Nota Previa: Este fanfic pretende seguir los pasos de uno de los personajes con los que actualmente estoy rejugando el juego, una elfa dalashana; no voy a reproducir aquí las escenas del juego ni los diálogos que todos los que hemos jugado conocemos ya, sino que me idea es "rellenar los huecos" de la historia, esas partes que no son contadas y que quedan a la imaginación de cada uno, aunque habrá mención, obviamente, a dichos eventos. Habrá aventura, acción, algo de angustia y drama y romance ;), en el caso de esta historia y para que queden advertidos aquellos a los que no les pueda gustar, la trama romántica seguida es la de FMahariel/Leliana (así que si no os gusta el chicaxchica, ya sabéis donde está la salida).

La idea también es mantenerme lo más fiel posible al guión del juego, pero seguramente haré algunos pequeños cambios y añadidos para encajar mejor la historia y que la narración resulte más entretenida.

Dragon Age: Origins así como sus DLC´s pertenecen a Bioware.


~MEMORIAS DE UN GUARDA GRIS~

PRÓLOGO


No te engrandezcas con la riqueza

Ni te apoques con la pobreza

Que ni la derrota ni el fracaso te impidan

Ver que mañana otro día será

Duerme, duerme, aquí estaré

Las nubes serán tu colchón

Que ni el viento ni la brisa te dejen

De acariciar, pues tú eres mi Don


El llanto del recién nacido llenó el aire y se pudo oír más allá de las paredes del aravel, hablaba de unos pulmones fuertes, de una criatura sana que llegaba al mundo desafiante.

—Es una niña —dijo la Guardiana del clan que había hecho las veces de comadrona.

—¿Está bien? —preguntó una agotada y sudorosa madre, mientras trataba de seguir los movimientos de la otra mujer, que tras cortar el cordón, estaba limpiando al bebé.

—Perfectamente —sonrió la mujer, volviendo junto a ella y poniendo en sus brazos a la pequeña—. Aquí está.

La joven madre miró a su hija por primera vez, tan pequeña y frágil, tan indefensa, pero tan hermosa a la vez, por un momento, mientras recorría el pequeño cuerpecito, se olvidó del dolor que atenazaba su corazón.

—Hola, pequeña —susurró acariciando con delicadeza la suave pelusilla castaña que cubría la cabecita—, bienvenida al mundo.

Hacía un rato que el llanto agudo había cesado y ahora la recién nacida parecía reposar contenta y tranquila en los brazos de su madre, cuyas lágrimas de felicidad y pena mezcladas rodaban por sus mejillas.

—Tiene el pelo de su padre —sollozó—, le habría gustado tanto poder conocerte, mi pequeña —depositó un ligero beso en la diminuta frente.

—¿Has pensado cómo vas a llamarla? —Le preguntó la Guardiana.

La nueva madre miró a su hija durante unos momentos, recuerdos felices y amargos acudieron a su mente, memorias del hombre que era el padre de aquella criatura, al que había amado con todo lo que tenía y que ya nunca más estaría a su lado, que no había podido ver el fruto del amor de ambos; le recordó el día en que le dijo que estaba embarazada, la expresión sorprendida de su cara, que luego se transformó en una de pura dicha, iban a ser padres, había casi gritado loco de contento mientras la estrechaba fuerte entre sus brazos. Aquel había sido uno de los días más felices de su vida.

—Tyren —dijo en un hilo de voz, casi un suspiro—, ese es el nombre que su padre quería ponerle.

La Guardiana sonrió pensando que tal vez aquella criatura lograría llevarse lejos del corazón de su madre la profunda pena que albergaba desde la muerte de su compañero, esperaba y rogaba a los Creadores que fuera así.

—Bienvenida al clan, Tyren Mahariel —dijo con solemnidad la Guardiana—, que los Creadores guarden tu camino y crezcas con el orgullo de los Elfos Verdaderos, aquellos que siguen los pasos de nuestros antepasados, que nunca más volverán a doblegarse.

oOoOoOo

—No… no puedes marcharte, ¿qué será de tu hija?

—Estará bien, sé que todo el clan cuidará de ella, que tú cuidarás de ella, Ashalle.

—Pero ella te necesita a ti —insistió su amiga.

—No —sacudió la cabeza la mujer y miró a la pequeña que dormía en su canasto, habían pasado tres meses desde el nacimiento—. Lo que necesita es gente que no esté sumida en los recuerdos del pasado, en la pena y el dolor.

—Si te quedas, estoy segura de que ella logrará devolverte la alegría.

—Sé que no podrá, como sé que si me quedo a su lado sólo amargaré su infancia, no soy la madre que ella necesita… Mi corazón murió el día en que murió su padre… No podré darle el amor y el cariño que merece y cada vez que la miré me recordará al hombre que perdí, sé que será su viva imagen, su pelo, sus ojos, sus facciones… Simplemente no puedo, Ashalle, ya no siento deseos de vivir, ni siquiera por esta pequeña. No quiero hacerle daño.

Ashalle trató de encontrar palabras que detuvieran a su amiga, pero sabía que no había nada capaz de hacerlo, que ella había tomado su decisión mucho antes de que su hija naciera.

—Cuidaré de ella, te juro que lo haré —dijo finalmente, eso era lo único que podía hacer, por mucho que le doliera.

—Gracias —sonrió tristemente la mujer mientras tomaba en brazos una última vez a la pequeña.

La niña abrió sus ojitos, del gris habían ido tornándose a un precioso azul verdoso, y miró a su madre un momento para volver a cerrarlos.

—Adiós, Tyren, te deseo una buena vida, que crezcas fuerte y feliz, que te conviertas en una gran cazadora y algún día puedas llevar mi arco. Llegará el día, cuando seas mayor, en que te contarán la historia de tu padre y mía y ojalá no nos odies y puedas pensar en nosotros con amor, porque nosotros siempre te quisimos y siempre estaremos orgullosos de ti. Adiós mi pequeña.

Dejó al bebé en los brazos de Ashalle y tras besar su frente una última vez, cogió las pocas cosas que llevaría consigo, se despidió de su amiga y abandonó el aravel y el campamento en aquel gris y triste atardecer invernal en el Bosque de Brecilian; nadie trató de detenerla, ni siquiera la Guardiana, y se fue perdiéndose en la floresta como una sombra más, deseando desde los más profundo de su corazón que la vida y el destino que aguardaban a su pequeña Tyren fueran más brillantes, fáciles y felices que los suyos.

oOoOoOo

—Así que unas ruinas, ¿eh? —comentó Tamlen mientras ambos observaban a los tres humanos correr tan rápido como podían huyendo de ellos—. Deberíamos ir a echar un vistazo, puede que encontremos algo interesante.

—O de valor —sonrió Tyren, tras asustar a aquellos humanos se sentía de un muy buen humor y si resultaba que en esas ruinas de las que habían hablado encontraban algo valioso o útil para el clan, mejor que mejor, Tamlen y ella se ganarían unas cuantas felicitaciones y podrían presumir un poco delante de Merill y Fenarel.

—Así que ¿vamos?

—Vamos, lethallin.

Los dos jóvenes elfos se introdujeron más en el corazón del bosque, ansiosos por demostrar su utilidad al clan, no sólo como cazadores y guerreros. Y penetraron en aquellas ruinas sellando así el destino de ambos.


Nota de la Autora: Las dos estrofas del principio pertenecen a la canción "Duerme… (canción de cuna)", de Mago de Öz (del CD Finisterra).

En cuanto a los términos en élfico, como aravel y lethallin, están extraídos del propio juego. Así como la historia de los padres del Guarda Gris de origen Elfo Dalashano.