Este fic lo hago sin animo de lucro, todos los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi.
A excepción de: Akemi Totsuo, Minako, Ruegi Hokabi, Unami, Saôran Kadono, Kanata Yaboshi, Matome Kadono. Por ahora.
Hola a todos! Aquí mando el inicio de mi segundo fic. Me gustaría que todos los que lo lean me den su opinión, soy novata en esto y quiero mejorar para que todos aquellos que lo lean se lo pasen tan bien como yo me lo he pasado escribiéndolo.
ZERO
PRIMER CAPITULO:LLAMADAS Y VISITAS INESPERADAS
Se hacía tarde. Afortunadamente, como era todavía verano no había anochecido y la gente paseaba por las calles agradecida por la brisa fresca que había empezado a media tarde. Había sido un día muy largo, con treinta grados desde las ocho de la mañana y corriendo de un lado a otro, apenas había tenido diez minutos para comer un sándwich rápido en la cafetería de la facultad en la que hacía al menos cincuenta grados.
De clase a clase, rápido, con poco tiempo para todo y el deber de dar el máximo de ti a cada minuto. La ducha de última hora me había relajado tanto los músculos que estaban en tensión desde las nueve, me había hecho darme cuenta de dos cosas: lo cansada que estaba y lo agradecida que estaba de que hubiese acabado la semana.
Al menos sabía que cuando llegase Unami tendría preparada la cena. Sonreí. Por primera vez en estos seis meses pensaba en ella con ese nombre. Mucho mejor, a partir de ahora no podía cometer ningún error. Seguramente a la cena también se hubiese apuntado Ruegi, ¡Pobre loco! Tenía una paciencia de santo para aguantarnos a las dos y echarnos una mano siempre que lo necesitásemos. Había cambiado tanto desde aquel adolescente que conocí…Era mucho más seguro de sí mismo, pero con esa timidez que las chicas adoramos, era trabajador, amable…y físicamente había abandonado el cuerpo fuerte aunque aniñado de hacía un par de años por una musculatura notable en un cuerpo de hombre, su cara mostraba su personalidad aunque se había endurecido, ya no mostraba la dulce inocencia de la niñez, sino la sabiduría de la madurez. Pero, a pesar de su cambio en sus rasgos, en su pelo, en su forma de vestir…se podía ver al mismo Ryoga de siempre en sus ojos. Mierda, Ruegi. Como costaba acostumbrarse a esto. Me encantaba verle competir, a pesar de que hubiese renunciado a ello al igual que Unami, las dos nos deleitábamos viendo como esa amabilidad que demostraba con nosotras se convertía en fiereza en el campo de lucha.
Coger el tren y ya estaría en casa. Sabía que me encontraría con Yuca. Me la llevaba encontrando todos los días de esta semana y sería así durante todo el curso, por suerte nunca me había llegado a reconocer, aunque evitaba encontrármela de frente, ya que aunque había cambiado, alguien que me conociese podría reconocerme. Era algo más alta y más estilizada que en mi época de instituto, debido al abandono de las artes marciales y a mi nueva afición: el baile. El cabello había crecido cubriendo hasta la mitad de mi espalda y se había oscurecido hasta ser casi negro con destellos azulados. Llevaba unas gafas de pasta negra, más para ocultarme que por necesidad (no llegaba a una dioptría), que sólo me quitaba para bailar y dormir. Según Ruegi, sólo quedaba algo que me delataba: mi sonrisa. Pero al igual que mi cuerpo mi personalidad había cambiado, era bastante sería y como mucho esbozaba leves sonrisas para que la gente no se sintiese mal. Sólo en la intimidad con Unami y Ruegi podía reírme a gusto, quizá porque sabía que lo que me decían era sincero, y entonces yo mostraba mi sonrisa verdadera. Como suponía Yuca bajó sin prestarme la menor atención. La siguiente era mi parada. Mi nuevo barrio era completamente distinto y estaba en la esquina opuesta de Nerima, casi en las afueras, donde compartía un apartamento muy amplio de tres habitaciones.
Abrí la puerta de casa y me encontré a Unami y a Ruegi haciendo una guerra de cojines. De repente Unami tropezó y Ruegi cayó encima riendo, la habitación quedó en silencio, pareció que se iban a besar, cómo me costó decir aquellas palabras:
Ya llegué.
Me miraron con cara de sorpresa, se miraron y rápidamente se separaron
sonrojándose.
