Saint Seiya pertenece a Kurumada y Toei...
NA: Es mi primer fic... déjenme su opinión, please!
AMOR PROHIBIDO
Capítulo I
Podía ver el brillo en sus ojos esmeraldas... un brillo de pasión, deseo y lujuria... Su respiración se agitó solo con verlo caminar decidido hacia ella con esa mirada penetrante. El avance de él la hizo retroceder hasta quedar atrapada contra la pared y sus firmes brazos que la acorralaron. Sentía que las piernas le temblaban y una punzada en el vientre la hizo arquear la espalda. Él deseaba hacerla sufrir, al menos eso pensó, pues se inclinó como para besar sus labios, y ella ansiosa de placer se había dispuesto a recibir esa boca pecaminosa, pero él había decidido otra cosa, besando su frente, lo que la hizo suspirar. Sintió como sus labios descendieron por sus mejillas, y deliciosas ondas de excitación viajaban por su cuerpo. Cuando sus labios estuvieron justo al lado de su boca se detuvo y se alejó, mirándola con esos ardientes ojos. Ella deseaba más, por lo que tomó su rostro son ambas manos y se acercó para hacer lo que él aparentemente evitaba. Pero justo en ese momento él puso sus dedos sobre sus labios para detenerla. Ella lo miró confundida, porque necesitaba con urgencia probar esos exquisitos labios... él dejó escapar una sonrisa de satisfacción al ver su anhelo y decidió cumplir su deseo. Se acercó y ella sintió como su corazón iba a salir de su pecho debido a la agitación que él le provocaba. Era perfecto. Cerró sus ojos esperando aquella caricia prohibida y sintió como su cálida lengua se deslizó por sus labios, haciéndola gemir de placer. Abrió un poco los labios para permitir su intromisión un poco más adentro y él no se hizo esperar, introduciendo su lengua en su cavidad. Se fundieron en un beso apasionado y fogoso que los dejó sin respiración y cuando se separaron para tomar aire, él pudo verla sonrojada y agitada. Vio como su pecho subía y bajaba intentando controlarse y la tentación se apoderó de él, besando su cuello y, descendiendo con sus ardientes labios, se fue acercando peligrosamente a su escote. Ella ya no podía más de placer, comenzando a soltar gemidos que salían involuntarios de sus labios. Más, más, más, pedía...
-¡Saori!... ¡Saori! -escuchó que la llamaban.
Ella ya no sabía donde estaba ni qué había pasado, su mente seguía pegada en aquel sueño que no quería dejar.
-¿Estás bien, Saori? Te escuché quejarte -Seiya estaba a su lado, preocupado.
-¿Seiya? Yo... creo que tuve una pesadilla - "pesadilla", pensó para sí misma.
-Mi amor, no me preocupes... - el Pegaso se inclinó para besarla. Ella se sentía indigna de recibir sus labios después de haber anhelado los de otro, por lo que disimulada corrió su cara, y el terminó depositando su beso en su mejilla.
-Disculpa, voy a ir al baño, primero - se disculpó la pelilila.
Se levantó y Seiya vio como cerró la puerta. Dentro, ella miró su reflejo y pasó sus dedos por sus labios recordando aquella fogosa boca que la había hecho suspirar en un sueño. Sentía la humedad entre sus piernas, que revelaba el placer que tan solo en una fantasía él le había proporcionado. Se preguntó qué sería probar realmente esos tentadores labios.
-Shun - suspiró susurrando su nombre.
Ya tenía veinte años y llevaba tres en una relación con Seiya. Sus demás santos habían partido a diferentes lugares, viajando por el mundo. Hacía un mes que Hyoga y Shun la habían llamado para saber si podían alojar en la mansión un tiempo. Ella, sin saber que se había autosentenciado, aceptó contenta su visita. Había quedado impactada al verlos llegar. Ambos estaban hechos todos unos hombres, varoniles y tentadores. Se notaba el mundo que habían recorrido.
