ¿Buscás algo?
—¿Por qué lo decís… —miró a la tarjeta de identificación de la chica— Emily Fields?
—Supongo que el hecho de que pasaste más de diez veces por aquí me hace decirlo —sonrió mostrando su perfecta dentadura— ¿Te puedo ayudar?
—Busco el bar del hotel, Emily Fields —contestó coquetamente.
Desde que Santana había aceptado públicamente su homosexualidad, unos meses atrás, no podía evitar coquetear con cualquier chica que se le pusiera enfrente. Incluso, en la última fiesta que organizó Noah Puckerman, su ex compañero, se emborrachó tanto que intentó coquetear con Quinn y además de todo, le robó un beso. La rubia de ojos verdes se molestó tanto que le reventó la cara de una cachetada, y también no le habló durante una semana.
—No hace falta que me llames por todo mi nombre, podés decirme Emily a secas —le guiñó un ojo— Aún no sé cuál es tu nombre.
—Olvidaba que yo no tengo mi nombre pegado a mi blusa —rió la morena— Me llamo Santana Lopez, un placer Emily.
—El placer es mío, Santana —Emily volvió a sonreír— Ahora, si me permitís, te acompaño al bar. Y si no es mucho atrevimiento, me encantaría tomar una copa contigo.
Santana asintió satisfecha y se dejó guiar por Emily. Para sorpresa de la primera, el bar estaba a solo unos pasillos de ahí.
—¿No deberías estar trabajando? —increpó la latina.
—Acabo de terminar mi horario. Si me esperás unos minutos, puedo ir a cambiarme mientras buscás una mesa.
—Seguro —aceptó Santana.
Emily le guiñó un ojo y abandonó el bar, contorneando graciosamente la cintura. Santana suspiró para sí misma. Si la suerte estaba de su lado, esa noche tendría algo de acción.
Pasadas las 7 de la noche, Rachel, Quinn y Brittany regresaron a la habitación. Se sorprendieron al encontrar la cama de Santana pulcramente hecha, pero a ella no la encontraban en ningún lugar.
—¿Dónde se fue Sanny?
—No sé Britt, capaz se encontró con alguna chica linda por ahí y ahora están en algún rincón compartiendo saliva —Quinn se burló— Que haga lo que quiera, con tal de que no regrese con un humor de perros.
Brittany asintió dándole la razón a Quinn y entró al baño. Desde el primer momento en que se conocieron, la de ojos verdes se comportó como una hermana para la otra rubia. Quinn entendía de maravillas a Brittany y la defendía de todo, aunque la de ojos azules tenía claras preferencias por Santana. Quinn jamás entendió el por qué, siendo que la latina andaba la mayoría del tiempo de mal humor o coqueteando por ahí. Pero lo que ella desconocía, era que Brittany tenía cierto secreto con Santana, que las unía de una forma especial.
—¡Quinn!
—¿Qué pasa Rach? —Quinn no entendía por qué la judía tenía que gritar, siendo que estaban a pasos de distancia.
—No funciona el control remoto de la televisión —hizo una cara triste— ¿Podés ver qué le pasa?
Quinn suspiró por lo bajo y arrebató el aparato de la mano de Rachel. Al hacerlo, sus manos se rozaron y ambas se sonrojaron levemente. La rubia intentó hacer pasar el asunto como algo sin importancia, y tras tocar unos cuantos botones del control, este empezó a funcionar sin problemas.
—Problema resuelto —le entregó el aparato a la judía con una sonrisa.
—Gracias Quinn, sos mi héroe —bromeó.
Las chicas permanecieron sonriéndose mutuamente, hasta que un estruendo en el baño las sacó de su burbuja mágica.
—Brittany —dijeron ambas a la vez.
Santana estaba empezando a perder la paciencia. Emily dijo que no tardaría mucho y ya llevaba casi 30 minutos de atraso. Cuando iba a pagar la cuenta de las bebidas que ya consumió, vio que la chica caminaba hacia ella con una sonrisa.
—Al fin —dijo volviéndose a sentar y borrando cualquier rastro de enfado de su rostro.
Emily llegó hasta su mesa y se sentó frente a Santana, sonriéndole.
—Lamento hacerte esperar —se disculpó— Tuve algunos problemas con la puerta de mi habitación y no podía entrar.
—¿Estás hospedada aquí?
—Sí. Fui contratada para trabajar durante el verano —se encogió de hombros— El hotel me da una habitación, y yo trabajo. Digamos que el sueldo me sirve para pagar la universidad.
—Ya veo —Santana sonrió— Yo estoy de vacaciones con unas amigas. Acabo de terminar la preparatoria.
Emily iba a agregar algo más, pero una camarera se acercó a tomar los pedidos de las chicas.
—Buenas noches, soy Hanna y las atenderé esta noche —se fijó en Emily— ¡Oh, Em!
—Hey Han —sonrió, aunque fue algo más parecido a una mueca.
—Yo voy a tomar vodka con jugo de limón, ¿y vos Emily?
—Lo mismo —dijo sin mirar a Hanna.
Cuando Hanna desapareció hacia la barra, Santana le dedicó a Emily una mirada cargada de preguntas. Emily las comprendió al instante y se dispuso a contestarlas.
—Hanna y yo tuvimos un "desliz" el primer día de trabajo —tomó aire— Fue algo de una noche, pero ella se lo tomó demasiado enserio y tuvimos una discusión. Luego le pedí disculpas e intenté ser su amiga, pero al parecer ella no se conforma solo con eso. La mayoría del tiempo trato de evitarla, es algo incómodo.
—Me pasó lo mismo, sólo que ahora las cosas con ella están bien —sonrió la latina— Y hablando de Hanna, ahí viene.
En efecto, la rubia de ojos celestes llegaba en ese momento con sus bebidas. Miró disimuladamente a Emily, pero esta no se percató.
—Gracias Hanna —dijo Santana amablemente.
Hanna dirigió una mirada fría a Santana y se retiró de ahí rápidamente.
—Parece que me odia —bromeó la latina.
—No le hagas caso —rió despreocupadamente.
Luego de arreglar el desastre que había hecho Brittany con todos los productos de aseo personal que había en el baño, las tres chicas decidieron que era hora de bajar a cenar.
—¿Podemos ir a la playa de nuevo? —preguntó Brittany.
—No Britt, ya es tarde —contestó Quinn pacientemente— Y además, tenemos que encontrar a Santana.
—Por favooooooooor —rogó la bailarina de nuevo.
—Mira, te prometo que mañana Santana te va a llevar a la playa todas las veces que quieras —dijo maliciosamente.
Brittany aplaudió emocionada y agarró a Rachel del brazo para buscar una mesa libre en el comedor del hotel.
—Bien, ¿qué vamos a ordenar? —preguntó Rachel, cuando ya estaban instaladas en una mesa con una vista increíble de todo el lugar.
—¡Yo quiero pastas! —exclamó Brittany.
—Lo mismo, no tengo tanto apetito —dijo algo enojada Quinn, por la desaparición de Santana.
—Entonces que sean tres platos de eso —agregó Rachel.
Hicieron el pedido y esperaron unos minutos. Quinn no dejaba de mirar a todos lados, buscando a la latina. Brittany y Rachel, entre tanto, estaban entretenidas charlando acerca los rumores de embarazo de las estrellas de Hollywood.
—¿Qué te pasa Quinn? —preguntó Rachel, cuando Brittany se distrajo viendo a unos niños jugando.
—Santana. Eso me pasa.
—Dejala, ya va a aparecer —la tranquilizó— Sabés cómo es ella. Desaparece y aparece.
—Pero no puede irse así nomás, sin avisar —bufó— Justo cuando quiero pasar tiempo contigo.
Rachel dejó notar un leve rubor en sus mejillas y sonrió.
—Pero si estamos pasando tiempo juntas.
—No cuenta si Britt está acá —contestó juguetonamente la rubia— La quiero un montón y eso, pero admito que necesito a Santana para que le haga charla y nos deje un ratito en paz.
Rachel rió ante las palabras de Quinn, y cuando iba a contestar, se vio interrumpida por Brittany.
—¿Esa de allá no es Santy?
Quinn giró el cuello de golpe, produciendo un sonido horroroso.
—¿Dónde?
—Allá Quinny —señaló a dos chicas saliendo del bar de enfrente.
—Y como era de esperarse, está con una chica —la rubia de ojos verdes se paró de pronto— ¡Pero ahora me va a escuchar!
Entre Rachel y Brittany detuvieron a Quinn para que no vaya a moler a golpes a la latina.
—¡Déjenme! ¡Le voy a partir la cara!
—¡Por Dios, Quinn! —exclamó Rachel— ¡Bajá un cambio!
—Quinny, calmate —pidió Brittany con su dulce voz.
Quinn se sentó al verse derrotada por las dos chicas. Aún así, su cara de enfado era indisimulable. El mozo les trajo la cena y cuando se fue, la rubia de ojos verdes empezó a rezongar.
—Supuestamente este viaje era para que estemos juntas, no para que ella se meta con alguien diferente cada noche y me deje a mí a cargo de Brittany, cuando yo también tengo planes —se cruzó de brazos.
Una vez más, Brittany podía ser despistada pero no tonta. Al escuchar las palabras de Quinn, su casi hermana, se puso de pie y tiró la servilleta al piso.
—Si soy una molestia, sólo tenés que decirlo —se notaba que estaba dolida, por el tono de voz— Me voy a la habitación, así podés hacer lo que tenés planeado.
Brittany se giró y salió del comedor, dejando a una Quinn arrepentida y a una Rachel sorprendida.
—No tenías que haber dicho eso —dijo la judía— Sabés que Britt es sensible.
—Es la verdad, pero aún así me siento mal —empujó el plato, en señal de que se le fue el apetito.
—Tenemos dos meses y medio para hacer lo que queramos y pasar el tiempo juntas —Rachel se paró— Voy a buscar a Britt.
Rachel se fue, dejando sola a Quinn en la mesa.
—Me caigo de idiota —se dijo a sí misma.
Entre tanto, Emily y Santana estaban besuqueándose por todos los rincones del hotel. Apenas salieron del bar, Emily llevó a Santana al área de la piscina, y detrás de unos arbustos artificiales, empezaron con la sesión de besos.
En ese momento, ya se encontraban cerca del ascensor, dispuestas a continuar la "fiesta" en la habitación de Emily.
—Esperá, voy a marcar el número de piso —dijo Emily, separándose de los labios de Santana.
Santana siguió besándole el cuello a Emily, mientras esta acariciaba la cabeza a la latina. Minutos después y tras varios tropezones, llegaron a la tan ansiada habitación.
—¿Segura que nadie nos vio?
—Claro que no, Em —respondió Santana atrapando la boca de la chica en un desesperado beso.
Rápidamente arrojaron la ropa por todo el piso, mientras se dirigían a la cama. Emily se dejó caer con Santana encima, quien repartía besos por toda su anatomía.
—Esperá —se detuvo la latina de repente.
—¿Qué pasa? —preguntó Emily, ansiosa por continuar.
—¿Trajiste protección?
La cara de Emily fue de total sorpresa, y Santana rompió en una sonora carcajada que retumbó por toda la habitación.
—Era broma —dijo entre risas.
—No jodas con eso —protestó Emily, intentando aguantar la risa— Ahora, seguí haciendo lo que dejaste sin terminar.
Santana cumplió los pedidos de Emily, y se perdieron entre las sábanas por el resto de la noche.
Al día siguiente, Quinn despertó con una resaca horrible. Después de que Rachel y Brittany hayan abandonado el comedor, ella se dirigió al bar y se emborrachó como en mucho tiempo no lo hacía. Giró la cabeza, y se encontró que la cama de Rachel estaba vacía. Miró al frente, y Brittany tampoco estaba en su cama. Y como era lógico, ni rastro de Santana.
Lentamente se levantó y buscó en su bolso unos analgésicos. Luego de tragárselos con un poco de agua de la canilla del baño, se dio una ducha y posteriormente se arregló para bajar a desayunar.
Ya en el comedor, se encontró con Brittany y Rachel. Las chicas conversaban animadamente, pero la rubia aún tenía ese dejo de tristeza y dolor en los ojos, seguramente por el incidente de la noche pasada.
—Hey chicas —saludó tímidamente Quinn.
—Hola Quinn —correspondió Rachel.
Brittany ni siquiera miró a Quinn, tan sólo hizo silencio y continuó desayunando.
—Yo... eh... Britt... —suspiró Quinn— Lo siento.
La de ojos azules seguía ignorándola, y a Quinn le dolía mucho.
—De verdad, no quise decir eso anoche. Estaba enojada con Santana, y lo sigo estando, pero no tenía por qué descargarme contigo. Perdoname Britt, sos como mi hermanita y no quiero que estés molesta conmigo.
Brittany levantó lentamente la mirada y se dirigió a Quinn.
—Dijiste que soy una molestia y eso me puso muy triste —hizo un puchero— No me sentía así de mal desde que descubrí a Lord Tubbington fumando marihuana y leyendo mi diario.
—¿Sabés qué? —dijo Quinn dulcemente— Tomate tu tiempo para pensar, y cuando decidas que es el momento, perdoname. Yo voy a esperar —sonrió.
Brittany asintió y bajó la mirada para ocuparse de su desayuno de nuevo. Rachel extendió la mano y apretó la de Quinn, en señal de apoyo.
Santana despertó rodeada por los brazos de Emily. Miró a la chica y no podía negar que era preciosa, pero lo que había sucedido entre ellas era algo de una noche. En silencio, se levantó de la cama y empezó a buscar su ropa, esparcida por toda la habitación.
—¿Ya te vas? —preguntó una casi dormida Emily, al sentir el movimiento de Santana por la habitación.
—Sí, mis amigas deben estar buscándome como locas —respondió.
—Tenía esperanzas de que podamos divertirnos una vez más —sugirió frotándose los ojos.
—Lo siento Em, sólo me divierto por las noches.
Rápidamente se vistió, y dejando un escueto beso en la mejilla de Emily, Santana bajó al comedor. No esperaba encontrarse con sus amigas, pero ahí estaban ellas. Pudo notar que Brittany estaba callada, algo raro en ella; y también que Rachel y Quinn estaban agarradas de la mano.
—¡Chicas! —saludó mirando las manos entrelazadas de la rubia y la judía, quienes se apartaron rápidamente.
—¡Santy! —exclamó emocionada Brittany, y se acercó a la latina para darle una abrazo.
Santana pasó sus brazos sobre la cadera de Brittany, con una sonrisa en el rostro. No sabía por qué esa rubia le daba tanta felicidad.
—¿Dónde estabas? —preguntó fríamente Quinn.
—Hola Quinn, estoy bien, gracias —se burló Santana y luego saludó a la judía— Buenos días, Rach.
Rachel le sonrió sinceramente y siguió devorando su desayuno con ganas.
—Dejate de bromas y responde, Lopez —exigió la de ojos verdes.
—Ay, pero qué pesada sos Fabray —se quejó la latina— Estaba "haciendo una nueva amiga", ¿contenta?
—¿Vas a dejar de ser mi amiga? —preguntó Brittany inocentemente.
—No Britt-Britt, jamás —sonrió Santana.
Quinn bufó molesta y luego recordó la promesa que le hizo a Brittany el día anterior.
—Hey Lopez, hoy tenés que llevar a Brittany a la playa.
La rubia de ojos azules aplaudió feliz y Santana fulminó con la mirada a Quinn.
—Dejate de joder, Fabray —dijo la latina en el oído de esta— Hoy hay un desfile de chicas en bikini en el salón de galas del hotel.
—¿Y?
—¡Que quiero ir a ver! —y luego agregó con una sonrisita de placer— Capaz que me encuentro una "nueva amiga" para esta noche.