Tranquilos, cojo el número de Kasumi y os dejo solos- me acerqué al mueble de la entrada y cogí el número- Hasta luego, vuelvo en 10minutos- les guiñé un ojo- por si os interesa.
Era cuestión de tiempo. Aquellos dos llevaban tonteando unas semanas pero no iban a más, aunque tarde o temprano pasaría. Me alegraba por ellos, los dos habían sufrido mucho pasándose media vida persiguiendo a una persona que ni siquiera los recordaba y en la que habían basado sus vidas. Ahora empezaban a ser ellos mismos y a descubrir el mundo que se perdieron todos esos años.
Yo estaba igual que ellos. Redescubriéndome a mí misma, sin ser la hija de…la hermana de…la sucesora de… y lo que era peor, la prometida de…nunca volvería a ser la prometida de nadie porque nunca me casaría. El tiempo me enseñó que el matrimonio no es amor, sólo una unión como otra cualquiera, un contrato, tú dices lo que das y lo que recibes según se había pactado y se lleva acabo. ¿Dónde queda el amor? Muy sencillo: en cada uno. Se pueden decir muchas cosas y firmar muchas otras, pero tus sentimientos siguen ahí, en ti y nadie más puede saberlos. Hace dos año mate ese sentimiento, de una manera directa de sufrimiento máximo pero de resultados asombrosos: una mujer nueva e independiente feliz por ser ella misma y que no cree en el amor. Fruncí el ceño. El amor es una utopía, el ser humano es demasiado egoísta para pensar en más que en sí mismo.
La cabina. Marqué el móvil de mi hermana. Tres tonos.
-Kasumi Tendo.
-Hola hermanita.
-Akane! ¡Por fin! Llevo toda la semana esperando tener noticias tuyas.
-Akemi, hermana, Akemi, tienes que acostumbrarte a llamarme así o algún día nos descubrirán. Pensaba llamarte, pero he andado muy liada toda la semana y no he podido, lo siento.
- No pasa nada, tranquila, estoy sola en casa, iba a ir a ver al doctor, hemos quedado para cenar. Nabiki se ha ido de fin de semana y papá se ha ido con tío genma a la inauguración de un restaurante que daban comida y bebida gratis. Ya sabes cómo son, no cambiarán nunca.
Como siempre no le había nombrado.
¿Y tú que planes tienes?
Tofu me ha invitado a cenar, dice que tiene algo que decirme.
¿Crees que por fin te pedirá que te cases con él?
Oí su risa al otro lado del teléfono.
Quizá sí, dicen que a la tercera va la vencida.
Tofu había podido controlar sus nervios ante Kasumi, llevaban seis meses saliendo, pero estos habían vuelto cuando decidió pedir la mano de mi hermana. Ante mi padre no había habido problema, sólo le puso una condición: que Kasumi lo aprobase. No quería perderla como me perdió a mí. Tofu lo intentó, y las dos veces acabó en el hospital. La primera por tragarse el anillo, y la segunda por desmayarse de los nervios. No podía parar de reírme imaginando a Tofu con su ataque de nervios y a mi hermana con su dulce sonrisa haciendo ver que no se enteraba de nada.
Akane, tienes que prometerme una cosa.
Lo que quieras Kasumi, sabes que no hay problema en cualquier cosa que me pidas.
Me gustaría que fueses mi dama de honor junto a Nabiki.
Excepto eso.
Akane, por favor, te lo pido como hermana, todos están muy arrepentidos, te marchaste sin despedirte siquiera, nadie sabe el motivo, nadie sabe nada de ti, les veo sufrir y me duele, porque yo les podría aliviar ese sufrimiento.
Kasumi, no sigas por ahí.
Akane, papá llora todas las noches preguntándose si sigues viva, tío Genma evita entrar en el Dojo porque dice que le recuerda demasiado a ti y se pone a llorar con papá, Nabiki ya no anda metida en líos, se ha vuelto muy responsable, ni la reconocerías y…
Y nada, me da igual lo que hayan cambiado, tuvieron años para pensar y comportarse cómo es debido, sin utilizarme, si Kasumi, utilizarme, porque en realidad, Kasumi, Akane Tendo nunca le ha importado a nadie, hermana, solo era la heredera de, la enemiga de, la prometida de , el negocio de… soy una persona con sentimientos, y sufrí mucho, más de lo que te puedas imaginar, años de desprecios, de manipulaciones, de poner en peligro mi vida por…por…algo que no valía la pena. Ese sufrimiento, hermana, desapareció el día que murió, para siempre Akane Tendo.