-Hola Saori -la saludó el peliverde con un beso en la mejilla que la dejó en la nubes inmediatamente.
-Shun... hola -apenas pudo saludar, totalmente sonrojada.
-Saori... tanto tiempo - el ruso también dejó un beso en su rostro.
-Sí, tanto tiempo, que bueno que vinieran Hyoga.
Ese fue el comienzo de su tortura. La mirada pura de Shun casi había desaparecido, siendo reemplazada por una penetrante y experta. Cuando comían y sus ojos se cruzaban podía ver un brillo apasionante en ellos y eso fue suficiente para caer en una tentadora trampa de ilusión. Fantaseaba constantemente en qué se sentiría estar en sus fornidos brazos, tocar sus sedosos cabellos y... probar esos labios. Luego, veía a Seiya y la culpa la carcomía. No sabía que le estaba pasando, pero Shun se había vuelto su tentación prohibida. Nunca en esos tres años le había sido infiel a su novio, ni siquiera con el pensamiento, pero el peliverde tenía algo diferente, era un juego peligroso que la invitaba a pecar. Aunque intentó olvidar su fantasía refugiándose en los brazos de Seiya, sus besos se le empezaron a hacer monótonos y al cerrar sus ojos ya no podía dejar de ver los verdes de él...
-Deja tu juego, Shun - lo reprendió Hyoga.
-¿Cuál juego? - él ni siquiera se inmutó con la molestia de su amigo.
-Te conozco, sé que estás jugando con Saori.
-¿Por qué crees que estoy jugando? - lo miró con esos ojos decididos.
-La miras, la sigues, le conversas... ella es la novia de Seiya, no puedes hacer eso -el ruso estaba enojado.
-Eso lo sé. Pero, ella también es nuestra amiga, no creo que sea un pecado hablar con Saori -un brillo iluminó su mirada.
-No es un pecado ser sus amigos. Pero tú sabes el efecto que provocas en las mujeres...
-Parece que estuvieras celoso... ¿acaso ella te gusta? - preguntó desafiante.
-¡Cómo se te ocurre decir algo así!
-Entonces, ¿qué te molesta?
-Tú... tú me molestas...
-Wow, ¿por qué?
-Porque tienes esa actitud tan despreocupada.
-Hace tres años decidimos viajar, Hyoga, y tú sabes por qué fue... no me digas ahora lo que tengo que hacer.
-Has cambiado tanto, Shun. Espero que haber vuelto no arruine las cosas.
-No te preocupes. Yo sé cómo comportarme - y decidido salió de la sala.
Hyoga suspiró, sabía lo que su amigo había sufrido para estar actuando de esa manera. Pero temía que haber vuelto se transformara en lo que lo terminara de hundir en el fango y lo mandara directo al infierno...
Se miraba frente al espejo cuando notó un extraño brillo en sus ojos. Se acercó incrédulo de lo que a continuación le reflejó... su cabello oscurecido, su piel pálida y sus ojos perdidos. Nunca había visto esa imagen, pero presentía de quien se trataba y aterrado retrocedió tres pasos evitando gritar para no atraer la atención de nadie.
-¿Qué es lo que te espanta? -preguntó su reflejo.
-¿Quien eres?
-El que vive dentro de tí.
-¡¿Qué?!
-Sí, Shun... soy Hades.
-Pero si tú moriste... yo mismo vi tu cuerpo herido por Atenea -el impacto era tal que Shun se dejó caer de rodillas en el piso.
-Sí, es cierto que mi cuerpo murió... por eso debí volver a mi habitáculo...
-Pero, ¿cómo?
-Te dije que nuestra conexión terminaría el día que murieras. Tú eres mío por siempre ¿no recuerdas?... nadie puede evitar eso -su reflejo lo miraba con una sonrisa maliciosa.
-No... eso no puede ser cierto -dijo desesperado.
-¿Sabes?, me he presentado porque sé tu secreto... tú amas a Atenea y eso es algo que me conviene...
-Todos sus santos la amamos, es nuestra diosa...