—¿Querés desilusionar a Britt? Mirá lo emocionada que está con pasar tiempo con su súper amiga Santana, que la deja sola a cada rato.
—Sé lo que estás haciendo Fabray —la latina la apuntó con el dedo índice— Estás deshaciéndote de nosotras para quedarte a solas con Berry, a hacer quien sabe qué asquerosidades.
—Rach y yo también necesitamos tiempo de amigas —se encogió de hombros.
—Te voy a agarrar Fabray, vas a ver —dicho esto, la latina agarró un bollo dulce de la mesa y se fue de ahí, seguida por Brittany.
Quinn sonrió a Rachel y le tomó la mano de nuevo.
—Ahora sí, tiempo de calidad para nosotras —dijo la rubia.
—¡Santy! ¿Podemos ir a buscar patos?
—Acá no hay patos Britt, ya te dije —respondió una enojada Santana.
Para sorpresa de Santana, Brittany se detuvo en medio del pasillo que llevaba a su habitación, con los brazos cruzados y los ojos llorosos.
—Vos también pensas que soy una molestia, ¿verdad?
—¿Qué? Claro que no, Britt —Santana se suavizó.
—Te conozco Santana, y sé que sí —una lágrima corrió por su mejilla.
Santana se acercó lentamente a la rubia y la tomo de la mano.
—¿Por qué decís eso? Sabés que siempre vas a ser mi preferida.
—Es que Quinn me hizo sentir mal anoche, cuando dijo que vos te desaparecés como si nada, dejándome a su cargo, cuando ella también tiene planes —otra lágrima de la rubia— En otras palabras, dijo que soy una molestia.
—Pero...
—Escuchame Santana —se secó las lágrimas— Si soy una molestia, decime. Ya sé que soy estúpida, pero me doy cuenta de las cosas...
—Espera, detenete ahí —interrumpió Santana— No sos una estúpida. Vos sos una luz Britt-Britt.
—¿Enserio? —preguntó la rubia dulcemente.
—Claro que sí —sonrió— Y dejale a Fabray, está celosa porque te prefiero a vos antes que a ella.
Brittany rió ante la broma de Santana, y luego, la abrazó fuertemente.
—Gracias Santy.
—De nada Britt-Britt. Y... perdoname por ser tan perra a veces.
—Lo pisado, pasado... —se detuvo para pensar— ¿O era al revés?
Santana rió y de la mano, fue con Brittany a la habitación a preparar las cosas para ir a la playa. Después de todo, no sería mala idea pasar algo de tiempo con la tierna rubia.
Rachel y Quinn estaban recorriendo las calles aledañas al hotel. La rubia iba muy emocionada hablando, pero Rachel apenas estaba prestando atención.
—¿Qué pasa Rach? —quiso saber Quinn, cuando notó el estado de la judía.
—No debemos estar acá como si nada hubiera pasado.
—¿A qué te referís?
Rachel suspiró.
—Me refiero a que Britt está enojada contigo, vos estás enojada con San y nosotras acá viviendo de lo lindo —miró a la rubia a los ojos— Hicimos este viaje para estar todas juntas, pero lo único que logramos es pelearnos y armar líos.
—Pero Santana...
—Nada Quinn. Tenés que arreglar las cosas con ellas y después si querés podemos irnos hasta la luna.
Quinn iba a protestar de nuevo, pero pensándolo bien, Rachel tenía razón.
—Está bien, vamos a buscarlas —cedió la rubia— Seguro están en la playa, buscando caracoles. Sabés cómo le gustan a Britt.
Rachel sonrió orgullosa y besó a Quinn en la mejilla, haciendo que esta se sonroje.
—¡Dale San! ¡Más rápido!
—No puedo más Britt, sos una bestia.
—¡Quiero más San!
—Descansemos y después continuamos, ¿si?
—¡Daaaaaaaaaale San! ¡No podés cansarte tan rápido si apenas fueron dos rondas!
—Basta y sobra para cansarme. Enserio Britt, dejame descansar.
—Ay, qué mala sos Santy.