Tú eres Akane Tendo.
Te equivocas, yo soy Akemi Totsuo, dueña de mi pasado, presente y futuro, libre, realmente libre por primera vez en mi vida.
¿Tan malos somos?
Ya sabes que no es por ti, es por ellos no podría volver a esa prisión.
Necesito verte hermana.
Sabes que no es posible Kasumi.
Claro que sí, por favor, hace casi dos años que no te veo.
Nos descubrirán.
No, iré solo con Tofu, él no dirá nada, sabes que nunca te traicionaría.
Eso era cierto, gracias a él me había mantenido en contacto con Kasumi y me había dado lo necesario para marcharme de allí a pesar de no haber apoyado mi decisión.
Está bien, me haría ilusión verte, no sabes como te echo de menos…
Me gustaría conocer a Akemi.
Esbocé una sonrisa, se me acababa el dinero.
Y a ella verte a ti.Se me acaba el dinero hermana, ¿Qué te parece este domingo en la heladería Strawberry a eso de las cinco?
Estupendo, allí estaré.
Adios y suerte esta noche.
Ya te contaré hermanita, ya te contaré- dijo entre risas- hasta el domingo.
Hasta el domingo.-colgué.
Había poca gente por la calle, me crucé con un par de parejas. Veía el sol ponerse en el horizonte y teñir todo de un color anaranjado que lo llenaba de vida. Una de las parejas se paró en medio de la calle y se dio un beso, ocultando el sol tras ellos y llenándoles de una capa que parecía envolverles protegiéndolos de todo. Había magia. Sonreí. Qué ingenuos. Pronto todo aquello desaparecería y daría paso al egoismo, al rencor, a la individualidad… al odio. Pero todos estamos ciegos al principio, el tiempo te muestra la verdad.
Subí las escaleras de casa lentamente. Decididamente debería cambiarme de ropa, había echo demasiado calor todo el día y notaba la ropa pegajosa. Kasumi, ¿Habría cambiado mucho? No, Kasumi siempre sería Kasumi. Sonreí, debía elegir la ropa adecuada o se preocuparía por mí. Si me viese ahora…con unos vaqueros desgastados y una camiseta de tirantes totalmente arrugada…
Al ir a meter la llave en la cerradura, oí risas dentro. Aquella risa no era de Ruegi,¿Quién demonios…?
Abrí la puerta rápidamente. ¡Plaaffff! Eso fue un cojín estanpándose en mi cara y echando mis gafas al suelo.
Vaya puntería Saorân- oí la voz de Ruegi mientras me agachaba a recoger mis gafas. Mierda, ¿Dónde…?
Toma, lo siento mucho ese idiota de Ruegi se apartó y no me di cuenta de que entrabas- vi su mano acercándome las gafas mientras un escalofrío recorría mi cuerpo. ¿Qué pasaba? Y al mirar de frente vi unos ojos azules que me miraban preocupados. Ranma. Otra vez, ¿Cuándo me daría cuenta que había cientos de personas en el mundo que tenían los ojos de ese color?
Gracias- dije esbozando una sonrisa y cogiéndolas. Cuando me iba a levantar él ya estaba de pie y me ofreció su mano.
Mmm…gracias de nuevo.
Oooooooohhhhhh, parece que haceis buenas migas- dijo Ruegi cogiéndonos a cada uno en cada brazo. Le clavé un puñetazo en la cabeza.
¿Encima con esas? Tú tienes la culpa de todo, ¿Se puede saber que estabas haciendo? Te dejo diez minutos y lo siguiente que sé es que tengo un cojín estampado en la cara.
Auchh! Eso dolió, ¿sabes? Además, deberías controlar tu fuerza bruta ante los invitados- me gritó Ruegi mientras se rascaba la cabeza.
¿Qué es eso de fuerza bruta? Has sido tú el que empezaste…-¿Qué había dicho? ¿Invitados?
Me giré y vi en el sofá tres pares de ojos mirándome. Me puse roja de golpe.
Ups, lo siento, no me había dado cuenta de que…-dije bajando la voz y mirando al suelo.
¿Ahora te vas a poner de niña buena? Ya han visto todos lo bestia que eres- dijo él con una sonrisa triunfal.
Estaba a punto de darle otro golpe a Ruegi cuando apareció Unami.