-No me mientas, jovencito... yo sé que tú la amas como mujer... he visto tu deseo hacia ella.
Shun se quedó petrificado ante esas palabras. Su pecado le era revelado como si lo tuviera escrito en la cara. Llevaba un año enamorado de Saori, pero había sabido ocultarlo, al menos eso creía él.
-Tú no sabes lo que dices, no tienes idea de qué es el amor para que hables tan libremente de él -intentó defenderse.
-Claro que lo sé... yo también la amo desde la era del mito... siempre la he deseado con locura, pero ella siempre me ha rechazado.
-Pe-pero tú dijiste que no creías en el amor...
-No creo en el amor humano, pero mi amor es diferente, porque es divino... Déjame ayudarte y juntos la tendremos entre nuestros brazos al fin...
-¡Nunca! Jamás permitiré que la toques, aunque eso me condene a alejarme de ella y obligarme a olvidarla...
Despertó en su cama son el sudor sobre su cuerpo. Volver a la mansión no había sido una buena idea, ya que le recordaba aquel suceso que había decidido olvidar hacía tres años. Decidió salir de la cama y bajar a la cocina por un vaso de agua. Maldita decisión. Justo ahí, estaba Saori en una camisola de seda de dormir que se le ajustaba a su seductora figura. Tragó saliva para evitar que su deseo se hiciera evidente.
-Shun... -ella intentó controlarse al ver al peliverde llegar solo en pantalón de pijama, con su perfecto torso desnudo. "Demonios, realmente es perfecto", pensó.
-Disculpa, no sabía que estabas aquí...
-No tienes que disculparte...
-Vine por un vaso de agua... es que no podía dormir -él trató desviar la mirada de aquel tentador cuerpo.
-Déjame servírtelo... -la pelilila se acercó al refrigerador y sacó una botella con agua helada, llenando un vaso para él.
-Gracias, no era necesario.
Se quedaron en silencio por un momento y sin quererlo (o sí) cruzaron sus ojos en una mirada apasionada. Ambos volvieron a mirar hacia otro lado, no querían delatar aquellos sentimientos que los invadían. Sin embargo, también notaron aquel brillo tentador en los ojos contrarios que los invitaban a más. Volvieron a mirarse, quedándose en silencio, solo un contacto visual pero estimulante. Shun deseó levantarse, tomarla entre sus brazos, aprisionarla contra su cuerpo y que ella supiera la locura que desataba en él. Saori, por su parte, deseó correr a refugiarse en ese perfecto pecho y besar aquellos labios que la tenían desquiciada. A través de la mirada casi podían descubrir los sentimientos apasionados del otro. Justo en el momento que la razón los abandonaba y estaban a punto de hacer el primer movimiento, llegó Seiya a la cocina. Inocente a los pecaminosos deseos ocultos en los pensamientos de su novia y amigo, se acercó a ella, abrazándola por la cintura.
-Saori... ¿no podías dormir? -le preguntó con suavidad en su oreja.
-Sí, bajé a tomar un poco de leche para relajarme -evitaba mirarlo a los ojos.
-Y tú Shun... -el aludido se estremeció un segundo -¿Tampoco podías dormir?
-Recién bajé a tomar un poco de agua... parece que es el calor el que no nos deja dormir -le contestó, con doble intención en sus palabras.
-Oh, sí, el calor ha sido demasiado estos días -el castaño tan inocente concordaba con él.
Saori tembló un poco al escuchar las palabras de Shun... creía entender a lo él se refería. Pero, si era así, significaba que quizás él sentía el mismo fuego recorrer su interior, queriendo salir desbocado.
-No los molesto más, que pasen buena noche -se despidió Shun, no sin antes dedicarle una última mirada. Esa mirada que seguía invitándola a pecar. ¿Por qué se le hacía irresistible? Quería salir corriendo detrás de él y juntos subir enredados hasta su cuarto, cerrando la puerta para perderse mutuamente, entrelazando sus cuerpos y consumando al fin aquel amor prohibido...