Santana cayó rendida en la arena, después de haber dado dos vueltas por toda la playa. Brittany estaba empeñada en conseguir tantos caracoles como era posible, y la latina intentaba seguirle el ritmo.
—¿Ya descansaste todo?
—No Britt, mis piernas no responden.
Brittany se acomodó al lado de Santana y apoyó la cabeza en el hombro de esta. La latina sonrió, de verdad que se sentía bien.
—¿San?
—¿Qué pasa Britt-Britt?
—¿Cuál fue el momento más feliz de tu vida?
—¿Por qué preguntás?
—Curiosidad. Sabés que soy bicuriosa.
Santana rió animadamente, ante otra ocurrencia de la rubia.
—Decime vos cuál fue el momento más feliz de tu vida, y dame chance de pensar el mío ¿si? —dijo Santana.
Brittany lo pensó durante unos breves segundos y con bastante seguridad respondió.
—El día de la fiesta por mis 16 años.
Santana sabía a qué se refería con eso. Ella recordaba esa noche constantemente, y jamás podría sacársela de su cabeza.
—¿Por qué? —a pesar de saber la respuesta, Santana quería escucharla de los labios de la rubia.
—Porque...
En ese mismo instante, llegaron Quinn y Rachel. Santana maldijo a sus amigas, pero forzó una sonrisa. Brittany inmediatamente se paró a abrazar a la judía y a Quinn solamente la miró seria.
—Sé lo que le dijiste a Britt-Britt, Fabray —espetó Santana.
—Justamente venía a disculparme por eso, de nuevo. Y también a arreglar todo contigo, Santana.
Quinn tomó una gran bocanada de aire.
—Britt, de verdad perdoname por lo de ayer. Fue una total y completa estupidez lo que dije. No tengo palabras para decirte cuánto lo siento. Y no sos una molestia, sólo que a veces necesito algo de espacio y no sé cómo decírtelo, porque no quiero herir tus sentimientos.
Brittany, sin decir palabras, se acercó a Quinn y la abrazó. La de ojos verdes le devolvió el abrazo emocionada.
—Santana —dijo Quinn, al separarse de Brittany— Realmente odio cuando desaparecés así como así, para ir a hacer "nuevas amigas", pero me pasé. Es tu vida, y podés hacer lo que se te pega la gana. Perdón.
La latina la miró fijamente durante unos segundos, y luego sonrió.
—Perdoname a mí también —se disculpó Santana— Te prometo que no me vuelvo a desaparecer sin avisar.
Al igual que con Brittany, Santana y Quinn se fundieron en un abrazo lleno de amistad y cariño. Rachel sonreía emocionada.
—Y ahora, ¿podemos ir a esa tienda donde venden cosas de Barbra? —preguntó la judía emocioda.
—Paso —respondió rápidamente Santana— Me voy a quedar acá un rato más.
—Yo te acompaño —dijo dulcemente Quinn.
Brittany y Santana se miraron en complicidad y sonrieron.
Tras varias horas de estar sentadas frente al mar, hablando de diferentes cosas, Santana recordó que Brittany aún le debía una explicación.
—Todavía no respondiste mi pregunta de hace rato —dijo la latina casualmente.
—¿Cuál? ¿La de por qué los ositos gominola viven en las espinacas?
—No Britt —Santana sonrió— La de por qué tu fiesta de 16 años es el momento más feliz de tu vida.
—Ah —Brittany sonrió con ternura— Porque nos besamos.
La sencillez y tranquilidad con la que la rubia respondió fueron el detonante para que Santana hiciera una confesión.
—También ese es el momento más feliz de mi vida.
Y como si nada pudiera romper la calma del momento, Brittany enlazó la mano de Santana con la suya, y siguieron viendo las olas y el mar.
¡DIGANME QUE LES PARECIÓ! Si les gusta, seguiré escribiendo los demás one-shots. Por lo pronto, prometo actualizar los fines de semana, ya que tengo otro fic que cuidar. Dejen reviews con sus dudas, insultos, alabanzas, escobazos o lo que quieran. Lo apreciaría mucho :) Nos leemos.