Ruegi, ¿Cuándo vas a dejar de meterte con ella?¿ No ves que está cansada y que olvidó que teníamos invitados a cenar?
¿Cómo se me había podido olvidar? Y yo que pensaba meterme pronto a la cama…
Es verdad, la estuve esperando a la salida de los vestuarios después de clase y salió corriendo sin ni siquiera mirarme, no la alcancé, cogí el siguiente tren donde me encontré con estos dos. ¿Desde cuándo corres tan rápido?- dijo la bella pelirroja desde el sofa sonriéndome.
Lo siento Minako, soy un desastre, estaba tan cansada que solo quería llegar a casa- dije sonriéndole a mi instructora.
La verdad es que nos hemos pasado un montón con vosotras esta semana.
Minako era de segundo curso y era la instructora de mi grupo de baile moderno. Era una chica muy dulce, de largos cabellos pelirrojos ligeramente ondulados y ojos verdes, con un montón de pequeñas pecas sobre su nariz. Más alta y delgada que yo, traía locos a un montón de chicos de la facultad de Ruegi,y era novia de un compañero de éste. Lamentablemente Minako era una fantástica bailarina y no admitía ni el más mínimo error en sus clases.
Sí, entre tú y la teniente o'neill habeis hecho que conozca músculos que ni sabía que existían- la teniente o'neill era la profesora de baile clásico, había tenido un problema con el pegamento y su pelo y se lo había tenido que rapar.
No te quejes Totsuo, creía que te lo pasabas bien.
Sí, pero cuando llego a casa mi cuerpo no para de quejarse- aquella chica me caía realmente bien.
Perdonad, en esta habitación hay más gente, si quereis nos marchamos para que hableis de vuestras cosas- dijo Ruegi fingiendo estar enfadado.
Anda Ruegi, no te pases, que hoy la has tomado con ella. ¿Por qué no le presentas a tus amigos?- Unami, como siempre, poniendo paz en la casa, cada vez me recordaba más a Kasumi. Los dos chicos que se sentaban al lado de Ruegi se levantaron mientras que éste se levantaba de mala gana.
Kanata Yaboshi, te presento a mi pesada compañera de piso, Akemi Totsuo- dijo Ruegi, mientras un muchacho de cabello y ojos color miel se acercaba a mí con una sonrisa.
No puedes imaginarte cuánto he oído hablar de ti, ya sabes que este chico es un poco monotemático, de lo único que habla más es de…
Unami.
Unami- dijimos los dos a la vez mientras nos dábamos la mano y nos reíamos mientras que los dos mencionados se ponían cada vez más rojos.
Soy el compañero de Hokabi (Ruegi) y el novio de Minako.
¿Eres tú? Entonces yo también he oído hablar mucho de ti.
Ya vale, recordadme que no os deje mucho juntos o me dejareis por los suelos- dijo Ruegi con una sonrisa- y este es un alumno de primero con el que hemos estdo entrenando esta tarde, es muy bueno, hacía mucho que no peleaba así, resulta que sabe en truco en el que…-cuando hablaba de las artes y los trucos no se acordaba ni de lo que estaba hablando.
Me llamo Saorân Kadono, si espero a que Hokabi me presente quizá seguiríamos aquí por año nuevo.
Tienes razón, este chico es un auténtico desastre- me acerqué a él y le miré por primera vez después del cojinazo.
Era el más alto de los tres y también parecía el más fuerte. Me cogió la mano con seguridad y apreto sin llegar a hacer daño. Sus ojos. Otra vez aquel estúpido escalofrío. Azules, mirándome fijamente, con… ¿duda? ¿sorpresa?
¿Qué era aquello? Su pelo negro recogido en una pequeña coleta en su espalda mientras la mayoría de sus mechones caían enmarcando su cara. Era guapo, muy guapo. ¿Qué un chico es guapo? Akemi, aterriza, esta no eres tú.
¿Van a soltarse y dejarse de mirar o tendremos que llevarlos así directamente al altar?
Ruegi, ¿Pero qué tonterías dices?- dije metiéndole un puñetazo en el estomago. El tenía razón, esa no era yo. Aquello no volvería a repetirse. Por unos momentos Akane se apoderó de mí. Casi, pero no. Volvía a ser Akemi y no dejaría que aquello volviese a pasar.
Continuará…
Asi que ya sabeis, cualquier opinión, sugerencia… siempre será bien recibida, mi dirección es:
