Aclaración: Novela comenzada nuevamente.


Prólogo | Pasado.

Todos vivimos por nuestro presente o nuestro futuro. Pero, la mayoría del tiempo... vivimos sólo de los recuerdos de lo que hemos pasado.

No seríamos capaces de vivir sin recordar lo que fuimos, lo que vivimos o de lo que hemos sido testigos... Sería imposible, sería insoportable ser sólo una simple página en blanco. No es verdad cuando se dice pasado pisado, nunca nos libraremos de él, hagamos lo que hagamos, el pasado irá allá donde nosotros vayamos...

Nuestro pasado habla mucho sobre lo que somos ahora; sin nuestro pasado a cuestas, somos prácticamente nada. No tendríamos valor. Este pasado varía entre ser bueno o malo. No importa qué camino hayamos tomado con anterioridad, el pasado nos define como personas.

Entonces cuando todo se olvida, se olvidan las personas que transitaron por su vida, se olvidan todos los momentos felices, se olvidan los sentimientos... Es ahí cuando nos sentimos extrañamente vacíos.

Estaba condenada a convertirse en una persona vacía.


Capitulo uno | Noticias.

Una chica de aspecto pequeño y esbelto, corría con todas sus fuerzas por los pasillos del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, para dar las buenas noticias nuevas. Esquivando, dando codazos y, a veces, pidiendo permiso educadamente se abría camino para poder pasar por la oleada de alumnos cansados que recién salían de sus últimas clases.

–¡Albus!, ¡Scorpius! –Gritaba, buscando a sus dos mejores amigos.

Era difícil no reparar en ella, a pesar de que la chica gritaba y corría entre todos esos alumnos que caminaban arrastrando los pies y totalmente desganados; lo que más llamaba la atención de toda la escena era su cabello, de un color pelirrojo peculiar, sujetado en una enmarañada trenza, que con cada paso liberaba un poco de los indomables rizos rojizos.

Bajó las escaleras a toda la velocidad que le permitían sus piernas para poder llegar al Gran Salón lo más pronto posible, porque seguramente ésos dos se habían ido a cenar inmediatamente. Afortunadamente logró encontrarlos antes de llegar a su destino.

–Chicos, chicos ¡llegó una carta de mi madre! –Les chilló entrecortadamente cuando los vio frente a ella.

Con una gran sonrisa en su rostro repleto de pecas, Rose, los agarró a ambos del brazo para frenarlos, aún sin poder controlar del todo su propia respiración.

–¿De la tía Hermione?, ¿y qué tiene de raro eso, Rose? –Preguntó con aburrimiento el chico de cabellos negros azabaches: Albus Potter, primo de Rose.– Si te manda cartas a menudo… bastante. Por no decir cada día. –Susurró rodando sus ojos verdes, heredados de su padre.

Scorpius sonrió cómplice. Ambos solían burlarse de las extensas cartas que la madre de la pelirroja solía enviarle, a veces hasta anexando algún regalo, saludos de sus abuelos o hasta de sus tíos. En ocasiones, daba la sensación que la joven era la favorita de la familia, pero con una tan numerosa, ¿Cómo podían siquiera pensar en favoritismos?

–Pero ésta carta –Comenzó, sacudiendo la carta que traía en su mano frente a los ojos de sus amigos, ignorando el comentario del contrario. – es especial, Albus. Porque aquí dice que para las vacaciones de navidad tú vendrás a pasarlas en mi casa, por Merlín. –Exclamó Rose como si fuera lo más obvio del mundo y algo que su primo no pudo deducir.

Scorpius hizo una mueca y Albus apenas movió la cabeza, negando lentamente.

–Pero, Rose… Scorp iba a ir a mí casa –Le reprochó Albus con cierta expresión de decepción en su rostro, señalando a su amigo con la cabeza, el cual aún no había emitido palabra alguna.

Rose dio un par de saltitos y le paso la carta a Albus para que la leyera. A medida que sus ojos se movían a través de las líneas que había escrito su tía Hermione, una sonrisa se dibujaba en su rostro aniñado.

–Y por eso, él también irá a mi casa –Anunció la chica con una sonrisa radiante mirando a Scorpius, rebosaba alegría y podía notarse.

–¿Enserio? –Preguntó el rubio, aún atónito.

–¡Sí! –Afirmó.–Mi madre le mandó una carta a tu padre y él te dio permiso para venir junto con Albus– Contó Rose dándole una palmadita amistosa en el hombro de Scorpius.

Nunca podría decirlo en voz alta, pero Scorpius sospechaba que su padre tenía cierta debilidad por la madre de su mejor amiga. Creía que por ello lograba soportar la amistad que había logrado forjar con la pelirroja, porque si fuera sólo por la relación que llevaba con el padre de esta, Draco hubiera alejado de inmediato a su hijo de la joven Weasley.

–¡Serán las mejores vacaciones! –Animó Albus dándoles a Rose y Scorpius un palmada en medio de la espalda, sacándolo de sus pensamientos.

–Seguro. Pero, no había necesidad de que me pegaras, Albus –Gruñó Rose, un poco molesta y tocándose la espalda adolorida.

Albus carcajeó y Scorpius se vengó de él dándole otra palmada igual de fuerte a su amigo de cabellos negros.

En medio de la pelea amistosa de golpes de los muchachos, una joven con un sedoso y lacio cabello rubio, se acercó con paso decidido a los tres alegres amigos. A medida que se aproximaba, su ceño se fruncía cada vez más, una vez frente a ellos, clavó llamativos ojos celestes en la pelirroja.

–Hey, Rose… ¡No me esperaste!, me quedé ahí sola con Neil... guardando mis… cosas –Se fijó en las sonrisas de sus tres amigos y también esbozó una en su rostro– ¿Por qué tan contentos?, ¿Habrá una nueva noticia sobre Quidditch?–Aventuró Nicole, sabiendo que ese deporte era la pasión y la eterna discusión de esos tres.

–No exactamente. –Contestó Scorpius con una sonrisa– Rose nos invitó a ir a su casa de vacaciones… ¿No es estupendo?

La sonrisa de Nicole se le borró un poco, pero luego se obligó a dibujarla nuevamente en su expresión, no se permitía ser egoísta con sus propios amigos.

–Sí, es muy bueno. Lástima que yo no pueda ir con ustedes… Van a pasarlo espectacular. –Asintió Nicole.

Rose frunció los labios y reprimió un suspiro, ella sabía por qué motivo Nicole no podría ir a su casa. Su amiga no podría ir a vacacionar con sus tres amigos, porque su padre, un muggle, estaba realmente enfermo y aquello le impedía ir a ningún lugar, ni siquiera podía quedarse allí en el colegio; le habían ordenado estar el mayor tiempo posible junto a su padre. Para cuidarlo, darle su tiempo, o por si llegaba a ocurrir lo peor.

–Ya llegará unas vacaciones en las que puedas venir a casa –Le aseguró Rose con gesto amable, siendo apoyada por Scorpius y Albus que asentían detrás de ella con sendas sonrisas en sus rostros.

Nicole asintió algo insegura, tenía la sensación de que algo se lo impediría. Sólo Rose sabía que la rubia tenía mucho talento en adivinación, a pesar de nunca haber asistido a una clase, así que cada vez que tenía ese tipo de conmoción con respecto al futuro, temía que algo malo sucediera, pues solía tener razón en temer.

Nuevamente, fue Albus el que sacó de sus cavilaciones a alguien. Más exactamente, el estómago del pelinegro, que comenzó a gruñir como si de un dragón se tratase. Todos se quedaron unos momentos en silencio y luego empezaron a reírse casi a carcajadas.

–Bueno, tengo hambre… ¿Qué más puedo decir? –Sonriendo se encogió de hombros– Vamos ya a cenar… ¡Mi estómago y yo no podemos esperar!

Sin más preámbulos, se dirigieron al Gran Salón, donde todos los alumnos estaban disfrutando de la última cena en el castillo antes de que la mayoría se marchara a sus casas para las fiestas. Ya esa noche se respiraba un ambiente de festividad, la alegría había reemplazado el cansancio por las clases, la comida y el Gran salón adornado podían cambiar el ánimo de cualquiera.

–Bien. Tenemos que hacer planes para las vacaciones, cada día hay que aprovecharlo. –Comenzó Rose apenas se sentaron, haciendo que sus tres amigos soltaran un respingo.

–Rose, son vacaciones. No hay nada que planear. –A pesar de lo ansioso que estaba Scorpius por saber qué podrían hacer, no estaba con ganas de pensar en planes justo en ese momento, algo en lo que Nicole y Albus parecían estar de acuerdo al ver que asentían.– Veremos qué hacer durante la marcha.

Rindiéndose ante la mayoría, la pelirroja empezó a servirse comida en su plato, seguida de sus amigos. A pesar de ser de diferentes casas, los cuatro se acompañaban en cada comida; de hecho, habían sido los primeros y únicos que hacían eso cada día sin falta. Algunos de sus compañeros de vez en cuando se colaban en mesas ajenas, pero para los cuatro amigos aquello era una costumbre que no romperían nunca. O eso creían.


¡Hola lectores!

Bueno, aquí vuelvo con esta historia que tantos dolores de cabeza me trae. Ya perdí la cuenta de la cantidad de veces que la corregí, volví a empezarla y la borré. Pero esta es la que vale, prometo terminarla aunque me tarde años.

Comencé a subirla hace un par de años atrás, cuando mi escritura aún era bastante inmadura, así que ahora espero poder corregirla y que no quede tan... eww. Aclararé que los primeros capítulos serán un poco cortos, pero ya luego los haré un poco más extensos, por esa razón intentaré actualizar seguido. También aclarar que cambié ligeramente algunas cosas de la historia original, nada muy sustancial, pero quizás sea mejor que lean todo desde el principio, si es que habían tenido oportunidad de leer los capítulos que ya habían leído.

Lo único que necesito de ustedes es saber que están del otro lado, esperando un nuevo capítulo o dándome sus críticas y opiniones. Eso es todo lo que preciso, un poco de ánimo y aliento para continuar y no abandonar esto que me llevó tantos años.

¡Espero que les guste y recuerden que los reviews siempre son bien recibidos!

Mapple.